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Capítulo .xxxiij. Cómo Ferramonte propuso la novena quistión.

Estava assentado cabe doña Mencía Ferramonte, duque de Montoro, y como la reyna acabó, dixo desta manera: "Vuestra alteza ha determinado que es lícito amar a la más noble antes que a la que es menos, lo qual se prueva y está claro por las razones alegadas. Pero porque entre las gentiles damas ay algunas de diversos estados e condiciones, conviene a saber que biven en diversos ábitos, las quales, según se cree, aman de diversas maneras, unas más y otras menos. Desseo saber de vuestra alteza de quién se deve antes enamorar un mancebo para más presto llegar a conclusión su desseo, de muger casada o de donzella o de biuda."

 

Sumario de la quistión novena.

Pues vemos quel pensamiento
no puede bivir ocioso,
ternemos conoscimiento
que es su deleytoso assiento
en el pensamiento amoroso
pues pasa de erminarse
a querer enamorarse.
Ay casadas y donzellas
e biudas, a quál dellas
/[dvijr.]/deve el hombre aficionarse
para el tal amor gozarse.


Capítulo .xxxiiij. De la respuesta de la reyna.

      De las tres la una, conviene a saber la casada, en ninguna manera se ha de dessear porque ella no es suya ni está en su libertad poderse dar a nadie y quererla, y alcançalla sería yr contra la ley humana y positiva y offender a éstas es caer en la yra de Dios e incurrir grave juyzio y quien bien lo especulare verá que es mejor amar qualquiera de las otras dos, conviene a saber doncella o viuda, en quanto para más presto efectuar su desseo. E si por caso acaeciere que el desseo os trayga al pensamiento el amor de la casada antes que el de las otras, ésta es la ocasión. Manifiesto es que el fuego quanto más le soplan, más se enciende y no soplando se muere. E casi todas las otras cosas usándolas desfallecen. La luxuria quanto más se usa, más crece. De manera que la biuda, por aver estado luengamente sin tal efecto, casi como si no oviesse sido le siente, y más se enciende con la memoria que con la concupiscencia. Ítem la donzella no conoce qué cosa esto sea sino con la ymaginación y por esso dessea tibiamente y la casada que más lo usa, más presto se enciende, y suele recebir de sus maridos mil ultrajes por ello, de los quales de buena voluntad se vengarían si pudiessen y no les queda otro camino sino dar su amor a quien las requiere por hazerles despecho. E conviene que la vengança sea muy secreta y aunque duren poco se contentan. Que suélese dezir quel manjar muy continuado da hastío y a vezes se dexan los manjares delicados por los gruessos, tornando a ellos quando el apetito está contento de los otros. Y porque, como avemos dicho, no es lícito dessear lo ageno, con justa ocasión dexaremos las casadas para sus maridos y tomemos de las otras, de las quales vemos harta cantidad delante de nuestros ojos /[dvijv.]/ en nuestra ciudad, y antes seguiremos y amaremos las biudas que las donzellas, porque las donzellas no usadas del tal efecto con mucho trabajo y dificultad, se fallan ábiles para los desseos de los hombres, lo qual no acaece en las biudas. Allende desto, si las donzellas aman no saben qué dessear y por esto no siguen con ánimo entero las pisadas del amante como las biudas, las quales el fuego antiguo que las prendió las haze maestras y que desseen aquello de que avían carecido, que por no averlo usado por largo tiempo lo tenían olvidado, llorando el timpo perdido y las noches que han passado en sus biudos lechos. Por esto, a mí me parezca que quien tiene libertad de darse a quien quiere, que deve antes amar a la biuda que a la casada ni a la donzella.


Capítulo treynta y cinco. Cómo Ferramonte contradize a la reyna.

      Señora, lo dicho de la casada me parescía a mí assí y, después que a vuestra alteza he oydo, se me ha confirmado, mas de las donzellas y de las biudas tengo opinión contraria. Y dexando las cosas por las razones dichas, so yo de opinión que agrada más el amor de la donzella quel de biuda porque la biuda ya una vez ha amado y visto y sentido muchas cosas de amor y sabe quánta vergüença y honrra se sigue de amar, y conociendo estas cosas mejor que la donzella, ama tibiamente y dudando, y no amando firmemente con firmeza dessea aquello. E no sabiendo con quién se junte para su deleyte y para su honrra, unas vezes quiere uno y otras vezes otro. Y desta manera en su pensamiento bacila la deliberación y no puede la amorosa passión tomar firmeza en ella. Estas tales cosas son ignotas a la donzella porque, como ella tiene aviso que parece bien a uno de muchos mancebos que la siguen sin más esaminar, aquél tal elige por amigo, sin saber mostrar auto contrario a su desseo. E para más obligar a su amante, no cura de otra deliberación. E desechado todo temor, se dispone a /[dviijr.]/ aplazer a quien le agradó simplemente, guardándolo todo en su coraçón. E aquesto, como he dicho, no lo haze la biuda por lo qual, más razón es de seguir tras las cosas que no se han visto, oydo ni provado, que éstas tales con más eficacia se esperan alcançar. E la donzella más las dessea ver, oyr y provar que quien muchas vezes las ha visto, oydo, provado. Esto es manifiesto porque entre las otras razones porque el bivir mucho nos aplaze y lo desseamos es por poder ver cosas nuevas nunca vistas, y algunas vezes dessear de verlas nos acarrea pesar, mayormente quando corremos con diligencia a lo que desseamos huyr, que es la muerte último fin de nuestros cuerpos. La donzella jamás conoció el fin del deleytoso ayuntamiento, por el qual nacemos en este mundo. Que natural cosa es a todas las criaturas inclinarse a ello con el desseo. Allende desto, muchas vezes la donzella sabe de las que por este desseo han passado quánto deleyte sea provarlo, y de oyr tales palabras han ayuntado fuego a su desseo y por esto, forçada de su natural del desseo de provar lo que no ha provado, por causa de la relación de palabras que tiene, dessea este ayuntamiento por provar el deleyte que tanto le ha sido alabado. Y es de presumir que no con otro sino con aquel que ella ha hecho ya señor absoluto de su voluntad. E aqueste tal fuego y ardor no lo tiene ni se hallará en la biuda. Porque después que la biuda una vez gozó del sobredicho ayuntamiento, por donde supo el amoroso deleyte que del tal ayuntamiento se sigue y lo conosció, luego se hartó y se empalagó. Síguese después de aquesto que la donzella amará con más firmeza y será mucho más diligente y solícita en amar, por lo que ya sobre este caso tengo dicho y allegado.


Capítulo .xxxvj. Cómo la reyna determinó por muchas razones que séame antes la biuda que las otras dos.

      /[dviijv.]/ Vos pensáys que vuestro arguyr es bueno y trabajáys de defenderos lo mejor que podéys. Mas yos mostraré cómo devéys seguir lo que yo digo e no lo que vos parece, si con ojos derechos medís la condición del amor assí en la donzella como en la biuda. ¿Cómo podemos ver que amor esté firme e constante y fuerte en la donzella?, que esto que dezimos, las obras de Dido y de Ariadna nos muestran ser verdad, si adonde este amor no está, ni en la una ni en la otra se hallará ninguna de las dichas operaciones. Luego convernía, tomándolas a bulto, que cada uno ame a la que se le antojare para cumplir con lo que yo e vos porfiamos sin andar buscando quál más discretamente amará, la biuda o la donzella. Pero soy cierto que os mostraré que la biuda es más diligente para aplazer a su amante que no la donzella, que no ay duda que lo que la muger tiene que más estima es su virginidad y no sin causa, porque en ella consta todo el amor de la vida que ha de tener, y no será tan perseguida de amor que sea liberal de dallo sino a aquel con quien ella se casare y no es esto lo que buscamos, que no ay duda que quien se quisiere casar, antes tomará la donzella que a la biuda, luego por demás trabajará de amar a quien para tal efecto no le querrá si es discreta. Allende desto, las donzellas generalmente son temerosas, y pues sabias, poco hallar caminos y modos por los quales los venideros deleytes se puedan tomar, y la biuda de nada desto duda porque ella ya dio honradamente lo que la donzella espera de dar, y estando sin ello claro está que menos dudará, y no teme que, caso que el amante o otro la halle sin ello, la acuse, y por esto se puede arriscar a darse a quien quiere, porque la mayor occasión del dudar es ya quitada, que ella es sabidora y conosce mejor las vías secretas y por esso las pone más presto en efecto. Dezís vos que la donzella lo que jamás ha provado lo buscará y amará con más diligencia que la biuda, la qual ya lo conoce. Al contrario es de lo que dezís, que la primera vez no las mueve a las /er./ donzellas el deleyte, que entonces más enojo resciben que plazer, aunque acaece que lo que deleyta, quantas más vezes se prueva, oye o vee, más deleyta y se pone más diligencia para provallo. Y esta materia de que hablamos no sigue la orden de otras muchas cosas, las quales vistas una vez o dos no se procurarán más de ver. Pero ésta de que tratamos, quantas más vezes se pone por obra, con más afición tornamos a ella, y más agrada lo que se dessea que lo que se ha provado, que la biuda cierto es que da menos, e por esso lo dará más liberalmente y más presto que la donzella, la qual ha de dar la cosa que más estima y en más precio tiene. Y pues que la buida será más cobdiciosa que la donzella, deste tal efecto que tenemos dicho, por esso se ame antes que la donzella ni casada. E assí lo determinamos.

 

Sumario de la respuesta de la quistión nona.

Por clara razón se halla
que el que las armas siguió
y ha provado la batalla
teme menos començalla
que el que nunca en tal se vio,
assí que queriendo aver
de tres a vuestro plazer
si libre de amor estáys
quando alguna amar queráys
a la biuda deve ser.


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