Después
que la reyna satisfizo a Menedón de su demanda, un valeroso
mancebo, que Clónico se llamava, que a su lado
estava, assentado dixo desta manera: "Muy poderosa señora,
pues ha sido tan larga y tan gentil la novela deste cavallero, porque
los otros tengan lugar de proponer, yo seré breve en la
mía. Sepa vuestra alteza que siendo yo muy moço e
conociendo que la vida de nuestro Dios de amor está llena de
cuydados y trabajos, y con muy poco deleyte huy della por mucho
tiempo con todo mi poder, antes burlando de los que la seguían
que alabándolos. E aunque muchas vezes dél fuy tentado,
con fuerte ánimo trabajé descusarme de caer en sus
lazos. Mas no siendo yo tan fuerte que pudiesse resistir a la
fuerça que el Dios Phebo no pudo,
determinándose Cupido de ponerme en la cuenta
de sus súbditos.
Yo fuy preso desta manera: andando un
día en la ribera del mar pescando ostras marinas por mi
passatiempo, me acaeció que bolviendo los ojos a las ondas vi
venir una barqueta con quatro donzellas e un marinero, las quales me
parecieron fermosas, y como se acercaron a mí vi entrellas un
gran resplandor, en medio del qual se me figuró que estava una
figura de un ángel muchacho e muy hermoso, e mirándole
oyle dezir lo siguiente: "¡O moço loco, perseguidor de mi
poder, pues eres junto a mí, yo soy venido aquí con
estas quatro moças, escoge por amiga la que te agradare, yo
triste trabajé con el coraçón e con /cijv./ los
ojos de huyr de lo que muchas vezes avía huydo, y no me
aprovechó porque a mis piernas se le quitó la
fuerça, y puesto que quisiera huyr él traya arco y las
alas para alcançarme!", al qual obedeciendo, de las quatro
escogí a la que me paresció que tenía los ojos
más de piedad, suplicándole que me tomasse por su
servidor, pensando entre mí que pues benigna se mostrava, que
no sería enemiga de mis desseos (como lo son otras muchas), a
muchos servidores que yo he visto por ello llenos de mil congoxas y
trabajos, antes me los quitaría si por caso los tuviesse. Y
pensándolo sú[b]ito le respondí:
"Señor mío, la graciosa belleza de la donzella que a
vuestra diestra está me haze dessear de ser fiel servidor
vuestro y suyo y para ello estoy aparejado. Hazed de mí
aquello que os plazera." Apenas acabé de hablar quando me
sentí herido en el lado yzquierdo de una saeta que con el arco
que traya me tiró. E parescióme que era de oro el
casquillo della. E luego se bolvió hazia la dama y la
hirió con otra que de plomo le tenía. Yo preso desta
manera cay en los lazos que mucho tiempo me avía guardado. Y
esta señora aplaze tanto a mis ojos que no veo cosa que se le
yguale, lo qual ella conociendo, de mí mostró por
algún tiempo que estava dello contenta, mas después que
me sintió del todo preso ya de su amor y que no era en mi mano
dexar de amalla, descubrió el engaño que contra
mí tenía acordado, mostrándoseme cruel enemiga,
nunca me mirando y ultrajándome con palabras descorteses. Yo
trabajando de apl[a]car su crueza con ruegos y con amor
jamás lo pude acabar. E por esto lloro de
coraçón pesándome de tanta desdicha, y en
ninguna manera pued[o] dexar de quererla, antes quanto
más cruel la siento contra mí, más me paresce
que la llama de su amor me enciende mi triste
coraçón.
Acaesció que estando yo un
día solo en un jardín quexándome de tanta
desventura con infinitos sospiros acompañado de
lágrimas, vínose para mí un muy amigo mío
que de mis trabajos parte sabía y començó a
que/ciijr./rer mi consolar con palabras piadosas, y no
queriéndole escuchar, respondíle que me dexasse pues mi
desventura era la mayor que nunca fue. Respondióme: "Tanto es
el hombre mísero quanto él se haze o se tiene por
mísero. Yo por cierto tengo más razón de
quexarme que tú." Bolvíme hazia él casi turbado
y respondíle: "¿Quién puede tener más
razón de quexarse que yo?" Él replicó: "Yo la
tengo mayor que tú y diréte cómo.
Bien sabes que largo tiempo ha que
quiero bien a una señora, y jamás supe cosa que
desseasse que con todas mis fuerças no trabajasse de hazella.
E por esta voluntad que de mí conosció me hizo merced
de los que yo mucho desseava, por lo qual de ay adelante tuve
más obligación de quererla a mis ojos,
paresciéndome mucho mejor. Pero sólo un inconveniente
por el demasiado amor que le tenía, ligeramente lo passava, y
Dios, que no da en este mundo bien sin amargura, porque los
celestiales sean más desseados y conocidos, al dolor que he
dicho se me allegó otro que me da más pena sin
comparación y es que un día, estando con ella solo en
una parte secreta donde sin poder ser vistos por una gelosía
víamos lo que passavan por la calle, acaso passó un
mancebo de buena disposición al qual ella sospirando
miró y como yo vi esto, díxele: "¿Cómo tan
presto, señora, soy aborrecido de vos que ya sospiráys
por otro?" Ella coloró su rostro de vergüença
escusándoseme con mil juramentos pensando deshazerme con ellos
lo que yo avía visto y sospechado. Pero aprovecháronle
poco que yo me enojé, de manera que quise poner las manos en
ella, pero detúveme escuchando cómo con sus palabras
trabajava de escusarse. Mas ya después de visto esto
jamás se me ha podido apartar del pensamiento, sino que ella
quiere más aquél que a mí o a otro, y todos los
pensamientos de que antes me ayudava, agora los tengo todos
contrarios, creyendo que lo que comigo hazía todo era fingido,
lo qual me da grave pena, y para este mi dolor no aprovecha consuelo,
y no me quexo a la contina porque la vergüença me escusa
de manifestar /ciijv./ la razón que tengo destar antes triste
que alegre. Ni contento mi dolor por no dalle a entender, y
jamás estoy solo un rato sin pensamiento y cuydados que me dan
más pena de la que yo querría. Por eso, amigo,
aparéjate a sufrir las cosas menores. Pues me ves a mí
dissimular y sofrir las mayores con buen esfuerço y
coraçón." Respondíle yo que me parescía
que su dolor, por grande que era, que no se ygualara con el
mío. Él que sí, yo que no, porfiamos un gran
rato y fuesse de mí sin determinallo. Pues vuestra alteza ha
oydo su pena y la mía, suplícole determine quál
de los dos se quexa con más razón."
Un amante está penando
que no le quiera su dama,
otro de otra se quexando
de celos y sospechando
que por otro le desama.
Ambos sienten disfavor,
entranbos grave dolor
y por esso gran fatiga.
Pues vuestra alteza me diga,
pues que lo sabe mejor,
quál lo sabe mayor.
Gentil hombre, gran pena es la vuestra, y sin razón os haze la dama en no amaros. Mas todavía vuestro dolor puédese curar con esperança y el de vuestro amigo no. Porque una vez que ha reynado sospecha en él, ninguna cosa se la quitará, y quanto su amor durare se quexará sin poder ser curado ni remediado y por esto, según yo alcanço, mayor pena me paresce la del celoso que la de quien ama y no es amado.
Lo determinado será verdad en vuestra alteza que siempre ha sido amada de quien la quiere bien, y por esso conoce mal mi pena. Como señora se puede mostrar que celos causen mayor dolor quel que yo siento. Conoscida cosa es que el que posee lo que dessea que en una hora que lo tiene puede sentir más plazer que trabajo ni pena aya sentido en ningún otro tiempo y con esperança puede desechar los tales celos si por caso halla ser falso su pensamiento. Mas ardiendo yo con encendido desseo quanto más lexos me hallo de cumplirlo, tanto más ardo, y salteado de mil congoxas me deshago y me consumo. Y para esto ninguna esperança me puede ayudar, porque quantas más vezes yo mirava a esta mi señora tantas la fallava contra mí más cruel. Yo quedo desdesperado porque la verdad me parece contraria de la respuesta de vuestra alteza, porque yo no dudo que no sea mucho mejor dudando tener, que llorando dessear.
Aquella amorosa llama que en mis
ojos resplandece y adorna mi gesto de mucha belleza (como vos
dezís) jamás consintió que yo en balde amasse. E
ni por esso dexo de conocer quánta y quál sea vuestra
pena y la del celoso, y por tanto quieres mostrar cómo en todo
vuestro parescer es contrario de la verdad. Cierto y claro es que la
cosa que más impide el sossiego del ánimo son los
cuydados, los quales unas tiran alegre fin y otros a triste, y quanto
más lleno está dellos el pensamiento, tanto es mayor el
trabajo, mayormente quando procede de enojo, y que el celoso tenga
más cuydados no ay duda que vos no es otro vuestro fin sino
alcançar de quien amáys que os quiera, y de no
alcançallo recebís pena mas podría ser que la
oviésedes, porque las mugeres son mudables, y quando no
penséys podré[y]s alcançar lo que
desseáys y aun por ventura ella os ama y por penar vuestro
amor muestra el /ciiijv./ contrario, y le mostrará
certificarse de vuestro amor, y con estos tales pensamientos puede el
esperança aplacar vuestro dolor. Mas el celoso tiene el
pensamiento lleno de infinitos cuydados, de los quales ni
esperança ni otro ningún deleyte le pueden consolar ni
menos aliviar su pena. Porque él está determinado de
dar ley a los ojos, a los quales aquél que los posee no se la
puede poner. Él quiere y trabaja de poner también ley a
los pies y a las manos y a todo auto de su amiga, y quiere conocer
sus pensamientos y su alegría, interpretando a mal todo lo que
vee, y cree que cada uno ama y quiere lo que él y lo dessea,
sospecha que quanto ella le dize es con engaño. E si por caso
él hizo alguna vez algún engaño, pensar en
él es a par de muerte, porque teme que de la manera que
engañó ha de ser engañado. Siempre está
sobre avisso en los caminos del ayre y de la tierra y en su
pensamiento le son contrarios el cielo, la tierra, aves, animales y
qualquier otra criatura, e para quitar estos pensamientos no basta
esperiencia. Porque si halla que la muger le es leal, piensa que ha
sido avisada de las diligencias quél ha hecho y que por esto
le guarda lealtad. E si por dicha halla que es verdad su pensamiento,
lo qual quiçá no querría hallar,
¿quién ay que siente más dolor?. E si
pensáys que ese deleyte en tenella en sus braços y que
este deleyte aplaze sus pensamientos, vuestro pensar es falso, porque
tenella en ellos antes le da gran pena sospechando que otro
assí como él en los suyos la aya tenido, e si por
ventura ella le recibe haziéndole mil amores, piensa que lo
haze por hazelle olvidar su pensamiento e no por amor que le tiene.
Si la halla enojada piensa que quiere a otro y que dél no
está contento.
Otros muchos cuydados podría
dezir del celoso, los quales dexo por no ser prolixa. Sólo te
digo de su vida que es la más amarga e más triste que
nadie puede tener porque bive creyendo e no creyendo e muchas vezes
les acaece que persiguiendo a la muger les viene lo que temen y con
buena razón, que ellos con sus reprehensiones muchas
/[cvr.]/ y muchas vezes muestran el camino para su
daño. Pues consideradas estas cosas, más razón
tiene vuestro amigo celoso de quexarse, que no vos que tenéys
esperança de alcançar a vuestra amiga, y él bive
con temor de perder la cosa que apenas tiene por suya, pues si
él tiene razón de quexarse de vos y se consuela lo
mejor que puede, mucho más os devéys vos consolar y no
llorar, que es auto de hombre pusilánimo y femenil, y no
devéys vos desesperar ni perder el esperança que el
verdadero amor que a la señora tenéys merece, que
aunque al presente se muestre contra vos cruel, no puede dexar de
amaros, porque jamás amor perdonó el querer a
ningún amador, y vemos que los duros robles se quiebran antes
con el viento que las delgadas cañas.
El que teme de perder
un estado que possee
más congoxa ha de tener
que el que le dessea aver
por mucho que le dessee,
pues si no basta verdad
a poner seguridad
el celoso más penado
bivirá quel desamado
tratado con crucidad.