Descripción
Un arriero, al pasar por Viana, con un cargamento de besugos traídos desde la costa del norte, se cruzó con Juanis, el cura de Bargota. A los pocos instantes, como no oye la campanilla del último macho de la recua, se extraña y descubre que sus animales estaban volando por los aires, girando alrededor de la veleta del campanario. Al gritar espantado, acudió Juanis y le prestó su ayuda, en un periquete hizo que las bestias aterrizaran sanas y salvas.
Hubo quien dijo que había sido el propio Juanis quien los hizo volar, pues, al cruzarse con el arriero, recibió una mala respuesta por su parte.