La presencia de lo medieval en Valle-Inclán se aprecia ya en el título mismo del poemario Aromas de leyenda. Versos en loor de un santo ermitaño, que parodia los títulos que encabezaban muchas colecciones de milagros medievales: «Evoca, pues, el título, una atmósfera medieval llena de santidad y pureza, mundo de «leyenda» donde el concepto de tiempo histórico lineal resulta cuestionado» (Sánchez Moreiras, 2005: 432). Precisamente, el primer poema aquí recogido, «Clave VI. Flor de la tarde», ofrece el relato de un monje que queda prendado durante siglos por el canto de un pájaro y simboliza, en palabras de Sánchez Moreiras, la dramatización de esta dimensión atemporal ahistórica y trascendente (2005: 432). Tal atracción por un pasado arcaico y remoto, situado en las brumas de la Edad Media, es consecuencia de cierta tendencia por el prerrafaelismo inglés, que tanto cultivó la recreación de leyendas medievales (Sánchez Moreiras, 2005: 432). Estas intertextualidades con la Edad Media se dan también en poemas como «Clave VII. Prosas de dos ermitaños» (en el que, además, hay un diálogo con las Coplas de Jorge Manrique), en «Clave VIII. Ave serafina», en «Clave IX. Estela del prodigio» y en «Clave X. Páginas de misal», que forman una unidad al relatar la historia de un monje medieval a partir de cuatro motivos, respectivamente representados en cada una de las composiciones: meditación, prodigio, retorno y el ave (Sánchez Moreiras, 2005: 434). El franciscanismo y la pobreza, elemento privilegiado de los prerrafaelistas, es también orillado por Valle-Inclán en el siguiente poema recogido, «Clave XI. Lirio franciscano». En lo que respecta a «Clave XIV. En el camino», en opinión de Sánchez Moreriras, «más que un cuadro de ambiente es un poema-epílogo donde el yo lírico expresa sus ansias de oír, como San Gundián, el canto del pájaro que le permita alcanzar el quietismo» (2005: 433). En La pipa de kif, Valle-Inclán retoma los elementos medievales en poemas no recopilados como «Clave XIV. El crimen de Medinici» (que alude al Dies illa y al romancero), «Clave XVII. La tienda del herbolario» (con referencias a la américa prehispana y alusiones a Melibea) y en «Clave XVII. Rosa de Turbulos» (que se centra en la América prehispana, convirtiéndose en uno de los pocos ejemplos de poemas del periodo que focalizan por entero en aquellas civilizaciones). Sí incluimos, por otra parte, «Clave V. Bestiario», una curiosa presentación de los animales de la casa de las fieras del Buen Retiro que imita los bestiarios medievales, así como «Clave XXVII. Rosa de mi abril», que alude a la leyenda sobre Jaufré Rudel, según la cual este atravesó el Mar Mediterráneo para conocer a la Condesa de Trípoli, de quien se enamoró tras oír hablar de ella y a quien dedicó sus versos, creando así, dentro del amor cortés, la retórica del «amor de lonh».

 

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