En
el gesto se le pareció a la gentil dama que estava contenta de
la respuesta de la reyna, quando un cavallero que junto a ella
estava, que Menedón avía nombre,
començó a hablar diziendo assí: "Muy poderosa
señora, pues me cabe de proponer delante vuestra magestad, con
vuestra licencia lo haré, y si fuere más prolixo que
breve, vuestra alteza y los presentes me perdonen, que lo que
diré no se podría entender si no digo una novela larga,
la qual es ésta que se sigue. Oyala con atención.
En la ciudad de Mirabel, do yo soy
natural, avía un cavallero muy noble e muy rico, e de gentil
dispusición, qual era servidor de una dama noble de linage
natural de la mesma ciudad, la qual, pareciéndole bien, y
conforme a su estado, se casó con ella. Era tanta la hermosura
desta señora que otro cavallero, que Tarolfo
se llamava, estava perdido de amores della, e tan encendido en ellos
que por quantas maneras podía, tenía formas de dalle a
entender lo mucho que la quería, passando por su casa haziendo
a su puerta mil gentilezas a fin que viniesse a su noticia que
él la amava, pensando por ellas ganar su amor. La dama
dissimulava las liviandades, y encubría todas sus locuras, sin
darle a entender que las entendía nunca, jamás a sus
mensajeros dando buena respuesta, creyendo que desque él
viesse que no le respondía a su pensamiento, se
apartaría de tal demanda; mas Tarolfo ni por esto dexava de
seg[ui]lla continuando su propósito, e siguiendo el
consejo de Ovidio, el qual dize que no dexe el hombre
de perseverar en amar por la esquiveza de la muger, que en la dura
piedra haze agujero la continuación de la gotera. /biijr./
Temerosa la dama questas liviandades que en Tarolfo ponía
vendrían a oydo de su marido, e por ventura pensaría
qué se hazía con su voluntad, quiso avisalle dellas,
pero parescióle que era mejor que no lo supiesse, porque entre
los dos no acaeciesse algo con que ella toda su vida biviesse
triste.
Por este temor trabajó de
curallo por otro modo, ymaginando un sotil engaño, e
llamó a Tarolpho e díxole que si tanto
la amava quanto él publicava, que le otorgasse un don, el qual
después de avérsele cumplido, le jurava por dios y le
dava su fe que haría por él todo lo que le
pedía. Y el don que le demandó era que se hiziesse un
jardín y se le diesse que tuviesse en el mes de enero flores y
fructa como en el mes de mayo, y que si no entendía de
hazerle, que se tuviesse por dicho de no importunalla más,
sino que le certificava que haría saber a su marido
cómo no se podía defender dél para que le diesse
el castigo que su atrevimiento merescía. La dama le
pidió el jardín considerando que era cosa impossible, y
no podiendo dársele, dexaría de importunalla. Oydo por
Tarolfo lo que la dama pidió, y aunque le pareció cosa
impossible y conosció al fin que le podía,
determinó de buscar manera para hazello. Respondió que
jamás reposaría hasta que su demanda fuesse
acabada.
Él se partió luego de su
tierra acompañado de los servidores que le paresció que
avía menester para su camino, e anduvo todo el poniente
pensando en él hallar lo que buscava, y como no lo
halló, por consejo de un hombre viejo y sabio, caminó
para las partes de Thesalía que son más calientes, en
las quales se detuvo muchos días sin hallar recaudo y
desesperado de verse sin remedio ni esperança de avelle.
Levantóse un día antes que el sol saliesse y fuesse
solo sin compañía ninguna a passear por los campos que
en otro tiempo fueron teñidos en sangre de los romanos. E
desde a muy gran rato topó al pie de un monte un hombre
barbado y muy viejo que en su manera y vestidos parescía ser
hombre pobre, y era pequeño de cuerpo y corcobado. /biijv./ El
qual andava cogiendo yervas y cavando con un cuchillo rayzes
diversas, de las quales tenía llena la halda de su sayo. Como
Tarolpho lo vio maravillóse dél y temió no
fuesse visión. Mas después que reconoçió
ser hombre, llegóse a él y saludóle
cortésmente demandándole quién era y de
qué tierra y lo que allí buscava en el campo a tal ora,
al qual respondió el vegezico: "Has de saber, cavallero, que
yo soy de la cibdad de Tebas y llámome Tebano,
y voy por este campo como veys cogiendo aquestas yervas y rayzes
porque haziendo dellas algunas cosas útiles y necessarias para
diversas enfermedades pueda ganar alguna cosa que me sea ayuda para
passar la vida. E cogerlas a tal hora más me fuerça la
necessidad quel deleyte. Mas ¿tú quién eres que en
el parescer me semejas noble e vienes solo por aquestos campos tan
despoblados?" Respondióle Tarolpho: "Soy un cavallero muy rico
de las partes del poniente que vencido el pensamiento de una cosa que
tomé a cargo y emprendí de hazer, desesperado de no
podella acabar, me vine yo aquí solo por tener más
lugar de afligirme sin que nadie me le estorve." "Pues no conoces
bien la prosperidad del lugar en que estás -le dixo Tebano-
deviéraste yr antes por otro camino, porque muy ligeramente te
podrán arrebatar los spíritus malignos." Tarolpho
respondió: "En toda parte puede Dios ygualmente, e mi vida y
mi honra está en su mano también aquí como en
otro qualquier lugar, haga de mí según le pluguiere.
Que de cierto te digo que si agora la muerte me viniesse,
sería para mí un rico tesoro." Entonces le dixo Tebano:
"Dezidme señor qué demanda es ésta vuestra que
no podiéndola acabar, vos tiene tan triste y atribulado."
Respondió Tarolpho: "Es tal que me parece cosa impossible,
pues en esta tierra no he hallado remedio para ella." Tebano le dixo:
"¿Osarás dezilla?" "Sí osaré
-respondió Tarolpho- mas ¿qué provecho me
vendrá en te lo dezir a ti pues de ti no espero remedio?"
"Más que daño te verná en me lo dezir." Visto
Ta/biiijr./rolpho que le importunava Tebano por saber dél la
causa de su tristeza, le contó muy por estenso cómo no
hallava quién el jardín le hiziesse.
Quando Tebano uvo sabido todo el caso
de Tarolpho y cómo passava, estuvo por un muy gran rato
suspenso callando sin le responder, y dende a un poco de rato
díxole: "Tú y otros muchos que no sabéys las
virtudes de los hombres los juzgáys según los vestidos
que traen y no según la sciencia y arte que saben. Quiero
dezir que si mi ropa fuera tan buena como la que tú traes, no
me hizieras trabajar en rogarte tanto como te he rogado, que me
hiziesses sabidor de tu pena, o si me hallaras entre príncipes
y cavalleros y grandes señores y no cogiendo yervas. Pues has
de saber que muchas vezes debaxo de viles vestiduras está
ascondido gran thesoro de sciencia. Por esso, el que busca consejo, a
nadie encubra lo que quiere, si no fuere en casos que
manifestándolo se le podría recrecer algún
daño o perjuyzio, pero dexado a parte esto, hablemos en lo que
haze al propósito de tu venida. ¿Qué darás
a quien te hiziere el jardín que buscas?" Tarolpho que
oyó dezir a Tebano tales palabras, mirólo al rostro
teniéndolo por burla, paresciéndole cosa impossible
(aunque ángel fuesse) hazer tal obra. Y respondióle
desta manera: "Mira Tebano, yo soy señor de muchas rizquezas y
vassallos, yo daré la mitad de todo quanto tengo a quien
hiziere lo que yo pido." Tebano, viendo que la fortuna le
quería favorecer le dixo: "Si tú aquesso hazes comigo
no avré menester de andar más a coger yervas ni
rayzes." Tarolpho replicó: "Si tú eres el que lo has de
hazer y sales verdadero no ternás necessidad de más
trabajar para ser rico. Por esso, por Dios me di cómo lo has
de hazer y quándo me le darás acabado." E Tebano le
dixo: "El quándo sea tu voluntad, el cómo no trabajes
de saberlo, que yo me yré contigo, fiándome de tu
palabra, y quando seamos en el lugar do quieres que se haga, luego en
breve será fecho el jardín."
Alegróse tanto Tarolpho de oyr
estas palabras que le parecía tener a su amiga en los
braços e dixo a Teba/biiijv./no: "Partamos amigos y luego, que
ya me parece que se tarda lo que me prometes." Tebano derramó
luego las yervas que tenía en la halda. E tomó sus
libros e otras cosas necessarias a su propósito, e fuesse con
Tarolpho, y en muy breve tiempo llegaron los dos al lugar que ellos
desseavan, y estuvieron secretos hasta que el tiempo se cumpliesse en
que estava concertado que el jardín se hiziesse. Y entrando en
el mes de enero, Tarolfo le mandó a Tebano que hiziesse el
jardín.
E Tebano esperó que
anocheciesse y salióse de la ciudad descalço y en
cueros, los cabellos tendidos por los hombros, al tiempo que las aves
e animales passavan la noche con sossiego, sin ruydo y el humido aire
reposava en paz. Quando solas las estrellas reluzían, entonces
cercó muchas vezes Tebano la tierra y sitió a do el
jardín se avía de hazer, que era cerca de una ribera de
un río. E púsose hazia las estrellas tres vezes,
bolviéndose a ellas los braços abiertos. E otras tantas
bañando sus blancos cabellos en las corrientes aguas del
río, pidiéndoles su ayuda e favor. Con muy altas bozes
y gritos, las rodillas en tierra començó a dezir
assí: "O noche fiel, secretaria de las cosas altas. E
vosotras, estrellas, que sucedéys al día juntamente con
la luna. E tú, grande Erathe, que sueles
ayudar a las cosas que yo comienço. E tú, sancta
Ceres, que renuevas la faz de la tierra. E vosotros
Uerfos, yervas y palabras, e tú qualquiera tierra que
crías yervas de virtud. E vos, o montes, ayres, ríos,
riberas, arroyos, lagos. E vosotros, dioses de la secreta noche y de
los bosques, con cuya ayuda yo retruxe los ríos corrientes
haziéndolos bolver atrás a las fuentes do nacieron, e
hize las corrientes estar firmes, e las firmes ser corrientes, que me
distes poder de afirmar el mar, y de aclarar el tiempo
ñubloso, y el claro cielo henchir de ñublo escuro,
mandando a los vientos a mi voluntad. E con ellos rompiendo las duras
mexillas de los espantables dragones, haziendo mober las estantes
selvas y temblar los altos montes y venir las ánimas
/[bvr.]/ del infierno a meterse en los cuerpos muertos salir
bivos de los sepulchros. Sed agora aquí presentes, y ayudadme
que tengo necessidad de çumos de yervas, con los quales la
tierra que está seca desde el otoño, agora en lo
más frío de invierno despojada de fruta y flores y de
yerva, la haga en parte tornar florida, mostrando antes del tiempo
convenible la primavera."
E después de dicho esto, y
otras muchas palabras en silencio, las estrellas no davan su luz
embalde y más rezio que una ave buela le fue traydo por dos
dragones un carro, sobre el qual subió. E tomando las riendas
en la mano con ciertas palabras boló en lo alto. Dexando el
camino de España fuesse a la ysla de Creta y a otras muchas
yslas e partidas que por evitar prolixidad no las nombro, y en breve
tiempo las anduvo todas, arrancando las rayzes e yervas que
avía menester. E no se olvidó las rayzes que
tenía cogidas quando Tarolpho le halló en
Thesalía. Assí mismo cogió muy grande
número y de diversas maneras de yervas y de piedras de encima
del monte Cáucaso, y del arena del Sange. E sangre de sierpes
venenosas que truxo de Libia. Fue también a las riberas del
Ródano y del Nimpheo y de Tanáys y del Danubio,
cogiendo dellas las yervas que le podían aprovechar para su
propósito. Fue assí mismo a las ínsulas de
Lesbos y de Patinos y de Peloro. E a otras muchas partes en que
pensó hallar algunas cosas provechosas a su negocio. E
después que tuvo todo recaudo de lo que buscava,
partióse para donde Tarolpho avía quedado, donde
llegó al cabo del tercero día. Eran las yervas y cosas
que Tebano traya en el carro tan suaves y olorosas que con
sólo el olor e suavidad dellas mudaron los dragones los cueros
y se tornaron de viejos moços. Llegado que fue Tebano al sitio
y lugar donde el jardín se había de hazer,
començó de roçar yerva y della hizo dos altares:
uno a la mano derecha para Ecate, y otro a la mano
yzquierda para Ceres. Y ofreciendo en ellos devotos
sacrificios, esparzidos sus vie/[bvv.]/jos cabellos por las
espaldas con mucho sossiego lo cercó a la redonda, derramando
sobre la leña sangre y poniendo brasas sobre los altares, y
con ello rociando la tierra del jardín. Después
perfumóla tres vezes con agua y fuego y açufre y sobre
las brasas puso un gran vaso lleno de agua y de sangre y leche, y
después de aver cozido gran rato echó dentro en el vaso
todas las yervas y rayzes que traya de oriente y de los lugares
estraños, mezclando con ellas muchos otros materiales. E las
piedras que traxo de Oriente y de la elada de las noches passadas,
juntó con la carne del tigre, y las partes genitales del lobo
con el escama del cinoso y la piel del quilindro. Y a la postre
echó en el vaso un hígado con todo el pulmón de
un muy viejo ciervo. Acabado ello tomó un ramo seco de olivo y
con él meneó aquellos materiales, el qual en poco
espacio reverdeció y se tornó lleno de hojas y de
azeytunas. Como Tebano vido esto, tomó el liquor caliente y
derramólo por el sitio del jardín en el qual
tenía hincadas tantas estacas quantos árboles
avía de aver en él. Y no ovo echado el licor quando
luego la tierra reverdeció, y las secas estacas se tornaron
árboles verdes cargados de fruta.
E hecho que fue el jardín se
bolvió Tebano para Tarolpho, al qual halló muy triste,
pensando que le avía burlado pues se tardava tanto, e
díxole que su demanda era ya acabada con mucho trabajo y
fatiga de su persona, que la fuesse a ver, porque después de
vista si le agradava y estava hecha conforme a como él se la
avía pedido, luego le diesse el galardón que por ella
le avía prometido, y él cumpliesse la promessa que a la
dama avía hecho. Quando Tarolpho tan buenas nuevas oyó
de lo que él tanto tenía desseado fue con mucha
alegría a ver el huerto, el qual le pareció muy bien. E
después que lo uvo visto, hízolo saber a la
señora, con la qual concertó que el día
siguiente lo fuesse a ver y rescebir, porque rescebido él,
fuesse libre de su promessa y ella subjecta a complir lo que le
avía prometido.
E llegada la ora por ellos
a/[bvjr.]/cordada, la dama muy acompañada de muchas
damas e cavalleros se fue para el jardín, en el qual
halló muy templado ayre, e muchas yervas y fructas, que la
pusieron en muy gran admiración. De las quales ella y todos
quantos avía allí cogieron y comieron. E quando la dama
vido que el jardín era cierto y que Tarolfo avía
cumplido su promesa hallóse muy confusa, e fuesse para
él e díxole: "Cavallero, sin falta vos avéys
ganado mi amor, por tanto yo estoy presta de cumplir lo que os
prometí, mas ruégoos que me hagáys tanta gracia
que os sufráys de complir vuestro desseo hasta que mi marido
vaya fuera de la ciudad a caça o a otra parte alguna, porque
con más seguridad mía se haga lo que
queréys."
Muy contento fue Tarolpho de hazer lo
que la señora le mandava, y despidiéndose della, la
dexó en el jardín, la qual luego se bolvió para
su casa muy penada y confusa pensando qué modo ternía
para no complir con él lo prometido, y no hallando camino para
ello de cada día era más triste. Y conociendo su marido
su tristeza quiso saber la causa, la qual la muger le
manifestó con mucha verg&uum;lença porque no
sospechasse contra ella otra cosa. E sabido por el marido todo el
caso passado estuvo pensativo, y assegurado de la bondad de su mujer
le dixo: "No son hechos de buena ni onesta escuchar palabra de los
tales ni menos prometelles cosa contra su castidad por impossible que
sea, que hágote saber que no ay cosa impossible al que ama,
muy grande mal heziste en escuchar y peor en prometer. Yo te mando
que vayas a Tarolfo y trabaja por todas quantas maneras pudieres que,
conservando y guardando tu honestidad, seas libre y quita de la
promessa. E quando por todas las vías y maneras que a ti
fueren possibles no pudieres acabar con él, que te suelte lo
por ti prometido, por esta vez yo te doy licencia."
La muger contra su voluntad por el
mandamiento de su marido y también por cumplir su promessa,
otro día por la mañana acompañada de dos
escuderos se fue para casa de Tarolpho, al qual
ha/[bvjv.]/lló con Tebano y salió luego a
recebilla muy alegre preguntándole la causa de su venida, al
qual ella respondió:
"Tarolpho, ni amor que yo os tenga ni
prometimiento hecho me traen aquí, sino sólo
mandamiento de mi marido, el qual, aviendo respecto al trabajo de
vuestro desordenado amor y a mi loca promessa, me embía a vos
para cumplir por esta vez lo que os prometí, posponiendo su
honrra y la mía." Tarolfo, si primero se avía
maravillado de verla venir acompañada, mucho más se
maravilló de oyr que el marido se la enbiava y
respondióle: "Nunca Dios quiera, señora, que yo sea
causa de desonrrar a quien tiene compassión de mi amor, por
tanto el estar aquí sea vuestra voluntad y no de otra manera,
que si fuéssedes mi hermana, que ya yo me doy por contento de
la fe que me distes, y vos señora os podéys bolver, y
diréys a vuestro marido que me perdone el mal pensamiento que
contra su honra he tenido, que yo le prometo más por él
no me passe de ofendelle."
Como la señora oyó estas
palabras, agradeciéndoselas, se tornó muy alegre para
su casa a contallas a su marido, y Tarolpho se bolvió para
Thebano, el qual quiso saber qué avía passado con la
señora, e informado bien de todo dixo a Tarolfo que ni por
esso él devía perder el premio prometido por su
trabajo, al qual Tarolpho respondió que antes se le
quería dar más crecido y mostrándole el memorial
de su hazienda le dixo que tomasse de aquélla lo que
quisiesse. Entonces Tebano, maravillado de lo que avía visto,
dixo: "No quiera Dios, que pues yo he visto el marido liberal de su
honrra, e a ti de tu amor, que yo no lo sea de mi galardón. Yo
huelgo de averte servido, y lo que tú, señor, me
prometiste quiero que se quede por tuyo como de antes lo
tenías." Tarolpho ganóse que lo tomasse, jamás
pudo con él acabar.
Dubdase desto, muy poderosa
señora, quál de aquestas tres fue mayor liberalidad,
conviene a saber: la del marido que embió su muger a Tarolfo,
o la de Tarolfo, el qual pudiendo cumplir su voluntad con ella y se
la tornó a embiar aviéndo/[bvijr.]/se dispuesto
a tantos trabajos por alcançalla, o la de Tebano, el qual
menospreció la ganancia con tanto trabajo ganada
quedándose pobre como antes lo era. Determínelo vuestra
alteza."
Un amador ha tenido
su señora en su poder
que se la dio su marido
por lo quella ha prometido
y él no le quiso ofender,
y un erbolario dexó
lo que al amante le dio
por parecer a los dos.
Sepamos, reyna, de vos
quién en el dar excedió
pues cada qual mucho dio.
Gentil ha sido la novela y la demanda, y cada uno de los tres fue harto liberal, si bien se mira. El marido, de su honra; el cavallero, de su desseo y apetito; el erbolario, de las riquezas que avía ganado. E queriendo saber quál lo fue más, conviene a saber quál destas tres cosas es más estimada, e sabido se verá quál fue más liberal, que quien más dio mayor liberalidad hizo. De las tres, la una es muy estimada, conviene a saber, la honra, la qual quiso más para sí Paulo quando venció al rey Perseo que no los tesoros ganados en la batalla. De la segunda que es el apetito e ayun/[bvijv.]/tamiento carnal, devemos huyr, según lo dizen Sófoclo y Xenócrates philósophos, que assí deve hombre huyr y apartarse de la luxuria, como del señor furioso. Lo tercero que son las riquezas, no se han de dessear, porque muchas vezes son dañosas para la vida virtuosa. Y vemos que con moderada pobreza se bive virtuosamente, assí como bivieron Marco Curio, e Atilfo Régulo, y Valerio publicóla como sus obras nos lo declaran y manifiestan. Pues si de estas tres cosas, sola la honrra se ha dessear, y no ninguna de las otras, síguese que aquél usó de más liberalidad, que con menos sabiduría la guardó para sí, e fue principal en la liberalidad, pues fue causa que los otros lo fuessen. E por esto según mi parecer el marido que dio la muger en quien estava su honrra fue más liberal que los otros dos. E yo assí lo determino.
No
consiento que sea como dize vuestra alteza, antes me paresce que
qualquier de los otros dos fue más liberal. Verdad es que el
marido dio a su muger, mas en darla no hizo tanta liberalidad como
vos dezís. Porque si la quisiera negar no pudiera justamente
por el juramento que ella hizo a Tarolfo, el qual le convenía
guardar. E quien da lo que no puede negar, bien obra en quanto se
haze liberal, mas poco es lo que da. E como tengo dicho, qualquier de
los otros fue más liberal. Porque Tarolfo, desseando aquella
señora, queríala más que a sí y por
aquélla, a su voluntad se dispuso a muchos trabajos
metiéndose en demanda quasi imposible e al fin
acabándola como la acabó con tan crecidos trabajos,
mereció que ella le cumpliesse todo lo que le avía
prometido. Por causa del jura/[bviijr.]/mento que en sus
manos dél estuvo la honra del marido, enbiándosela a su
casa como se la embió. E desta manera fue liberal de la
dádiva del marido, y del juramento della, y de su largo
desseo, que todo esto dio en embiársela, que gran cosa es aver
sostenido larga sed, y después de llegado a la fuente dexar de
bever, porque otro beva. El tercero que es el erbolario fue mucho
más liberal, porque considerando que la pobreza es una de las
más enojosas e trabajosas cosas de sofrir, por quanto es
destierro de alegría e della huye el reposo, ocupa la honrra,
y aunque acarrea virtudes trae muchos cuydados e todos procuran huyr
della con demasiado desseo. El qual haze que muchos para bivir con
reposo y en abundancia se ponen a ganancias desonestas y en aprender
cosas no usadas, no sabiendo o no pudiendo en otra manera cumplir
este desseo.
Por lo qual acontece que muchas vezes
mueren o biven perpetuamente desterrados de su patria. E por esto,
¡o en quánto se deven tener las riquezas que honestamente
se alcançan e posseen! Que ¿quién negará
que Tebano no era muy pobre, si mira que dexava de reposar la noche
andando por lugares peligrosos cogiendo rayzes y yervas para
sustentar la vida? ¿E quién negará que esta
pobreza tan demasiada encubriesse su mucha virtud? Pues se prueva
quando Tarolpho le vio roto que no se creya y pensó que le
engañava. Pues viéndose él ya fuera de
necessidad e rico e próspero, aviéndose dispuesto a
caminar en los ayres hasta llegar en la provincia de España,
por caminos inciertos e muy dudosos e de mucho peligro, por acabar la
damanda de Tarolfo e recebir su promessa. En este erbolario se puede
ver que pues que a tantos e tan grandes peligros se ofreció y
se puso por huyr e apartarse de la pobreza que conocía bien
ser llena de muy grandes miserias y trabajos. E de rico querer bolver
a ser pobre, por grande que fue la liberalidad del marido en embiar a
su muger, y la del cavallero que perdonó lo que tanto
avía desseado, fue muy mayor /[bviijv.]/ a mi parecer
la deste pobre viejo, considerada su hedad. Pues es cierto que por la
mayor parte suele morar el avaricia antes en los viejos que en los
moços, y por esto me parece que qualquier de los otros dos
hizo mayor liberalidad quel marido. El segundo más que el
primero, y el tercero mayor que todos.
Nadie pudiera defender esta
quistión como vos ni con tan sotil ingenio, mas brevemente os
mostraré cómo devéys seguir antes en mi parecer
que el vuestro. Dezís que el marido no hizo liberalidad pues
dio lo que la razón obligava a dar por el juramento de su
muger que hizo a Tarolfo. Esto sería verdad si valiera el
juramento, que cierto es que la muger es mienbro del marido, y juntos
son un cuerpo. Sin su licencia no pudo jurar, e si juró, no
valió porque al primer juramento matrimonial que hizo a su
marido este segundo no le puede derogar, mayormente siendo contra
razón y en los casamientos se suele jurar que será
siempre contento el marido de la muger y ella dél y que
serán una voluntad, y por esta causa la muger no pudo jurar, e
si juró, como tengo dicho, fue en causa injusta contraria del
primer juramento e no deve valer, e no valiendo, sin voluntad del
marido no se podría otorgar a Tarolfo, e si le otorgó
ella fue liberal de su honrra y Tarolfo, como avéys dicho, no
fue liberal en soltalle el juramento pues está claro que no
era valedero, sólo os digo que fue liberal de su desseo
lividinoso, lo qual quienquiera deve hazer pues somos tenidos de
seguir las virtudes y desechar los vicios. E quien haze lo que la
razón le obliga haze quasi nada como dezís, mas quien
haze lo que es obligado y más, éste tal se
llamará liberal. Y porque avéys dicho que
desseáys saber /cr./ cómo depende la honra del marido
de su muger, y en quánto se ha de tener la honra,
forçado será que me alargue para que más
claramente veáys que Tarolfo ni Tebano no hizieron liberalidad
alguna en comparación de la que el marido hizo.
Sabed que la castidad, juntamente con
las otras virtudes, no da otro galardón a los que la poseen
sino sola la honra, y ésta aun a los que son baxos los faze
ser excelentes, e si con humildad la sostienen, házelos amigos
de Dios e, por consiguiente, bivir y morir beatos y poseer la
bienaventurança. E si la muger guarda al marido esta castidad,
házele bivir alegre y cierto de su palabra, y con ojos
abiertos abitar contento entre las gentes, de ver que su muger es
acatada y mirada de las que son más que ella por esta virtud,
y esle señal manifiesta en su pensamiento que ella es buena y
tiene por compañera en quanto biviere, de cuya causa los
bienes temporales y espirituales se le acrecientan, lo qual no acaece
al que tiene muger contraria desta virtud, el qual jamás puede
tener un ora de consuelo, nada le agrada y el uno al otro se dessean
la muerte. E por el tal vicio se sienten andar en boca de todos, y
parécele que a nadie es oculto su mal. E puesto que tenga
todas las otras virtudes, basta este solo vicio para
deshazérselas. Por tanto, grandíssima honra es la que
da la castidad de la buena muger al marido, y dévese tener en
mucho. Y más que bienaventurado es el que la alcança,
aunque creo que ay pocos destos de quien se aya de aver embidia. Pues
tornando a nuestro propósito, de mirar es quánto dava
Tarolpho, y no se me ha olvidado lo que dexistes que Tebano fue
más liberal que los otros, el qual, hecho ya rico con trabajo,
no dubdó de bolver a la usada pobreza, soltando lo que
ganó. E pues esto dezís, bien se muestra que no
conoscéys bien a la pobreza, la qual si alegremente se possee,
a quantas riquezas ay excede. Por ventura se le figuró a
Tebano que las riquezas ganadas le pondrían /cv./ en diversos
enojos y cuydados. E quiçá ymaginava que Tarolpho se
arrepentiría de lo que le dio, y por cobrallo le
mandaría matar, e aun ternía temor que los vassallos
ganados no le fuessen traydores. Assí mesmo tenía
congoxa con la governación dellos y de la tierra, e
conoscía muy bien los engaños de sus vezinos y amigos y
que de muchos sería embidiado por sus riquezas, y por ello
estava tan lleno de tantos y tan diversos pensamientos y cuydados,
que le sacavan de todo reposo. Por lo qual, acordándose de la
vida passada que bivía alegre sin estos cuydados, dezía
desta manera: "yo desseava ser rico por tener reposo y veo que la
riqueza acarrea trabajos e tribulaciones, y que della huye todo
reposo." E visto esto dio él la riqueza a cuya antes era, por
quitarse de trabajos y congoxas, que la [pobreza] si no se
menosprecia es riqueza no conocida y escusadora de escándalos.
La qual conoció bien Diógenes quando
dixo: 'Basta para enrriquecer a la pobreza lo que natura le da.
Seguro de assechanças bive el que con ella pacientemente se
acuesta.' E no se escusa de poder subir en estado si, como tengo
dicho, bive virtuosamente. Pues si Tebano se quitó esta
congoxa de acuestas, no por esso fue liberal, antes fue sabio, y hizo
gracia a Tarolpho en dárselo a él antes que a otro,
puendiéndolo dar a quien quisiera. Fue a mi ver muy más
liberal que todos el marido que dava su honra, porque la honrra que
él dava jamás se podría cobrar, como la de las
batallas y de otras cosas se cobra, que puesto que una vez se pierde,
otra vez se puede cobrar, y esto que tengo dicho baste para
satisfacer a vuestra demanda.
Cosa es clara conoscida
si el seso no se derrama
de mucho tiempo sabida
que aventuramos la vida
por la honra y por la fama.
/cijr./Éste dava honra y muger
y los otros han plazer
de dexar lo que no es suyo
por la qual razón concluyo
quéste quiso más hazer.