A pesar de que Marcos Rafael Blanco Belmonte fue autor de varios relatos, diversos cuentos infantiles, un buen puñado de obras dramáticas, una novela histórica, variados libros de poesía, desde su inicial, juvenil y modernista Aves sin nido, de 1902 y a pesar de haber sido incluido por Emilio Carrere en La corte de los poetas, no es posible hablar de él como uno de los autores decisivos de la época. En su obra, sin ser definitorios, «no le son del todo ajenos cierto impulso de renovación formal y la asunción de algunos motivos temáticos característicos del modernismo más exteriorizante: el ritmo de arte mayor dodecasílabo, las princesas wagnerians, los joyeles evocadores del paso o el exotismo islámico» (Olmo Iturriarte y Díaz de Castro, 2008: 172). Ello entronca, en numerosas ocasiones, con una visión hasta cierto punto épica e idealizada de lo medieval como sucede en los poemas de temática cidiana aquí recogidos: «La venganza del Cid», «Protesta del campeador», ambos de Los que miran más allá (1911), «La nochebuena del Cid», de La patria de mis sueños (1913) o «Los hermanos de Álvar Fáñez», de Al sembrar los trigos (1913). Esta visión exaltada y patriótica que se desprende de estos poemas es mucho más explícita en «¡España!», donde las alusiones al pasado medieval de la Península, así como a otros acontecimientos históricos, están dirigidos a un final en que el hablante lírico exclama que al morir desea «besar su tierra con mi muerta boca /y estrechar a mi Patria contra el pecho». «Joya de Ávila», también de La patria de mis sueños, ubica la voz del sujeto lírico en el Monasterio de Santo Tomás de Ávila, frente al sepulcro del Infante don Juan, en una clara inmersión en lo medieval, un recurso sobre el que retorna en «El alma del califa», de Al sembrar los trigos, ahora desde una óptica orientalista, tan ligada con el gusto modernista de la época (Olmo Iturriarte y Díaz de Castro, 2008: 172). «Ante el Castillo de Coca» no es una mera descripción arquitectónica de un edificio medieval, sino que los muros, las almenas y los fosos permiten a Blanco Belmonte realizar un recorrido histórico que, principalmente, sobrevuela la figura de sus constructores y recorre detalles de la Guerra de las Comunidades de Castilla. Finalmente, «Las joyas del juglar» es un poema de alabanza a lo popular, explicitada por la vinculación socio-literaria pueblo-romancero.

 

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