Año edición / composición / representación
1330 (según Ms. T) y 1343 (según Ms. S) / edición en 1790.
Descripción
En el ejemplo titulado: "Aquí fabla de la constelaçión, et de la planeta, en que los omes nasçen, el del juiçio del hora quando sabios naturales dieron en el nasçimiento del fijo del rey Alcarás", el autor del texto se muestra crédulo con respecto a las capacidades de los astrólogos para predecir el futuro y para definir al hombre según la constelación en la que ha nacido. Se trata de una noble ciencia, avalada, entre otros, por Tolomeo o Platón. Vemos, por estas afirmaciones, por el modo en que es presentada la astrología en el "Libro de Buen Amor", que en absoluto es considerada en el siglo XIV como una rama de la magia que podría devenir diabólica. De hecho, el astrólogo es uno de los operantes de la denominada magia culta que más exento se halla de peligro de acusaciones por pacto diabólico.
Y Juan Ruiz narra una historia para demostrar que los buenos astrólogos puede, en efecto, vaticinar lo que va a suceder. Érase un rey moro, Alcarás, que tenía a su servicio a varios observantes de las estrellas, y cuando nació su hijo, les pidió una predicción. Eran cinco sabios y cada uno determinó un final distinto para el príncipe: según el primero, sería apedreado; según el segundo, moriría quemado; según el tercero, despeñado; según el cuarto, colgado; y según el quinto, ahogado.
El monarca, insatisfecho con tal disparidad, decidió encarcelar a los astrólogos. El tiempo pasó, el príncipe creció y un día, al salir de caza con su ayo, le alcanzó una tormenta, con pedrisca; así que al sufrir este fenómeno meteorológico, fue apedreado y, como le cayó un rayo, también quemado. Efecto de esto, fue que se despeñara en el monte, y que quedara colgado de sus ropas y, sin que nadie pudiera socorrerlo, se ahogó en el río.
Así se cumplió la palabra de cada uno de los sabios y el rey hubo de restituirlos en su cargo, y siempre creyó en su palabra.