En el Discurso IV del Libro VI, Lancre hace referencia a una insigne bruja que declaró que mientras se dirigía al Sabbat vio cómo el diablo perforaba el pie izquierdo a un sacerdote-brujo y por ese lugar chupaba su sangre. A veces ciertos brujos sirven como nodrizas a los diablos y los amamantan con su sangre; este hecho, además, proporciona a los brujos un poderoso sortilegio de taciturnidad.