Autor: Begoña
Canosa Hermida
(Universidade da Coruña
- Proyecto Emblemática)
Título Artículo: UN ACERCAMIENTO TEMÁTICO Y ESTRUCTURAL A LA CARTA DE BOSCÁN A LA DUQUESA DE SOMA
Fecha de envío: 05/08/1998
Esta carta,(1) que encabeza el libro Segundo de la obra poética del barcelonés, es un testimonio literario de "gran valor anecdótico y documental para la historia de la literatura".(2) Constituye la única reflexión metaliteraria que media entre el Arte de poesía castellana de Juan del Encina, a finales del siglo XV,(3) y el Arte Poética en Romance Castellano de Sánchez de Lima, publicado en 1580.(4)
La missiva que nos ocupa sirve como prólogo al libro Segundo de Boscán. Anuncia -entre otras cosas- la materia que contiene: "canciones y sonetos a la manera de los ytalianos". Es el documento con el que se introduce en España la renovación lírica de raigambre italianizante que viene a regenerar el desgaste que sufrían los géneros líricos castellanos, especialmente los menores, caracterizados por "la improvisación, la superficialidad y el agotamiento causado por la repetición de tòpicos."(5) Es, por lo tanto, una epístola-prólogo, un tipo particular de escrito humanístico compuesto a imitación ya de los clásicos latinos, ya de los italianos.(6)
La carta, por la estrecha relación que establece entre dos sujetos, se convierte en un molde idóneo para desempeñar la función prologal.(7) En este tipo de documentos se mezcla el trasfondo personal -definitorio de la carta- con el anuncio de la materia que introducen.(8) Pensemos en dos ejemplos sobradamente conocidos y anteriores a la muestra de Boscán: la epístola con que Boccaccio introduce su Genealogía de los dioses paganos, destinada al Rey de Chipre,(9) y el "Prohemio e carta" con que Santillana dedica su obra de juventud al Condestable de Portugal. Estos dos testimonios comparten con el de Boscán una mezcla del carácter privado -pues tienen un destinatario concreto- y público -porque están destinadas a una difusión amplia acompañando a la obra literaria prologada-. Pero, sobre todo, se conciben desde el principio como "como artefacto artístico",(10) esta característica define las epístolas frente a la carta civil o política que tanta relevancia tiene en una época de desarrollo y cambio político como es el Renacimiento. Se componen de acuerdo con las partes preceptivas de la carta y con los principios de una elocutio cuidada, propia del estilo literario. Ello implica que el escritor puede apartarse de las normas gramaticales establecidas para la elaboración del discurso en el que prime la relevancia del mensaje sobre el canal expresivo. De ahí que, como es sabido, en el estilo literario se relaje tanto la importancia de la corrección gramatical, denominado en términos retóricos puritas, y sea aceptable un grado de perspicuitas o comprensibilidad del discurso más complejo que en otros contextos, aunque se procure no caer en la obscuritas.
Al acercarnos a la missiva de Boscán, observamos que presenta un notable cambio estructural con respecto a los testimonios epistolares del medievo: (11)
El escrito se encabeza con una breve salutatio: "A la Duquesa de Soma", típicamente humanística por su simplicidad y carácter funcional. En el momento de su escritura respondería a una función fática: apelar a la Duquesa, protectora y mecenas del barcelonés. Hoy en día, desempeña una función informativa, pues designa a la destinataria del escrito y de todo el libro Segundo de su obra. Se prescinde de intitulatio, o refrencia a la identidad del remitente, en esta primera parte de la carta, porque, al funcionar como prólogo de un libro, el receptor conocería los datos del que la envía mediante otras vías. Además, no debemos olvidar que Boscán dedica también el libro Primero a la Duquesa de Soma, como rezan sus primeros versos.(12) Con todo, conviene recordar que la salutatio simple, preferida por los humanistas, convive ya con la forma expandida de la misma en la Edad Media imponiéndose finalmente sobre ésta bien entrado el siglo XV.(13)
Se inicia la carta-proemio con un exordio, compuesto de acuerdo con los preceptos de las viejas artes dictandi;(14) en él, Boscán se dirige estudiadamente a la destinataria. Hace uso de una suerte de tópico de "falsa modestia": expone el miedo que le da importunar a la Duquesa con tantos libros.(15) A la vez, sopesa este temor con el acierto de haber dividido sus escritos poéticos en "partes", "porque si la una acabare de cansar, será muy fácil remedio dexar las otras". La humildad que muestra Boscán en lo expuesto hasta aquí, rebajando el valor de su labor poética al hacer referencia al cansacio que puede provocar su poesía a quien la lea y destacando el respeto hacia la Duquesa, está destinada a predisponer positivamente hacia la obra -en pimera instancia- a la Duquesa y -en segundo lugar- a todos los lectores que se acerquen a la obra.(16)
A continuación, adelanta el contenido del libro Cuarto, que cierra el volumen de sus obras dando a conocer la poesía de Garcilaso, y llama la atención sobre su grandeza poética. Boscán presenta la lectura de este último libro como recompensa y alivio a la pesadumbre provocada por sus composiciones. De nuevo nos hallamos ante el tópico de falsa modestia, que da pie al autor para hacer un somero repaso al contenido de los libros en los que divide su materia poética. Muestra así el cambio que media entre el libro Primero y el Segundo, cuya naturaleza encarece a lo largo de la narratio. Si el Primero -constituido por "coplas (...) hechas a la castellana" (líneas 10-11)- hundía sus raíces en la tradición castellana, el Segundo "terná otras cosas hechas al italiano modo, las cuales serán sonetos y canciones (...) La manera destas [cosas hechas al italiano modo] es más grave y de más artificio y (...) mucho mejor que las otras" (líneas 19-20).
Las veinte primeras líneas de la carta están destinadas a captar la atención y benevolencia de la Duquesa de Soma en particular y de todos los lectores en general.(17) Dos cualidades necesarias para acercarse sin prejuicios al nuevo modo de hacer poesía. En definitiva, recrea la función canónica del exordio, preceptuada ya por Cicerón en su De inventione (18) y repetida en la Edad Media por los dictatores, que insistían de modo especial en los colores destinados a conseguir que el lector esté "atento, dócil y bien dispuesto".(19)
De la línea 20 en adelante se desarrolla la narratio de la carta,(20) su parte más extensa. Puede dividirse a su vez en varias unidades atendiendo a la materia argumentativa.
1.- El primer apartado comprendería desde la línea 20 hasta la 69. En él se alude a la reacción hostil de los partidarios del verso tradicional español ante la irrupción del endecasílabo. A la vez, se exalta la novedad y grandeza de la materia poética de naturaleza italiana: "la cosa era nueva en nuestra España" (línea 23), y "toda ella consiste en ingenio y en juyzio" (línea 28). Causas, ambas, del rechazo inicial que provoca el nuevo quehacer poético en quienes estaban acostumbrados al ritmo octosilábico cancioneril. Según el testimonio literario que analizamos, las primeras críticas que recibe el nuevo metro italianizante por parte de los defensores de la tradición hispánica radicaban en dos cuestiones: la naturaleza de la rima y ser una poesía destinada a mujeres:
Los unos se quexaban que en las trobas de [']sta arte los consonantes no andavan tan descubiertos ni sonavan tanto como en las castellanas. Otros dezían que este verso no sabían si era verso o si era prosa. Otros argüían diziendo que esto principalmente havía de ser para mugeres y que ellas no curavan de cosas de sustancia sino del son de las palabras y de la dulçura del consonante. (líneas. 32-38).
La estrategia argumentativa de Boscán para oponerse a las observaciones de dichos detractores consiste en convertirlas en armas para atacar a quienes las lanzaron. Se apoya para ello en su propia liviandad y simpleza:
A) En primer lugar, arremete contra el ataque a la rima asonante del endecasílabo poniendo de manifiesto la excesiva sonoridad de la rima cancioneril. Ésta imponía un esquema tan estricto que priorizaba el sonido y la forma del vocablo frente a su contenido semántico, sacrificando así la esencia lírica del género.(21) El contraargumento de Boscán desvirtúa notablemente a quienes practicaban esta lírica tradicional (22) a la vista de la necesidad de profundizar en el sentimiento lírico, no sólo en el sentir humano, también en la belleza del mundo exterior al servicio de enriquecer el contenido poético.
Que ¿quién ha de responder a hombres que no se mueven sino al son de los consonantes? ¿Y quién se ha de poner en pláticas con gente que no sabe qué cosa es verso, sino aquél que calçado y vestido con el consonante os entra de un golpe por el un oído y os sale por el otro? (líneas 48-53).
B) En cuanto a la inversión de la crítica que se hacía apelando a que era una poesía propia de las mujeres, se entiende perfectamente la necesidad que tiene Boscán de defenderlas de la superficialidad que les aachacaban los detractores del endecasílabo: toda su obra se la dedica a la Duquesa:
Tengo yo a las mugeres por tan sustanciales, las que aciertan a sello, y aciertan muchas, que en este caso quien se pusiesspe a defendellas las ofendería. (líneas 56-59).
Como es fácil imaginar, la destinataria de la presente carta sería una de esas mujeres "sustanciales", a juzgar por la petición que le hace en la línea 196 de que enjuicie la calidad de la nueva poesía introducida en el libro Segundo.
Concluye así la primera parte de la narratio, en la que Boscán ha defendido el nuevo cauce poético de las críticas de las que ha sido objeto en España. Críticas encabezadas por los poetas castellanos entre los que destaca Cristóbal de Castillejo, quien satiriza el nuevo metro en los siguientes términos:
Juan de Mena, cuando oyó
La nueva trova polida
Contentamiento mostró,
Caso que sonrió
Como de cosa sabida.
Y dijo: según la prueba,
Once sílabas por pie
No hallo causa por qué
Se tenga por cosa nueva,
Pues ya también las usé.(23)
Con todo, críticas como la anterior al metro italianizante no deben hacernos creer que los poetas castellanos dejaban de advertir la necesidad de una renovación lírica en el panorama español. Eran conscientes del agotamiento del modelo cancioneril, pero pretendían que la innovación en la lírica del mommento se llevase a cabo sin perder su nacionalidad, de acuerdo con las posibilidades que ofrecía el ritmo español por antonomasia, el octosílabo.(24) Todo ello nos indica que, a pesar del estancamiento reconocido en el que se encontraba la lírica tradicional castellana a comienzos del siglo XVI, la entrada y triunfo del endecasílabo y el trasvase de la temática amorosa al nuevo ritmo no se llevó a cabo de la noche a la mañana.
2.- En el segundo apartado que se puede individualizar en la narración, atendiendo a un planteamiento argumental, Boscán introduce explícitamente la materia que va a tratar en el libro que prologa, y justifica su papel innovador en el plano de la poesía hispánica.(25)
Esta parte se inicia con una apelación a todos "los que quisiere[n] leer este mi libro" (línea 69), como es esperable en una carta prólogo. Se observa claramente cómo Boscán trasciende el ámbito de lo privado y busca su proyección pública, aunque se siga refiriéndo en un primer plano a la Duquesa de Soma, a quien apostrofa de nuevo en la línea 104 mediante la fórmula de tratamiento "vuestra señoría".
Destaca en esta segunda parte de la narración la insistencia con que el barcelonés proclama la novedad de las trovas que presenta. Así lo muestra la repetición de los siguientes términos del campo semántico de la `novedad en apenas cinco líneas; "cosas nuevas", "inventor" o "nuevas invinciones".(26)
Lo que agora a mí me queda por hazer saber a los que quissiere[n] leer este mi libro es que no querría que me tuviessen por tan amigo de cosas nuevas que pensassen de mí que por hazerme inventor de estas trobas, las cuales hasta agora no las hemos visto usar en España, haya querido provar a hacellas. (líneas 69-73. El subrayado es nuestro).
En el mismo sentido, manifiesta que tiene miedo a "provar mi pluma en lo que hasta agora nadie en nuestra España ha provado la suya" (línea 84) y expresa, poco más abajo, que ha "querido ser el primero que ha juntado la lengua castellana con el modo de escrivir italiano" (línea 87).
No queremos pasar adelante en la carta sin anotar algunas reflexiones sobre el deseo que muestra Boscán de ser reconocido como introductor del modo poético italiano en España. En primer lugar, debemos aclarar qué entiende Boscán por "invinción": un ejercicio literario que implica la reelaboración personal y particular -en cierto sentido original- de patrones conocidos. No es más que el ideal de imitación que tanta relevancia tiene en el Renacimiento.(27) Por otra parte, del discurso de Boscán se colige que no conocía los sonetos que el Marqués de Santillana había compuesto casi un siglo antes.(28) A los que se alude en todas las historias de la literatura actuales y algunas poéticas del momento. Pensemos, por ejemplo, en cómo los ensalza Herrera en sus Anotaciones aludiendo a la "grandeza del que los hizo y la luz que tuvieron en la sombra y confusion de aquel tiempo".(29) La importancia de los cuarenta y dos sonetos de Íñigo de Mendoza, a pesar de que no consiguió la aclimatación del nuevo verso, es innegable. El Marqués de Santillana intuía certeramente por dónde debían discurrir las renovaciones poéticas que se plasmaban como necesarias en el agotado molde cancioneril, aunque no consiga fraguar la horma que dé forma definitiva a la poesía de influencia petrarquista, de lo que se encarga Boscán y, sobre todo, Garcilaso.
Volviendo a la carta-prólogo de Boscán, éste pone al servicio de la justificación del libro introducido toda una serie de tópicos prologales perfectamente preceptuados.
En primer lugar, hace una justificación general de la escritura e impresión de sus obras. Para ello, exalta el valor del silencio frente al de la palabra escrita,(30) de la que muchos "se deven de aver arrepentido hartas vezes" (línea 80). De este modo alude a la reflexión que avala sus escritos, pues "por fácil cosa que fuera la que huviera de escrivirse, he tenido siempre miedo" (línea 82). A continuación, justifica el hecho de haber entregado a la imprenta su obra. Para ello nos remite al prólogo del libro Primero, donde sostiene que publica sus composiciones por ruego o encargo de personas de cierta autoridad, tópico bien conocido en las letras hispánicas:(31)
Este libro consistió Boscán que se impriese forzado por los ruegos de muchos que tenían con él autoridad para persuadírselo, y parece que era razón de sus amigos rogassen esto por el gran que se sigue que se sea comunicado a todos tal libro... (32)
Una vez explicada la reflexión con que avala Boscán el proceso de escritura de la obra que presenta y expuestas las razones de la publicación de la misma, se procede a la justificación de la materia literaria recreada: el quehacer poético italianizante. Dos son los argumentos que adjunta al respecto:
En pirmer lugar, dice que se ha entregado a este nuevo tipo de literatura como simple pasatiempo:
Quando al tentar el estilo de estos sonetos y canciones y otras cosas de este género, respondo: que assí como en lo que he escrito nunca tuve fin a escrivir sino a andarme descansando con mi []'spíritu, si alguno tengo, y esto para passar menos pesadamente algunos ratos pesados de la vida, assí también en este modo de invención (si assí quieren llamarla) nunca pensé que inventava ni hazía cosa que huviesse de quedar en el mundo, sino que entré en ello descuydadamente como en cosa que iva tan poco en hacella que no havía para qué dexalla de hazer haviéndola gana. (líneas 90-101).
Declaración muy difícil de creer a estas alturas de la carta y que no pasa de ser un mero tópico de humilitas, en manifiesta contradicción con su interés por ser reconocido "inventor" del metro italiano en España.
En segundo lugar, para justificar su tarea poética de corte italianizante se ampara en el mismo razonamiento que había seguido para avalar la publicación de su obra; la autoridad de reconocidas personalidades en el mundo cultural del momento. En primer lugar, alude al célebre encuentro con Andrea Navagero en Granada, con motivo de la boda de Carlos V e Isabel de Portugal. Boscán apunta cómo este "varón tan celebrado en nuestros días" (línea 103) lo insta a que pruebe en lengua castellana los sonetos y otras trovas consolidadas ya en Italia.
Pero, no es suficiente para nuestro autor la "súplica" de Navagero, necesita el exemplum de Garcilaso -cuyo talento era sobradamente reconocido (líneas 121-122)- para enfrentarse a las dificultades de tan artificioso metro. Como es lógico, ante la ausencia de preceptivas poéticas en el siglo XVI, la renovación lírica que anuncia esta carta se va a apoyar, básicamente, en el ejercicio de imitación, tanto de los italianos como de los contemporáneos, también, a su vez, imitadores.(33)
Otro aspecto que debemos destacar al hilo del relato de Boscán es su alusión al fuerte intercambio cultural que existía en el momento entre España e Italia particularmente. Así lo ilustra su conversación con Navagero en la que comentan "cosas de ingenio y de letras y especialmente en las variedades de muchas lenguas" (línea 105-106). Estas condiciones circunstanciales deben ser tenidas en cuenta a la hora de analizar la relevancia de la labor de Boscán y Garcilaso en la regeneración poética del XVI. Ésta -que no se había producido en la época del Marqués de Santillana- está vinculada a cuestiones contextuales. Como destaca A. Cruz,(34) el momento en que Boscán introduce la métrica italianizante es propicio para el cambio poético. Ya la lengua castellana había cobrado relevancia a nivel literario y político y era objeto de constantes reflexiones por parte de gramáticos de la talla de Nebrija, circunstancias que no concurren a mediados del XV, cuando el Marqués de Santillana compone sus sonetos. Por otra parte, se debe atender también a la política de apertura hacia Europa de Carlos V, que favorece los constantes viajes de unos países a otros con el enriquecimiento cultural que ello trae consigo.(35)
Hasta aquí llegaría la segunda parte de esta narratio, en la que Boscán justifica y avala sólidamente su labor de introductor del "modo de escrivir italiano" (línea 87).
3.- La tercera y última parte trata sobre las excelencias del endecasílabo frente al octosílabo:
Se comienza denostando el verso octosílabo. Boscán pone en tela de juicio su autoridad por el origen incierto del mismo "no hay quien sepa de dónde tuvo su principio" (línea 131). Efectivamente, en los tratados métricos, se dan cita las distintas versiones que los teóricos ofrecen sobre la cuestión sin que exista consenso en este sentido.(36) Al lado de este oscuro origen incierto, se le achaca también su carácter vulgar:
Vi que este verso que usan los castellanos, si un poco assentadamente queremos mirar en ello, no hay quien sepa de dónde tuvo principio. Y si él fuesse tan bueno que se pudiesse aprovar de suyo, como los otros que hay buenos, no havría necesidad de escudriñar quiénes fueron los inventores d['] él. Porque él se trahería su autoridad consigo y no sería menester dársela de aquellos que le inventaron. Pero él agora ni trahe en sí cosa por donde haya de alcançar más onrra dela que alcaça, que ser admitido por el vulgo. (línea 130-141).
Tras la crítica del metro popular que lleva a cabo, Boscán ensalza la grandeza del nuevo metro italiano, que adquiere un mayor esplendor por ser destacado tras el denuesto del octosílabo. Se alaba el endecasílabo por permitir el tratamiento de todo tipo de materia "o grave o sotil, o dificultosa o fácil" (linea 145-146) y de cualquier estilo.(37)
Más aún, en virtud de la defensa del endecasílabo, aborda una suerte de recorrido retrospectivo del mismo remontándose hasta los mismos griegos. Esto le permite nombrar poetas de reconocida autoridad que lo habían cultivado anteriormente. En esta suerte de autorización del endecasílabo destaca la importancia de los italianos, Dante en un primer momento, y Petrarca, considerado por Herrera "ejemplo a los que quieren escribir bien" y principio del soneto.(38) En este proceso de consolidación del nuevo metro también señala la importancia de los provenzales, en particular de Ausias March.(39) Las notas aportadas sobre el decurso histórico del endecasílabo recuerdan en no pocos aspectos a las que el Marqués de Santillana ofrecía en su "Prohemio e carta" sobre la Gaya sciencia.(40)
En la línea 180 de la carta a la Duquesa concluye el recorrido histórico al servicio de la métrica italianizante. Acto seguido, preconiza el gran futuro que se entreve para el metro en cuestión, al que ya los "buenos ingenios de Castilla (...) le aman y le siguen" (línea 188). Este comentario nos da idea del rápido triunfo del endecasílabo en España, pues aproximadamente quince años después del encuentro con Navagero, momento de la escritura de este testimonio, ya había triunfado en el suelo hispánico.(41)
Hasta este punto nos conduce la argumentación de Boscán en la narratio de su carta, que asombra por su longitud si la comparamos con la relativa brevedad de la carta medieval y antigua. Una extensión condicionada, claro está, por su carácter prologal y propagandístico. Queda atrás el viejo tópico que presentaba la carta como breves y simples (42) expresiones de sentimientos amistosos, comparables a las intervenciones de cada uno de los interlocutores en una conversación dialogada,(43) aunque desprovistas de la espontaneidad del diálogo.
En las líneas comprendidas entre la 195 y la 199 se recoge una suerte de petitio con la que el autor concluye el tratado sobre la métrica italianizante y vuelve a dirigirse a la Duquesa. En este caso concreto, la solicitud de "un juicio de tanta autoridad como el de vuestra señoría" no sería más que un modo de cubrir retóricamente esta parte preceptiva del molde epistolar, dándole la oportunidad al autor de retomar de nuevo la dimensión privada de esta carta apelando a la mecenas al que dirige en primera instancia esta missiva. Con ello se potencia la perfección formal de esta carta como unidad retórica: poco antes de concluir se vuelve al molde formal de la epístola -tras el "tratado métrico" intercalado en la misma- y se retoma la relación particular entre Boscán y la Duquesa, abandonada en el cuerpo de la narratio para dirigirse al colectivo de lectores en general.
A continuación, se concluye la carta-prólogo haciendo referencia al libro Segundo, al que da comienzo y haciendo gala de la recursividad de la captatio benevolentiae,(44) a ello responden esas últimas líneas:
Pero tiempo es que el Segundo Libro comience a dar ya razón de sí y entienda cómo le ha de ir con sus sonetos y canciones. Y si la cosa no sucediera tan bien como él dessea, piense que en todas las artes los primeros hazen hurto en empeçar y los otros que después viene quedan obligados a mejorarse. (líneas 200-204).
Como podemos observar, la anterior se trata de una conclusio que sacrifica su esquema preceptivo (45) en favor de la adecuación al molde prologal; aunque no por ello renuncia Boscán a retomar en este pasaje final su deseo de ser reconocido como "inventor" del modo italianizante de hacer poesía. Se prescinde, lógicamente, de las notas acerca del lugar donde se había escrito la carta y de su fecha de composición, que muy a menudo se simplificaba en un breve saludo final -como hace el Marqués de Santillana en el "Prohemio e carta"- y que tampoco retoma Boscán en su tratado literario.
Para terminar, nos gustaría apuntar unas notas sobre el molde retórico de la carta de Boscán con respecto al devenir histórico del género epistolar.
En este sentido, lo primero que llama la atención es la longitud de la carta y su carácter de tratado literario con fines propagandísticos, lo que pone de manifiesto una carácterística distintiva del género epistolar en el Humanismo: la versatilidad de su esquema retórico. Observamos cómo se aprovecha el esquema retórico más general de la carta -sus partes preceptuadas, a excepción de la conclusio, para modelarlo de acuerdo con las necesidades comunicativas de Boscán. La introducción justificada de la innovacción métrica que pretende difundir necesita desarrollarse latamente, para lo cual pone en práctica su conocimienco del género demostrativo. Se demora en la exposición de las circunstancias literarias que favorecerían la renovación que propone. Para ello se desacreditan las críticas que las nuevas formas habían provocado en algunos poetas, paso previo a la exposición de las excelencias de la misma. Todo discurre sin que el molde epistolar dificulte lo más mínimo el tratamiento adecuado de la materia argumentativa.
En el caso particular que nos ocupa la versatilidad del modelo epistolar se ve potenciada por la imprecisión del molde prologal, del que también participa. En el Humanismo, el remitente se siente dueño del género y no sacrifica la materia en aras de la forma -rígidamente preceptuada por los dictatores medievales. Como consecuencia, la epístola cada vez se va haciendo más flexible retóricamente y va dejando un mayor espacio para el subjetivismo del autor, que, si bien siempre estuvo presente como tema en la carta antigua y medieval, ahora invade también el terreno de la forma, sujeta a la manipulación del autor junto con el tono y dicción. Además, no podemos olvidar que ya en el siglo XVI la carta cortesana se convierte en el precedente del ensayo, también, como la carta, sumamente versátil, se alimenta de otros campos del saber -ya sea la filosofía, la ciencia o la crítica- y está siempre escrito en primera persona estableciendo un lazo estrecho con el lector o destinatario. En el caso que nos ocupa, notamos que las agudas reflexiones sobre la renovación literaria de índole petrarquista están mediatizadas por la subjetividad de quien observa la realidad comentada. Boscán maneja el molde retórico del ars dictaminis con la libertad suficiente para introducir reflexiones de cierta envergadura a partir de una constatación objetiva de la realidad. Pensemos, por ejemplo, en las consideraciones hechas a raíz de la crítica de los tradicionalistas hacia el endecasílabo o del encuentro con Andrea Navagero en Granada.
Hasta aquí ha llegado nuestra aproximación a este tratado literario, valioso testimonio de la reflexión literaria que estaba en ciernes a mediados del siglo XVI. Un documento literario con marcado carácter propagandístico, potenciado por la condición de ser un testimonio destinado a ver la luz impresa, con lo que su difusión amplia estaba medianamente garantizada. Y esta es una carácterística que se ha de tener en cuenta a la hora de valorar las unidades epistolares del Humanismo, dotadas de un carácter público que deja atrás el concepto de missiva que tenían los antiguos como intercambio privado de sentimientos o impresiones entre ausentes.
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