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/bijv./

Capítulo .xiij. De cómo Menedón propuso la quarta quistión.

En el gesto se le pareció a la gentil dama que estava contenta de la respuesta de la reyna, quando un cavallero que junto a ella estava, que Menedón avía nombre, començó a hablar diziendo assí: "Muy poderosa señora, pues me cabe de proponer delante vuestra magestad, con vuestra licencia lo haré, y si fuere más prolixo que breve, vuestra alteza y los presentes me perdonen, que lo que diré no se podría entender si no digo una novela larga, la qual es ésta que se sigue. Oyala con atención.
      En la ciudad de Mirabel, do yo soy natural, avía un cavallero muy noble e muy rico, e de gentil dispusición, qual era servidor de una dama noble de linage natural de la mesma ciudad, la qual, pareciéndole bien, y conforme a su estado, se casó con ella. Era tanta la hermosura desta señora que otro cavallero, que Tarolfo se llamava, estava perdido de amores della, e tan encendido en ellos que por quantas maneras podía, tenía formas de dalle a entender lo mucho que la quería, passando por su casa haziendo a su puerta mil gentilezas a fin que viniesse a su noticia que él la amava, pensando por ellas ganar su amor. La dama dissimulava las liviandades, y encubría todas sus locuras, sin darle a entender que las entendía nunca, jamás a sus mensajeros dando buena respuesta, creyendo que desque él viesse que no le respondía a su pensamiento, se apartaría de tal demanda; mas Tarolfo ni por esto dexava de seg[ui]lla continuando su propósito, e siguiendo el consejo de Ovidio, el qual dize que no dexe el hombre de perseverar en amar por la esquiveza de la muger, que en la dura piedra haze agujero la continuación de la gotera. /biijr./ Temerosa la dama questas liviandades que en Tarolfo ponía vendrían a oydo de su marido, e por ventura pensaría qué se hazía con su voluntad, quiso avisalle dellas, pero parescióle que era mejor que no lo supiesse, porque entre los dos no acaeciesse algo con que ella toda su vida biviesse triste.
      Por este temor trabajó de curallo por otro modo, ymaginando un sotil engaño, e llamó a Tarolpho e díxole que si tanto la amava quanto él publicava, que le otorgasse un don, el qual después de avérsele cumplido, le jurava por dios y le dava su fe que haría por él todo lo que le pedía. Y el don que le demandó era que se hiziesse un jardín y se le diesse que tuviesse en el mes de enero flores y fructa como en el mes de mayo, y que si no entendía de hazerle, que se tuviesse por dicho de no importunalla más, sino que le certificava que haría saber a su marido cómo no se podía defender dél para que le diesse el castigo que su atrevimiento merescía. La dama le pidió el jardín considerando que era cosa impossible, y no podiendo dársele, dexaría de importunalla. Oydo por Tarolfo lo que la dama pidió, y aunque le pareció cosa impossible y conosció al fin que le podía, determinó de buscar manera para hazello. Respondió que jamás reposaría hasta que su demanda fuesse acabada.
      Él se partió luego de su tierra acompañado de los servidores que le paresció que avía menester para su camino, e anduvo todo el poniente pensando en él hallar lo que buscava, y como no lo halló, por consejo de un hombre viejo y sabio, caminó para las partes de Thesalía que son más calientes, en las quales se detuvo muchos días sin hallar recaudo y desesperado de verse sin remedio ni esperança de avelle. Levantóse un día antes que el sol saliesse y fuesse solo sin compañía ninguna a passear por los campos que en otro tiempo fueron teñidos en sangre de los romanos. E desde a muy gran rato topó al pie de un monte un hombre barbado y muy viejo que en su manera y vestidos parescía ser hombre pobre, y era pequeño de cuerpo y corcobado. /biijv./ El qual andava cogiendo yervas y cavando con un cuchillo rayzes diversas, de las quales tenía llena la halda de su sayo. Como Tarolpho lo vio maravillóse dél y temió no fuesse visión. Mas después que reconoçió ser hombre, llegóse a él y saludóle cortésmente demandándole quién era y de qué tierra y lo que allí buscava en el campo a tal ora, al qual respondió el vegezico: "Has de saber, cavallero, que yo soy de la cibdad de Tebas y llámome Tebano, y voy por este campo como veys cogiendo aquestas yervas y rayzes porque haziendo dellas algunas cosas útiles y necessarias para diversas enfermedades pueda ganar alguna cosa que me sea ayuda para passar la vida. E cogerlas a tal hora más me fuerça la necessidad quel deleyte. Mas ¿tú quién eres que en el parescer me semejas noble e vienes solo por aquestos campos tan despoblados?" Respondióle Tarolpho: "Soy un cavallero muy rico de las partes del poniente que vencido el pensamiento de una cosa que tomé a cargo y emprendí de hazer, desesperado de no podella acabar, me vine yo aquí solo por tener más lugar de afligirme sin que nadie me le estorve." "Pues no conoces bien la prosperidad del lugar en que estás -le dixo Tebano- deviéraste yr antes por otro camino, porque muy ligeramente te podrán arrebatar los spíritus malignos." Tarolpho respondió: "En toda parte puede Dios ygualmente, e mi vida y mi honra está en su mano también aquí como en otro qualquier lugar, haga de mí según le pluguiere. Que de cierto te digo que si agora la muerte me viniesse, sería para mí un rico tesoro." Entonces le dixo Tebano: "Dezidme señor qué demanda es ésta vuestra que no podiéndola acabar, vos tiene tan triste y atribulado." Respondió Tarolpho: "Es tal que me parece cosa impossible, pues en esta tierra no he hallado remedio para ella." Tebano le dixo: "¿Osarás dezilla?" "Sí osaré -respondió Tarolpho- mas ¿qué provecho me vendrá en te lo dezir a ti pues de ti no espero remedio?" "Más que daño te verná en me lo dezir." Visto Ta/biiijr./rolpho que le importunava Tebano por saber dél la causa de su tristeza, le contó muy por estenso cómo no hallava quién el jardín le hiziesse.
      Quando Tebano uvo sabido todo el caso de Tarolpho y cómo passava, estuvo por un muy gran rato suspenso callando sin le responder, y dende a un poco de rato díxole: "Tú y otros muchos que no sabéys las virtudes de los hombres los juzgáys según los vestidos que traen y no según la sciencia y arte que saben. Quiero dezir que si mi ropa fuera tan buena como la que tú traes, no me hizieras trabajar en rogarte tanto como te he rogado, que me hiziesses sabidor de tu pena, o si me hallaras entre príncipes y cavalleros y grandes señores y no cogiendo yervas. Pues has de saber que muchas vezes debaxo de viles vestiduras está ascondido gran thesoro de sciencia. Por esso, el que busca consejo, a nadie encubra lo que quiere, si no fuere en casos que manifestándolo se le podría recrecer algún daño o perjuyzio, pero dexado a parte esto, hablemos en lo que haze al propósito de tu venida. ¿Qué darás a quien te hiziere el jardín que buscas?" Tarolpho que oyó dezir a Tebano tales palabras, mirólo al rostro teniéndolo por burla, paresciéndole cosa impossible (aunque ángel fuesse) hazer tal obra. Y respondióle desta manera: "Mira Tebano, yo soy señor de muchas rizquezas y vassallos, yo daré la mitad de todo quanto tengo a quien hiziere lo que yo pido." Tebano, viendo que la fortuna le quería favorecer le dixo: "Si tú aquesso hazes comigo no avré menester de andar más a coger yervas ni rayzes." Tarolpho replicó: "Si tú eres el que lo has de hazer y sales verdadero no ternás necessidad de más trabajar para ser rico. Por esso, por Dios me di cómo lo has de hazer y quándo me le darás acabado." E Tebano le dixo: "El quándo sea tu voluntad, el cómo no trabajes de saberlo, que yo me yré contigo, fiándome de tu palabra, y quando seamos en el lugar do quieres que se haga, luego en breve será fecho el jardín."
      Alegróse tanto Tarolpho de oyr estas palabras que le parecía tener a su amiga en los braços e dixo a Teba/biiijv./no: "Partamos amigos y luego, que ya me parece que se tarda lo que me prometes." Tebano derramó luego las yervas que tenía en la halda. E tomó sus libros e otras cosas necessarias a su propósito, e fuesse con Tarolpho, y en muy breve tiempo llegaron los dos al lugar que ellos desseavan, y estuvieron secretos hasta que el tiempo se cumpliesse en que estava concertado que el jardín se hiziesse. Y entrando en el mes de enero, Tarolfo le mandó a Tebano que hiziesse el jardín.
      E Tebano esperó que anocheciesse y salióse de la ciudad descalço y en cueros, los cabellos tendidos por los hombros, al tiempo que las aves e animales passavan la noche con sossiego, sin ruydo y el humido aire reposava en paz. Quando solas las estrellas reluzían, entonces cercó muchas vezes Tebano la tierra y sitió a do el jardín se avía de hazer, que era cerca de una ribera de un río. E púsose hazia las estrellas tres vezes, bolviéndose a ellas los braços abiertos. E otras tantas bañando sus blancos cabellos en las corrientes aguas del río, pidiéndoles su ayuda e favor. Con muy altas bozes y gritos, las rodillas en tierra començó a dezir assí: "O noche fiel, secretaria de las cosas altas. E vosotras, estrellas, que sucedéys al día juntamente con la luna. E tú, grande Erathe, que sueles ayudar a las cosas que yo comienço. E tú, sancta Ceres, que renuevas la faz de la tierra. E vosotros Uerfos, yervas y palabras, e tú qualquiera tierra que crías yervas de virtud. E vos, o montes, ayres, ríos, riberas, arroyos, lagos. E vosotros, dioses de la secreta noche y de los bosques, con cuya ayuda yo retruxe los ríos corrientes haziéndolos bolver atrás a las fuentes do nacieron, e hize las corrientes estar firmes, e las firmes ser corrientes, que me distes poder de afirmar el mar, y de aclarar el tiempo ñubloso, y el claro cielo henchir de ñublo escuro, mandando a los vientos a mi voluntad. E con ellos rompiendo las duras mexillas de los espantables dragones, haziendo mober las estantes selvas y temblar los altos montes y venir las ánimas /[bvr.]/ del infierno a meterse en los cuerpos muertos salir bivos de los sepulchros. Sed agora aquí presentes, y ayudadme que tengo necessidad de çumos de yervas, con los quales la tierra que está seca desde el otoño, agora en lo más frío de invierno despojada de fruta y flores y de yerva, la haga en parte tornar florida, mostrando antes del tiempo convenible la primavera."
      E después de dicho esto, y otras muchas palabras en silencio, las estrellas no davan su luz embalde y más rezio que una ave buela le fue traydo por dos dragones un carro, sobre el qual subió. E tomando las riendas en la mano con ciertas palabras boló en lo alto. Dexando el camino de España fuesse a la ysla de Creta y a otras muchas yslas e partidas que por evitar prolixidad no las nombro, y en breve tiempo las anduvo todas, arrancando las rayzes e yervas que avía menester. E no se olvidó las rayzes que tenía cogidas quando Tarolpho le halló en Thesalía. Assí mismo cogió muy grande número y de diversas maneras de yervas y de piedras de encima del monte Cáucaso, y del arena del Sange. E sangre de sierpes venenosas que truxo de Libia. Fue también a las riberas del Ródano y del Nimpheo y de Tanáys y del Danubio, cogiendo dellas las yervas que le podían aprovechar para su propósito. Fue assí mismo a las ínsulas de Lesbos y de Patinos y de Peloro. E a otras muchas partes en que pensó hallar algunas cosas provechosas a su negocio. E después que tuvo todo recaudo de lo que buscava, partióse para donde Tarolpho avía quedado, donde llegó al cabo del tercero día. Eran las yervas y cosas que Tebano traya en el carro tan suaves y olorosas que con sólo el olor e suavidad dellas mudaron los dragones los cueros y se tornaron de viejos moços. Llegado que fue Tebano al sitio y lugar donde el jardín se había de hazer, començó de roçar yerva y della hizo dos altares: uno a la mano derecha para Ecate, y otro a la mano yzquierda para Ceres. Y ofreciendo en ellos devotos sacrificios, esparzidos sus vie/[bvv.]/jos cabellos por las espaldas con mucho sossiego lo cercó a la redonda, derramando sobre la leña sangre y poniendo brasas sobre los altares, y con ello rociando la tierra del jardín. Después perfumóla tres vezes con agua y fuego y açufre y sobre las brasas puso un gran vaso lleno de agua y de sangre y leche, y después de aver cozido gran rato echó dentro en el vaso todas las yervas y rayzes que traya de oriente y de los lugares estraños, mezclando con ellas muchos otros materiales. E las piedras que traxo de Oriente y de la elada de las noches passadas, juntó con la carne del tigre, y las partes genitales del lobo con el escama del cinoso y la piel del quilindro. Y a la postre echó en el vaso un hígado con todo el pulmón de un muy viejo ciervo. Acabado ello tomó un ramo seco de olivo y con él meneó aquellos materiales, el qual en poco espacio reverdeció y se tornó lleno de hojas y de azeytunas. Como Tebano vido esto, tomó el liquor caliente y derramólo por el sitio del jardín en el qual tenía hincadas tantas estacas quantos árboles avía de aver en él. Y no ovo echado el licor quando luego la tierra reverdeció, y las secas estacas se tornaron árboles verdes cargados de fruta.
      E hecho que fue el jardín se bolvió Tebano para Tarolpho, al qual halló muy triste, pensando que le avía burlado pues se tardava tanto, e díxole que su demanda era ya acabada con mucho trabajo y fatiga de su persona, que la fuesse a ver, porque después de vista si le agradava y estava hecha conforme a como él se la avía pedido, luego le diesse el galardón que por ella le avía prometido, y él cumpliesse la promessa que a la dama avía hecho. Quando Tarolpho tan buenas nuevas oyó de lo que él tanto tenía desseado fue con mucha alegría a ver el huerto, el qual le pareció muy bien. E después que lo uvo visto, hízolo saber a la señora, con la qual concertó que el día siguiente lo fuesse a ver y rescebir, porque rescebido él, fuesse libre de su promessa y ella subjecta a complir lo que le avía prometido.
      E llegada la ora por ellos a/[bvjr.]/cordada, la dama muy acompañada de muchas damas e cavalleros se fue para el jardín, en el qual halló muy templado ayre, e muchas yervas y fructas, que la pusieron en muy gran admiración. De las quales ella y todos quantos avía allí cogieron y comieron. E quando la dama vido que el jardín era cierto y que Tarolfo avía cumplido su promesa hallóse muy confusa, e fuesse para él e díxole: "Cavallero, sin falta vos avéys ganado mi amor, por tanto yo estoy presta de cumplir lo que os prometí, mas ruégoos que me hagáys tanta gracia que os sufráys de complir vuestro desseo hasta que mi marido vaya fuera de la ciudad a caça o a otra parte alguna, porque con más seguridad mía se haga lo que queréys."
      Muy contento fue Tarolpho de hazer lo que la señora le mandava, y despidiéndose della, la dexó en el jardín, la qual luego se bolvió para su casa muy penada y confusa pensando qué modo ternía para no complir con él lo prometido, y no hallando camino para ello de cada día era más triste. Y conociendo su marido su tristeza quiso saber la causa, la qual la muger le manifestó con mucha verg&uum;lença porque no sospechasse contra ella otra cosa. E sabido por el marido todo el caso passado estuvo pensativo, y assegurado de la bondad de su mujer le dixo: "No son hechos de buena ni onesta escuchar palabra de los tales ni menos prometelles cosa contra su castidad por impossible que sea, que hágote saber que no ay cosa impossible al que ama, muy grande mal heziste en escuchar y peor en prometer. Yo te mando que vayas a Tarolfo y trabaja por todas quantas maneras pudieres que, conservando y guardando tu honestidad, seas libre y quita de la promessa. E quando por todas las vías y maneras que a ti fueren possibles no pudieres acabar con él, que te suelte lo por ti prometido, por esta vez yo te doy licencia."
      La muger contra su voluntad por el mandamiento de su marido y también por cumplir su promessa, otro día por la mañana acompañada de dos escuderos se fue para casa de Tarolpho, al qual ha/[bvjv.]/lló con Tebano y salió luego a recebilla muy alegre preguntándole la causa de su venida, al qual ella respondió:
      "Tarolpho, ni amor que yo os tenga ni prometimiento hecho me traen aquí, sino sólo mandamiento de mi marido, el qual, aviendo respecto al trabajo de vuestro desordenado amor y a mi loca promessa, me embía a vos para cumplir por esta vez lo que os prometí, posponiendo su honrra y la mía." Tarolfo, si primero se avía maravillado de verla venir acompañada, mucho más se maravilló de oyr que el marido se la enbiava y respondióle: "Nunca Dios quiera, señora, que yo sea causa de desonrrar a quien tiene compassión de mi amor, por tanto el estar aquí sea vuestra voluntad y no de otra manera, que si fuéssedes mi hermana, que ya yo me doy por contento de la fe que me distes, y vos señora os podéys bolver, y diréys a vuestro marido que me perdone el mal pensamiento que contra su honra he tenido, que yo le prometo m&aacutes por él no me passe de ofendelle."
      Como la señora oyó estas palabras, agradeciéndoselas, se tornó muy alegre para su casa a contallas a su marido, y Tarolpho se bolvió para Thebano, el qual quiso saber qué avía passado con la señora, e informado bien de todo dixo a Tarolfo que ni por esso él devía perder el premio prometido por su trabajo, al qual Tarolpho respondió que antes se le quería dar más crecido y mostrándole el memorial de su hazienda le dixo que tomasse de aquélla lo que quisiesse. Entonces Tebano, maravillado de lo que avía visto, dixo: "No quiera Dios, que pues yo he visto el marido liberal de su honrra, e a ti de tu amor, que yo no lo sea de mi galardón. Yo huelgo de averte servido, y lo que tú, señor, me prometiste quiero que se quede por tuyo como de antes lo tenías." Tarolpho ganóse que lo tomasse, jamás pudo con él acabar.
      Dubdase desto, muy poderosa señora, quál de aquestas tres fue mayor liberalidad, conviene a saber: la del marido que embió su muger a Tarolfo, o la de Tarolfo, el qual pudiendo cumplir su voluntad con ella y se la tornó a embiar aviéndo/[bvijr.]/se dispuesto a tantos trabajos por alcançalla, o la de Tebano, el qual menospreció la ganancia con tanto trabajo ganada quedándose pobre como antes lo era. Determínelo vuestra alteza."

 

Sumario de la quarta quistión.

Un amador ha tenido
su señora en su poder
que se la dio su marido
por lo quella ha prometido
y él no le quiso ofender,
y un erbolario dexó
lo que al amante le dio
por parecer a los dos.
Sepamos, reyna, de vos
quién en el dar excedió
pues cada qual mucho dio.

 

Capítulo .xiiij. De la respuesta de la reyna.

      Gentil ha sido la novela y la demanda, y cada uno de los tres fue harto liberal, si bien se mira. El marido, de su honra; el cavallero, de su desseo y apetito; el erbolario, de las riquezas que avía ganado. E queriendo saber quál lo fue más, conviene a saber quál destas tres cosas es más estimada, e sabido se verá quál fue más liberal, que quien más dio mayor liberalidad hizo. De las tres, la una es muy estimada, conviene a saber, la honra, la qual quiso más para sí Paulo quando venció al rey Perseo que no los tesoros ganados en la batalla. De la segunda que es el apetito e ayun/[bvijv.]/tamiento carnal, devemos huyr, según lo dizen Sófoclo y Xenócrates philósophos, que assí deve hombre huyr y apartarse de la luxuria, como del señor furioso. Lo tercero que son las riquezas, no se han de dessear, porque muchas vezes son dañosas para la vida virtuosa. Y vemos que con moderada pobreza se bive virtuosamente, assí como bivieron Marco Curio, e Atilfo Régulo, y Valerio publicóla como sus obras nos lo declaran y manifiestan. Pues si de estas tres cosas, sola la honrra se ha dessear, y no ninguna de las otras, síguese que aquél usó de más liberalidad, que con menos sabiduría la guardó para sí, e fue principal en la liberalidad, pues fue causa que los otros lo fuessen. E por esto según mi parecer el marido que dio la muger en quien estava su honrra fue más liberal que los otros dos. E yo assí lo determino.

 

Capítulo .xv. Cómo contradize Menedón a la reyna.

No consiento que sea como dize vuestra alteza, antes me paresce que qualquier de los otros dos fue más liberal. Verdad es que el marido dio a su muger, mas en darla no hizo tanta liberalidad como vos dezís. Porque si la quisiera negar no pudiera justamente por el juramento que ella hizo a Tarolfo, el qual le convenía guardar. E quien da lo que no puede negar, bien obra en quanto se haze liberal, mas poco es lo que da. E como tengo dicho, qualquier de los otros fue más liberal. Porque Tarolfo, desseando aquella señora, queríala más que a sí y por aquélla, a su voluntad se dispuso a muchos trabajos metiéndose en demanda quasi imposible e al fin acabándola como la acabó con tan crecidos trabajos, mereció que ella le cumpliesse todo lo que le avía prometido. Por causa del jura/[bviijr.]/mento que en sus manos dél estuvo la honra del marido, enbiándosela a su casa como se la embió. E desta manera fue liberal de la dádiva del marido, y del juramento della, y de su largo desseo, que todo esto dio en embiársela, que gran cosa es aver sostenido larga sed, y después de llegado a la fuente dexar de bever, porque otro beva. El tercero que es el erbolario fue mucho más liberal, porque considerando que la pobreza es una de las más enojosas e trabajosas cosas de sofrir, por quanto es destierro de alegría e della huye el reposo, ocupa la honrra, y aunque acarrea virtudes trae muchos cuydados e todos procuran huyr della con demasiado desseo. El qual haze que muchos para bivir con reposo y en abundancia se ponen a ganancias desonestas y en aprender cosas no usadas, no sabiendo o no pudiendo en otra manera cumplir este desseo.
      Por lo qual acontece que muchas vezes mueren o biven perpetuamente desterrados de su patria. E por esto, ¡o en quánto se deven tener las riquezas que honestamente se alcançan e posseen! Que ¿quién negará que Tebano no era muy pobre, si mira que dexava de reposar la noche andando por lugares peligrosos cogiendo rayzes y yervas para sustentar la vida? ¿E quién negará que esta pobreza tan demasiada encubriesse su mucha virtud? Pues se prueva quando Tarolpho le vio roto que no se creya y pensó que le engañava. Pues viéndose él ya fuera de necessidad e rico e próspero, aviéndose dispuesto a caminar en los ayres hasta llegar en la provincia de España, por caminos inciertos e muy dudosos e de mucho peligro, por acabar la damanda de Tarolfo e recebir su promessa. En este erbolario se puede ver que pues que a tantos e tan grandes peligros se ofreció y se puso por huyr e apartarse de la pobreza que conocía bien ser llena de muy grandes miserias y trabajos. E de rico querer bolver a ser pobre, por grande que fue la liberalidad del marido en embiar a su muger, y la del cavallero que perdonó lo que tanto avía desseado, fue muy mayor /[bviijv.]/ a mi parecer la deste pobre viejo, considerada su hedad. Pues es cierto que por la mayor parte suele morar el avaricia antes en los viejos que en los moços, y por esto me parece que qualquier de los otros dos hizo mayor liberalidad quel marido. El segundo más que el primero, y el tercero mayor que todos.

 

Capítulo .xvj. Determinación de la reyna quel marido fue más liberal.

      Nadie pudiera defender esta quistión como vos ni con tan sotil ingenio, mas brevemente os mostraré cómo devéys seguir antes en mi parecer que el vuestro. Dezís que el marido no hizo liberalidad pues dio lo que la razón obligava a dar por el juramento de su muger que hizo a Tarolfo. Esto sería verdad si valiera el juramento, que cierto es que la muger es mienbro del marido, y juntos son un cuerpo. Sin su licencia no pudo jurar, e si juró, no valió porque al primer juramento matrimonial que hizo a su marido este segundo no le puede derogar, mayormente siendo contra razón y en los casamientos se suele jurar que será siempre contento el marido de la muger y ella dél y que serán una voluntad, y por esta causa la muger no pudo jurar, e si juró, como tengo dicho, fue en causa injusta contraria del primer juramento e no deve valer, e no valiendo, sin voluntad del marido no se podría otorgar a Tarolfo, e si le otorgó ella fue liberal de su honrra y Tarolfo, como avéys dicho, no fue liberal en soltalle el juramento pues está claro que no era valedero, sólo os digo que fue liberal de su desseo lividinoso, lo qual quienquiera deve hazer pues somos tenidos de seguir las virtudes y desechar los vicios. E quien haze lo que la razón le obliga haze quasi nada como dezís, mas quien haze lo que es obligado y más, éste tal se llamará liberal. Y porque avéys dicho que desseáys saber /cr./ cómo depende la honra del marido de su muger, y en quánto se ha de tener la honra, forçado será que me alargue para que más claramente veáys que Tarolfo ni Tebano no hizieron liberalidad alguna en comparación de la que el marido hizo.
      Sabed que la castidad, juntamente con las otras virtudes, no da otro galardón a los que la poseen sino sola la honra, y ésta aun a los que son baxos los faze ser excelentes, e si con humildad la sostienen, házelos amigos de Dios e, por consiguiente, bivir y morir beatos y poseer la bienaventurança. E si la muger guarda al marido esta castidad, házele bivir alegre y cierto de su palabra, y con ojos abiertos abitar contento entre las gentes, de ver que su muger es acatada y mirada de las que son más que ella por esta virtud, y esle señal manifiesta en su pensamiento que ella es buena y tiene por compañera en quanto biviere, de cuya causa los bienes temporales y espirituales se le acrecientan, lo qual no acaece al que tiene muger contraria desta virtud, el qual jamás puede tener un ora de consuelo, nada le agrada y el uno al otro se dessean la muerte. E por el tal vicio se sienten andar en boca de todos, y parécele que a nadie es oculto su mal. E puesto que tenga todas las otras virtudes, basta este solo vicio para deshazérselas. Por tanto, grandíssima honra es la que da la castidad de la buena muger al marido, y dévese tener en mucho. Y más que bienaventurado es el que la alcança, aunque creo que ay pocos destos de quien se aya de aver embidia. Pues tornando a nuestro propósito, de mirar es quánto dava Tarolpho, y no se me ha olvidado lo que dexistes que Tebano fue más liberal que los otros, el qual, hecho ya rico con trabajo, no dubdó de bolver a la usada pobreza, soltando lo que ganó. E pues esto dezís, bien se muestra que no conoscéys bien a la pobreza, la qual si alegremente se possee, a quantas riquezas ay excede. Por ventura se le figuró a Tebano que las riquezas ganadas le pondrían /cv./ en diversos enojos y cuydados. E quiçá ymaginava que Tarolpho se arrepentiría de lo que le dio, y por cobrallo le mandaría matar, e aun ternía temor que los vassallos ganados no le fuessen traydores. Assí mesmo tenía congoxa con la governación dellos y de la tierra, e conoscía muy bien los engaños de sus vezinos y amigos y que de muchos sería embidiado por sus riquezas, y por ello estava tan lleno de tantos y tan diversos pensamientos y cuydados, que le sacavan de todo reposo. Por lo qual, acordándose de la vida passada que bivía alegre sin estos cuydados, dezía desta manera: "yo desseava ser rico por tener reposo y veo que la riqueza acarrea trabajos e tribulaciones, y que della huye todo reposo." E visto esto dio él la riqueza a cuya antes era, por quitarse de trabajos y congoxas, que la [pobreza] si no se menosprecia es riqueza no conocida y escusadora de escándalos. La qual conoció bien Diógenes quando dixo: 'Basta para enrriquecer a la pobreza lo que natura le da. Seguro de assechanças bive el que con ella pacientemente se acuesta.' E no se escusa de poder subir en estado si, como tengo dicho, bive virtuosamente. Pues si Tebano se quitó esta congoxa de acuestas, no por esso fue liberal, antes fue sabio, y hizo gracia a Tarolpho en dárselo a él antes que a otro, puendiéndolo dar a quien quisiera. Fue a mi ver muy más liberal que todos el marido que dava su honra, porque la honrra que él dava jamás se podría cobrar, como la de las batallas y de otras cosas se cobra, que puesto que una vez se pierde, otra vez se puede cobrar, y esto que tengo dicho baste para satisfacer a vuestra demanda.

 

Respuesta en suma de la .iiij. quistión.

Cosa es clara conoscida
si el seso no se derrama
de mucho tiempo sabida
que aventuramos la vida
por la honra y por la fama.
/cijr./Éste dava honra y muger
y los otros han plazer
de dexar lo que no es suyo
por la qual razón concluyo
quéste quiso más hazer.


[Siguiente quistión.]