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Capítulo .xlv. Cómo Parmenión propuso la .xij. quistión.

Estava assentado junto con doña Elvira un cavallero que Parmenión se llamava, el qual, como la reyna acabó de responder, dixo desta manera: "Muy poderosa señora, yo fui mucho tiempo compañero de un mancebo, al qual acaeció lo que contaré. Él, tanto quanto jamás nadie quiso muger, amava a una donzella de nuestra ciudad muy rica y valerosa de parientes, y por él semejante ella, según lo que después sucedió, queríale bien. Amando él a esta donzella lo más secreto que podía, por temor de no ser descubierto, buscava maneras para hallar camino cómo descubrille su intención y certificarse de la que ella tenía. Y esto era impossible porque de nadie se osava fiar pero, costreñido del desseo, propuso, que pues él no se lo podía dezir, de dalle a entender por tercera persona lo que por su causa padecía, e pensando diversos días de quién sería bien fiarse, que más seguramente en su negocio entendiesse, vido entrar un día a pedir limosna en casa desta señora una vieja pobre, desarrapada, suzia e muy importuna, la qual con la dama hablava pidiendo limosna, e vista ésta, determinó en su coraçón de fiarse de aquella vieja porque le pareció que della jamás se ternía en ningún tiempo sospecha y podría llevar sus mensajes sin que ninguno lo sintiesse. E llamóla y prometióle gran suma de moneda si en lo que le quería encargar le ayudasse. La vieja ofreciósele que haría todo lo que a ella fuesse possible para que él fuesse bien servido. E muy informada del negocio diole tan buena maña que en breve tiempo concertó que él y la donzella se fuessen en casa de la donze/evv./lla, estando ella presente, los quales, llegada la hora del concierto, no fueron bien entrados quando fueron todos tres [t]omados dentro en una cámara por los hermanos de la donzella, e apremiados que dixessen la verdad de lo que allí hazían, no la negaron. Estos hermanos de la donzella eran amigos de mi compañero, e visto que aún no avía tenido lugar de desonrar a su hermana ni a ellos, no le quisieron hazer mal ni ofendelle, antes riendo moviéronle un partido diziendo: "Tú estás aquí agora en nuestras manos, e has procurado de desonrarnos, e si quisiéssemos, por ello, te podríamos castigar. De dos cosas conviene que escojas la una: o quieres que te matemos, o quieres con esta vieja y con nuestra hermana con cada una dormir un año, jurando lealmente que si aceptares de dormir dos años enteros con ellas, con cada una uno, que tantas quantas vezes te ayuntares el primer año con la una o la besares o tocares, otras tantas has de abraçar, besar y tocar a la otra en el siguiente año. E si de la vieja començares, lo mismo harás a la moça en el segundo año, e no más ni menos. Y quede en tu libertad escoger de quál començarás." Mi compañero tuvo por bueno de dormir con las dos, pero quedó en duda de quál començaría el primero año, de la moça o de la vieja. Vuestra alteza le conseje de quál comience para más consolación suya, porque hasta saberlo no començará la justa."

 

Sumario de la duodécima quistión.

Una vieja y un galán
a una dama han venido
con la qual visto los han.
Dizen que a él matarán
si no cumple este partido:
que cumpla el año presente
con la moça, el siguiente
ygualmente con la vieja.
Vuestra alteza quál conseja
que tome primeramente,
que escoger se le consiente.

 

Capítulo .xlvj. Cómo la reyna responde a la quistión.

      Riose la reyna de oyr esta novela y tanbién los que con ella estavan, y respondió desta manera: "Según mi parecer, el mancebo devría començar antes en la moça hermosa que no en la vieja podrida porque ningún bien presente se deve dexar por el que está por venir ni se deve tomar mal presente por bien futuro, mayormente que de lo venir somos inciertos, y desto que dicho he muchos se han arrepentido haziendo el contrario, e si alguno se alabó de hazello, no razón, mas fortuna le ayudó. Por tanto, mi determinación es que el mancebo comience antes de la moça fresca que no de la vieja suzia."

 

Capítulo .xlvij. Cómo Parmenión contradize a la reyna.

      Mucho me haze maravillar vuestra alteza -dixo Parmenión- pues se dize quel bien presente no se dexe por el que está por venir, pues luego ¿a qué fin conviene seguir y sostener con fuerte coraçón los trabajos corporales, podiéndolos huyr, sino por el eterno bien a nos prometido de la esperança futura? De maravillar es que tenga gente quanta en el mundo bive, todos trabajando de tener algún tiempo reposo, que ayan estado tanto tiempo en tal herror sin conoscelle, podiendo hazer el contrario y pensando que el trabajo fuesse mejor después del reposo. Assí que justa cosa me parece después de la fin buscar el descanso.
      Pero el descansar sin trabajo no deve ni puede ser deleyte. ¿Quién ay que aconseje a ninguno que esté primero un año con una donzella, la qual ha de ser reposo de quien con ella se ha /[evjv.]/ de gozar, teniendo en el pensamiento que después se le ha de seguir una tan desplaziente y aborrecible vida como la que espera en la conversación de una vieja fea e podrida, siendo obligado de hazer con ella tanto e tales actos y tanto tiempo como con la hermosa donzella?
      No ay cosa tan enojosa al deleytoso bivir como acordarse el hombre que de fuerça toda criatura es nacida para morir. E acordándonos desto y poniendo esta muerte en la memoria, assí como enemiga y contraria de nuestro ser, nos turba todos los deleytes mundanos, y en tanto que della nos acordamos ningún plazer se puede sentir. Pues luego con la moça ningún deleyte podrá aver sin mezcla de tristeza, por la obligación que queda de hazer otro tanto con la aborrecible vieja, la qual es forçado que siempre se le represente delante de los ojos del entendimiento. Y el tiempo que anda con la esperança de las inestimables penas parecerá que buela, estimando las oras de los días venideros cada una ser un año. Y desta manera, el alegría presente, donde se mezcla esperança de venidera tristeza, no se siente.
      Por tanto, mi parecer es quel contrario fuesse mejor consejo, porque todo trabajo de que plazentero reposo se espera, es más deleytoso que el deleyte por el qual se espera enojo. Al enamorado Leandro las frías aguas del Esponto se le hazían calientes, y el temeroso y escuro tiempo de la noche le parecía claro, y el trabajo reposo quando yva a do estava su amiga Ero, passando nadando con la fuerça de sus braços por las saladas aguas de entre Sesto y Avido, lo qual se hazía por el deleyte que esperava aver con ella.
      Pongamos agora que el hombre quiera primero el reposo que el trabajo, o primero el galardón que haze el servicio, o la gloria que la pena. Parecerme ya a mí como ya está dicho que aunque assí fuesse, la venidera pena impidiría tanto el plazer de presente que no se devría llamar plazer mas trabajo. Dezidme qué gusto ni deleyte podía dar la filla real ni los delicados y agudíssimos manjares ni las acordadas músicas ni otras maravi/[cvijr.]/llosas fiestas hechas delante del combidado de Dionisio, viendo él encima de su cabeça una espada colgada de una sotil cerda. Pues lego huyrse deven las tristes ocasiones, y dévense de seguir con mucho plazer e sin ninguna sospecha los graçiosos deleytes.

 

Capítulo .xlviij. Cómo la reyna determina en todo la quistión.

Vos me respondéys, Parmenión, como si razonássemos de los eternos bienes, que por los ganar no es duda que se deva tomar qualquier trabajo y dexar todo mundano bien y deleyte, mas al presente no hablamos del divino deleyte sino del mundano, y de los mundanos enojos es la quistión a que yo os respondí, que, como primero os dixe, todo mundano deleyte se deve antes tomar que enojo mundano, porque en los mundanos bienes como dize el refrán: 'Quien tiempo tiene y tiempo espera, tiempo pierde'.
      Porque muchas vezes concede la fortuna con diversas mudanças sus bienes, los quales es mejor tomallos quando los da que querer trabajar para después del trabajo averlos. Que si la rueda de la fortuna estuviesse firme, passado el trabajo para no afanar más, digo que se podría consentir tomar primero el trabajo para después recebir doblado el plazer.
      Ítem ¿quién nos asegura que después de un mal no se pueda seguir otro peor, assí como venir el bien que se espera pues el tiempo y las cosas del mundo, todo es transitorio? Pues tomando la vieja, bien se podría él antes morir que se cumpliesse el año o la donzella. E también podrían los hermanos della arrepentirse de la conveniencia hecha, pues ninguna obligación los forçava, o podríase casar, o la podrían hurtar.
      E desta manera, tomando la vieja suzia y fea se siguirían tras un mal otro peor. E tomando la donzella, aurá el que /[evijv.]/ tal tomare primero, el cumplimiento de su desseo, por el qual se ha puesto a tanto trabajo, e no se le siguiría por ello el enojo que vos dezís en el pensamiento, porque aver de morir es cosa que no puede faltar, mas el estar un año con la vieja es cosa que fácilmente pueden los hombres sabios hallar caminos para estorvallos. Assí que las mundanas cosas es justo que los discretos las tomen con esta ley: 'Que qualquiera que las puediere aver las goze con condición de darlas, o dexarlas quando justamente le serán demandadas.'
      Afanar por reposar ¿quién lo haze? Manifiesto enxemplo nos da que el reposar sin afán raras vezes se puede aver ni alcançar. E pues hombre toma el trabajo por aver el reposo, quánto más es de presumir que si el reposo estuviesse tan aparejado como el afán antes se tomaría que el trabajo. Pues parésceme que bien es de creer que si el enamorado Leandro pudiera aver a su amiga Ero sin passar el tempestoso braço de mar, en el qual después pareció que él oviera escogido o tomado la dama antes que entrarse a nadar. Por lo qual conviene tomar las cosas de la fortuna quando ella las da, que ningún don es tan pequeño que no sea mejor presente, que una gran promessa futura. A las cosas venideras búscase remedio, y las presentes, según su propia calidad se gobiernan.
      Natural cosa es que se deve más presto tomar el bien que no el mal quando ygualmente entramos se nos presentan. E quien al contrario haze no se sigue razón natural, mas su locura. Yo no niego que después del trabajo no sea más apazible el reposo, e mejor conocido que primero, mas no es razón que por esso se deva primero tomar el mal que el bien. Possible es a los hombres locos y a los sabios tomar el consejo del loco o del sabio, cada uno según su parescer. Mas por esso, la infalible verdad no se muda, la qual nos muestra que de razón antes la donzella hermosa que la vieja fea se deve tomar para satisfazer a aquél a quien tal partido hiziessen.

/[eviijr.]/

Respuesta de la duodécima quistión en suma.

¿Quién es de la vida incierto
y está vencido de amor,
o el mal y bien descubierto,
eligirá bivir muerto
por escoger lo peor?
Cierto a mí no me parece
que lo que más aborrece
que primero lo escojáys.
Tomad lo que más amáys
pues que todo al fin fenece.


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