Capí[tulo] IV: del amor carnal
1. El quarto amor que mueve la voluntad humana se llama amores, e éste es en tres maneras.
2. La primera es amor de carnal appetito, conviene saber, quando el hombre ama a las mujeres sólo por el deleite que el hombre quiere d'ellas e no por otro, assí como faze la mayor parte de los hombres. E el deleite de este amor es todo e consiste en el cuerpo.
3. E según prueva Sancto Thomás, ninguno puede amar cosa alguna si no tiene sperança alguna de haver de lo tal algún bien. E ahunque a las vezes se tome aquel amor por algún mal respecto, empero, a lo menos según el plazer e deleite del que ama, es dicho bien.
4. E assí conviene que en qualquier amor haya siempre algún deleite, o corporal o del entendimiento. El corporal viene de los cinco sentidos principales del cuerpo, de los quales he fablado de suso. Empero, el deleite del entendimiento procede sin duda de la imaginatión.
5. E vale más la delectatión intellectiva que la sensitiva e corporal, ahunque la gente grossera e sensual busca e dessea más continuamente el deleite del cuerpo que del entendimiento, e dexa el mayor bien por el menor, assí como una cosa que no / tiene cuidado alguno salvo de su proprio deleite, sin mirar honra alguna, vergüen[ç]a o danyo, ni provecho, ni plazer o enojo de la mujer que le ama. Solamente se puede fartar, e esto lo causa porque de continuo vive en los deleites sensuales, como las bestias, e, por ende, no se puede nombrar amor.
6. E a este propósito dize Aristóteles que amor no es otra cosa sino querer que la persona que el hombre ama, haya bien; e el que ama a otro solamente por interesse que espera d'él, e no por ál, no lo ama.
7. E de este tal amor de concupisentia se puede dezir que han salido las Reglas del amar verdadero, porque el que es puesto en tal amor, no puede fartar el entendimiento de pensar, ni los ojos de mirar, ni las orejas de oír, ni la lengua de fablar de la persona que el hombre ama. E siempre fabla, siempre piensa, siempre studia e dessea fazer cosa que sea grata e en plazer de aquél a quien ama; e qualquier gran peligro e qualquier gran cosa le parece pequeña. E no duerme, ni come, ni teme vergüença ni honra por la cosa amada.
8. E esto quería dezir San Gregorio sobre el Evangelio de Penthecostés. “El verdadero amor, mucho obra, e faze grandes cosas, e si no faze grandes cosas, no es amor”.
9. E dize San Paulo en sus Epístolas que ninguno puede sobrar el coraçón del que ama, tanto que ni fambre, ni set, ni sueño, ni frío, ni calura, ni miedo, ni menazas, ni señoría, ni ha / un la muerte, ahunque fuesse crudelíssima, lo puede sobrar.
10. E por esso dixo Salomón en sus Cánticos: “El amor es fuerte como la muerte, empero, más obra el amor spiritual, el qual es amor perfecto e verdadero”.
11. E del amor carnal dize Sócrates: “No hay mayor cativerio que ser sometido a amor”.
12. E dize Platón que el amor no tiene ojos, empero, los tales enamorados de amor sensual, más propriamente se devrían dezir locos según la regla moral, ca son cativos ciegos e locos, e de continuo están en pensamiento e miedo, e la razón es porque este amor de concupiscencia no es virtud, mas vicio de luxuria.
13. E por esso dize Santo Thomás que el alma de qualquier siempre se mueve por fuerça de razón a amar todas las cosas que son fermosas e buenas. E assí no hay persona en el mundo a quien no plegan las cosas buenas e bellas quando las vee, e que no tome plazer en pensarlas, haunque no hoviesse de aquéllas otro deleite alguno e provecho corporal, sino que fuesse alguno loco público.
14. Sant Agustí, e San Bernardo e Hugo, en el Libro de las respuestas, dize que amor no es ál salvo transformarse en la cosa amada por semejança e conformidad de vivir, e de modos de virtud, e de voluntad e de costumbres, quanto possible sea a su condición.