En este tratado, Pierre de Lancre, inquisidor francés que viajó al norte del País Vasco en 1609, detalla todos los actos que se imputaban a las brujas de aquella zona, pues según él cometían terribles crímenes y se caracterizaban, sobre todo, por su asistencia al aquelarre.
Este texto resulta de interés por dos motivos principales: en primer lugar, porque se refiere a la brujería del norte de nuestro país y, por tanto, nos dice mucho acerca de ciertas creencias que afectaban a las mencionadas zonas rurales; en segundo lugar, porque las páginas de este libro evidencian la fabulación a que eran sometidas las confesiones de las brujas, que, a su vez, podían también ser resultado de las presiones a que el propio inquisidor y sus acompañantes sometían a las interrogadas.
Nos hallamos, de nuevo (al igual que sucedía en el "Malleus Maleficarum", más de un siglo después, ante un gran relato, construido a partir de las viejas creencias y tradiciones, del folklore, de los rumores y habladurías, y cómo no, de las confesiones, basadas en todo lo anterior.
En el caso de este tratado, del mismo modo en que procedimos al registrar el manual de Sprenger y Kraemer, realizaremos un vaciado de lo que se podría denominar "germen del microrrelato". No nos referiremos a todas y cada una de las confesiones, sino a los pequeños relatos que hemos hallado y que, en consecuencia, poseen muchísimo de literario, aunque se presentan como testimonios de hechos reales.