Un
rayo salía del sol muy claro y passava por las verdes ramas
reververando su claror en el gesto de la reyna, que estava vestida de
aquella color que el cielo nos muestra quando los hijos de la Lona,
ascondiéndonos el lucido Sol, con sus estrellas nos dan
claridad, y allende de la hermosura de su gesto, este rayo le causava
tanto resplandor que maravillosamente alumbra/[cviijr.]/va
todo aquel lugar, e a los que en él estavan a la sombra
poniéndose sobre la cabeça y corona de laurel que la
reyna tenía, dando lustror a su cabeça e a sus muy
ruvios cabellos, y quando entrellos estava, a prima vista
parecía que se podía dezir que dentre las yervas verdes
y las ramas salía una clara llama de fuego ardiendo, la qual
se ascondía en la largura dellos.
Caleón antes que otro ninguno vio esta
maravilla y tan atento estava mirándola que no se acordava de
otra cosa, muy atónito, sin menear la boca para dezir la
quistión que le cabía, al qual la reyna, después
de aver satisfecho a la demanda de doña Ysabel, dixo estas
palabras:
"O sólo desseo de la cosa que
miras, dime qué es la causa que assí te tiene suspenso,
que dexando de tener la orden que los otros, has enmudecido mirando
mi cabeça como si jamás la oviesses visto y,
después de dicha, propón tu quistión como los
otros han hecho." Con esta boz tornó en sí
Caleón que estava elevado en dulces pensamientos, y
recogiéndose como hombre que despierta muy temeroso del
sueño dulce que tiene, le respondió:
"Muy poderosa señora, cuyo
valor y poder sería impossible contalle, los pensamientos
graciosos que ocupavan mi entendimiento quando estava mirando vuestra
frente son estos: parecíame que el rayo que dava en vuestra
cara y resplandecía en el agua, que salía dél un
spíritu muy hermoso y gracioso de ver, el qual se
encerró en mi ánima para mirar lo que mi pensamiento
hazía y sintiendo insuficientes mis ojos de mirar tan gran
cosa, salióse con un lustror muy claro y púsose dentro
de vuestros ojos, y en ellos por muy gran rato hizo maravillas,
adornándolos de nueva claridad. Y después salió
con toda esta luz dexando en ellos su rastro y vi que luego se puso
sobre una corona y encima della junto con su resplandor me
parecía a la que tan a quien la vido en sueños sobre
Tulio Ostilio pequeño garçón y
alderredor della andava saltando de rama en rama como paxarico que
catando dulcemente visita muchas fojas y moviendo vuestros cabellos,
por diversas vezes se escondía entrellos, y otras se
salía muy alegre y parescíame muy apazible. Vile
también salir con /[cviijv.]/ muy suave cantando estas
palabras: 'Yo soy del tercer cielo cosa gentil, tan enamorado de los
ojos désta que si yo fuesse mortal, me mostraría, ando
de hoja en hoja por mi passatiempo cercando alrededor sus muy ruvios
cabellos, encendiéndome a mí mismo en este fuego. E con
efecto muestro la fuerça de mis bivas frechas hiriendo a
qualquier que se atreve a mirar los ojos désta, do yo deciendo
cada ora que le aplaze a ella que es señora y verdadera reyna
de mis reynos.' Con estas palabras, dezía otras muchas. E
quando vuestra alteza me llamó, vi que se bolvió a
vuestros ojos, los quales reluzían como estrellas. Deste
plazer me ha vuestra alteza despertado, causándome nueva
congoxa." Filoculo se maravilló de oyr la visión y
bolviendo los ojos él y los que allí estavan hazia la
reyna, vieron lo que si lo oyeran les paresciera impossible.
Ella, con humildad escuchando las
palabras verdaderas que Caleón le dezía, estuvo muy
mesurada sin responder a ellas y Caleón, prosiguiendo, dixo:
"Poderosa señora, yo desseo saber de vuestra alteza si
qualquier hombre a todo su poder se deve de enamorar o no, y a
preguntar esto me mueven diversas cosas oydas e vestidas que proceden
de las opiniones diversas de los hombres."
Quando ociosidad
está sin ocupación,
hombre en juvenil edad
llega a la liviamdad
de la amorosa passión.
Queremos, reyna, saber,
hombre a todo su poder,
si se deve descusar
de quererse enamorar
o si lo deve hazer.
Dezid vuestro parecer.
Estuvo la reyna mirando a
Caleón al gesto por un rato y sospirando le dixo:
"Conviéneme hablar contra aquél lo que con el desseo
sigo: que de razón os deviera de ser manifiesto a vos lo que
dudando me preguntáys, y porque respondo por guardar la orden
començada, perdóneme aquél cuya súbdita
soy, que costreñida de la fuerça de nuestro juego
diré contra su deidad y no de mi voluntad. E ni por esto su
ira caya sobre nos. E vos, que assí mismo como yo lo soys
subjeto con fuerte ánimo, escuchad mis palabras y apartar os
han de vuestra demanda. Y porque mejor y con más claro
entendimiento se entienda lo que diré, forçado
será salir de la materia tornando a ella lo más breve
que pueda.
Sabed que amor es de tres maneras, por
las quales tres todas las cosas son amadas. Unas por la virtud del
uno y otras por el poder del otro, según es la cosa que se ama
y por semejante el que ama. El primero destos tres llámase
amor honesto. Éste es el bueno e justo y leal y de todos se
deve seguir, que haze estar a Dios conjunto a las criaturas y a ellas
con él. Por éste permanecen en su estado el cielo,
mundo, reynos, provincias y ciudades. Por él posseemos los
reynos de la tierra y sin él perdemos el del cielo y se pierde
lo que tenemos en potencia de bien hazer. El segundo se llama amor
por deleyte y éste es a quien estamos sujectos, que es nuestro
Dios y a él adoramos y rogamos, y en él esperamos, que
es todo nuestro contentamiento y que puede cumplir nuestros desseos.
Deste tal amor habla la presente quistión, si hombre se deve
someter a él, a lo qual respponeremos. El tercero es amor por
interesse, utilidad o provecho, y deste tal está el mundo
más lleno que de otro ninguno, el qual está conjunto
con la fortuna, y quando ella tura, tura él y no más, y
pártese quando ella se parte. Este tal es desperdiciador de
muchos bienes /dv./ y hablando según razón, más
verdaderamente se devría llamar odio que no amor. E porque la
quistión no habla del primero ni del postrero, diremos del
segundo que es amor por deleyte, al qual nadie que dessee vida
virtuosa se devría someter porque él quita la honrra y
acarrea afanes, es despertador de vicios y largo dador de diversas y
vanas diligencias, indigno ocupador de la libertad agena y cosa que
se quiere tener en más que ninguna otra. Por esto, el que
fuere a todo su poder, sabio huya el tal señor y el que
pudiere biva libre siguiendo aquellas cosas que acrecientan libertad,
y déxense seguirlos señores viciosos de los vassallos
viciosos."
Nunca
yo pensé con mis palabras turbar nuestra fiesta ni
dañar en la potencia del nuestro dios de amor en el
pensamiento de alguno. Antes pensé que difiniéndolo
vuestra alteza según mi intención y de los otros que se
confirmarán en seguille, con más voluntad los que
sugetos le son y los que no, que le llamarán con amoroso
desseo. Y he visto que vuestra intención es muy contraria de
la mía porque vuestra alteza muestra en lo que dize que ay
tres maneras de amor, de las quales primera e postrera consiento que
sean como dize, mas la segunda, la qual, respondiendo a mi demanda,
dize que se deve huyr, yo digo que antes se deve seguir de quien
dessea alcançar fin glorioso assí como acrecentadora de
virtud, como lo mostraré.
Este amor de quien fablamos
assí como a todos puede ser manifiesto porque le avemos
provado obra en los coraçones esto que se sigue:
después ya quel ánima está dispuesta para las
cosas que le agradan, él despoja de toda sobervia y ferocidad
el coraçón, haziéndole humilde en qualquier auto
assí como paresce en el dios Mares de las
batallas el qual, amando /dijr./ a Venus, de
capitán feroz y áspera se tornó amador humilde y
agradable. Haze también a los codiciosos y avarientos ser
liberales, que Medea, que afetuosamente guardava sus artes,
después que sintió la llama deste amor, liberalmente
dio a Jasón a sí y a ellas. ¿Quién ay que
faga las personas más solícitas para emprender las
cosas altas como este amor? Miren a Menalao e a
Paris, que no uvo nadie que espendiesse tanto por él como
ellos, y este amor nos mostró quántas vezes fue
sossegada la yra de Archiles por los ruegos de
Policena. Él faze, más que otra cosa,
los hombres osados y más fuertes, y no sé qué
mayor exemplo se pudiesse aquí traer quel de
Perseo, el qual hizo por Andrameda
cosas de mucho esfuerço. Este amor se atavia a todos los que
dél se visten de buenas costumbres y de elegancia y alta
manificencia e demasiada gracia. Él haze merced de fermosura y
gentileza a todos los que son sus subjetos. ¡O quántos e
grandes son los bienes que dél proceden! ¿Quién
movió a Virgilio e a Ovidio e a los otros poetas que dexassen
de sí eterna fama en los versos que compusieron sino
sólo él, los quales no llegaron a nuestros oydos si por
amor no fuera? Qué diremos de su virtud sino que tuvo
fuerça de poner tanta dulçura en la cíthara de
Orfeo que hazía venir a sí las
montañas llamándolas con su son e hazía parar
los ríos, corrientes e venir a su presencia los fieros leones
para que juntamente con los ciervos y con todos los otros animales
estuviessen en paz. Assí mismo hizo sossegar con la
cíthara las furias infernales e dio reposo y holgura a las
ánimas atribuladas. Allende desto, fue de tanta virtud su son
que por causa dél cobró su muger, la qual avía
perdido, luego síguese queste amor no escusa la
ho[n]ra como avéys dicho, ni da afanes desconvenibles,
ni es despertador de vicios, ni da vanos cuydados, ni ocupa las
libertades agenas, mas antes, con todo ingenio deve trabajar el que
no es su servidor de lo ser y de estar en gra de tal señor,
subjetándosele. E lo que fue apazible a los dioses y los
hombres robustos e feroces, a nosotros, a nos deve aplazer. Por
tanto, sígase y ámese y biva siempre en nuestra memoria
un tal señor como éste que he dicho.
Mucho os engaña vuestro
parescer y no es maravilla porque según yo conozco soys
más enamorado que otro e, sin duda, el juyzio de los
enamorados es falso, porque tienen perdida la luz de los ojos, del
entendimiento, huyéndola como a enemiga de sus desseos. Pues
agora convenirnos ha que hablemos y no de nuestra voluntad contra
amor, de lo qual me pesa pues soy sujecta, mas por quitaros del
herror en que estáys; convertiré el lícito
callar en verdaderas palabras.
Sabed que este amor no es otra cosa
sino una voluntad yrracional que nasce de una passión que
viene en el coraçón por un deleyte libidinoso, el qual
los ojos y el apetito engendran de holgura, y muchas vezes se
multiplica tanto que ocupa la intención de aquél en
quien moró de las cosas necessarias y la pone en las de poco
provecho. Mas porque trabajáys de mostrar con exemplos que
todos los bienes y virtudes proceden dél, quiero para reprovar
vuestros exenplos proseguir.
Cierto es que no es aucto de humildad
tomar para sí hombre injustamente lo ageno, antes es
arrogancia y demasiada presunción, y cierto es que esta
presunción fizo amarse, que vos alegáys que por amar
fue humilde que le quitasse Vulcano, Venus, su
legítima esposa. E sin dubda, aquella humildad que de fuera
parece en los enamorados no procede de coraçón humilde,
antes es su principio de engaño, ni menos este amor haze a los
cobdiciosos liberales. Mas ¿quándo desechan con ceguedad
de coraçón tanta abundancia de cosas como
alegáys que Medea desechó?, las quales primero
devidamente tenía en mucho y después locamente fue
dellas pródiga porque no con razón ni concierto las
dio, antes sin ningún provecho las derramó donde,
creyendo agradar, desagradó a Jasón que era discreto.
De manera que Medea poco sabía, antes de mucho se
arrepintió /diijr./ sin provecho de su prodigalidad. Y
conoció que si moderadamente uviera usado de sus preciados
dones, no fuera trayda assí a tan triste fin. De do parece que
no con solicitud y con obra se alcançan todas las cosas, sino
que muchas vezes es mejor el buen ocio que el obrar mal e sin
provecho, aunque lo uno ni lo otro se deve loar. Paris fue
solícito en su destruición si el fin de su diligencia
se mira, e Menelao no por amor, mas por aquistar la honra perdida fue
solícito como cada uno es obligado a lo ser por lo que le
toca, e no es amor ocasión de apaziguar la yra, mas la
mansedumbre del coraçón la amansa quando es passado el
ínpetu que induze a hombre a tenella. Ni amor haze perdonar la
ofensa al que está ayrado contra aquel que le injurió.
Aunque algunas vezes acaesce que los amantes, e aun los discretos,
suelen perdonar las injurias por ruego de quien aman, o de
algún amigo por mostrarse liberales en lo que poco les cuesta
e por obligar assí a los que los rogaron. E por esta manera
Archiles muchas vezes mostró que desechava de sí la yra
que tenía. Tanbién quieres mostrar que amor haze a los
hombres osados y valerosos; en esto os quiero provar ques la verdad
en contrario porque ¿quién fue más valeroso ni
más esforçado que Hércules, el qual, enamorado
de Yole, olvidando su esfuerço se tornó
vil hilando con sus donzellas. Verdaderamente para las cosas de poca
dificultad e sin peligro, gente muy osada son los amantes. E si se
muestran osados en las cosas donde ay peligro, no lo causa amor, mas
con poco seso, con pensamiento de aver después vanagloria y
alabança delante de sus señoras, aunque esta
osadía pocas vezes les acontece, porque temen tanto perder el
deleyte de su amor que quieren más ser tenidos por covardes
que meterse en tal aventura.
Dezís que este amor puso mucha
dulçura en la vihuela de Orfeo, lo qual es verdad, que cierto
por la mayor parte el amor hinche las lenguas de sus subjetos de
tanta dulçura y de tan graciosas palabras e lisonjas que
muchas vezes con su hablar mo/diijv./verían las piedras,
quánto más los coraçones movibles y incostantes.
Mas dezidme, ¿es auto de buen hombre el lisonjear? ¿E
cómo diremos que señor que tal oficio muestra se deva
seguir como bien propio del que lo sigue? Por cierto, este calor
doquiera que mora haze despreciar los sanos e provechosos
consejos.
Más fue para los troyanos
seguir a Paris e no oyr los santos consejos de
Casandra, y este amor a sus subjectos haze olvidar y
despreciar su buena fama, la qual deve quedar después de
nuestra muerte en la tierra como eterna heredera de nuestra memoria,
y quánto Egisto contaminó esta fama baste para exemplo.
E lo mismo diremos de Sila, que no obró mejor,
y de las obras de Pásiphe. Si dezimos que no
es ocasión este amor de quebrantar los sanctos juramentos
matrimoniales, cierto si es que assí acaeció a
Ariadna con Theseo, que rompiendo los
pactos matrimoniales y echando la engañosa fe al viento,
dexó a la desaventurada en las montañas desiertas entre
las peñas, que un poco de plazer visto por el malvado
Teseo en los ojos de Fedra fue ocasión de
tanto mal y de dar tan mala paga a la honra que su padre
recibió. En este amor ninguna ley ni razón se halla, y
que esto sea verdad mirad las obras de Tereo, el qual
recibiendo a Filomena, su cuñada, la qual le
negava el piadoso padre, no dudó de ensuziar e quebrantar el
sagrado vínculo matrimonial que entre él y
Prone avía. También este amor
llamándose dios e haziéndoselo llamar, privó a
los dioses de razón. ¿Quién podría
jamás con palabras contar por entero sus maldades? En breve
digo que él atrae a todo mal al que le sigue. E si por ventura
los suyos hazen algunas obras virtuosas (la qual pocas vezes acaece)
comiénçanlas con vicioso principio, desseando por ellas
venir más presto a su desseado fin e cumplimiento de su
voluntad, los quales no virtud, mas vicio se puede más creer
llamar. Que cierto es que no se ha de mirar lo que el hombre haze,
mas con qué voluntad lo haze. Y según la voluntad del
que /diiijr./ obra se deve la obra juzgar por vicio o por virtud, que
mala rayz jamás hizo buen árbol, ni buen árbol
mal fruto.
Ítem este amor es reo y culpado
e siéndolo dévese de huyr dél, y quien huye lo
malo sigue que se allega a lo bueno, y por esto es buena cosa y
virtuosa no amar, que el principio de este amor no es sino temor, y
su medio es pecado, e su fin es dolor y enojo. Dévese huyr y
temer hombre de tenello en sí porque es cosa impetuosa e no
sabe en ningún auto tener medio y es sin razón e sin
duda es gastador del ánimo del hombre y de la
vergüença. Y es congoxa y passión y llanto, y
dolor de aquéllas que le tienen, no consintiendo que sus
coraçones jamás estén sin amargura. Pues que
assí es, ¿quién será en que éste se
siga sino los locos?, que en verdad si possible nos fuesse, de buena
voluntad biviríamos sin él, mas tarde nos corregiremos
deste daño. Por ende, conviene que los que estamos enlazados
en sus redes sigamos su vida hasta tanto que aquella luz, que
guió a Eneas por los tenebrosos lugares huyendo los tenebrosos
e peligroosos fuegos, aparezca en nosotros y ordene e guíe
nuestras cosas a su plazer y voluntad.
El amor libidinoso
muy continuamente trae
mal, y mal el codicioso,
y el déstos más amoroso
en mayores yerros cae.
Assí ques mi parecer
que todo hombre a su poder
se escuse dentrar en ellos
/diiijv./pues que no se sigue dellos
ningún bien sin desplazer.