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Capítulo .xxv. Cómo Caleón propuso la séptima quistión y en el principio loó a la reyna de quien el suso dicho Caleón estava enamorado.

Un rayo salía del sol muy claro y passava por las verdes ramas reververando su claror en el gesto de la reyna, que estava vestida de aquella color que el cielo nos muestra quando los hijos de la Lona, ascondiéndonos el lucido Sol, con sus estrellas nos dan claridad, y allende de la hermosura de su gesto, este rayo le causava tanto resplandor que maravillosamente alumbra/[cviijr.]/va todo aquel lugar, e a los que en él estavan a la sombra poniéndose sobre la cabeça y corona de laurel que la reyna tenía, dando lustror a su cabeça e a sus muy ruvios cabellos, y quando entrellos estava, a prima vista parecía que se podía dezir que dentre las yervas verdes y las ramas salía una clara llama de fuego ardiendo, la qual se ascondía en la largura dellos. Caleón antes que otro ninguno vio esta maravilla y tan atento estava mirándola que no se acordava de otra cosa, muy atónito, sin menear la boca para dezir la quistión que le cabía, al qual la reyna, después de aver satisfecho a la demanda de doña Ysabel, dixo estas palabras:
      "O sólo desseo de la cosa que miras, dime qué es la causa que assí te tiene suspenso, que dexando de tener la orden que los otros, has enmudecido mirando mi cabeça como si jamás la oviesses visto y, después de dicha, propón tu quistión como los otros han hecho." Con esta boz tornó en sí Caleón que estava elevado en dulces pensamientos, y recogiéndose como hombre que despierta muy temeroso del sueño dulce que tiene, le respondió:
      "Muy poderosa señora, cuyo valor y poder sería impossible contalle, los pensamientos graciosos que ocupavan mi entendimiento quando estava mirando vuestra frente son estos: parecíame que el rayo que dava en vuestra cara y resplandecía en el agua, que salía dél un spíritu muy hermoso y gracioso de ver, el qual se encerró en mi ánima para mirar lo que mi pensamiento hazía y sintiendo insuficientes mis ojos de mirar tan gran cosa, salióse con un lustror muy claro y púsose dentro de vuestros ojos, y en ellos por muy gran rato hizo maravillas, adornándolos de nueva claridad. Y después salió con toda esta luz dexando en ellos su rastro y vi que luego se puso sobre una corona y encima della junto con su resplandor me parecía a la que tan a quien la vido en sueños sobre Tulio Ostilio pequeño garçón y alderredor della andava saltando de rama en rama como paxarico que catando dulcemente visita muchas fojas y moviendo vuestros cabellos, por diversas vezes se escondía entrellos, y otras se salía muy alegre y parescíame muy apazible. Vile también salir con /[cviijv.]/ muy suave cantando estas palabras: 'Yo soy del tercer cielo cosa gentil, tan enamorado de los ojos désta que si yo fuesse mortal, me mostraría, ando de hoja en hoja por mi passatiempo cercando alrededor sus muy ruvios cabellos, encendiéndome a mí mismo en este fuego. E con efecto muestro la fuerça de mis bivas frechas hiriendo a qualquier que se atreve a mirar los ojos désta, do yo deciendo cada ora que le aplaze a ella que es señora y verdadera reyna de mis reynos.' Con estas palabras, dezía otras muchas. E quando vuestra alteza me llamó, vi que se bolvió a vuestros ojos, los quales reluzían como estrellas. Deste plazer me ha vuestra alteza despertado, causándome nueva congoxa." Filoculo se maravilló de oyr la visión y bolviendo los ojos él y los que allí estavan hazia la reyna, vieron lo que si lo oyeran les paresciera impossible.
      Ella, con humildad escuchando las palabras verdaderas que Caleón le dezía, estuvo muy mesurada sin responder a ellas y Caleón, prosiguiendo, dixo: "Poderosa señora, yo desseo saber de vuestra alteza si qualquier hombre a todo su poder se deve de enamorar o no, y a preguntar esto me mueven diversas cosas oydas e vestidas que proceden de las opiniones diversas de los hombres."

 

Sumario de la séptima quistión.

Quando ociosidad
está sin ocupación,
hombre en juvenil edad
llega a la liviamdad
de la amorosa passión.
Queremos, reyna, saber,
hombre a todo su poder,
si se deve descusar
de quererse enamorar
o si lo deve hazer.
Dezid vuestro parecer.


/dr./

Capítulo .xxvj. De la respuesta de la reyna.

      Estuvo la reyna mirando a Caleón al gesto por un rato y sospirando le dixo: "Conviéneme hablar contra aquél lo que con el desseo sigo: que de razón os deviera de ser manifiesto a vos lo que dudando me preguntáys, y porque respondo por guardar la orden començada, perdóneme aquél cuya súbdita soy, que costreñida de la fuerça de nuestro juego diré contra su deidad y no de mi voluntad. E ni por esto su ira caya sobre nos. E vos, que assí mismo como yo lo soys subjeto con fuerte ánimo, escuchad mis palabras y apartar os han de vuestra demanda. Y porque mejor y con más claro entendimiento se entienda lo que diré, forçado será salir de la materia tornando a ella lo más breve que pueda.
      Sabed que amor es de tres maneras, por las quales tres todas las cosas son amadas. Unas por la virtud del uno y otras por el poder del otro, según es la cosa que se ama y por semejante el que ama. El primero destos tres llámase amor honesto. Éste es el bueno e justo y leal y de todos se deve seguir, que haze estar a Dios conjunto a las criaturas y a ellas con él. Por éste permanecen en su estado el cielo, mundo, reynos, provincias y ciudades. Por él posseemos los reynos de la tierra y sin él perdemos el del cielo y se pierde lo que tenemos en potencia de bien hazer. El segundo se llama amor por deleyte y éste es a quien estamos sujectos, que es nuestro Dios y a él adoramos y rogamos, y en él esperamos, que es todo nuestro contentamiento y que puede cumplir nuestros desseos. Deste tal amor habla la presente quistión, si hombre se deve someter a él, a lo qual respponeremos. El tercero es amor por interesse, utilidad o provecho, y deste tal está el mundo más lleno que de otro ninguno, el qual está conjunto con la fortuna, y quando ella tura, tura él y no más, y pártese quando ella se parte. Este tal es desperdiciador de muchos bienes /dv./ y hablando según razón, más verdaderamente se devría llamar odio que no amor. E porque la quistión no habla del primero ni del postrero, diremos del segundo que es amor por deleyte, al qual nadie que dessee vida virtuosa se devría someter porque él quita la honrra y acarrea afanes, es despertador de vicios y largo dador de diversas y vanas diligencias, indigno ocupador de la libertad agena y cosa que se quiere tener en más que ninguna otra. Por esto, el que fuere a todo su poder, sabio huya el tal señor y el que pudiere biva libre siguiendo aquellas cosas que acrecientan libertad, y déxense seguirlos señores viciosos de los vassallos viciosos."


Capítulo .xxvij. Cómo Caleón contradize a la reyna.

Nunca yo pensé con mis palabras turbar nuestra fiesta ni dañar en la potencia del nuestro dios de amor en el pensamiento de alguno. Antes pensé que difiniéndolo vuestra alteza según mi intención y de los otros que se confirmarán en seguille, con más voluntad los que sugetos le son y los que no, que le llamarán con amoroso desseo. Y he visto que vuestra intención es muy contraria de la mía porque vuestra alteza muestra en lo que dize que ay tres maneras de amor, de las quales primera e postrera consiento que sean como dize, mas la segunda, la qual, respondiendo a mi demanda, dize que se deve huyr, yo digo que antes se deve seguir de quien dessea alcançar fin glorioso assí como acrecentadora de virtud, como lo mostraré.
      Este amor de quien fablamos assí como a todos puede ser manifiesto porque le avemos provado obra en los coraçones esto que se sigue: después ya quel ánima está dispuesta para las cosas que le agradan, él despoja de toda sobervia y ferocidad el coraçón, haziéndole humilde en qualquier auto assí como paresce en el dios Mares de las batallas el qual, amando /dijr./ a Venus, de capitán feroz y áspera se tornó amador humilde y agradable. Haze también a los codiciosos y avarientos ser liberales, que Medea, que afetuosamente guardava sus artes, después que sintió la llama deste amor, liberalmente dio a Jasón a sí y a ellas. ¿Quién ay que faga las personas más solícitas para emprender las cosas altas como este amor? Miren a Menalao e a Paris, que no uvo nadie que espendiesse tanto por él como ellos, y este amor nos mostró quántas vezes fue sossegada la yra de Archiles por los ruegos de Policena. Él faze, más que otra cosa, los hombres osados y más fuertes, y no sé qué mayor exemplo se pudiesse aquí traer quel de Perseo, el qual hizo por Andrameda cosas de mucho esfuerço. Este amor se atavia a todos los que dél se visten de buenas costumbres y de elegancia y alta manificencia e demasiada gracia. Él haze merced de fermosura y gentileza a todos los que son sus subjetos. ¡O quántos e grandes son los bienes que dél proceden! ¿Quién movió a Virgilio e a Ovidio e a los otros poetas que dexassen de sí eterna fama en los versos que compusieron sino sólo él, los quales no llegaron a nuestros oydos si por amor no fuera? Qué diremos de su virtud sino que tuvo fuerça de poner tanta dulçura en la cíthara de Orfeo que hazía venir a sí las montañas llamándolas con su son e hazía parar los ríos, corrientes e venir a su presencia los fieros leones para que juntamente con los ciervos y con todos los otros animales estuviessen en paz. Assí mismo hizo sossegar con la cíthara las furias infernales e dio reposo y holgura a las ánimas atribuladas. Allende desto, fue de tanta virtud su son que por causa dél cobró su muger, la qual avía perdido, luego síguese queste amor no escusa la ho[n]ra como avéys dicho, ni da afanes desconvenibles, ni es despertador de vicios, ni da vanos cuydados, ni ocupa las libertades agenas, mas antes, con todo ingenio deve trabajar el que no es su servidor de lo ser y de estar en gra de tal señor, subjetándosele. E lo que fue apazible a los dioses y los hombres robustos e feroces, a nosotros, a nos deve aplazer. Por tanto, sígase y ámese y biva siempre en nuestra memoria un tal señor como éste que he dicho.


/dijv./

Capítulo .xxviij. Cómo la reyna determinó la quistión.

      Mucho os engaña vuestro parescer y no es maravilla porque según yo conozco soys más enamorado que otro e, sin duda, el juyzio de los enamorados es falso, porque tienen perdida la luz de los ojos, del entendimiento, huyéndola como a enemiga de sus desseos. Pues agora convenirnos ha que hablemos y no de nuestra voluntad contra amor, de lo qual me pesa pues soy sujecta, mas por quitaros del herror en que estáys; convertiré el lícito callar en verdaderas palabras.
      Sabed que este amor no es otra cosa sino una voluntad yrracional que nasce de una passión que viene en el coraçón por un deleyte libidinoso, el qual los ojos y el apetito engendran de holgura, y muchas vezes se multiplica tanto que ocupa la intención de aquél en quien moró de las cosas necessarias y la pone en las de poco provecho. Mas porque trabajáys de mostrar con exemplos que todos los bienes y virtudes proceden dél, quiero para reprovar vuestros exenplos proseguir.
      Cierto es que no es aucto de humildad tomar para sí hombre injustamente lo ageno, antes es arrogancia y demasiada presunción, y cierto es que esta presunción fizo amarse, que vos alegáys que por amar fue humilde que le quitasse Vulcano, Venus, su legítima esposa. E sin dubda, aquella humildad que de fuera parece en los enamorados no procede de coraçón humilde, antes es su principio de engaño, ni menos este amor haze a los cobdiciosos liberales. Mas ¿quándo desechan con ceguedad de coraçón tanta abundancia de cosas como alegáys que Medea desechó?, las quales primero devidamente tenía en mucho y después locamente fue dellas pródiga porque no con razón ni concierto las dio, antes sin ningún provecho las derramó donde, creyendo agradar, desagradó a Jasón que era discreto. De manera que Medea poco sabía, antes de mucho se arrepintió /diijr./ sin provecho de su prodigalidad. Y conoció que si moderadamente uviera usado de sus preciados dones, no fuera trayda assí a tan triste fin. De do parece que no con solicitud y con obra se alcançan todas las cosas, sino que muchas vezes es mejor el buen ocio que el obrar mal e sin provecho, aunque lo uno ni lo otro se deve loar. Paris fue solícito en su destruición si el fin de su diligencia se mira, e Menelao no por amor, mas por aquistar la honra perdida fue solícito como cada uno es obligado a lo ser por lo que le toca, e no es amor ocasión de apaziguar la yra, mas la mansedumbre del coraçón la amansa quando es passado el ínpetu que induze a hombre a tenella. Ni amor haze perdonar la ofensa al que está ayrado contra aquel que le injurió. Aunque algunas vezes acaesce que los amantes, e aun los discretos, suelen perdonar las injurias por ruego de quien aman, o de algún amigo por mostrarse liberales en lo que poco les cuesta e por obligar assí a los que los rogaron. E por esta manera Archiles muchas vezes mostró que desechava de sí la yra que tenía. Tanbién quieres mostrar que amor haze a los hombres osados y valerosos; en esto os quiero provar ques la verdad en contrario porque ¿quién fue más valeroso ni más esforçado que Hércules, el qual, enamorado de Yole, olvidando su esfuerço se tornó vil hilando con sus donzellas. Verdaderamente para las cosas de poca dificultad e sin peligro, gente muy osada son los amantes. E si se muestran osados en las cosas donde ay peligro, no lo causa amor, mas con poco seso, con pensamiento de aver después vanagloria y alabança delante de sus señoras, aunque esta osadía pocas vezes les acontece, porque temen tanto perder el deleyte de su amor que quieren más ser tenidos por covardes que meterse en tal aventura.
      Dezís que este amor puso mucha dulçura en la vihuela de Orfeo, lo qual es verdad, que cierto por la mayor parte el amor hinche las lenguas de sus subjetos de tanta dulçura y de tan graciosas palabras e lisonjas que muchas vezes con su hablar mo/diijv./verían las piedras, quánto más los coraçones movibles y incostantes. Mas dezidme, ¿es auto de buen hombre el lisonjear? ¿E cómo diremos que señor que tal oficio muestra se deva seguir como bien propio del que lo sigue? Por cierto, este calor doquiera que mora haze despreciar los sanos e provechosos consejos.
      Más fue para los troyanos seguir a Paris e no oyr los santos consejos de Casandra, y este amor a sus subjectos haze olvidar y despreciar su buena fama, la qual deve quedar después de nuestra muerte en la tierra como eterna heredera de nuestra memoria, y quánto Egisto contaminó esta fama baste para exemplo. E lo mismo diremos de Sila, que no obró mejor, y de las obras de Pásiphe. Si dezimos que no es ocasión este amor de quebrantar los sanctos juramentos matrimoniales, cierto si es que assí acaeció a Ariadna con Theseo, que rompiendo los pactos matrimoniales y echando la engañosa fe al viento, dexó a la desaventurada en las montañas desiertas entre las peñas, que un poco de plazer visto por el malvado Teseo en los ojos de Fedra fue ocasión de tanto mal y de dar tan mala paga a la honra que su padre recibió. En este amor ninguna ley ni razón se halla, y que esto sea verdad mirad las obras de Tereo, el qual recibiendo a Filomena, su cuñada, la qual le negava el piadoso padre, no dudó de ensuziar e quebrantar el sagrado vínculo matrimonial que entre él y Prone avía. También este amor llamándose dios e haziéndoselo llamar, privó a los dioses de razón. ¿Quién podría jamás con palabras contar por entero sus maldades? En breve digo que él atrae a todo mal al que le sigue. E si por ventura los suyos hazen algunas obras virtuosas (la qual pocas vezes acaece) comiénçanlas con vicioso principio, desseando por ellas venir más presto a su desseado fin e cumplimiento de su voluntad, los quales no virtud, mas vicio se puede más creer llamar. Que cierto es que no se ha de mirar lo que el hombre haze, mas con qué voluntad lo haze. Y según la voluntad del que /diiijr./ obra se deve la obra juzgar por vicio o por virtud, que mala rayz jamás hizo buen árbol, ni buen árbol mal fruto.
      Ítem este amor es reo y culpado e siéndolo dévese de huyr dél, y quien huye lo malo sigue que se allega a lo bueno, y por esto es buena cosa y virtuosa no amar, que el principio de este amor no es sino temor, y su medio es pecado, e su fin es dolor y enojo. Dévese huyr y temer hombre de tenello en sí porque es cosa impetuosa e no sabe en ningún auto tener medio y es sin razón e sin duda es gastador del ánimo del hombre y de la vergüença. Y es congoxa y passión y llanto, y dolor de aquéllas que le tienen, no consintiendo que sus coraçones jamás estén sin amargura. Pues que assí es, ¿quién será en que éste se siga sino los locos?, que en verdad si possible nos fuesse, de buena voluntad biviríamos sin él, mas tarde nos corregiremos deste daño. Por ende, conviene que los que estamos enlazados en sus redes sigamos su vida hasta tanto que aquella luz, que guió a Eneas por los tenebrosos lugares huyendo los tenebrosos e peligroosos fuegos, aparezca en nosotros y ordene e guíe nuestras cosas a su plazer y voluntad.

 

Sumario de la respuesta de la séptima quistión en la qual se verán graciosos e sotiles dichos.

El amor libidinoso
muy continuamente trae
mal, y mal el codicioso,
y el déstos más amoroso
en mayores yerros cae.
Assí ques mi parecer
que todo hombre a su poder
se escuse dentrar en ellos
/diiijv./pues que no se sigue dellos
ningún bien sin desplazer.


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