Cabe Clónico estava una dama
de ábito honesto vestida, la qual, como la reyna acabó
de determinar la quistión de Clónico, dixo la suya
desta manera: "Acuérdome, muy poderosa señora, que
estando un día en un jardín sola con un hermano
mío, gentil hombre y de hedad cumplida,
a/[cvv.]/caeció que dos donzellas ricas y de noble
linaje, naturales de nuestra ciudad, las quales estavan vencidas del
amor deste mi hermano, y como supieron que estava en aquel
jardín se fueron para allá y començaron de
mirarle apartadas dende lexos sin que él las pudiesse ver ni
supiesse que allí estavan, ni menos el pensamiento que trayan.
E dende a rato, visto que estava solo, que de mí no hizieron
cuenta porque estava apartada, començaron a dezir entre
sí: "Nosotras queremos bien a este mancebo, y no sabemos si
él ama alguna de nos, y aunque sea assí no es justo que
a entrambos a dos quiera ni menos que las dos amemos a él.
Agora, pues, estamos a tiempo de saber dél lo que desseamos, y
de conoscer a quál quiere más, corramos hasta donde
está y cada una le abrace y le bese, y la que dixere él
que más le agrada, quede por suya para adelante sin que la
otra se lo estorve."
Dicho esto, pusiéronlo luego
por obra, començando a correr por un prado hazia donde mi
hermano estava, el qual se maravilló de verlas venir. Y la una
de las dos se quedó algún tanto lexos de
vergüença y casi llorando. La otra llegó fasta
abraçalle y asentóse a su lado ofreciéndosele.
Después que cessó en parte la admiración que mi
hermano tenía de la osadía de la que llegó, y de
ver que la otra se avía quedado, conjura rogándole que
le dixese la verdad de lo que quería, la qual lo hizo sin
encubrile nada. E como mi hermano la oyó, esaminando dentro en
su pensamiento cómo la una avía llegado hasta él
y la otra se avía quedado, no sabiendo conoscer quál
dellas le amava más ni a quál él devría
de amar para sabello, se consejó con muchos amigos suyos y
jamás ninguno le satisfizo de consejo, por lo qual está
en mucha congoxa e yo, que desseo sacalle della, rescebiré
merced de vuestra alteza que me diga la verdadera
determinación si alcança para que yo le aconseje lo que
él deva de hazer."
/[cvjr.]/
Dos donzellas por provar
a quál el donzel quería
yo las vide concertar
de correr a lo abraçar
para ver quál tomaría.
La una dellas llegó
y la otra se quedó
de vergüença que tenía.
Vuestra alteza quál diría
destas dos que más le amó
que no lo sé juzgar yo.
Cierto de las dos, la que se
quedó atrás sin abraçalle de
vergüença, me paresce que quiere más a vuestro
hermano y merece que él la quiera y ésta es la causa de
mi parescer:
Amor, como sabemos, siempre haze
temerosa la persona en quien está, y donde ay más parte
de amor, es muy mayor que el temor. Esto procede porquel
entendimiento de la cosa que se ama no se puede saber enteramente,
que si saberse pudiesse, muchas cosas se harían que se dexan
de hazer pensando que desagradan, porque quienquiera sabe que
desagradando se pierde todo camino para ser amado con este temor, y
con amor siempre mora vergüença y no sin causa. Pues
tornando a nuestra quistión, digo que fue auto de verdadera
enamorada el que hizo la que se quedó de temor y de
vergüença, y el de la otra que llegó, más
tuvo semblante y muestra de malvada y libidinosa que de enamorada. E
pues la vergonçosa se sigue que la quiere más, mi
parescer es que vuestro hermano deve querer antes a ella que no a la
que fue atrevida y desvergonçada.
/[cvjv.]/ Poderosa señora, verdad es que do quiera que mora amor, moderadamente conviene que le acompañen temor y vergüença. Mas, donde ay tanta cantidad del que quita la vista a los ojos de los más sabios (como avemos dicho) digo que en este amor ques demasiado, no han lugar temor ni vergüença, porque los movimientos del que lo sienten son según él los fuerça, y por esto aquella donzella, viéndose delante de su desseo, tanto se encendió que olvidándosele la vergüença, corrió hazia aquello que tanto la afligía, y no lo podía más dissimular, y la otra que no amava tanto guardó los términos de amor con vergüença, quedándose como dezís. E por esto me parece a mí que la que llegó, deve mi hermano querer más, pues que le mostró más amor que no la que se quedó.
Sabia dama, verdad es que amor a
los más sabios quita el seso e todo otro sentido quanto a las
cosas que son fuera de su naturaleza, mas, en las que le pertenesce,
como él crece, crecen con él, e quanta más
cantidad de amor en algunos se halla, otra tanta se hallará de
temor. Que esto sea verdad el malvado amor de Biblis lo manifiesta,
la qual parece bien en su muerte quánto amó, que
viéndose menospreciada y desechada de Cadmo,
ni por esto tuvo osadía de descubrirse con sus propias
palabras, antes escriviendo manifestó su descomunable desseo.
Fedra, assí mismo muchas vezes tanto de querer
dezir a Hippólito quánto ella le amava,
al qual pudiera osadamente hablar como a hijo de casa, y no era su
voluntad llegada a la boca para dezirla, quando teniéndola en
el pico de la lengua se le moría. ¡O quánto es
temeroso el que ama! ¿Quién fue más
esforçado que Ércules, al qual no basta
la autoridad de las cosas humanas, más aún se
me[t]ió a sostener el cielo, y finalmente se
enamoró no de dueña, mas cativa quél avía
ganado, tanto que como súdito se le humillava? Paris,
assí mismo, lo que con los ojos ni /[cvijr.]/ con la
lengua acometía a dezir delante de Elena, lo manifestava
escriviendo con el dedo en el vino que en el suelo se derramava,
poniendo primero el nombre de Elena y después estas palabras:
'yo te amo'.
Allende destos exemplos, el de
Pássife nos muestra más claro el temor,
la qual a una bestia sin razón e sin entendimiento no le osava
dezir su querer, antes trabajava con sus propias manos
cogiéndole yervas tiernas de hazérsele benigna
engañándose a ssí misma en el espejo por
agradalle, por encendelle en el desseo que ella tenía, porque
el coro se moviesse a buscar lo que ella no osava demandar, que el
ser promta y aparejada no es auto de enamorada ni de ninguna buena
muger. Que cierto es que sola la vergüença es ganada de
nuestra honrra, la qual en nosotras siempre ha de quedar, que las
mugeres estamos en la opinión de los hombres (y es la verdad)
que sabemos mejor dissimular y asconder el amor que no ellas, y esto
no lo causa sino el mucho temor, el qual ocupa más nuestras
fuerças que las suyas. O quántas fueron y avemos
conoscido que muchas vezes se han hecho combidar para venir a sus
amorosos effectos, que de buena voluntad avrían combidado al
que las combida antes que ellos a ellas, si devida
vergüença y temor no las oviesse detenido, que en
faltándoles el no por la boca, mil vezes se arrepienten, y
dizen con el coraçón, y con la voluntad cient mil vezes
sí. Esta malvada osadía semeja a la de
Seméramis y de Cleopatra las
quales no amavan, antes buscavan de cumplir sus carnales apetitos y
no se les da más que sea con bueno que con malo, no
acordándose de los sabios mercadantes que de mala voluntad
arriscan todos sus tesoros en una ora a los casos de fortuna, los
quales, quando es poca cantidad, en todo tiempo la aventuran
considerando que caso que se pierda por ser poca no recebirán
pena por ello.
La donzella que a vuestro hermano
abraçó queríale muy poco y por esso
aventuró poco diziendo en su pensamiento: "Si yo por esto que
hago /[cvijv.]/ gan[o] el amor deste mancebo,
está bien, mas si él me desecha poco se aventura, que
todo será buscar otro". La otra señora, que de
vergüença se quedó sin allegar a él, cierto
es que el quería mucho más, y por esto no se
atrevió a poner su querer en aventura, considerando que si le
desagradava y por ello la desechava, que ella quedaría y
bevería triste y con dolor todos los días de su vida, y
por ventura moriría de pesar, luego síguese de lo que
he dicho y paresce que se deve antes amar la que fue
vergonçosa que no la que llegó a él de
atrevida.
Donde está amor y temor
nunca vergüença faltó,
y libidinoso amor,
desvergonçado furor
puso do quier que sentó,
assí que la que llegó
no fiel amor mostró
mas voluntario apetito,
y el amor, como está escripto,
tuvo la que se quedó.