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Resumen |
A pesar de haber transcurrido cinco siglos entre La Celestina (1499) y Tiempo de silencio (1962), resuenan con fuerza ecos celestinescos en la composición de la novela de posguerra, especialmente en la caracterización de su principal ramera. En efecto, para elaborar el retrato de Doña Luisa, Luis Martín Santos usa como modelo a la Celestina de Fernando de Rojas. Los cuadros literarios de ambas proxenetas destacan por sus notables semejanzas en cuanto a sus descripciones físicas y psicológicas, sus múltiples oficios, sus onomásticas, sus moradas y vestimentas, vinculaciones con la nigromancia y el infierno, así como en cuanto a los personajes que las rodean. Siguiendo la senda trazada por su antecesor medieval, el novelista contemporáneo se adentra en el mundo de la prostitución para reflejar la profunda crisis de valores que azota a la sociedad española durante la dictadura franquista. |
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