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Capítulo .xvij. Cómo Clónico propuso la quinta quistión.

Después que la reyna satisfizo a Menedón de su demanda, un valeroso mancebo, que Clónico se llamava, que a su lado estava, assentado dixo desta manera: "Muy poderosa señora, pues ha sido tan larga y tan gentil la novela deste cavallero, porque los otros tengan lugar de proponer, yo seré breve en la mía. Sepa vuestra alteza que siendo yo muy moço e conociendo que la vida de nuestro Dios de amor está llena de cuydados y trabajos, y con muy poco deleyte huy della por mucho tiempo con todo mi poder, antes burlando de los que la seguían que alabándolos. E aunque muchas vezes dél fuy tentado, con fuerte ánimo trabajé descusarme de caer en sus lazos. Mas no siendo yo tan fuerte que pudiesse resistir a la fuerça que el Dios Phebo no pudo, determinándose Cupido de ponerme en la cuenta de sus súbditos.
      Yo fuy preso desta manera: andando un día en la ribera del mar pescando ostras marinas por mi passatiempo, me acaeció que bolviendo los ojos a las ondas vi venir una barqueta con quatro donzellas e un marinero, las quales me parecieron fermosas, y como se acercaron a mí vi entrellas un gran resplandor, en medio del qual se me figuró que estava una figura de un ángel muchacho e muy hermoso, e mirándole oyle dezir lo siguiente: "¡O moço loco, perseguidor de mi poder, pues eres junto a mí, yo soy venido aquí con estas quatro moças, escoge por amiga la que te agradare, yo triste trabajé con el coraçón e con /cijv./ los ojos de huyr de lo que muchas vezes avía huydo, y no me aprovechó porque a mis piernas se le quitó la fuerça, y puesto que quisiera huyr él traya arco y las alas para alcançarme!", al qual obedeciendo, de las quatro escogí a la que me paresció que tenía los ojos más de piedad, suplicándole que me tomasse por su servidor, pensando entre mí que pues benigna se mostrava, que no sería enemiga de mis desseos (como lo son otras muchas), a muchos servidores que yo he visto por ello llenos de mil congoxas y trabajos, antes me los quitaría si por caso los tuviesse. Y pensándolo sú[b]ito le respondí: "Señor mío, la graciosa belleza de la donzella que a vuestra diestra está me haze dessear de ser fiel servidor vuestro y suyo y para ello estoy aparejado. Hazed de mí aquello que os plazera." Apenas acabé de hablar quando me sentí herido en el lado yzquierdo de una saeta que con el arco que traya me tiró. E parescióme que era de oro el casquillo della. E luego se bolvió hazia la dama y la hirió con otra que de plomo le tenía. Yo preso desta manera cay en los lazos que mucho tiempo me avía guardado. Y esta señora aplaze tanto a mis ojos que no veo cosa que se le yguale, lo qual ella conociendo, de mí mostró por algún tiempo que estava dello contenta, mas después que me sintió del todo preso ya de su amor y que no era en mi mano dexar de amalla, descubrió el engaño que contra mí tenía acordado, mostrándoseme cruel enemiga, nunca me mirando y ultrajándome con palabras descorteses. Yo trabajando de apl[a]car su crueza con ruegos y con amor jamás lo pude acabar. E por esto lloro de coraçón pesándome de tanta desdicha, y en ninguna manera pued[o] dexar de quererla, antes quanto más cruel la siento contra mí, más me paresce que la llama de su amor me enciende mi triste coraçón.
      Acaesció que estando yo un día solo en un jardín quexándome de tanta desventura con infinitos sospiros acompañado de lágrimas, vínose para mí un muy amigo mío que de mis trabajos parte sabía y començó a que/ciijr./rer mi consolar con palabras piadosas, y no queriéndole escuchar, respondíle que me dexasse pues mi desventura era la mayor que nunca fue. Respondióme: "Tanto es el hombre mísero quanto él se haze o se tiene por mísero. Yo por cierto tengo más razón de quexarme que tú." Bolvíme hazia él casi turbado y respondíle: "¿Quién puede tener más razón de quexarse que yo?" Él replicó: "Yo la tengo mayor que tú y diréte cómo.
      Bien sabes que largo tiempo ha que quiero bien a una señora, y jamás supe cosa que desseasse que con todas mis fuerças no trabajasse de hazella. E por esta voluntad que de mí conosció me hizo merced de los que yo mucho desseava, por lo qual de ay adelante tuve más obligación de quererla a mis ojos, paresciéndome mucho mejor. Pero sólo un inconveniente por el demasiado amor que le tenía, ligeramente lo passava, y Dios, que no da en este mundo bien sin amargura, porque los celestiales sean más desseados y conocidos, al dolor que he dicho se me allegó otro que me da más pena sin comparación y es que un día, estando con ella solo en una parte secreta donde sin poder ser vistos por una gelosía víamos lo que passavan por la calle, acaso passó un mancebo de buena disposición al qual ella sospirando miró y como yo vi esto, díxele: "¿Cómo tan presto, señora, soy aborrecido de vos que ya sospiráys por otro?" Ella coloró su rostro de vergüença escusándoseme con mil juramentos pensando deshazerme con ellos lo que yo avía visto y sospechado. Pero aprovecháronle poco que yo me enojé, de manera que quise poner las manos en ella, pero detúveme escuchando cómo con sus palabras trabajava de escusarse. Mas ya después de visto esto jamás se me ha podido apartar del pensamiento, sino que ella quiere más aquél que a mí o a otro, y todos los pensamientos de que antes me ayudava, agora los tengo todos contrarios, creyendo que lo que comigo hazía todo era fingido, lo qual me da grave pena, y para este mi dolor no aprovecha consuelo, y no me quexo a la contina porque la vergüença me escusa de manifestar /ciijv./ la razón que tengo destar antes triste que alegre. Ni contento mi dolor por no dalle a entender, y jamás estoy solo un rato sin pensamiento y cuydados que me dan más pena de la que yo querría. Por eso, amigo, aparéjate a sufrir las cosas menores. Pues me ves a mí dissimular y sofrir las mayores con buen esfuerço y coraçón." Respondíle yo que me parescía que su dolor, por grande que era, que no se ygualara con el mío. Él que sí, yo que no, porfiamos un gran rato y fuesse de mí sin determinallo. Pues vuestra alteza ha oydo su pena y la mía, suplícole determine quál de los dos se quexa con más razón."

 

Sumario de la quinta quistión.

Un amante está penando
que no le quiera su dama,
otro de otra se quexando
de celos y sospechando
que por otro le desama.
Ambos sienten disfavor,
entranbos grave dolor
y por esso gran fatiga.
Pues vuestra alteza me diga,
pues que lo sabe mejor,
quál lo sabe mayor.


Capítulo .xviij. Respuesta de la reyna.

      Gentil hombre, gran pena es la vuestra, y sin razón os haze la dama en no amaros. Mas todavía vuestro dolor puédese curar con esperança y el de vuestro amigo no. Porque una vez que ha reynado sospecha en él, ninguna cosa se la quitará, y quanto su amor durare se quexará sin poder ser curado ni remediado y por esto, según yo alcanço, mayor pena me paresce la del celoso que la de quien ama y no es amado.


/ciiijr./

Capítulo .xix. Contradicción de Clónico.

      Lo determinado será verdad en vuestra alteza que siempre ha sido amada de quien la quiere bien, y por esso conoce mal mi pena. Como señora se puede mostrar que celos causen mayor dolor quel que yo siento. Conoscida cosa es que el que posee lo que dessea que en una hora que lo tiene puede sentir más plazer que trabajo ni pena aya sentido en ningún otro tiempo y con esperança puede desechar los tales celos si por caso halla ser falso su pensamiento. Mas ardiendo yo con encendido desseo quanto más lexos me hallo de cumplirlo, tanto más ardo, y salteado de mil congoxas me deshago y me consumo. Y para esto ninguna esperança me puede ayudar, porque quantas más vezes yo mirava a esta mi señora tantas la fallava contra mí más cruel. Yo quedo desdesperado porque la verdad me parece contraria de la respuesta de vuestra alteza, porque yo no dudo que no sea mucho mejor dudando tener, que llorando dessear.


Capítulo .xx. Determinación de la reyna que pena más el celoso quel desamado.

      Aquella amorosa llama que en mis ojos resplandece y adorna mi gesto de mucha belleza (como vos dezís) jamás consintió que yo en balde amasse. E ni por esso dexo de conocer quánta y quál sea vuestra pena y la del celoso, y por tanto quieres mostrar cómo en todo vuestro parescer es contrario de la verdad. Cierto y claro es que la cosa que más impide el sossiego del ánimo son los cuydados, los quales unas tiran alegre fin y otros a triste, y quanto más lleno está dellos el pensamiento, tanto es mayor el trabajo, mayormente quando procede de enojo, y que el celoso tenga más cuydados no ay duda que vos no es otro vuestro fin sino alcançar de quien amáys que os quiera, y de no alcançallo recebís pena mas podría ser que la oviésedes, porque las mugeres son mudables, y quando no penséys podré[y]s alcançar lo que desseáys y aun por ventura ella os ama y por penar vuestro amor muestra el /ciiijv./ contrario, y le mostrará certificarse de vuestro amor, y con estos tales pensamientos puede el esperança aplacar vuestro dolor. Mas el celoso tiene el pensamiento lleno de infinitos cuydados, de los quales ni esperança ni otro ningún deleyte le pueden consolar ni menos aliviar su pena. Porque él está determinado de dar ley a los ojos, a los quales aquél que los posee no se la puede poner. Él quiere y trabaja de poner también ley a los pies y a las manos y a todo auto de su amiga, y quiere conocer sus pensamientos y su alegría, interpretando a mal todo lo que vee, y cree que cada uno ama y quiere lo que él y lo dessea, sospecha que quanto ella le dize es con engaño. E si por caso él hizo alguna vez algún engaño, pensar en él es a par de muerte, porque teme que de la manera que engañó ha de ser engañado. Siempre está sobre avisso en los caminos del ayre y de la tierra y en su pensamiento le son contrarios el cielo, la tierra, aves, animales y qualquier otra criatura, e para quitar estos pensamientos no basta esperiencia. Porque si halla que la muger le es leal, piensa que ha sido avisada de las diligencias quél ha hecho y que por esto le guarda lealtad. E si por dicha halla que es verdad su pensamiento, lo qual quiçá no querría hallar, ¿quién ay que siente más dolor?. E si pensáys que ese deleyte en tenella en sus braços y que este deleyte aplaze sus pensamientos, vuestro pensar es falso, porque tenella en ellos antes le da gran pena sospechando que otro assí como él en los suyos la aya tenido, e si por ventura ella le recibe haziéndole mil amores, piensa que lo haze por hazelle olvidar su pensamiento e no por amor que le tiene. Si la halla enojada piensa que quiere a otro y que dél no está contento.
      Otros muchos cuydados podría dezir del celoso, los quales dexo por no ser prolixa. Sólo te digo de su vida que es la más amarga e más triste que nadie puede tener porque bive creyendo e no creyendo e muchas vezes les acaece que persiguiendo a la muger les viene lo que temen y con buena razón, que ellos con sus reprehensiones muchas /[cvr.]/ y muchas vezes muestran el camino para su daño. Pues consideradas estas cosas, más razón tiene vuestro amigo celoso de quexarse, que no vos que tenéys esperança de alcançar a vuestra amiga, y él bive con temor de perder la cosa que apenas tiene por suya, pues si él tiene razón de quexarse de vos y se consuela lo mejor que puede, mucho más os devéys vos consolar y no llorar, que es auto de hombre pusilánimo y femenil, y no devéys vos desesperar ni perder el esperança que el verdadero amor que a la señora tenéys merece, que aunque al presente se muestre contra vos cruel, no puede dexar de amaros, porque jamás amor perdonó el querer a ningún amador, y vemos que los duros robles se quiebran antes con el viento que las delgadas cañas.

 

Respuesta en suma de la quinta quistión.

El que teme de perder
un estado que possee
más congoxa ha de tener
que el que le dessea aver
por mucho que le dessee,
pues si no basta verdad
a poner seguridad
el celoso más penado
bivirá quel desamado
tratado con crucidad.


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