A mí cabe proponer, muy poderosa señora, y seré breve porque no se passe en palabras el tiempo de la fiesta del dançar, e si lícito me fuesse dexaría de dezir, mas por no desobedecer y por seguir la orden que todos han tenido, digo que yo desseo saber de vuestra alteza quál será mayor deleyte al amante, ver presencialmente a su amiga o, no viéndola, pen/eiijv./sar amorosamente en ella.
Quando el pensamiento es puesto
en la persona que amamos
deléytanos ver su gesto
y también es manifiesto
holgar si en ella pensamos
pues en todo da ellamor,
a la memoria sabor
estando presente a vella
o, sin ver, pensar en ella.
Plazeres son de amador
quál destos será mayor.
Gentil dama, yo creo que mayor deleyte se siente en el pensar que no en el ver porque pensando en la cosa que amáys graciosamente todos los spíritus sensitivos a la hora sienten admirable plazer y fiesta. E casi encendidos sus desseos, en aquel pensamiento contentan con deleyte. Lo qual no acaece en el mirar porque en el solo spíritu de la vista se goza y enciende a los otros de tanto desseo que no lo pueden sostener y quedan vencidos y atados. Y el espíritu del ver algunas vezes tomó tanta parte de su plazer que por fuerça le conviene tornar atrás quedando vil y vencido. E por esto juzgo yo por mayor deleyte el pensar que no el ver.
Poderosa señora, qualquier cosa que se ama quanto más se ve más se deleyta. Y por esto cree que más deleyte da /eiiijr./ el ver que no el pensar, porque toda hermosura primero nos agrada por la vista y después por la continuación de verla se confirma en el coraçón el tal plazer, y dél se engendra amor y los desseos que dél nace y procede. E ninguna hermosura por alguna otra ocasión es tanto amada quanto por agradar a los ojos e contentar a aquéllos. Pues luego viéndola se contentan y pensando de vella, les crece el desseo y más deleyte siente quien se contenta que quien dessea contentarse. Por la obdomia podemos ver y conocer quánto más deleyta el ver presencialmente que no el pensar, porque se deve creer que jamás partía el pensamiento de su Porteselao e por su ausencia jamás estava alegre sino malenconiosa, rehusava de vestirse, lo qual no hazía quando le vía delante, antes se alegrava y se adereçava y festejava con él de plazer de velle presente. Pues qué más claro exemplo que éste queremos para conoscer quel ver da más alegría que no el pensar pues es claro que por los actos exteriores se puede conocer lo que en el coraçón se asconde.
Aquellas cosas deleytan o enojan
que más se acercan al ánima, y éstas tales
más enojo y más plazer acarrean que las que
están lexos della, e ¿quién duda quel pensamiento
no mora en el ánima misma e de los ojos se halle assaz lexos,
aunque ellos, por particular virtud della tengan la vista, y les
convenga por muchos medios endereçar sus proporciones al
entendimiento del ánima? Que teniendo el coraçón
un dulce pensamiento de la cosa que se ama (que aquel deleyte le
causa) a la ora la vee con aquellos ojos a los quales ninguna cosa
por luenga distancia se puede encobrir, él a la ora habla con
ella, e por ventura se cuenta los enojos que por ella ha passado.
Entonces le es lícito abraçalla sin ningún temor
e tenella a su plazer, lo qual no acaece de mirarla, que el mirar no
tiene más de una vista, y, como emos dicho, amor es temerosa
cosa, tanto que el coraçón tiembla mirando, que nunca
dexa repo/eiiijv./sar en su larga, que muchos a avido que perdieron
sus naturales fuerças de sólo ver a sus amigas,
quedando como atados. E muchos, no pudiendo moverse, estuvieron
parados y quedos e algunos, tropeçando y temblándoles
las piernas, cayeron en tierra, otros han perdido el habla. Y por
causa de la vista, muchas cosas semejantes sabemos que han acontecido
y harto sería de bien quisto a quien no oviessen acaecido.
Pues como da deleyte aquella cosa, que de buena voluntad se deve
huyr. Yo confiesso que sería gran deleyte el mirar si no
causasse inconvenientes. Pero sin el pensar no valdría nada. Y
el pensamiento sin la vista corporal agrada mucho. Y que del pensar
acaezca lo que dezimos está claro, que muchos hombres avemos
hallado que con el pensamiento traspassaron los cielos si gustaron de
la eterna paz. E por esto, claro está que deleyta más
el pensar que no el ver.
Si dezís de la abdonia que
estava malenconiosa quando pensava, a ella no la turbava pensamiento
de amor sino de dolor que casi adevinó, siempre dudava de la
vida de Porteselao, temiendo su muerte. Y en esto pensava y esto no
es de los pensamientos que aquí dezimos, los quales en ella no
pudieran entrar por causa de su dudar, antes quexándose con
razón mostrava el gesto turbado. Conclúyese pues que
más deleyte da el pensar que no el ver. E assí lo
determino yo.
El ver con el intelecto
todos espíritus templa
e mira muy más perfecto
porque el desseado objecto
todo entero le contempla,
luego con el pensamiento
estará muy más contento
pues contempla sólo el bien
/evr./sin que vee algún desdén
que turbe el entendimiento.