En el Discurso IV del Libro II, hallamos otro microrrelato de gran interés: un niño de corta edad estaba recibiendo la bendición en la iglesia de Mendiondo, en Laburdi, cuando se le escapó el sombrero de las manos y cayó al suelo. Fue una bruja quien lo recogió, fingiendo que así lo ayudaba, pero, al parecer, lanzó algún tipo de hechizo, puesto que el pequeño, al ponerse el sombrero de nuevo, comenzó a sentirse mal y al cabo de unos días falleció.