Corneille Brolic, Janette Dabadie, Jeanne de Hortilopits, Bertrand de Handuch
Bruja
En el Discurso II del Libro II, varios acusados más, tanto hombres y mujeres, mencionados más arriba, realizaron confesiones que tenían que ver con la abjuración y el ósculo infame, que, nuevamente, Lancre desgaja de su relato brujeril completo.
Corneille Brolic, apenas un muchacho, afirma que fue forzado a besar al diablo en el trasero, mas se negó y solo accedió a besarlo en el rostro; en cambio, Janette Dabadie explica que ella, tras abjurar (y renovar tal abjuración en todos los aquelarres) besaba al demonio en el trasero, el ombligo y miembro viril y nuevamente en el trasero. Jeanne de Hortilopits afirma que es costumbre que el demonio sea el que bese a los niños en el ano; de modo que los adultos lo besar a él, y él a los más pequeños. Bertran de Handuch (10 años) añade otro detalle: que siempre hay un pequeño diablo frente al grande, y que los brujos besan al gran demonio en el trasero, pero allí tiene un rostro, así que depositan su beso en tal faz. Después el pequeño diablo besaba al asistente al conventículo en la misma zona.
Estas confesiones van revelando el hecho de que sobre la base de un creencia que circula por la mayor parte de las aldeas, como es todo lo referente al aquelarre; se construyendo un relato colectivo, al que cada uno de los supuestos brujos aporta su granito de arena.