[Anterior quistión.]


Capítulo nono. De cómo doña Juana propuso la tercera quistión, la qual fue muy replicada entre todos.

/[aviijv.]/

Escuchen vuestras orejas, muy poderosa señora, y den un poco de audiencia a mis palabras y ruegos por el Dios que adoráys; y por el poder de nuestra fiesta, que me deys consejo provechoso a mi demanda. Yo soy hija, como sabéys, de nobles padres, natural desta ciudad; llámanme del nombre que es lleno de gracia, y es mi apellido Lara. He recebido de Dios y de natura don estremado de hermosura, como mi gesto os muestra. Y aprovechándome más del nombre que del sobre nombre, soy muy graciosa y apazible al que se deleyta de mirar[m]e. De cuya causa muchos han trabajado de ocupar mis ojos de su plazer, los quales yo he desechado con resistir fuerte a sus assechanças y acometimientos. Mas porque me paresce injusto que yo sola quiebre la ley que las otras han guardado (conviene a saber de enamorarme) porque soy de muchos requestada, he determinado de hazello.
      E posponiendo de la una parte muchos que me siguen, de los quales algunos son más ricos que Mida, otros más hermosos que Absalón, y algunos otros muy liberales, entre todos ellos me aplazen tres en ygual grado. El uno creo ques más fuerte que Hétor. La liberalidad del segundo es tanta que en todo el mundo se sabe. El tercero es tan sabio que excede en saber a quantos fueron y son. Pero como las calidades déstos son diversas, yo dudo quál dellos tomaré mirando que en la hedad antigua qualquier calidad destas engañó los coraçones de las hembras. Así como a Dianira con Hércules, a Clitemestra con Egisto, y a Sesto Tarquino con Marcia. Por tanto, vuestra alteza me aconseje porque no me engañe de los tres quál devo tomar para más mi seguridad.

 

Sumario de la tercera quistión.

/br./

Una dama es requerida
quiera determinarse
a querer, pues es querida
y es por razón vencida
que deve enamorarse
duno ques muy esforçado,
dotro sabio en mucho grado
o dotro muy liberal.
Diga vuestra alteza quál
destos tres será tomado
para ser su enamorado.


Capítulo .x. De la respuesta de la reyna.

Gentil dama, no ay ninguno destos tres que no sea merecedor del amor de qualquier dama, por hermosa e graciosa que sea, mas porque en este caso no se han de combatir castillos, ni menos darse los reynos de Alexandre ni los tesoros de Tholomeo, e no sólo se ha de guardar con discreción luengamente el amor, y la honra, la qual no guardará la fuerça ni la liberalidad, sino sólo el saber. Digo que de vos y de otra qualquier dama se deve antes tomar el sabio por amigo, que el esforçado ni liberal.


Capítulo .xj. De la contradición de doña Juana.

      Mucho es contrario el parecer de vuestra alteza del mío porque yo soy de opinión que qualquiera de los dos se devía antes tomar que el sabio. La razón es ésta: Amor, así como vemos, tiene esta propiedad e condición, que multiplicando su fuerça en un coraçón, assí se apodera del que qualquier otra cosa que en él esté /bv./ aposentada, la señorea y echa fuera, moviéndole a su plazer, e ningún acaescimiento puede resistir que no convenga que le sigan los que dél son señoreados aunque les pese. Que ¿quién dubda que Biblis no conoscía que era malo amar a su hermano? ¿Quién contradirá que no le era manifiesto a Alexandre que se podía anegar en el Elexponto si en él se metía en tiempo de fortuna? Y nadie negará que Pássiphe no conocía que era más hermoso el hombre que el toro. Mas cada uno déstos, vencido del deleyte y fuera de todo conocimiento le seguían. Pues si él tiene poder de quitar el conocimiento al que conosce, si al sabio le quitare el seso, ninguna otra cosa le quedará. E si al esforçado o al liberal les quita el poco seso que tenían, aumentará más su virtud y valdrá y será para más quel sabio enamorado.
      Allende desto, amor tiene estotra propiedad que es cosa que no se puede largo tiempo encubrir, y descubriéndose suelen recrecerse peligros y para éstos ¿qué remedio dará el sabio que tenía perdido el seso? Por cierto ninguno. Que el fuerte con su fortaleza, en el peligro podrá ayudar a sí y a los otros, y el liberal por su liberalidad terná ganados amigos que le aprovechen para sus necessidades. E por esto me paresce a mí que no devo de seguir el parescer de vuestra alteza.


Capítulo .xij. Determinación de la reyna.

      Si lo que vos dezís fuesse verdad, ninguno sería sabio. Mas este vuestro enamorado, si es sabio de la manera que dezís, antes le ternía yo por sinple, e siendo tal, no es razón que sea amado. Mas dado que los dioses permitan que sea assí, no por esso negaremos que los sabios bien conoscen el mal y óbranle, y por eso no pierden el seso. Que cierto es que quandoquier que ellos quisieren refrenar su voluntad con la razón e sabiduría que alcançan, que se bolverán en su /bijr./acostunbrado seso, guiando sus movimientos y apetitos con recio e devido estilo. E de aquella manera siempre, o por muy largo tiempo serán sus amores ocultos y secretos. De arte que menos inconvinientes se seguirán del que es un poco sabio que del esforçado ni liberal. E si por ventura acaesciere descubrirse el tal amor, el sabio refrenará sus ojos de mirar, y el entendimiento en las palabras. E con saber proveerá cómo su honra y la de su amiga se salven. E aun para la salud si fuere menester no faltará el ayuda del sabio, antes aprovechará. La qual faltará en el esforçado y en el liberal. Que los valedores y amigos ganados por liberalidad, suelen en las fortunas y adversidades faltar e salir viles.
      Pues ¿quál será la donzella de tan poca discreción que se llegue a tal partido, que siéndole todos estos inconvenientes manifiestos, y que su amor ha de ser descubierto, que escoja y elija antes de dalle al esforçado o al liberal que al sabio? Ninguna creo que aya desta condición. E por esto mi parescer es que se ame antes el sabio que los otros dos. E assí lo determino.

 

Sumario de la respuesta de la tercera quistión.

Pues ha podido el saber
toda la tierra regir
más que tierra ni poder
ni liberal despender,
éste se ha de elegir.
Pues luego qualquiera dama
qual amor la enciende o llama
de tres el sabio discreto
ame lo que más perfeto
para no perder su fama.


[Siguiente quistión.]