[Anterior quistión.]


Capítulo .xxj. Cómo propuso doña Ysabel la sesta quistión.

      Cabe Clónico estava una dama de ábito honesto vestida, la qual, como la reyna acabó de determinar la quistión de Clónico, dixo la suya desta manera: "Acuérdome, muy poderosa señora, que estando un día en un jardín sola con un hermano mío, gentil hombre y de hedad cumplida, a/[cvv.]/caeció que dos donzellas ricas y de noble linaje, naturales de nuestra ciudad, las quales estavan vencidas del amor deste mi hermano, y como supieron que estava en aquel jardín se fueron para allá y començaron de mirarle apartadas dende lexos sin que él las pudiesse ver ni supiesse que allí estavan, ni menos el pensamiento que trayan. E dende a rato, visto que estava solo, que de mí no hizieron cuenta porque estava apartada, començaron a dezir entre sí: "Nosotras queremos bien a este mancebo, y no sabemos si él ama alguna de nos, y aunque sea assí no es justo que a entrambos a dos quiera ni menos que las dos amemos a él. Agora, pues, estamos a tiempo de saber dél lo que desseamos, y de conoscer a quál quiere más, corramos hasta donde está y cada una le abrace y le bese, y la que dixere él que más le agrada, quede por suya para adelante sin que la otra se lo estorve."
      Dicho esto, pusiéronlo luego por obra, començando a correr por un prado hazia donde mi hermano estava, el qual se maravilló de verlas venir. Y la una de las dos se quedó algún tanto lexos de vergüença y casi llorando. La otra llegó fasta abraçalle y asentóse a su lado ofreciéndosele. Después que cessó en parte la admiración que mi hermano tenía de la osadía de la que llegó, y de ver que la otra se avía quedado, conjura rogándole que le dixese la verdad de lo que quería, la qual lo hizo sin encubrile nada. E como mi hermano la oyó, esaminando dentro en su pensamiento cómo la una avía llegado hasta él y la otra se avía quedado, no sabiendo conoscer quál dellas le amava más ni a quál él devría de amar para sabello, se consejó con muchos amigos suyos y jamás ninguno le satisfizo de consejo, por lo qual está en mucha congoxa e yo, que desseo sacalle della, rescebiré merced de vuestra alteza que me diga la verdadera determinación si alcança para que yo le aconseje lo que él deva de hazer."

 

Sumario de la sesta quistión.

/[cvjr.]/

Dos donzellas por provar
a quál el donzel quería
yo las vide concertar
de correr a lo abraçar
para ver quál tomaría.
La una dellas llegó
y la otra se quedó
de vergüença que tenía.
Vuestra alteza quál diría
destas dos que más le amó
que no lo sé juzgar yo.


[Capítulo .xxij.]Respuesta de la reyna a la quistión.

      Cierto de las dos, la que se quedó atrás sin abraçalle de vergüença, me paresce que quiere más a vuestro hermano y merece que él la quiera y ésta es la causa de mi parescer:
      Amor, como sabemos, siempre haze temerosa la persona en quien está, y donde ay más parte de amor, es muy mayor que el temor. Esto procede porquel entendimiento de la cosa que se ama no se puede saber enteramente, que si saberse pudiesse, muchas cosas se harían que se dexan de hazer pensando que desagradan, porque quienquiera sabe que desagradando se pierde todo camino para ser amado con este temor, y con amor siempre mora vergüença y no sin causa. Pues tornando a nuestra quistión, digo que fue auto de verdadera enamorada el que hizo la que se quedó de temor y de vergüença, y el de la otra que llegó, más tuvo semblante y muestra de malvada y libidinosa que de enamorada. E pues la vergonçosa se sigue que la quiere más, mi parescer es que vuestro hermano deve querer antes a ella que no a la que fue atrevida y desvergonçada.


Capítulo .xxiij. Cómo contradize a la reyna.

      /[cvjv.]/ Poderosa señora, verdad es que do quiera que mora amor, moderadamente conviene que le acompañen temor y vergüença. Mas, donde ay tanta cantidad del que quita la vista a los ojos de los más sabios (como avemos dicho) digo que en este amor ques demasiado, no han lugar temor ni vergüença, porque los movimientos del que lo sienten son según él los fuerça, y por esto aquella donzella, viéndose delante de su desseo, tanto se encendió que olvidándosele la vergüença, corrió hazia aquello que tanto la afligía, y no lo podía más dissimular, y la otra que no amava tanto guardó los términos de amor con vergüença, quedándose como dezís. E por esto me parece a mí que la que llegó, deve mi hermano querer más, pues que le mostró más amor que no la que se quedó.


Capítulo .xxiiij. Cómo la reyna determinó la quistión diziendo que se debe antes amar la temerosa.

      Sabia dama, verdad es que amor a los más sabios quita el seso e todo otro sentido quanto a las cosas que son fuera de su naturaleza, mas, en las que le pertenesce, como él crece, crecen con él, e quanta más cantidad de amor en algunos se halla, otra tanta se hallará de temor. Que esto sea verdad el malvado amor de Biblis lo manifiesta, la qual parece bien en su muerte quánto amó, que viéndose menospreciada y desechada de Cadmo, ni por esto tuvo osadía de descubrirse con sus propias palabras, antes escriviendo manifestó su descomunable desseo. Fedra, assí mismo muchas vezes tanto de querer dezir a Hippólito quánto ella le amava, al qual pudiera osadamente hablar como a hijo de casa, y no era su voluntad llegada a la boca para dezirla, quando teniéndola en el pico de la lengua se le moría. ¡O quánto es temeroso el que ama! ¿Quién fue más esforçado que Ércules, al qual no basta la autoridad de las cosas humanas, más aún se me[t]ió a sostener el cielo, y finalmente se enamoró no de dueña, mas cativa quél avía ganado, tanto que como súdito se le humillava? Paris, assí mismo, lo que con los ojos ni /[cvijr.]/ con la lengua acometía a dezir delante de Elena, lo manifestava escriviendo con el dedo en el vino que en el suelo se derramava, poniendo primero el nombre de Elena y después estas palabras: 'yo te amo'.
      Allende destos exemplos, el de Pássife nos muestra más claro el temor, la qual a una bestia sin razón e sin entendimiento no le osava dezir su querer, antes trabajava con sus propias manos cogiéndole yervas tiernas de hazérsele benigna engañándose a ssí misma en el espejo por agradalle, por encendelle en el desseo que ella tenía, porque el coro se moviesse a buscar lo que ella no osava demandar, que el ser promta y aparejada no es auto de enamorada ni de ninguna buena muger. Que cierto es que sola la vergüença es ganada de nuestra honrra, la qual en nosotras siempre ha de quedar, que las mugeres estamos en la opinión de los hombres (y es la verdad) que sabemos mejor dissimular y asconder el amor que no ellas, y esto no lo causa sino el mucho temor, el qual ocupa más nuestras fuerças que las suyas. O quántas fueron y avemos conoscido que muchas vezes se han hecho combidar para venir a sus amorosos effectos, que de buena voluntad avrían combidado al que las combida antes que ellos a ellas, si devida vergüença y temor no las oviesse detenido, que en faltándoles el no por la boca, mil vezes se arrepienten, y dizen con el coraçón, y con la voluntad cient mil vezes sí. Esta malvada osadía semeja a la de Seméramis y de Cleopatra las quales no amavan, antes buscavan de cumplir sus carnales apetitos y no se les da más que sea con bueno que con malo, no acordándose de los sabios mercadantes que de mala voluntad arriscan todos sus tesoros en una ora a los casos de fortuna, los quales, quando es poca cantidad, en todo tiempo la aventuran considerando que caso que se pierda por ser poca no recebirán pena por ello.
      La donzella que a vuestro hermano abraçó queríale muy poco y por esso aventuró poco diziendo en su pensamiento: "Si yo por esto que hago /[cvijv.]/ gan[o] el amor deste mancebo, está bien, mas si él me desecha poco se aventura, que todo será buscar otro". La otra señora, que de vergüença se quedó sin allegar a él, cierto es que el quería mucho más, y por esto no se atrevió a poner su querer en aventura, considerando que si le desagradava y por ello la desechava, que ella quedaría y bevería triste y con dolor todos los días de su vida, y por ventura moriría de pesar, luego síguese de lo que he dicho y paresce que se deve antes amar la que fue vergonçosa que no la que llegó a él de atrevida.

 

Respuesta en suma de la .vj. quistión.

Donde está amor y temor
nunca vergüença faltó,
y libidinoso amor,
desvergonçado furor
puso do quier que sentó,
assí que la que llegó
no fiel amor mostró
mas voluntario apetito,
y el amor, como está escripto,
tuvo la que se quedó.


[Siguiente quistión.]