Un dia de mercado, Juanis se encuentra junto a cuatro curas con los que recorre las calles de Viana. Como se aburren un poco, sus compañeros le piden un poco de diversión. Así que, al pasar junto a un vasijero, se detinen y ven cómo el pobre hombre intenta atrapar a una serie de perdices que entran y salen de sus ollas; con tan mala suerte que, al final, el pobre hombre destroza toda su mercancía y no caza ni una de las perdices. Por ello, los espectadores pagan los daños causados al comerciante por la intervención de los poderes de Juanis; al menos, han pasado un buen rato.

En este relato, se destaca el gran sentido del humor de Juanis, que se nos presenta como un brujo divertido y desenfadado, del que no se resalta la dimensión más siniestra, sino todo lo contrario. Extraña ver que sus compañeros sacerdotes conocen bien sus habilidades mágicas y las aceptan con naturalidad. No hay una condena de la actuación de este cura, sino que se aprovechan sus andanzas para construir relatos de carácter jocoso.