<< Anterior
 Índice capítulos
Siguiente >>

 

CAPITULO SEGUNDO DE la Ciudad de Jafa, y del camino que desde alli ay a Hierusalem

 

ESTA ciudad de Jafa (que por otro nombre se llama Jope) fue muy principal como lo demuestran las ruynas de los edificios della. Es muy celebrada en la sagrada Escriptura por las cosas que en ella acontecieron. Aqui se embarcò Jonas propheta huyendo de Dios quando le mando que fuesse a predicar a Ninive, y por la tempestad que por su culpa Dios embio, fue echado en la mar, y tragado de la Vallena. Aqui estuvo algun tiempo el Apostol Sant Pedro, donde vio aquella vision del cielo abierto, y descendir un vaso a manera de un gran lienço, que los quatro cabos del llegavan al Cielo, lleno de serpientes, y aves, y otros animales, y Dios le mandava que matasse y comiesse, y lo demas que en [12 r] los actos de los Apostoles dize en esta historia. Aqui resucitò el mismo Apostol a una muger que se llamava Dorcas: por lo dicho y por lo mucho que ay que dezir, es famosa esta ciudad y puerto. Luego que nuestro barco llegò al puerto y dio fondo, vimos venir de tierra otro barco hazia el nuestro, en el qual venia el Subasi que es el alguazil de la ciudad de Rama, con ocho, o diez arcabuzeros, y flecheros, y llegaron a nuestro barco, y entrando en el, mirò a los peregrinos que alli estavamos diziendo, Christiani? Christiani? y nosotros baxando la cabeça, le dimos a entender, que si: el barquero quando los vio venir, escondio dos barriles de vino, porque sabia quan desseosos son desta bevida, dexando un poco con que los combidò a merendar a pan y queso y algarrovas.

Despues que se acabò la merienda, nos hizo señas que entrassemos en su barco y venimos a tierra, y Christianos y Turcos muy alegres, riendo de un Turco que se emborrachò, y los otros Turcos le dezian Donayres.

Llegados a tierra, el Subasi nos pidio de la entrada un zequi por cada uno, y despues de recebido nos encomendo a un Turco que nos guardasse. [12 v] Y visto que aquella noche haviamos de dormir en el suelo en unas bovedas a manera de ataraçanas antiquissimas, entramos en acuerdo de rogar al Turco nuestra guarda, que nos dexasse dormir en un barco en la mar, y el se hizo de rogar hasta que le dimos ciertas monedas con que nos dio licencia.

El Subasi se yva aquella noche a Rama, que son quatro leguas, y le rogamos que nos embiasse un hombre con bestias para llevarnos a Hierusalem, y el lo prometio y assi lo cumplio. Aquella noche y otra estuvimos en un barco lleno de peregrinos que venian de Hierusalem donde yvan unos cavalleros Franceses y algunos frayles, regalaron nos estas noches que alli estuvimos.

Al tercero dia vino un hombre de Rama que se llamava Atala, y traxo para cada uno un jumento y por veynte y quatro zequies nos concertamos con el los quatro peregrinos: otros dos peregrinos llegaron a este tiempo, el uno frayle de sant Francisco, y el otro clerigo, ambos Franceses, y el frayle venia del Cayro: vinieron assi mismo muchos peregrinos Griegos con sus mugeres e hijos, y todos juntos partimos camino de Hierusalem. [13 r] Este hombre vezino de la ciudad de Rama con quien caminamos hablava Italiano, y dezia que era Christiano, aunque nos dezia por donayre (que era gracioso, y de buen entendimiento) quando le deziamos, que porque comia de tan buena gana con los Moros y Turcos? respondia, mira yo soy Moro con los Moros, y con los Christianos Christiano, y con los ladrones ladron.

Sea en ora buena hermano Atala lo que dezis: agora sed con nosotros Christiano. Llegamos a Rama, que por otro nombre se llama Ramata, adonde estuvimos tres dias. Todo este camino de aqui a Jafa es llano, ay olivares, y viñas, y otras frutas, y entre ellas una fruta mayor que melones, que en Italia se llama Anguria, es muy fresca y usan della mucho los Turcos, porque entretiene mucho la sed.

Esta ciudad fue muy hermosa de edificios, al presente està arruynada, aunque ay algunos en pie, y algunas Iglesias, y torres, especialmente una de sant George, que està fuera de la ciudad.

Aqui posamos en una casa, que aunque estava mucha parte derribada, avia buen espacio donde estar. Esta casa dizen que era de Nicodemus, agora es de los frayles [13 v] de Hierusalem, adonde posan los peregrinos: aqui ay bien de comer y barato, especialmente gallinas. Tuvimos por buena cama quando hallamos quien nos alquilò unas esteras, y en ellas dormimos en el suelo. Pagamos a un Turco algunos Reales, porque nos guardasse de parte de fuera de nuestro aposento, y dandole priessa todos a nuestra guia Atala para que caminassemos, nos dixo, que convenia dar aviso a un Capitan de Alarabes para que estuviesse en un cierto passo, porque andavan otros Alarabes ladrones por alli: y assi fue, que una mañana que madrugamos de la dicha ciudad de Rama, al amanecer hallamos en aquel passo al Capitan que dezia, con veynte Alarabes de acavallo, bien armados: hizieron nos detener a todos, y passada media hora que nuestro Atala hablò con ellos, passamos de largo nuestro camino: despues que nos alargamos dellos, vino empos de mi uno de los Alarabes a cavallo, y tocando por toda mi ropa me dezia, jarap, jarap, que es dezirme si llevava vino que le diesse: yo le satisfiziera su sed si lo llevara: el se bolvio triste, y yo fue algo alegre, por verme libre del. Por todo el camino hasta Hierusalem a cada legua nos salian quinze, o veynte Alarabes [14 r] con sus arcos y flechas, tan morenos del Sol, y tan mal vestidos, que parecian al diablo, dando mil gritos a nuestro Truciman Atala, que les diesse el gafar, que es cierto portazgo que les pagan todos los que passan por alli por via de paz, porque estos Alarabes no estan sujetos al gran Turco, ni a otro señor: y no tienen otra renta ni officio sino es lo que roban: parecen quando salen a nosotros y nos ponen las flechas a los pechos que nos han de assaetear, y con darles quatro o seys reales por todos, van contentos. A cada legua salen otros tantos, y con ellos se haze de la mesma manera, aunque son tan libres que nos llegan a las faltriqueras y nos sacan lo que en ellas ay, pero son tan comedidos que pudiendo despojarnos y tomarnos los escudos que llevamos escondidos y darnos muchos palos, vamos seguros por el respecto que tienen por todos aquellos caminos a nuestro Truciman Atala, y porque los castigarian si nos tratassen mal si los prendiessen. Vimos por este camino muchas Iglesias no del todo arruynadas, que con facilidad y poca costa podian ser reparadas. Vimos mas un edificio antiguo, que dezian ser la casa del buen ladron. Vimos las ruynas de la ciudad de Modin [14 v] tierra y patria de los Machabeos. Llegando quatro leguas de Hierusalem, comiença la tierra pedregosa y montuosa. Llegamos a reposar despues de medio dia debaxo de unos olivares donde avia una buena fuente: y estando comiendo lo que llevamos de la ciudad de Rama, a este tiempo llegò un Turco a cavallo, y el comio sin apearse lo que le di de mi mano: estuve le mirando su buen talle, y el buen donayre que traya para la guerra. El traya una lança y cimitarra, y un arcabuz, y arco y saetas, y una porra, donde avia ocho navajas, y daga, y martillo, a mi parecer podria entretenerse con diez enemigos, y aun matallos, vean si es menester yr bien en orden los que fueren contra esta gente. Este lugar donde passo lo que he dicho, es junto a un valle que se llama Terebinthi, donde David matò a Golial Philisteo. Passamos un rio que casi no llevava agua, adonde yo imaginè que David cogio las piedras que puso en su çurron, con que hizo su batalla con el Gigante. Aqui ay una puente medio destruyda, que devio ser hermoso edificio.

Passado este valle y rio, començamos a subir una grande cuesta, que duro una legua, y en lo alto està llano, aunque es pe-[15 r]dregoso, y acercando nos a Hierusalem, la qual està toda rodeada de montes, que si no es del monte Olivete de donde se vee toda, de essotras partes se vee poco. De aqui descubrimos un pedaço del muro, y las torres del castillo: luego que lo vimos fue tan alegre vista, y tan extraordinario contento, que todos los peregrinos Latinos y Griegos nos apeamos, besando muchas vezes la tierra, dando muchos loores a Dios, y mil suspiros devotissimos, diziendo cada uno su devocion a la santa ciudad, reyterando muchas vezes, Urba beata Hierusalem.

A este tiempo un Christiano que avia nombre Baptista, que sirve de lengua de los frayles con los Moros y Turcos que habla Italiano, salio a recebirnos, porque ya tenia el Guardian noticia de nuestra yda, y como llegamos a la puerta de la ciudad nos hizo sentar, y que aguardassemos el avisso del padre Guardian, que es el que el Papa tiene puesto por cabeça de los Latinos.

Desde a media hora vinieron dos frayles Italianos y saludaron nos de parte del Guardian, y que fuessemos bien venidos, que aguardassemos otro poco, que ellos bolverian por nosotros que yvan a avisar a los [15 v] Turcos que han de dar licencia de la entrada, los quales vinieron a mirar la ropa que llevamos, que era bien poca, y esto es lo que conviene para la seguridad del peregrino. Despues de vista nos dieron libre la entrada, pagando cada uno dos zequies de oro: los Griegos como mas caseros y vasallos del gran Turco, se entraron luego, y se fueron a su Patriarcha. Bolvieron los frayles por nosotros que eramos seys Latinos. Entramos en la sancta ciudad dia de sant Mauricio, a veynte y dos de Septiembre, del año de mil y quinientos y ochenta y ocho, y assi mismo estuvimos en llegar desde la ciudad de Venecia treynta y siete dias.

 

<< Anterior
 Índice capítulos
Siguiente >>