Un día de San Isidro, mientras el cura de Bargota preparaba su sermón, su criada lanzó tal suspiro que Juanis no pudo menos que preguntarle la causa del mismo. Ella respondió que deseaba ir a ver los toros en Madrid. Dicho y hecho, ambos volaron desde el balcón de la casa hasta un tendido de la capital. Allí estaba disfrutando de la corrida, cuando la mujer se quejó porque le faltaba un zapato, tras lo cual le apareció un cuerno en medio de la frente al individuo que estaba sentado a su lado, el cual se vio obligado a devolverle lo que le había robado. Más tarde, Juanis, harto del calor, exclamó: !Cómo nieva en los montes de Oca! Y cayó una gran nevada en la plaza, de modo que se tuvo que suspender la sesión.

Volvemos a ver a Juanis en acción, volando de un lugar a otro en pleno día, haciendo que el ladrón aparezca señalado o provocando una nevada. Nos hallamos, nuevamente, más ante un nigromante que un brujo, pero en las leyendas que estamos trabajando se insiste en esta última catalogación.