Aunque contemporánea a la corriente modernista, con quien habitualmente ha sido relacionado, la poesía de Gabriel y Galán reniega en gran medida de los tópicos, las temas y las retóricas del modernismo para acercarse, desde una ideología conservadora, hacia el mundo campesino y el paisaje de su Extremadura natal en libros como Castellanas (1902), Extremeñas (1902), Campesinas (1904) o Nuevas castellanas (1905). Los elementos medievales que aparecen en la obra de Gabriel y Galán, en los tres poemas recogidos en la antología, brotan, precisamente, del paisaje extremeño que rodea al poeta, tanto en «A plasencia» (una suerte de descripción de la ciudad con la aparición de lo medieval en detalles como los fueros) o en «Dos nidos» (que focaliza en un viejo torreón del medievo donde anidan las cigüeñas y en la casa de unos pobres ciudadanos que a sus pies se yergue). En el poema «La presea», por su parte, el sujeto lírico sí toma la voz desde el universo medieval para narrar en forma de romance una historia ficticia sobre la Conquista de Baza, mediado por la relación amorosa ficticia de Diego Álvar de León y Luz de Mendoza: «el único romance de moros escrito por Gabriel y Galán; aparece de repente, como flor exótica en el libro Campesinas. Se trata, por otra parte, del único vestigio en nuestro poeta del fenecido romanticismo» (Gabriel y Galán Acevedo, 1982: 297).

 

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