Capí[tulo] XXXIX: de la luxuria
1. Luxuria es vicio contrario a la castidad, según se lee en la Suma de los vicios, e es en quatro maneras: la primera es en vestirse e bañarse e tocarse; la segunda es en fornicio, conviene saber, quando el varón suelto con la suelta se ayunta carnalmente; la tercera es adulterio, conviene saber, quando el uno o ambos son casados; la quarta es incesto, que es quando son parientes, o sacrilegio, que es con religiosos o por el contrario o en el iglesia. Hay otra specie, que no es de nombrar, que se dize contra natura.
2. E de aquestos vicios Sant Hierónimo dize que pocas vezes en los ricos se guarda castidad.
3. Sant Gregorio dize: “La luxuria consuma el cuerpo, ensuzia el alma, / quita la virginidad, roba la fama, offende las personas e turba a Dios”.
4. Del vicio de luxuria procede la mísera servidumbre.
5. Tulio dize: “El que es siervo de luxuria, no puede señorear a otro, porque el que la usa, es más esclavo que el comprado”.
6. Enxemplo. Este vicio se puede comparar a un animal que se llama talarita, que es uno de los más luxuriosos animales que haya en el mundo, tanto que por su desordenada voluntad que tiene de aqueste vicio, no usa modo alguno que sea natural como fazen los otros animales, porque macho con macho e fembra con fembra se ayuntan assí como se fallan.
7. E de aqueste vicio dize Sant Isidoro. “Si los luxuriosos fuessen piedras como eran en el tiempo antiguo, las piedras fallecerían”.
8. Oracio dize: “Las cosas prósperas acarrean luxuria e las adversas la consumen”.
9. Ovidio dize: “No te muevas por lágrimas o llanto de mujer, porque todo quanto faze es por engañar los hombres, e muestran de llorar a sus ojos quando quieren”.
10. Séneca dize: “Al que piensa el fin de la luxuria, le desplaze el principio”.
11. Salomón dize: “Ninguno puede esconder el fuego sino que quemasse los vestidos, ni andar sobre el fuego sin quemarse los pies; assí no puede estar el hombre con las mujeres sin pecar con ellas”. Otrosí dize: “La luxuria de las personas se conosce en el mirar e acatar de los ojos, e en la risa”. / Otrosí dize: “Pon guarda a la mujer luxuriosa e valdrale poco”. Item dize que quatro cosas hay que no se fartan jamás: la primera es el infierno; la segunda, la tierra, que jamás se farta de agua; la tercera, el fuego, que nunca dize arto hay; la quarta es el vaso natural de las mujeres, que nunca dize abasta”. Más dize: “Tres cosas son trabajosas de conoscer, e la quarta, en ninguna manera la entiendo: la carrera del águila en el aire, el camino de la culebra sobre la piedra aguija, e la carrera de la nave en el agua, e la carrera del mancebo en su mocedad, e assimismo es muy dudosa e incierta la carrera de la fembra luxuriosa”.
12. Sant Pablo dize: “Todos los deleites del mundo puso Dios en la luxuria”.
13. Aristóteles dize: “Ten por cierto que la luxuria es destructión del cuerpo, e apoquecimiento de la vida, e corruptión de la virtud, e torna al hombre como si fuesse mujer”.
14. Ovidio dize: “El mancebo luxurioso peca, mas el viejo torna loco”.
15. Salomón dize e fabla de la servidumbre e subjectión: “¿Quieres tú ser grande e haver señoría sobre la gente? No des señoría a fijo, ni a mujer, ni a ermano, ni a amigo sobre tus bienes e cosas, ca mejor es que todos vengan a tu merced, que si tú viniesses a las suyas”. Otrosí dize: “El que manlieva e toma dineros prestados de otro, es siervo del que ge los presta”.
16. La Ley dize que la servidumbre es / semejante a la muerte.
17. Isopo dize: “El que tiene lo que le cumple, contentarse deve. E el que puede ser suyo, no sea de otro”. Otrosí dize que la libertad no sería bien vendida por todo el oro del mundo.
18. Sócrates dize: “El que es de otro, conviene que sigua la voluntad e querer de aquél”.
19. Del vicio de la luxuria se lee en las Historias romanas, que el emperador Theodosio tenía un fijo masclo, del qual dezían los phísicos que si él vehía el aire fasta catorze años, él perdería la vista. E oyendo esto el emperador, fízole súbitamente cerrar una cámara que estava en una torre, e estuvo allí fasta aquel tiempo, que no vehía jamás sino los que lo servían. E sacado fuera, el emperador fízole mostrar la sancta fe cathólica de Nuestro Señor Jesuchristo, diziéndole qué cosa era el parahíso e el infierno, allá donde los diablos levavan las almas que fazían mal en este mundo; e después fízole mostrar, por orden, los hombres, e las mujeres, e los cavallos, e los canes, e las aves, e todas las otras cosas, porque él hoviesse conocimiento de toda cosa. E viendo el mancebo estas cosas, començó a demandar los nombres, e propiedades e condiciones de las cosas susodichas; e quando vino a preguntar de las mujeres, uno le respuso que havían nombre diablos, que lievan las almas al infierno. E fecho esto, el emperador preguntó a su fijo qué es lo que le havía más plazido de todas quantas cosas havía visto, e el / niño le respuso que los demonios que levavan las almas al infierno le contentavan más que todas las otras cosas del mundo, no ignorando qué gloria fuesse parahíso e qué pena infierno, por quanto él era bien adoctrinado e instruido para que dixiesse esto. E el emperador quiso saber de su fijo qué tales eran los demonios, e el niño mostró con el dedo una donzella de la corte del emperador, e dixo: “Aquéllos me han mostrado que son los diablos que lievan las almas al infierno”.