/[1 r]/

Diálogo en el cual se trata de las heridas de cabeça con el casco descubierto, donde se disputa si es mejor curar semejantes heridas con medicamentos blandos o con secos.


[Co]mpuesto por el [d]octor Amato Lusitano, médico doctísimo. [T]raduzido del latín en romance castellano por Gerónimo de Virués, doctor en medicina valenciano.


En Valencia.
Impresso en la Emprenta de la compañía de los libreros, en la calle de Cavalleros.
1588.
Con licencia y Privilegio.











/2 r/

Lo Rey y per sa Magestat
Don Francisco de Moncada, Comte d'Aytona y d'Osona, Vizcomte de Cabrera y de Bas, gran Senescal d'Aragó, Loctinent y Capità general en lo present Regne de València.
Per quant Gabriel Ribes, librer de la present ciutat, nos ha humilment supplicat fos de nuestra mercé donar e concedir-li licèntia e facultat per a què, per lo temps anos ben vist, ell tan solament puga fer imprimir en la present ciutat un libre intitulat Dialogo de heridas de cabeza, compuesto por Amato Lusitano, medico y cirurgiano, traduzido de latín en romance por Geronimo de Virues, doctor en medicina. E nos attès que, per al dit effecte, té licència de l'ordinari, e que és obra molt utilosa per als que profesen l'art de cirurgia , ho havem tingut per bé en la manera infraferita. Perçò, per thenor de les presents expressament y de certa ferèntia, e per la real autoritat de què usam, donam, concedim, y otorgam licèntia, permís y facultat al dit Gabriel Ribes, per a què aquell o la persona que son poder tendrà, y no altra alguna, per temps de quatre anys del dia de la data de la present nostra y real licència en avant contadors, puixa imprimir e fer imprimir lo dit libre, y vendre aquell en la present ciutat y regne, sens encorriment de pena alguna per tot lo dit temps. Sots pena que si algú durant lo dit temps, intentara de fer lo contrari, perd a los tals llibres e o encorrega en pena de cent florins d'or d'Aragó als reals coffrens applicadors, y dels bens dels contrafahents irremissiblement exhigidors.
Diem perçò y manam a universes y sengles officials e subdits de la dita real magestad, dins lo present regne constittituts /[2 v]/ y constittudors, al qual o als quals les presents prevendran, y en qualsevol manera presentades seran que la present nostra y real licèntia guarden i observen guardar y observar fassen. Y a ella no contravinguen en manera alguna, si la gratia de la Magestat tenen per clara y en pena de cinch cens florins d'or d'Aragó, dels bens del que lo contrari farà irremisiblement exugidors e als coffrens reals applicadors. Dat en lo real palacio de la ciutat de València a quinze dias del mes de maig de l'any de la nativitat del nostre señor Deu Iesú Christ. M. D. LXXXVII
El Conde de Aytona,
Vidit Pascual R:
Vidit Vives Fisci Aduos:

Guilielmus Nicolaus Dehona
In diuversorum.xlv etc.









/3 r/

A los platicantes de cirurgía.

er la cirurgía una de les tres partes de la medicina, muéstranlo claramente Hippócrates, Galeno y Cornelio Celso en muchas partes de sus obras, quando dizen que la medicina está repartida en tres partes. La una que enseña cómo se han de alimentar los enfermos, la segunda cómo se han de curar con medicamentos y la tercera, la cirugía, que trata de la operación manual, la cual, es la más cierta y más segura que las demás, como escribe Cornelio Celso. Tanto que dize Hippócrates ser cosa de afrenta que el cirurgiano no salga con lo que pretende (In prohemio. 7. Libr. Libr. de Mel). Y es la razón desto, porque todo lo que /[3 v]/ el cirujano trata está sujeto a la vista, y lo toca con sus manos. Ser también la cirurgía arte antiquísima pruévanlo algunos, y entre ellos Higinio, diziendo que el primero inventor della fue Chyron Centauro, maestro de Achiles (Lib. 2 de si[...]coel et [...]. cap. 138. In proemio. Lib. I). Cornelio Celso dize que Podalirio y Macon, hijos de Esculapio, se hallaron en la guerra de Troya, como dice Homero (Illiados) y que allí curaron a los soldados de las heridas con medicamentos y con hierro, de donde se prueba ser muy antigua. Florecieron en la cirurgía varones célebres de los antiguos, cuales fueron Filoxeno, Gorgias, Sostrato, Hierón, Apolonio, Diocles, Amonio Alexandrino, Trifón, Evelpisto, Meges, y otros muchos, los cuales si escrivieron no llegaron sus obras a nuestras manos./4 r/ Solamente sabemos de las obras que compuso en cirurgía Hippócrates, Galeno, Cornelio Celso, Paulo Egineta, Aetio, Avicen, Rafis, Abucasis, Haliabas y algunos otros. De los modernos han escrito muchos y muy doctamente, como son Guido de Cauliaco, Nicolo Florenti, Lanfranco, Teodorico, Bertapalia, Bruno, Rogerio, Rolando, Halli, Ioanes de Vigo, Tagaulcio, Calmeteo, Botalo, Barthol, Magio, Joan Andrés de la Cruz, Francisco Arze, Andrés de Alcaçar, Alfonso Ferri y otros, que aunque escrivieron en latín, están las obras de algunos dellos traduzidas en romance, y aunque entrellos aya algunos que no tengan tanta autoridad como otros, es bien verlas todas, pues como dize C. Plinio, no /[4 v]/ ay libro que por malo que sea, no se pueda sacar dél a[l]gún pro[ve]cho (C. Plinius. Caeliu Marco suo).
Pero entre los modernos, los que han escrito en lengua castellana doctamente son Dionisio Daça, el licenciado Antonio Pérez, Fragolo, Murillo, que tradujo aquellos libros del Méthodo y de Galeno y otros.
Mas como la cirurgía no se pueda entender bien ni exercitar seguramente sin la anatomía, es necesario que el que profesare esta arte sepa también conocer las partes del cuerpo humano, así exteriores como interiores, de lo cual también ay libros en castellano, como son la Anatomía del doctor Montaña de Monferrate, la de Valverde, y de algunos otros de quien podrán los que exercitan este arte /5 r/ sacar mucho provecho para conocer y curar todo género de heridas, de apostemas, de llagas, de fístolas1, y toda suerte de enfermedades pertenecientes al cirujano. Pero el que mejor escrivió de cirurgía fue nuestro grande Hippócrates, como primero padre y verdadero maestro de la medicina, y de las partes de ella. Y entre otros libros que compuso de los que pertenece a este arte, fue un libro que se intitula De heridas de cabeça, porque entendía de cuánta importancia y dificultad es el saber entenderlas y curarlas por muchas causas y entre otras, por ser en la parte más principal de nuestro cuerpo. El cual libro illustró con sus comentarios doctísimamente Vido Vidio Florentino /[5 v]/ en lengua latina.
Mas como sea fácil cosa añadir a lo que esta inventado, y el modo y policía del curar de nuestros tiempos sea en algunas cosas differente del de los antiguos, pareciole al Doctor Amato Luzitano, varón doctísimo y muy exercitado en la medicina y cirurgía, enseñar muy a la larga el orden del curar de los antiguos, y el nuestro en el preferente diálogo, o coloquio intitulado De eridas de cabeça, que por ser de preguntas y respuestas, es el más acertado y fácil modo para enseñar cualquier arte que otro ninguno, como Platón, Cicerón, y otros muchos gravíssimos autores an usado. Fue el presente autor de nombre y nación portugués; dexó /[6 r]/ muchas obras y bien curiosas de medicina, y las que son de más importancia fueron unas centurias, donde al modo de Hippócrates en los Epidemios trae historias de enfermos de todo género de enfermedades, y las curas dellas, con sus escolias2 curiosísimas para lo que toca a la theórica y plática de cada enfermedad, de donde sacan los médicos curiosos muchos provechos y avisos, y curiosidades. Anduvo por varias tierras y regiones, como él mesmo escribe en sus obras, lo que no es de poca importancia para ser uno perfeto médico. Lo que también hizo Galeno, como él mesmo cuenta en diversos lugares de sus libros /[6 v]/ (In lib. Hipp. derat. vict. In morb. acutis. comen. 3 sect. 8. libr. 3 de comp. in 5.g.cap. 2.li.9.5.in facul. etc libr 6. sanit. tuend).. Pues estuvo dos vezes en Roma, navegó toda Lycia, estuvo en Tracia, Cypro, Macedonia, Syria, Alexandría, Cilicia, Fenicia, Palestina, Cyro, Creta, Italia, Bitinia, y Egipto, y otras muchas que buscó. Y anduvo por conocer simples yervas, y varios géneros de medicamentos y diversas especies de enfermedades que suele haver en cada una dellas, como él mesmo también escribe (In I.lib. Hippocrat. de morb. vulg. in proemio), diziendo que Hippócrates enseñó en el libro de los ayres, aguas y regiones, las enfermedades regionales, que suelen engendrarse en cada tierra diferentes. Y también ay algunos que escriven, que por esto se pinta Hippócrates cubierta la cabeça, en señal de que era amigo de peregrinar y ver tierras.
/[7 r]/ Viendo, pues, la falta de latinidad que ay en los mancebos cirurgianos, y aun en algunos maestros, y que ninguno de los modernos ha escrito de heridas de cabeça tan copiosamente y con tanta facilidad como hizo Amato en el sobredicho diálogo, que le trae a la fin de su sexta centuria, a pedimientos y importunación de algunos dellos me ha parecido tomar este trabajo de traduzirle de latín en romance, añadiendo, alargando, y quitando algunas cosas que me parecieron ser convinientes para que los que no sepan latín puedan aprovecharse dél, y que no aleguen ignorancia de que por no entender la lengua latina dexan de saber lo que tanto les importa.
A los cuales ruego y encargo cuanto /[7 v]/ puedo no dexen de leerle de día y de noche, y le lleven siempre consigo, porque aquí hallarán la verdadera3 méthodo para cualquier herida de cabeça por grave que sea. Aquí sabrán qué medicamentos hay que aplicar, y en qué tiempo y occasión. Aquí hallarán cuándo y de qué modo an de usar del trépano, de las legras y de las demás herramientas con tiento y seguridad. Aquí verán de qué manera an de vendar y hazer las ligaduras. Y al fin entenderán cuantas dudas y dificultades se offrecen en semejantes casos, y cómo an de responder a ellas. Ya saben que no les va menos que la conciencia y infamia si por su culpa e ignorancia se les muere un herido, pues se hecha de ver más que cuando /[8 r]/ se le muere un enfermo al médico. Rogándoles encarecidamente, aunque sean los más ábiles y diestros del mundo, que [l]lamen en semejantes casos en un médico docto en su compañía, y más cuando huviere de hazer obra manual, porque además que es autoridad y reputación dellos, descargan mucho sus conciencias. Y siempre el médico les aconsejará algo de lo que toca a la naturaleza de la parte, al uso della, y a las causas antecedentes, y a muchas cosas que por ventura él sólo no las advirtiera. Y no sean arrogantes ni ambiciosos, porque se veen en la medicina y en la cirurgía cada día mil desastres4 increíbles en cosas que, al parecer, teníamos por fáciles y ligeras de curar. /[8 v]/ Y sobre todo, que se apliquen a estudiar en buenos libros, como son los que antes nombré y que vean siempre que pudieren las anatomías, pues tienen tan buen aparejo en esta nuestra ciudad. Y sobre todo, alçar la mano del jugar y tañer en las boticas de sus maestros, que a nadie parece bien, y más entre semana. Pues de no mirar en estas cosas vienen los más a no sólo quedar manos en la cirurgía, pero aún a no saber nombrar perfectamente los términos y vocablos de su arte, ni de las enfermedades y partes del cuerpo humano, como ay algunos que por dezir "hernia" dizen "dernia", por "escara", "escala", por "diploe"5, "níspola", y por "pía mater", "pía mata", y otros mil dilates.
Proveren assí mesmo de / [1 r]/ aprender y saber hazer los ungüentos más aparejados y esperimentados de sus maestros, y ellos también de comunicárselos, y no guardarlos para el otro mundo, y ver y conocer los simples que entran en ellos, y ser curiosos en esto. Y no se maravillen que sea tan celebrado el ungüento negro, que dizen del moro, porque no se puede negar su buen effecto, pues se vee por la experiencia. Y si tienen en cuenta con lo que diré, vendrán por ventura a saberle hazer tan bueno, o mejor, que por ser él para el común provecho lo revelaré en la presente ocasión.
Cierto cirurgiano de este reyno, amigo mío, llegó por cierta vía en conocimiento de una yerva, que averiguadamente entra en /[1 v]/ el sobredicho ungüento negro del moro, entre otros simples que entran en él, y como a mí me la mostrasse, conocí luego ser la que los griegos nombran me con Ceratites o Paralion (cuya definición trae Diose. Theophrasto y Plinio), los latinos, Papaver Corniculatum, los árabes, Almakaran, los castellanos, dormideras marinas y los valencianos, bollandora. Entendido esto, voy a mirar en Galeno en el libro 7 De la facultad de los simples, y hallo que entre las virtudes que le da escribe las siguientes: Sus ojas y sus flores, dize, aprovechan para mundificar las muy suzias y difficultosas llagas de encorar, pero es necessario dexar de ponerlas cuando ya estuvieren bien mundificadas, porque tienen tanta fuerça en mundificar /2 r/ y abstergir6 que, si mucho las dexen sobre las llagas consumen también algo de la parte sana, y con esta misma virtud y fortaleza que tienen no solamente apartan la sordicie y podres de las llagas, pero aún sacan la escara que dizen dellas. Hasta aquí Galeno. De lo cual vengo a colegir que corresponde el effecto y lo que dizen los inventores de aquel ungüento encareciéndole demasiadamente, que es tan poderoso en atraer que sacará un clavo hincado en la pared, y que será por respeto de la dicha yerva, que tanto alaba Galeno, para el mesmo effecto. Y porque no me satisfize sólo con lo dicho, hallé buscando también en Galeno en el libro 6 De compositione medicamentorum /[2 v]/ sec. gen. en el capítulo 2, un emplasto o ungüento intitulado Diabotanom (cuya descripción trae casi de la mesma manera Gale. 4 De c. med. fec ge. cap. 13 de Lucio, su maestro, y en el lib. capit. 5 de Andrómaco, otra poco diferente destas), como si dixera compuesto de yervas, cuyo autor fue Crito, de quien trae allí su descripción, y sus palabras en este sentido. Este emplasto, dize, de que yo uso, cura el cáncer o çaratan, las llagas que van cundiendo, los lamparones, las lepras, y los carbúnculos. Este mesmo saca las escamas de los huessos en las fracturas del cráneo sin que sea necesario el trepanar. Saca los huessos, pero no dexes de legrarlos antes un poco. Sirve también para las heridas de nervios, etc. Y luego añade los siguientes componente de yervas que nacen en lugares secos junto al mar, que son éstas: la anagalis hembra, /3 r/ que produce las flores azules, (también se halla en algunos montes y arenales de ríos secos), nombrada en las boticas morsus galline, y en valenciano monrons, las dormideras marinas, que arriba diximos, los marrubros, las ojas tiernas de beleño, añádense después a ellas la escama del cobre colorado, los polvos del encienso, la rezina del pino, el azívar de los dos alumbres, y con vinagre, cera, y azeite añejo se mezcla todo, etc. Cuyas cantidades y el modo de hazerle enseña en el dicho lugar Galeno largamente, donde los curiosos podrán ver la ordinata, y ponelle por obra, y provarle una vez y otra, y desta manera no ternán porqué tener imbidia al ungüento del moro, pues todo lo que entra /[3v]/ (...)7 en éste se entiende que entra también en aquél. Allí también verán como Galeno muy de propósito examina cada yerva y simple por sí, y porqué razón entra en el compuesto, y cómo viene a conseguirle el efecto desseado.
No me detengo en contar las partes que se continenen en la cabeça, pues en el discurso del diálogo se trata como conviene. Sólo diré que la cabeza se entiende de dos maneras, la una cuando se toma por todo lo que ay desde la cerviz o pescueço, hasta la sumidad de la cabeça. Y de esta manera no se entiende cuando nombramos heridas de cabeça, porque las heridas de la cerviz y de la cara se llamarían herida de cabeça, lo que no se acostumbra /[4 r]/ ni nadie tal dixo. La otra manera es cuando se entiende toda aquella capacidad que contiene en sí el celebro, y las otras partes vezinas a él, y de esta suerte se entiende cuando dezimos heridas de cabeça.
No resta, pues, sino que el curioso y buen platicante de cirurgía tenga cuenta con leer una y muchas vezes el presente diálogo, y los demás libros en romance, ya que por no ser latinos son causa que personas doctas, que se les haze de mal escrivir en castellano, lo hazen sólo porque se aprovechen ellos, y que ya que ayan de leer y estudiar en lengua vulgar aya libros que les enseñen cómo han de curar methódicamente. De lo cual darán las devidas /[4 v]/ gracias a nuestro Señor, que permite no falten en el mundo personas de doctrina que enseñen y encaminen a otras.

Laus Deo trino et uno.




















/[1r]/

Diálogo en el cual se trata de las heridas de cabeça con el casco descubierto, donde se disputa si es mejor curar semejantes eridas con medicamentos blandos o con secos.


Compuesto por el Doctor Amato Lusitano, médico doctísimo, y traduzido del latín en romance castellano por Gerónimo de Virués, doctor en medicina valenciano.


Interlocutores

GRADI, cavallero ragúseo,
CELETANO NAPOLITANO y VANUCIO FLORENTÍN, cirujano[s],
AMATO LUSITANO, médico.








GRADI

Señores, pues sois cirujanos de mi casa, hazed el plazer de venir ambos luego conmigo, porque tengo el patrón de mi nave malamente erido de un golpe en la cabeça, que cierto hombre de nuestra tierra le ha dado, de tal manera que, entiendo, morirá dél en breve. Pero mientras vosotros vais, yo voy a llamar/[1v]/ al Doctor Amato.
CELETANO
Caminad, señor, que creo le hallaréis en la botica de Gabriel, boticario.
VANUCIO
Poco a le vi yo passar por aquí, y sino me engaño en esta misma casa.
GRADI
Pues vamos allá y juntamente podremos yr todos a ver el erido.
CELETANO
Ya es tan tarde que apenas se podrá visitar los enfermos, ni curar con la luz del día.
GRADI
Dios os guarde, señor doctor Amato.
AMATO
Bien llegados, señores. ¿Qué se offrece de nuevo?
GRADI
No es muy buena la nueva, luego que hemos de tratar con médicos y cyrujanos.
AMATO
Peor es no hallarlos cuando son menester.
GRADI
Al isleño /2r/ aquel, gran marinero, an erido en la cabeça, y a lo que entiendo es la erida mortal, y por tanto he llamado a estos mis cirujanos para que en la compañía dellos me hagáis plazer de miraros mucho en esta cura y con la diligencia que de vos confío.
AMATO
De muy buena gana lo haré, por ser yo tan antiguo servidor de la illustre casa de los Gradis.
GRADI
Bien lo tenemos entendido los de nuestra familia, pero yo, al presente, haré lo que aquel grande pintor Timantes, que lo que no sabré pintar con el pinzel, lo cubriré con el velo. Más esta es la casa, entremos, que aquí está el erido.
VANUCIO
Encienda luego una cerilla. Tres eridas /[2v]/ ay según veo en esta cabeça. (Tres heridas en tres partes de la cabeça y la cura dellas). La primera en el cocodrillo, la segunda en la mollera, y la postrera en la frente. Llegaos todos y veldas.
AMATO
Quitalde los cabellos, y alimpiad muy bien el cuello y la cabeça dessa sangre con una esponja, y después veremos lo que se debe hazer.
CELETANO
En todas estas tres eridas, según veo, hay daño en el casco.
VANUNCIO
Mas antes en la mollera está el huesso descubierto y la erida llega a la dura.
AMATO
Pues manifestad luego esta herida en forma de cruz con la navaja y separad muy bien toda la carne de las cuatro partes de encima del huesso, y apartad cuando pudieres el pericráneo, y si viéredes /3r/ algunos ossezuelos o briznas de guessos quebrados o desmenuzados, sacadlos con mucha destreza o con la mano, o con las pinzas, o con las tijeras.
VANUCIO
Comencemos a curarle
CELETANO
Veis aquí los lechinos y estopas con las claras de los huevos aparejadas; formad bien estas heridas dellos, porque aya buena plaça para la obra que se a de hazer con las legras, o trépano, o como mejor nos parezca para abrir el casco8, o con las pinzas o tenazuelas sacar todos los huesos quebrados
AMATO
Hecho esto como se requiere, procurad en que se eche un críster9 y después de averle proveýdo, sangralde de la vena común /[3v]/ del braço seis onças, porque a salido poca sangre de las eridas, como aveis oydo, y en semejantes casos, aunque el cuerpo no está pletórico, que es lleno de humores, mandan los médicos sangrar. Y tened cuidado que las ventanas y resquicios de las puertas están bien cerradas, y con algunas ascuas encendidas, templad el aire de este aposento, porque es lo fuerte del otoño, y procurad que no le hagan ruido, ni sienta ladridos de perros después de dos horas de la sangría. Dadle de comer unas pastas o alguna confitura o una almendrada. Beba agua cozida con culantro10 sola o mezclada con julepe rosado o violado, y mañana /4 r/ darle eis un bocado hecho de onça y media de caña fístula preparada.
CELETANO
Como veo, señor doctor Amato, que tan a menudo me vienen esta eridas de cabeça, muchas vezes estoy pensando en la dificultad grande que traen consigo en la cura, y más viendo quán diferente sea la cura que agora hazemos los modernos de la que usaban los antiguos.
VANUCIO
Yo creo que jamás antes de ahora se a exercitado la cirurgía con tanto primor como en nuestros tiempos, y señaladamente en lo que toca a las eridas de cabeça, pero, sea lo que fuere, muy grande merced nos hará el señor doctor Amato en que nos dé su /[4v]/ voto sobre este negocio, para que esta contienda que ya tenemos entre los dos días a, nos la declare y resuelva.
AMATO
Yo os responderé llanamente, pero si os satisfaziere o no, vosotros lo juzgaréis, aunque entiendo, según dizen los sabios, quán peligrosa cosa sea dezir uno su parecer entre dos amigos, como sea verdad que el uno dellos a de quedar enemigo del juez necessariamente.
VANUCIO
No llevéis cuenta con ello señor doctor, porque ninguna cosa preciamos más ambos que la propia verdad, la qual entre nosotros no sólo no engendrará discordia ni enemistad, mas antes nos causará amistad más firme y verdadera./5r/
AMATO
Muy contento estoy de veros tan conformes en tomar mi parecer. Y assí procuraré dezillo brevemente si me prestáis atención. Hippócrates tuvo por tan dificultosas de curar las eridas de cabeça que le pareció escrevir de ellas un libro entero, al qual intituló De heridas de cabeça. Aunque antes deste avía escrito otro de llagas, en el qual trae la cura de las llagas y11 eridas, pero de diferente manera, porque en éste cura las eridas o llagas que tocan en el cuero, en la carne y en el hueso, pero en aquél de las eridas o llagas solamente de la cabeça que tienen descubierto el casco.
VANUCIO
¿Es de Hippócrates, /[5v]/ por ventura, aquel libro De heridas de cabeça?
AMATO
Del mesmo es, y Galeno, en el sexto libro del Méthodo (capit.6) y en otras muchas partes de sus obras, confiessa ser libro legítimo de Hippócrates. Principalmente cuando cuenta las diferencias de las fracturas de los huessos, según la opinión de algunos, y al fin de dicho libro dize assí: "y destas que acontecen en la cabeça, hizo un libro Hippócrates, donde manda todo lo que se debe hazer en semejantes casos", etc.
CELETANO
De esso no hay duda, pues Galeno afirma claramente que es de Hippócrates este libro, y le promete de hazer sobre él un comentario, al qual ¡óxala tuviésemos nosotros! /6r/ porque él nos libraría del trabajo grande que tenemos, para haverle de entender perfectamente.
VANUCIO
Vidio Florentino, natural de mi tierra, según entiendo, hinche este vazío de Galeno, pues no sólo le ha traduzido del griego en latín, pero aún le ilustró con sus comentarios, como ya antes hizo también sobre el libro de las llagas y sobre el de las fístolas12.
AMATO
Ya yo lo sé, y Josefo Estrucio Polaco, varón de singular doctrina y eloquencia, tenía intención de hazer lo mesmo por la utilidad del arte de la medicina, pero como quiera que sea Vidio, es digno de grande loor.
VANUCIO
Pues tratamos de eridas, querría /[6v]/ saber primeramente, señor doctor (pregunta) ¿Por qué causa Galeno en todos sus libros no señala diferencia alguna entre erida y llaga?
AMATO
(Respuesta) Lo mesmo es erida que llaga, es a saber, solución de continuidad manifiesta, como también quiere Hippócrates. Pero los modernos a las llagas que se hazen con hierra o por causa de alguna caýda sólo sean rezientes o frescas y en ellas no aya materia, llaman las eridas, mas quando les sobreviene materia, entonces no quieren que se llamen eridas, sino llagas. Otros son de parecer que quando las eridas vienen de causa externa, que llaman procatártica o primitiva, o estén ellas /7r/ solamente en el cuero o en la carne y hueso, aunque en ellas aya materia que llaman pus o sanies, se nombren eridas; pero que le digan eridas o llagas, poco importa, sólo que las sepamos curar devidamente como dize Galeno a cada passo.
CELETANO
No es muy fácil curar eridas de cabeça, como tengo dicho, porque quanto más envejezco, más dificultad hallo en curar las eridas del cráneo.
AMATO
No por otra causa escrivió Hippócrates un libro de este negocio, sino porque sabía quán grave y ardua cosa era curar eridas de cabeça, y también porque muy de otra manera se curan éstas que las eridas de las demás partes del /[7v]/ cuerpo, y otra manera de ligaduras y bendas requieren, a lo qual se añade esto; que las cabeças de los hombres no son todas entre sí semejantes, porque se diferencian en la figura, como el mesmo Hippócrates enseña en el libro que compuso de ayres, aguas y regiones (Libr. X de animalibus cap. 7 y lib. [...] cap.7). Y Aristóteles también lo confirma en el primero libro de la historia de los animales. Y deste mesmo parecer dellos es Galeno (Gale. libr.de ossibus), diziendo que assí como son differentes las figuras de la cabeça, también varían en las comissuras o suturas del cráneo, de tal modo que en unos se ven de una manera y en otros de otra, las quales como sabéis no causan poco engaño /8r/ y dificultad al médico, aunque sea13 muy exercitado en su arte. Mas ya tendréis entendido que aquella cabeça tendrá su perfecta y natural figura que tendrá semejanza con una bola de cera muy redonda y apretada por los lados, y la que se apartare desta ya no será natural. Porque en la cabeça que fuere de buena y loable figura sus comissuras será de esta forma: T K. Pero muchas vezes la vemos de otra manera, como dize Hippócrates , que las comissuras no están en todas las cabeças de una mesma suerte, y con razón, pues suelen variarse en quatro maneras, que assí lo dize él mesmo en el libro De las eridas /[8v]/ de cabeça y Galeno lo confirma en el libro 9. Del uso de las partes del cuerpo humano (Gal. Lib. de usu part. c. x.). El cual, ultra de aquellas cuatro figuras diferentes, imagina y señala otra quinta con ellas. Y aun a vezes, assí en los varones como en las hembras, se halla el casco sin comisura alguna. Todo lo qual haze dificultosa la cura, no de otra manera que las diferentes composturas y dispusiciones de las cabeças y el diverso temple del ayre. Y he visto yo, peregrinando por muchas regiones y ciudades y considerando varias costumbres de gentes, los de un cielo morir todos los que estavan eridos de cabeça, en otro cielo y región, al contrario, /9r/ aunque fuesen las heridas mortales, curarse los tales con mucha facilidad.
VANUCIO
En Florencia y en Bolonia son tan peligrosas las heridas de cabeça, que muy tarde se curan los heridos dellas, y aquí, en Ragusea, al contrario, porque apenas ningún enfermo que esté con la cabeça herida y desmenuzada se muere, antes bien, los más biven.
CELETANO
(Pregunta) Mucho holgaría saber de dónde proceden estas diversidades, que donde las heridas de cabeça se curan breve y fácilmente, allí las enfermedades de los pies se curen con dificultad y por el contrario.
VANUCIO
(Respuesta)Esto entiendo que viene, como dize el señor doctor Amato, por la /[9v]/ varia temperatura y naturaleza del ayre. Porque la cabeça, como dize en sus centurias de autoridad de Galeno (8. De usu partium , ca. 2. y 3. 5. Aph. 69), por el temperamento y complissión14 influyente, es más caliente quel calor del estío y de su natural temperamento es fría y húmeda, pues donde el ayre favorece la complissión15 de la cabeça, allí, por ventura, son las enfermedades della más peligrosas y causan que mueran los enfermos. Pero donde es tanto de su parte, sino que le es contrario en sus cualidades, no causa tanto mal ni peligro. Porque ya sabéis que la sanidad se conserva con sus semejantes y las enfermedades se curan con sus contrario. /10r/
AMATO LUSITANO
Con haver muchas causas señaladas que hazen dificultosa la cura de las heridas de cabeça, una de las más principales, a mi parecer, es que quando se da algún golpe en la cabeça, algunas vezes se halla la lisión o el daño lexos de donde se recibió el golpe.
VANUCIO
Yo he leýdo antes de ahora en una obra de vuesa merced que puede esto acontecer.
AMATO LUSITANO
Sorano escrivió que es caso possible y que suele acontecer, en lo cual sigue a Hippócrates, de cuyo parecer es también como acostumbra Cornelio Celfo, de donde alcançó renombre de Hippócrates latino. Aunque es verdad /[10v]/ que Paulo reprehende a Sorano y pretende, por autoridad de Galeno, que no es possible acontecer semejante caso.
VANUCIO
¿Esto dezís que se hallará escrito en Hippócrates?
AMATO
Sí, porque Hippócrates en el libro De las eridas de cabeça dize a la letra las palabras siguientes: "rómpese el casco debaxo la herida en otra parte diferente que donde está la llaga y el huesso descubierto".
VANUCIO
Siempre e oýdo dezir que es bien leer los buenos autores y célebres en su facultad.
CELETANO
¿Quién duda que la buena doctrina se ha de tomar antes de las limpias fuentes que de los turbios arroyos?
VANUCIO
Si el señor doctor no /11 r/ nos dixera esta sentencia de Hippócrates, nunca creyera que fuera suya, mayormente por ver que Paulo tiene por impossible este caso.
AMATO
No os pese, señores, deteneros aquí un poco para que entendáis este negocio de rayz. Paulo Egineta reprehende a Sorano porque en la obra que escrivió de las heridas de cabeça, que aun en nuestros tiempos la leemos, dize, que lo mismo acaece en la cabeça que en el vidr[i]o. El cual acontece muchas vezes henderse en otra parte y a vezes en la contraria de la que recibió el golpe. Paulo (lib. 8. Ca. 90), no pudiendo dissimular esto, trata mal a Sorano, como lo podréis leer en él. Y la razón es porque el vidrio /[11v]/ está vazío y el casco está lleno. Porque Galeno, en el libro 9, Del uso de las partes del cuerpo humano, dize que una de las causas porque naturaleza proveyó en adornar el cráneo de muchas comisuras fue porque, siendo herido por la una parte, no pasasse la lisión a la otra, lo qual fuera de otra manera si todo él fuera una pieça y sin comisuras. Con todo esto, creo, no negaría Paulo Egineta lo que Hippócrates dixo, y yo también lo he escrito en otra parte, y es que, cuando se da algún golpe con arma en la cabeça, muchas vezes le hiende y quiebra el huesso más delante de aquel lugar donde está la herida, como suele acontecer en una tabla o /12 r/ leño, que no siempre se hiende donde da la segur, sino algunas vezes en otra parte.
CELETANO
No entiendo que el mesmo Galeno negara esto.
AMATO
Si bien me acuerdo, no sólo dixe que podía acontecer esto, pero mucho más, y es que, herida una parte, puede caer de la parte contraria la dura mater, con estar travada y pendiente de las suturas del cráneo, de donde nace un muy grande daño. Allende desto, es possible romperse o abrirse las venillas que están sobre el celebro en la parte contraria del golpe, de donde sale sangre y en breve se convierte en materia y podrece y corrompe toda la sustancia del celebro. /[12v]/ El qual caso me vino entre manos los años passados y llegué a entenderlo con muy grande honra y reputación mía y de la medicina. Y aún se alarga Cornelio Celso a dezir que puede acontecer esto quedando entero el cuero de la cabeça y el propio casco, especialmente quando esto se causa por alguna cosa que cae de alto. Y Galeno, después de Celso, en el segundo libro De la composición de las medicinas según las partes del cuerpo (cap. 1), no negó esto. Lo qual también Hippócrates, aunque no lo dixo a la clara, lo entendió de la mesma manera, quando dixo en el lugar alegado, esto es el quinto modo, la cual desgracia cuando /13r/ acaece es sin nigún remedio, porque ninguna vía se puede entender si es esto lo que padece el enfermo, ni en qué parte de la cabeça está el daño.
VANUCIO
Cuando alguno cae en este trabajo, ¿cómo lo entenderemos?
AMATO
De aquí a poco os lo diré, aora basta lo dicho.
CELETANO
(Pregunta) Habiendo de tratar las heridas y fracturas del cráneo, supplícoos señor Amato, digáis si sustentáis esta opinión que el cráneo tiene tres partes, es a saber, superior, inferior y la tercera espongiola, que Galeno llama díploe17 (6.meth.ca.[...])
AMATO
(Respuesta) ¿Por qué no tengo de sustentar esta opinión, pues en mis centurias he mostrado claramente por autoridad /[13v]/ de Hyppócrates y de Galeno ser ello ansí? Y aora, porque entendáys el negocio por entero, holgaré que me oyáis. Havéys, pues, de entender que el huesso de la cabeça o cráneo es de la propia manera que el huesso que compone la costilla, porque este, al parecer, es uno solo y ancho, pero de dentro en vez de tuétano se halla una parte espongiosa llena de venillas y sangre, de tal manera que si uno provasse agujerar una costilla (como hazía antiguamente Hippócrates para curar los que tienen podre dentro del hueco del pecho), sin duda ninguna, hallará tres partes en la costilla, la parte de encima y la de abaxo duras /14r/ y maciças y la de en medio entre ambas espongiosa. De la propia manera el casco tiene tres partes, de las cuales, la de en medio, a quien Galeno llama diploe16, tiene Hippócrates por muy más principal en el propio libro destas heridas, cerca del principio donde al huesso de encima y al baxo son que duros, densos y lisos, los hace como partes de aquella de en medio. La cual dize que es espongiosa, llena de unas carnezillas muelas y ralas que, tocadas17 con los dedos, se desmenuzan y resuelvan en sangre. Por lo cual queda claro de autoridad de Hippócrates, ser tres partes del cráneo. Pero sean tres /[14v]/ partes o tablas del casco, si ansí gustáis llamarlas, o sean dos, poco va en ello. (Pregunta) Sólo sepamos cuáles partes sean más robustas y firmes, quáles más flacas en el cráneo, para que de aquí saquemos el pronóstico, señales y conocimiento de la enfermedad.
VANUCIO
En esto hallo indeterminado y dudoso a Vidio, el de mi patria.
AMATO
(Respuesta) Esta es una duda tan fácil y llana que todos, sin discrepar nadie, responden desta manera. Que el huesso de la mollera es más delgado y más flaco de todos, después de los huessos de las sienes, después del huesso de la frente y los más fuertes y gruessos de todos los que están tras las orejas /15r/ y en el colodrillo.
VANUCIO
Assí lo escriben todos los cirujanos.
AMATO
Assí lo escriven todos, pero no saben por qué es ello assí.
VANUCIO
Pues hazednos vos merced de declarárnoslo.
AMATO
Soy contento, oyd. Que sea el huesso de la mollera el más delgado y flaco de la cabeça, muéstrase claramente en los niños recién nacidos, en los cuales se vee abierto y no del todo perfecto, ni acabado. El cual, después en los ya grandes, se muestra también ser flaco, porque vemos que la mollera está cubierta de muy poca o delgada carne. De donde vienen que las heridas en ella son muy peligrosas, y aún más porque tienen baxo de si /[15v]/ mucha cantidad de celebro. Lo cual no lo passó por alto Hippócrates quando dixo (Libr. desap. vulner.): "entre todos los huessos de la cabeça, aquel es el más delgado y flaco que está entre la frente y la cumbre de la cabeça, el cual también tiene sobre si poca y delgada carne y en esta parte también ay mucho celebro".
VANUCIO
Declarando este texto, Vidio está, como dixe, dudoso y sin osarse determinar, porque el huesso entre la frente y la coronilla de la cabeça duda que Hippócrates le llame huesso de la mollera, dándole a entender, por ventura, que havría otro huesso differente junto a las sienes. Siendo verdad que el /16r/ huesso de las sienes, como lo dize Galeno en el libro sexto del Méthodo, tiene en sí mesmo las propias comissuras hechas a manera de escamas de peces. Por lo cual, el que fuere leýdo en la doctrina de Galeno, entenderá fácilmente que el huesso que está entre la frente y la coronilla es el que llamamos nosotros de la mollera, el más delgado y flaco de todos.
AMATO LUSITANO
Después del derecho, se tienen por el más flaco el huesso de las sienes. De donde viene que las heridas en él son también muy peligrosas por tres causas muy principales, las cuales pinta Hippócrates desta manera: "de los demás, el huesso /[16 v]/ más flaco es el de las sienes, porque la mandíbula o quixada se junta con el casco en la sien y se mueve hazia arriba y hazia abaxo a modo de juntura y porque está cerca el camino por donde passa la virtud del oyr y, también, porque una vena grande y hueca passa por la sien". Assí que por estas tres razones, Hippócrates atestigua que son muy peligrosas las heridas de las sienes, por la articulación de la mandíbula con el cráneo en la misma sien y por el movimiento, por el agujero del oýdo y por las cuatro venas grandes que suben por las sienes, las cuales llamamos sphagitidas. De las cuales, las dos passan por dentro /17r/ y las otras dos van por de fuera; las unas y las otras dan mantenimiento a las partes de la cabeça y cuello. Pero aquellas que van por dentro, dan sustento a las partes interiores, estas otras dos a las partes de encima y van por sobre las sienes, con las cuales passan también arterias casi de la mesma grandeza, por hallarse pocas vezes las unas sin acompañadas de arterias. De manera que estas tres causas, junto con ser el huesso delgado y flaco, hazen esta parte muy flaco y sujeta a males, por lo cual acaece que las heridas sobre las comissuras sean también peligrosas, particularmente las de la mollera, porque las /[17v]/ comissuras de su naturaleza son flacas y sostienen la dura mater, y el huesso de la mollera es también flaco, de suerte que todas estas cosas hazen esta parte muy flaca. Pero como quiera que sea, Galeno más se atreve a obrar este huesso que el de las sienes o lados, como se vee en las dos historias que cuenta al final del libr. 6. del Méthodo. El cual también es documento de Hippócrates, como se saca del libro tantas vezes aquí alegado, donde dize desta manera: "quando en la cabeça se ha de cortar algo, sábete que todas las partes de ella se cortan con seguridad, sólo la sien y la parte de arriba cabe la vena que sube por la /18r/ sien, se guarda de tocar con hierro, porque al que en este lugar le cortaren algo, le tomará pasmo", etc. Con las cuales palabras aconseja Hippócrates que guardemos de cortar las sienes ni a los lados, sobre la región dellas, porque andan por esta parte vena, arteria y algunos nervios de importancia, los cuales, si se cortan, sobreverná pasmo. Porque cortados los nervios o músculos del un lado, se encogen los nervios y músculos del otro18, como declaré esto es otras centurias, donde doy por exemplo el freno del cavallo. Pero bolviendo a nuestro propósito, dezimos que las heridas del colodrillo y detrás de las orejas son menos peligrosas, /[18v]/ porque cerca destas partes el huesso es más duro y ay mucha carne y menos celebro debaxo. También las heridas de la frente son de poco peligro, como en otra parte lo he escrito, pero son más peligrosas que las de colodrillo, como también lo afirma Hippócrates.
CELETANO
Sin duda, importa mucho saber esto primero para el pronóstico, señales y curas destas heridas.
AMATO
Con mucha razón Hippócrates amonesta que se mire con grande atención y cuydado el advertir en qué parte de la cabeça esté herido el hombre, diziendo allí: "conviene mucho mirar en qué parte esté la herida de la cabeça, si es /19r/ en la parte más flaca o no", etc. (Consideraciones sobre las heridas de la cabeça y de las especies dellas) No menos se deben considerar las especies de las heridas si es contusión, que llaman subintración o fissura o incisión, porque según la diversidad del huesso y del hyerro, o causa exterior que haze el daño, se rompe o quiebra el casco de diferente manera. Y en la subintración es menester advertir si es tan solamente simple subintración, como acaece muchas vezes en los niños, cuyos huessos se abaxan y se encogen para dentro, como los vazos de plomo y de estaño quando se abollan por algún golpe. Lo mismo acaece en los mayores en la mollera, el cual modo se ha de reduzir a las especies /[19v]/ de fracturas, si queremos seguir el parecer de Hippócrates, porque en la subintración se vee una cierta solución de continuidad. Dévese también mirar si junto con la subintración ay fissura o rimula19, aunque diga Hippócrates que no puede haver fisura sin colisión, porque dize ansí: "si alguna cosa se hiende es necessario que poco o mucho se magule". De manera que las fissuras o rimulas20 se an de mirar con mucha diligencia, como enseña Hippócrates, por aver unas más delgadas que otras, otras muy delgadas, tanto que apenas se puede[n] descubrir. Y éstas las más de las vezes son mortales. Al contrario, ay otras gruessas /20r/ y anchas apparentes a la vista, otras muy largas, otras más cortas, unas derechas, otras torcidas y al través. Unas superficiales, otras profundas. Allí ay otras también que penetran hasta lo más baxo, las cuales aconseja Galeno que no lleguen hasta el cabo, obrándolas como diremos luego más largamente. Pero si es incisión, ha de tener mucha cuenta si en ella queda el vestigio o señal del instrumento con que se hirió, lo cual acaece muchas vezes cuando es agudo y liso. O si juntamente con la missión, ay fractura y compressión del huesso, con manera /20v/ que aprete la dura mater, lo qual se suele hazer con arma pesada y rebotada. O si responde el mal a la parte contraria que fue herida, lo cual muchas vezes acontece según arriba diximos. Pero en este particular importa mucho saber con qué manera de instrumento fue herido el enfermo o si el lugar de donde cayó fue alto, baxo o ni muy alto ni muy baxo. Y si las heridas las dio hombre de muchas fuerças o pocas, y si el enfermo cayó en tierra luego y si tuvo vaguidos, si vomitó o si realmente no huvo cosa de las dichas.
VANUCIO
Pues esto ya está dicho y bien advertido, querría, si fuéssedes servidos, entrássemos /21r/ a ver el enfermo, para que en esta segunda cura tratemos de cosas de más peso, y determinemos lo que se deve hazer.
AMATO
Vamos, pues. No ay que temer el fluxo de sangre al quitar las bendas, porque Galeno, como os tengo dicho otra vez, no quitava las bendas hasta el cuarto o quinto día, especialmente cuando tenía fluxo de sangre de las heridas.
CELETANO
¡Ea, señor!
VANUCIO
Quita la benda desatándola muy ligeramente. Y con las pinças sacad las mechas y lechinos todos, y tened cuenta no quede alguno dentro. Y limpiad muy bien las heridas con las hilas secas; y con esta espongita nueva, enxugad la materia y suziedad. /21v/ Y aquí tengo yo aparejados los instrumentos para sacar los huessos quebrados y para agujerar y abrirlos por do fuere menester.
AMATO
No os descuydéis, señores, de mirar con mucha vigilancia estas fracturas. Y si en este casco que está descubierto, está la incisión junto a la comissura, porque Hippócrates admonesta que se tenga en esto mucha cuenta, como en cosa muy dificultosa, porque descubierto el huesso se parecen a la vista las fracturas, lo qual no esas[...]sobre las comissuras o suturas, como ya yo otra vez os e contado que aconteció en la muger de Antonio Luceyo, médico del illustre Duque de Ferrara, /22r/ del cual yerro murió la dicha muger. Y era que tenía demasiadamente abierta la comissura escamosa, sin echarlo de ver los médicos y cirujanos que se hallaron presentes a la cura.
VANUCIO
Menester es que sea avisado el cirujano y que tenga cuatro ojos, como dizen, para tratar estas heridas de cabeça. Porque las comissuras, por ser flacas de su naturaleza, con facilidad se abren y hienden.
CELETANO
Havéis acostumbrado cortar el huesso sobre las suturas.
VANUCIO
¡Dios nos guarde de tal! Antes Hippócrates nos manda apartar dellas, y cuando la necessidad es tan grande, nos manda cortar el huesso más cercano a ellas.
CELETANO
Por muchas razones, entendí poco [h]a /[22v]/ que no se avían de tocar las comissuras.
VANUCIO
Por ventura, que por ser ellas de sí flacas, fácilmente las penetraría el trépano y haría alguna lisión en el cerebro. Allende desto, porque por las comissuras passan venas y telas, las cuales es peligroso tocar con hierro, porque, por ventura, caerá la dura mater que está travada y asida dellas. Ay también otra razón, y es que como la naturaleza aya hecho las comissuras con esta providencia para que por ellas como pro cheminca salgan los humos de la cabeça, es callo que se haría en lugar dellas en lo que estuviesse cortado, impidiría no saliessen los humos y vapores de la cabeça. De las /23[r]/ cuales razones quedó concluydo que sobre las suturas no se a de cortar el huesso, sino que, siendo necessario, se corte y s[e] abra el huesso más cercano.
CELETANO
Como quiera que sea, yo quando es menester, muchas vezes suelo raer con las legras sobre las suturas y abro y me salen bien. Y lo he hecho esto diversas vezes con el parecer del doctor Amato.
AMATO
Assí es verdad y he dicho que se a de hazer assí quando la necessidad lo pide, porque menos peligro corre abriéndose sobrellas que dexando de abrir, como havéys entendido por la historia que os he contado.
VANUCIO
Bien es menester que el cyrujano que osara emprender /[23v]/ esto, contra el parecer de Hippócrates, sea muy esperimentado. Pero holgaría, señor doctor Amato, (pregunta) que nos declarásedes qué es la causa que en solas las heridas y fracturas de la cabeça se permite cortar el huesso y en las de los otros miembros no.
AMATO
(Respuesta) Galeno casi a la fin del libro sexto del Méthodo responde a esta pregunta, al qual podéys vos leer con mucho provecho vuestro. Pero, entre tanto, yo respondería desta manera: el cortar el huesso en la cabeça es muy necessario, porque en la cabeça por su figura redonda no se puede hazer aquella juntura y unión de miembros convenientemente a /24r/ las fracturas, porque no tiene partes acomodadas a las cuales pueda embiar las humedades y superfluidades, como tienen los braços, piernas, otros miembros. También, cortamos el huesso para que si algún podre se recoge sobre la tela del celebro, se pueda bien sacar y alimpiar, porque no corrompa el celebro. Lo qual no se podría hazer no estando el huesso abierto y cortado. Y en todos los demás miembros las materias se despiden con sus devidas ligaduras, lo cual no se puede hazer en la cabeça, sino que antes la materia se va para abaxo. Y por esto, Hippócrates en las heridas de /[24v]/ cabeça, exceptuando las bendas floxas para sustentar los medicamentos y lichinos, reprueva las demás que algo aprietan. Porque estas tales apretando, llaman humores, de donde se sigue dolor y inflamación, detienen las humedades encerradas, de lo cual nacen tantos males que bastan a matar el hombre. Pero en los otros miembros estremos, como en el braço, en las piernas, las ligaduras solas bastan juntar y unir las partes separadas y defenderlas de inflamación, reprimiendo la materia que corre de otra parte a la enferma, y la que ya está en ella, expeliéndola y echándola fuera, como diremos más largamente /25[r]/ en la siguiente quistión, donde se disputará si las fracturas de la cabeça se an de curar con emplastos como las fracturas de los otros miembros.
VANUCIO
Lleguémonos pues y veamos las heridas. Sea la primera la del colodrillo, pues nos viene primera a las manos. Bien descubierto está aquí el cráneo, mas espanta la grande fissura y manifiesta que tiene; pero provemos si llega hasta las telas del celebro. Mostrad acá esse tintero, echemos por la incisura una poca de tinta para que veamos hasta donde llega.
CELETANO
Querría, señor doctor, nos dixesse (pregunta) de qué instrumento usaremos para obrar este huesso.
AMATO
Yo /[25v]/ os lo diré. Pero quiero primeramente traeros a la memoria lo que ya antes os dixe, que las heridas del colodrillo son menos peligrosas que las de las otras partes de la cabeça, y los que se han de morir dellas mueren más tarde, y tanto más quanto fuere el tiempo más frío. Pero bolviendo a vuestra pregunta, respondo con Galeno (respuesta) en el 6 del Méthodo, donde dize desta manera: "de las fracturas, pues, del cráneo, unas llegan hasta la segunda tabla, que los griegos llaman diploe, otras llegan hasta la superficie de dentro del huesso. Unas son fracturas simples, otras contusiones, otras solamente vestigios y señales de los instrumentos con /26 [r]/ que se hizo la herida". (Cómo se devan obrar las tablas del cráneo) Pues las fracturas simples, que llegan hasta la segunda tabla, tienen necessidad de obrarse con las legras angostas, pero conviene tener muchas en número y diferentes en la grandeza, porque en ninguna cosa aya falta para la obra. Después de descubierto, como se acostumbra el huesso dañado, primero se a de usar y servir de la legra más ancha, después de la otra ya más angosta y assí después de las otras, hasta llegar a la menor, y desta se a de usar en la mesma diploe. Y más abaxo dize: "de las fracturas que llegan hasta las telas del celebro, si fuere tan solamente simple fractura, [h]ase de usar de las /[26 v]/ dichas legras angostas. Mas si es la fractura con alguna contusión, primero se havrá de quitar lo que está contuso, lo qual se puede hazer o agujereando primero al derredor con barrenos, después rayendo con las legras, o verdaderamente luego al principio, dándole con el escoplillo21 redondo y hueco. Mas la obra que se haze con el trépano o barrena es poco figura, porque obrando con él con osadía, muchas vezes tocan y ofenden la tela que está debaxo del casco. Ni tampoco carece de vicio la obra que se haze con los cicliscos22 o escoplillo redondo y cóncavo, porque atruenan mucho la cabeza, la cual tiene /27r/ antes necessidad de quietud y reposo". En las cuales palabras Galeno, como avéys oydo, nos enseña en abrir y agujerear el casco y en sacar los huessos, o sean fracturas simples o compuestas. Assí el modo de obrar como la obra que se haze con el trépano, ser peligrosa porque lastima la dura mater y los sessos. Assí también, no nada menos reprueva la obra que se haze con los cicliscos23, porque remueve mucho la cabeça.
VANUCIO
Mucho me espanto que, con ser Galeno tan curioso, nos aya dexado este negocio tan cortamente declarado.
AMATO
No tenéis razón, ni ay de qué espantaros, que antes Galeno, haziendo cierta distinción, nos /[27 v]/ enseña cuándo hemos de usar de trépano y cuándo de los cicliscos24 y escoplillos.
VANUCIO
Hazednos, señor, merced de dezírnosla.
AMATO
Dize Galeno (6, Méthodo, ca.6), si las fracturas son grandes y los huessos quebrados están muy movidos, entonces es mejor usar de los escoplillos, porque con pocas vezes que se corte con ellos se hará la obra, la cual se acabará del todo después con el instrumento lenticular. éstas son las palabras de Galeno sin duda ninguna. Y a mí también me parece assí mesmo en este caso, siendo las fracturas grandes y los huessos quebrados muy movidos, usar de los escoplillos, porque con pocos cortamientos /28r/ haréis lugar al cuchillo lenticular. Pero si los huessos están muy firmes, se an de cortar con el trépano. Hasta aquí son palabras de Galeno, las cuales, como veys, no son diferentes de la sentencia que os havía alegado. Antes bien, para que entendáis el parecer de Galeno, oyd más lo que dize: "Algunos para que no yerren en alguna obra an inven[ta]do tal suerte de trépanos que no se pueden entrar hacia dentro, los cuales por esta hechura y artificio los llaman ababtista, porque un poco encima de la punta deste trépano anda un circulillo pequeño, algún tanto salido, el qual le detiene, que al tiempo de la obra no se /[28v]/ pueda meter a dentro. Pero conviene tener aparejados muchos desta manera para toda la corpulencia del casco. Porque el casco más gruesso a menester el trépano más largo (llamo assí al que tuviere más espacio desde el cabo de la punta hasta el circulillo que anda eminente sobre ella). Y el casco más delgado a menester el trépano más corto, que será el que terná menor el dicho espacio. Otros no sé si los llamé más tímidos o más seguros que essotros, de quien hemos hablado, an usado de los trépanos que llaman chymicidas. Pero tú, si hubieres de ser advertido en lo que te pudiere engañar, y no eres demasiadamente /29[r]/ tímido en el obrar, usa de los escoplillos con mucha comodidad. Al principio de los más anchos, después de los más angostos, hasta llegar a la dura mater. Pero aquello que es necessario cortar, no se a de quitar todo al derredor con los escoplillos, sino principalmente en aquella parte donde la fractura es muy grande. Porque allende de otras cosas, la misma tela se aparta muy prestamente en los huessos muy quebrados, de manera que no ay miedo de cortarla por estar ya apartada. Pero si, una vez hubieres descubierto alguna parte del casco, y pusieres debaxo el instrumento lenticular, del que huvieres assentado /[29v]/ la parte más ancha de la lentejuela sobre la tela, herirás con el martillo y ansí cortarás el casco. Porque haziéndolo desta manera, saldremos con cuanto pretendemos".
CELETANO
Por cierto, que enseña esto Galeno tan claramente que me parece no ay qué dessear en esta materia, con tal que nos hagáis merced, señor doctor, de declararnos los nombres de los instrumentos con que Galeno manda que obremos.
AMATO
(Trépano que cosa sea y de los demás instrumentos). Hablaré primero del trépano, que en latín se dize terebra y terebrum, y con nombre diminutivo terebella y terebellum. Instrumento muy común, del cual a cada passo se sirven los carpinteros para agujerear los maderos /30[r]/ y tablas. Llamámosle nosotros barrena. Semejante a ésta era el trépano que usavan antiguamente los cirujanos de ordinario. Sin éste tenían otro que tenía un circulillo un poco salido encima de la punta, el cual le detenía que no se pudiesse meter hazia dentro obrando con él, por lo cual le llamaron ababtista terebra los griegos. Destos trépanos ay de diversas hechuras y se obra con ellos de diversas maneras. Porque unos los traen al derredor con las manos, otros los ruedan con una bola que tienen al cabo, otros los rebuelven con un palo at[r]avessado, otros con una correa atada en medio, otros los traen con /[30v]/ un arquillo, otros a modo de los torneros, con una cuerda y travessero.
VANUCIO
Destos trépanos poco o ninguno uso ay entre los cirujanos deste tiempo, por lo cual será bien no usarlos en agujerear este casco. Y hazednos placer de dezirnos qué entendió Galeno por los trépanos que llamó Chymicidas.
AMATO
Llamó Galeno Chymicidio instrumento lo que los cirujanos de aora llaman modiolo, y Hippócrates llamó serra, la cual havéis de entender que a de ser redonda, porque obra, como sabéis, a modo de una sierra redonda. El cual instrumento al presente tampoco nos servirá por ser de mucho peligro.
CELETANO
Pues /31r/ usemos, a lo menos, de los cicliscos, si con todo, nos declaráis primero qué instrumento sea este.
AMATO
Por los cicliscos entendió Galeno unos escoplillos cortantes huecos por dentro.
VANUCIO
Si no os declaráis mejor, en la mesma duda nos quedamos.
AMATO
Sobre los cicliscos o escoplillos huecos para cortar, no muy diferentes de nuestras legras vulgares. Pero diferéncianse porque los ci[c]liscos están hechos cañonados y huecos, a manera de un circulillo con corte agudo, semejantes a los que los carpinteros tienen para cavar o entallar los maderos, dándoles con un maço pequeño -creo son los que llaman /[31v]/ gubias-. Pero no hallamos escrito si Galeno usó dellos sin darles con maço o martillo. Antes es de creer que obrava con ellos dándoles con el martillo, pues dize que no carece de vicio la obra que se haze con estos, por hazer gran conmoción en la cabeça. Y usa dellos, como havéis oýdo, cuando la fractura es muy grande. Con los cuales corta tanto del huesso cuanto basta para obrar después el instrumento lenticular con el golpe del martillo.
VANUCIO
Todos estos instrumentos que obran dando golpes con el martillo, dexémoslos como peligrosos, porque Galeno también los desecha como poco seguros./32r/
AMATO
Usemos, pues, de nuestras ordinarias legras corvadas hazia dentro, que son más siguras. O las que ay en Alemaña y en Espania muy singulares, de tal hechura, que sino los muy diestros no sabrán obrar con ellas. O usemos del trépano que usavan los antiguos y se rebuelve con el mimbriqui, el cual tiene, en la parte más baxa, un hierro cuadra[do] y hueco. En el cual, assí como se suele poner una manera de hyerro o otra conviniente para cortar el huesso, de la mesma suerte, se mete allí un clavo que tiene la cabeça a modo de un pero picado con muchos agujeritos ásperos y escabrosos como en la lima. Y esta /[32 v]/ manera de instrumentos me parece a mí muy al caso, y ninguno hasta oy que yo sepa le a pintado o puesto en uso.
VANUCIO
Yo, en este instrumento, acostumbro poner un hyerro que en la parte más baxa fenece como en una mançana estirada o sulcada con cinco cortes agudos. Pero otros, como son mis maestros los de la Toscana, en lugar de este hyerro que yo uso, suelen meter otro a modo de uña. Otras veces otro a modo de medio círculo.
CELETANO
Unas vezes usaremos de uno, otras de otro, según la necesidad. Agora usemos de las legras más anchas, después de las más angostas, como enseña Galeno.
VANUCIO
/33 [r]/ Llegaos, pues, y cerremos los oýdos al enfermo con un algodón.
AMATO
Daos priessa en hazer la obra, porque Galeno en el libro 8, capítulo 2, Del uso de las partes, manda que los huessos de la cabeza se corten o agujeren con mucha presteza y diligencia, porque no se resfríe el celebro.
VANUCIO
La tinta a llegado hasta lo más baxo del huesso, y esta rimula
25 llega hasta la dura mater. Dadme, señor Celetano, las legras más angostas ¡Válame Dios! ¿no veys ya el celebro cómo pulla? Dadme el lenticular, para que si ay algún ollezuelo que punce o lastime la dura mater lo saquemos y ygualemos lo desigual. Y hagamos liso lo /[33 v]/ que está áspero. Porque estas escamas y asperezas suelen ofender muchas vezes la dura mater si el cirujano no fuere diestro. De donde suele seguir dolor, inflamación, perlesía y calenturas.
AMATO
En la herida de la mollera procurad quitar todo esse huesso que está muy quebrantado o con las pinças o con estas tenazuelas, o con el pico de grúa y con el levador de la parte de los dientes, o de la otra, alçad los huessos quebrados o subintrados. Después, con el lenticular ygualaréis lo que está áspero.
VANUCIO
Aquí hallo un huesso que se mueve, pero es muy grande pieça ¿Pareceos que lo /34r/ saquemos? (Pregunta)
AMATO
(Respuesta) ¡Dios nos guarde! Precepto es de Galeno (6, Méth. ca. 8) que cuando en las fracturas ay grandes pieças no se seguirá inconveniente ninguno de dexarlas. Y verdaderamente Galeno en esto habla como testigo de vista y bien esperimentado, porque visto yo muchas vezes semejantes pieças de huesso unirse y después, cubierta la carne de su cicatriz, quedar muy asidas, haziéndose las diligencias devidas en la cura.
VANUCIO
¿Havéys usado la cirurgía en algún tiempo, señor doctor Amato?
AMATO
Sí, por cierto, particularmente /[34 v]/ en Salamanca con mis maestros, donde, con no tener yo aun dieciocho años, mis maestros Pontano y Olivares, tenían tanta confiança en mí, que me encomendaron dos hospitales llenos de diversos enfermos. El uno se llama, si bien me acuerdo, de santa Cruz, el otro de santa Blanca. Después, como me fuy a mi patria, cuydome poco de la cirugía.
VANUCIO
Para que uno salga buen artífice es necessario que entienda todas las partes del arte que professa y que no se contente sólo con la lición de los autores, sino que se exercite muy bien en todas ellas, como Hippócrates, Sorano, Acchigenes, Rufo, Galeno, /35r/ Paulo, Celso y otros tales que las tenían entendidas por el cabo. Y entre éstas, la parte de la cirurgía, no solamente esta gente granada y sabia, pero los que tuvo por dioses la gentilidad, como Macaón y Podallrio, la exercitavan con sus propias manos. Pero en estos, nuestros tiempos, bástales y aún sóbrales a los médicos tomar el pulso, aunque no tengan mas que las ropas doctorales para encubrir, por ventura, mejor desta manera su ignorancia. O, por ventura, por ser del vando de Albenzor, el cual, en viendo una llaga, luego se le movía el estómago y con muchos ascos, le davan luego unos vaguidos /[35 v]/ de cabeça, de donde vino a dezir y escrivió que el físico no debe jamás exercitar la cirurgía.
AMATO
De Hippócrates no sé que está averiguado, si exercitó alguna vez la cirugía, porque leemos en su juramento que la proibió a los médicos. De donde prevaleció esta costumbre entre los romanos, que los médicos que curavan las enfermedades con dieta y medicinas no exercitassen la operación manual, ni estos que llamaron cirujanos, curassen con dieta ni medicinas. Y esto lo establecieron como ley y dexaron assí decretado, pero en esto basta lo dicho.
CELETANO
Bolvamos a nuestra conversación, en /36r/ que tratávamos de las pieças grandes de los huessos que se mueven en las fracturas, las cuales de común acuerdo con parecer de Galeno, determinamos que no se deven quitar. Aunque en nuestros tiempos, no faltan algunos cirujanos atrevidos que con fuerça y violencia procuran y emprender sacar todos los huessos que veen movidos.
AMATO LUSITANO
Estos tales, por ventura, son moços de poca esperiencia y merecen que les manden aún platicar con sus maestros, porque se guarden y se adiestren de errar.
CELETANO NAPOLITANO
Contaros he un caso digno de notar y muy a propósito de lo que /[36v]/ tratamos. (Caso de cierta herida de cabeça notable). Los días passados me vino un mancebo herido en la cabeça, el cual tenía una gran pieça de casco quebrantado a manera de círculo, de la cual quité todos aquellos huessos quebrantados y desmenuzados por donde la dura mater se parecía descubierta en grande cantidad a manera de círculo. Pero lo que es de maravillar que en medio del círculo, como en un centro, huvo una pieça de casco. Y aún si queremos hablar como matemáticos de necessidad, era redonda como ysla en medio del agua, y quedó entera sin nigún daño. La qual, todos los que nos hallamos allí, creýamos que saldría fuera y aconteció /37r/ al revés, porque quedó muy asida. Ni yo curé mucho de sacarla, porque tenténdola con las pinças, vi que estava firme y fixa a la dura mater.
AMATO
Muy cuérdamente obraste, porque el cyrujano no a de andar muy solícito en arrancar y quitar los huessos movidos, sino que a de andar con mucho tiento. Y si los huessos están muy firmes, [h]ase de dexar esta obra a naturaleza, la cual, muchas vezes, por sí misma obra con mucha facilidad y haze lo que nosotros, con muchos trabajos y artificios, no podemos alcançar.
VANUCIO
Pues ya todos los huessos están quitados y la obra se a hecho en ellos con la precisión
26 que devía, /[37 v]/ tanto que dixo Galeno (De Hisiodo Arist. Ausomo. u [...]) della lo que Hesiodo, poeta de un hemistiquio, "quien bien comiença, la mitad a hecho". Bien será que comencemos a poner los medicamentos.
CELETANO
Aquí está el trabajo y la dificultad de este negocio, porque ay algunos que curan estas heridas con medicinas desecativas, otros con cataplasmas y con medicinas húmedas, pero el señor doctor Amato nos hará merced de dezirnos en esto su parecer, pues le hemos hecho juez de esta causa.
AMATO
(Méthodo y [...] de curar las heridas de cabeça) Tomando el agua de lexos, como dizen, començaré de Hippócrates, el cual en el libro propio de estas heridas manda que luego como viniere a /38r/ nuestras manos un herido de cabeça con el casco descubierto, le manifestemos lo que nos pareciere ser necessario para que el día siguiente veamos la herida y la curemos como conviene, lo cual dize en esta manera: "pues cuando la herida de cabeça se corta por causa de huesso descubierto, para que se vea si está dañado de la arma o no, [h]ase de cortar tanto cuanto pareciere ser menester. Pero conviene, cuando se corta, apartar del huesso la carne que está junta y asida a la tela y al huesso. Después hinchir toda la llaga de lichinos, para que, al día siguiente la tengan patente con poco trabajo. Pero cuando se ponen los lichinos, todo el tiempo /[38 v]/ que se aplican, se a de poner el cataplasma de la harina de cevada tostada, muy apurada y cozida con vinagre, de manera que tenga cuerpo". Estas son palabras de Hippócrates, en las cuales passó por alto la figura que a de tener la herida, pero nosotros conforme a la doctrina de otros varones doctos, la hazemos a semejanza de la letra x, como vosotros también havéys acostumbrado y lo havéys hecho assí en este herido. Y havéis apartado la carne del huesso como manda Hippócrates, y no sólo la carne, pero también el pericráneo. Conviene también, según él mesmo enseña más adelante, que si fuere necessario /39[r]/ cortar el huesso, no passe esta obra de tercer día, principalmente en el estío y tiempo caliente, antes bien, si se puede hazer en la primera cura, no dexarlo de hazer, porque entonce aún no ay inflamación, ni acostumbra a venir ante el tercer día. Y assí, en este tiempo, los huessos se pueden obrar, raer, cortar y assentarlos en sus assientos y reduzirlos a su lugar. Dixo Hippócrates:"en el estío o tiempo caliente", porque en este tiempo la carne se podrece más presto y se engendra más cantidad de podre y, por consiguiente, el huesso se corrompe y gangrena, que es mortificarse. Todo lo cual en el invierno sabéis que /[39 v]/ acontece más tarde.
VANUCIO
En esto todos somos del parecer de Hippócrates y le seguimos en lo que toca al obrar y sacar los huessos, pero andamos diferentes en la medicina que usa en la primera cura para restañar la sangre.
AMATO
(Cómo restaña la sangre en las heridas de cabeça) Nosotros solemos usar para ello la clara del huevo muy batida con los lichinos, y si tenemos fluxo de sangre sobrado, añadimos los polvos restrictivos que se venden en las boticas, o los que Galeno solía usar que se hazen de dos partes de azívar y una de encienso, y pelos de la liebre lo que bastare, todo mezclado. Hippócrates usa de los lichinos de la propia manera que nosotros, y del cataplasma de la harina /40 r/ tostada y cozida con vinagre, hecha de manera de engrudo. Pero aún no está averiguado si mezcla esta cataplasma con los lichinos, como nosotros acostumbramos, con la clara de huevo, o si solamente pone por encima este cataplasma. Porque dize:"quando se ponen los lichinos, en todo el tiempo que se aplican, se a de poner el cataplasma de la harina cevada", etc. Pero yo tengo creýdo que Hippócrates no solamente ponía este cataplasma por encima, sino le ponía también en los lichinos, porque este medicamento repercute, deseca y defiende de inflamación, como haze también la clara del huevo. Mas Pau Egineta (libro 5, cap. 90) /[40v]/ para restañar la sangre luego aplicava vino mezclado con azeite, por ventura, porque temía el dolor, porque esta medicina mitiga el dolor y tiene virtud de repercutir.
CELETANO
Galeno, como sabéis, en el 6 libro del Méthodo, capítulo 6, de ninguno de estos medicamentos usa, sino antes de desiccativos
27.
AMATO
Tened esto por averiguado, que luego que el cirujano a manifestado la herida en la carne y a sacado los huessos, hemos de usar de lichinos, y mientras usamos destos, hemos también de usar de cataplasma, como manda Hippócrates. Porque entretanto que temiéremos inflamación, hemos de usar siempre de cataplasma, /41r/ por lo cual Hippócrates algunas vezes ni usava de cataplasma, ni de bendas, porque no tenía inflamación, pero desto trataremos abaxo más largamente. Ahora bolvamos a la pregunta. (Pregunta) Si estas heridas de cabeça en la segunda cura se an de curar con medicamentos desiccativos28 o con húmedos. Galeno, al fin del libro 6, libro del Méthodo, propuso esta duda. (Respuesta)Y respondo brevemente diziendo que havía aquí dos modos contrarios de curas. Una que se hacía con medicinas blandas y suaves, que era muy usada en Roma, la otra que se hacía con medicinas muy desseccativas29, la cual alabava mucho Meges Sidonio /[41v]/ y Eudemo, natural de su tierra, la usava de continuo. El cual, sobre la tela descubierta, luego ponía el emplastro llamado ísis y por de fuera ponía el oximel. Y esta cura la aprueva Galeno más que la otra, que se hacía con medicinas blandas, porque, como dize Hippócrates en el principio del libro de las llagas, y en otras partes, lo que esta sano, está seco, lo que está llagado y enfermo, está húmedo, luego las cosas secas están más cercanas a la sanidad, y las húmedas más a la enfermedad. Assí, dize Galeno en aquel lugar, que si huviera quedado en el Asia, antes huviera usado aquel modo de curar con /42r/ medicinas desseccantes, que de la otra que se haze con las blandas, porque vió por experiencia que más se escapavan y curavan con aquella primera cura que con esotra, pero como vivía en Roma, determinó de seguir la costumbre de la ciudad, dexando el oficio de curar heridas a los cirujanos. De manera que Galeno, como veys, sigue antes y aprueva la cura de Eudemo, el cual, para que confirme también esta opinión, trae exemplo del oýdo, cuyo agujero llega no sólo a la tela, pero al mesmo celebro; con todo esto sufre medicamentos muy secos, como es el pastilo, llamado andronis. Por lo cual Galeno, pero /[42 v]/ antes havía dicho que no sólo al principio, pero que hasta el fin, le havía de proseguir la cura con medicamentos deseccativos30, a los cuales por esto los griego llamaron cephalica, como si dijeran capitales. Estos se componen de la rayz del lirio cárdeno, de harina de yervas, de polvos de encienso, de aristoloquia, de la corteza de la rayz de la panacea y de otros que añadió Avicena, como la mirra, sarcocola, sangre de drago, y otros semejantes que tienen virtud de mundificar y dessecar sin mordicación.
VANUCIO
Mucho desseo saber los emplastros con que aquellos antiguos médicos curavan las heridas /43r/ de cabeça descubierta la dura mater.
AMATO
Razón ay de daros contento y satisffazer vuestro buen desseo, mas avéis de entender ante todas cosas, que los antiguos inventaron estos medicamento, los cuales porque se ponen por la mayor parte sobre los huessos quebrados, les llamaron catagmática, como si dixeran, medicamentos para las fracturas. Destos es el emplasto negro, cuyo autor dizen que fue Arista, y el otro que se llama de Moschión, los cuales descrive Galeno en el 2 libro De la composición de los medicamentos según el género de las enfermedades (Cap. 14 y 17). Pero entre estos, los que son más /[43 v]/ fuertes los llamaron por la cabeça cephalica, como si dixeran capitales, aunque, a la verdad, no solamente aprovechan para la cabeça, sino también para las otras partes del cuerpo, como lo dize Galeno en el mesmo libro 2, capítulo 18, y destos son el emplastro ísis tan celebrado, que descrive Galeno en el 5 libro de la dicha obra, en el capítulo 2; el cefálico, que compuso Deileonte, cuya descripción está en el 4 libro en el capítulo 13; el verde cefálico y otros semejantes que galeno descrive en el mesmo libro, por lo cual los demás medicamentos deste género se han de tomar de Galeno de los dichos lugares. De Paulo, de Escribonio /44r/ Largo y Cornelio Celso, los cuales, por evitar prolixidad y por no estar ya en uso se dexan aquí de poner, pues el lector los podrá ver en los lugares sobredichos. Y en lugar destos, los cirujanos de nuestro tiempo en España usan el emplasto de centaurea de Guido, el de betónica y el gumi elemí; entre ellos se puede contar el cefálico de Aparicio, pues todos estos son también capitales. Y cuando está el huesso descubierto se aplican solos de por sí, sin mistura alguna, pero cuando el hueso no está descubierto, desátanse con algún liquor o cerato, como Galeno advierte en los libros alegados y en el 2 /[44v]/ Ad glauconem, capítulo 8.
VANUCIO
¿Qués la razón desto?
AMATO
La razón es porque las heridas que tienen el huesso desnudo, dévense curar con medicinas muy dessecativas31. Las otras, que no le tienen descubierto, con medicinas menos desecativas32, cuales son estos medicamentos desatados con mucho azeite rosado, o mezclados con algún liquor o cerato. Y esto es lo que, a mi parecer, quiso dezir Avicena, cuando en la sentencia 5 del libro 4 dixo: "las heridas de la cabeça que llegan hasta el pericráneo, cúranse de la propia manera que las otras llagas". Y es como si dijera que las heridas de cabeça que no tienen descubierto el huesso, /45r/ ni agujerado, antes bien no llegan al pericráneo, se an de curar, no del modo que las que tienen el huesso descubierto, sino como las llagas de los otros miembros, las cuales se suelen curar con medicamentos no tan dessecativos. La cual sententia sacó Avicena de Hippócrates en el Libro de las llagas [y] en el Libro de las heridas de cabeça. Y también en el libro de Galeno, en el comentario sobre el libro De articulis, donde dize assí: "Hippócrates, en el Libro de las heridas de cabeça, enseña una cura con medicinas más dessecativas que la que enseña en el Libro de las llagas. Pero aquellas heridas de cabeça que no llegan al huesso /[45v]/ se curan con los mesmos remedios que las de las otras partes". Estas son las palabras de Galeno y la razón, dize, es porque Hippócrates, en el Libro de las heridas de cabeça, trata de las que tienen el huesso descubierto o agujereado, o, al menos, con lisión de pericráneo. Porque de la mesma manera se an de curar éstas que las que tienen el huesso quebrado, como dize Galeno en el Libro oacute;n de las medicinas según las partes del cuerpo. Pero Avicena no sólo sacó dicha sentencia de los lugares alegados, pero también del sexto libro De la composición de los medicamentos según los géneros de las enfermedades, /46r/ donde dize desta manera: "los medicamentos seccos en tanto son convinientes para la cabeça herida, en cuanto el huesso está descubierto, porque las heridas de cabeça, cuando el huesso no está descubierto, no tienen cosa particular mas que las otras partes del cuerpo, teniendo siempre cuenta con la naturaleza de la parte enferma", y etc.
VANUCIO
Muy bien nos parece todo lo dicho.
AMATO
Con razón, porque Galeno, en los lugares alegados De la composición de los medicamentos según el género, las heridas rezientes y sangrientas de las demás partes del cuerpo, excepto la cabeça, las cura con /[46 v]/ medicamentos blandos y suaves y que no mueven dolor, cuales son los que llaman enhenia. Pero nómbranse los que se hazen del betún, emplastos bárbaros, cirrhos y phios, porque son de color leonado y pardo, pero la causa porque se llaman bárbaros, Galeno confiesa ignorarlo en el libro 2 Ad glauconem, capítulo 8. De los cuales haze mención en el comentario 4, en el libro De articulis y en los De compositione medicamentorum secundum genera. Y si para curar estas heridas usavan los antiguos de medicinas muy dessecativas, siempre las mezclavan algún medicamento de los que agglutinan, que no fuesse muy /47r/ dessecativo, el cual apretasse la carne tierna que crece blandamente y sin mordicación. Assí como cuando se cura una llaga cavernosa, para que llegue la medicina al fin de lleno y allí se detenga con su viscosidad para poder mejor obrar, como cuando está medianamente encarnado el seno, para consumir la humedad natural superflua. Acostúmbrase quitar la acrimonia destos medicamentos si a un poco dellos se mezcla más de azeyte o cerato y le hagan a modo de emmatos. Llaman los griegos emmatos los medicamentos líquidos y ralos que se ponen en los lichinos y lienços. Y en los senos y llagas cavernosas /[47v]/ se hechavan con el instrumento llamado pyulco, y aún mejor, con un instrumento a modo de corneta, con la boca ancha puesta en una vexiga de puerco y cerávase el orificio de los senos con lichinos. De este género de medicamentos son el emplasto ísis y los que atribuyen a Macherión y Epígono, dexando muchos otros a parte.
VANUCIO
(Pregunta) ¿En la cura de las heridas de cabeça con el casco descubierto, guarda siempre Galeno aquel orden que Meges Sidonio tanto alabava?
AMATO
(Respuesta) No por cierto, antes sigue aquel otro que se usava en Roma con medicinas blandas y delicadas, porque en los libros De la facultad /48r/ de los medicamentos simples, libro 10 dize ansí: "yo he conocido en Roma seyscientos heridos a quien se les agujeró el huesso de la cabeça, y no recibieron daño alguno del uso del azeyte rosado sin la sangra del palomino", y añade, "assí que ninguna cosa podéys hallar para la cabeça agujerado el casco que usar del buen azeyte rosado". Esto dize Galeno, donde notando esto del passo, dexa de usar de la sangre del palomino.
CELETANO
Yo e visto muchas vezes a muy buenos cirujanos destilar encima de la dura mater sangre caliente del ala de un palomino, y siempre con muy bueno y felice sucesso.
AMATO
Desta /[48v]/ materia leed, si soys servidos, mis comentarios sobre Dioscórides. Pero Galeno, en el 2 libro De la composición de los medicamentos, donde escrive los medicamentos de Apolonio para el dolor de cabeça de algún golpe quitado el huesso, también pone el azeyte rosado sobre la tela desnuda. Y ha llegado a tanto el uso del azeyte rosado, que en este tiempo ay muchos cirujanos que en todo el discurso de la cura, con sólo él curan la tela descubierta y atestiguan que sólo el azeyte rosado omfancino33 tibio es bastante remedio para esta cura, poniendo encima algún ungüento o ceroto capital. Con verdad, /49r/ que Paulo solamente por tres días da lugar a que se use el azeyte rosado, como oyréis más adelante.
VANUCIO
Bien e visto yo algunos que los primeros siete días curavan la dura mater descubierta con el azeite rosado, poniendo encima los lichinos mojados con la clara y yema del huevo batidos juntamente y mezclados con azeite rosado. Otros e conocido que luego después de haver tomado la sangre, ponían sobre la herida el medicamento tan común, que llaman digestivo, hecho de la yema del huevo, trementina y azeyte rosado, haviendo primero destilado sobre la tela un poco de azeite rosado tibio, unas vezes /[49 v]/ solo, otras mezclado con miel rosada. Y, conforme a la herida, hasta el catorzeno y al vigésimo día prosiguían con esta cura, untando al derredor de la herida con el azeite rosado caliente y puesto encima un lienço mojado con el mesmo, hasta que estuviessen, por ventura, siguros de inflamación.
CELETANO
No faltan en este tiempo quien cura estas heridas con agua ardiente mezclada con diversas medicinas capitales, de las que hemos dicho arriba, y colada por alquitara, lo cual nunca me ha parecido bien.
VANUCIO
Pues aun ay oy algunos que con sola agua fría, hablando entre dientes ciertas palabras, no sólo pretenden curar /50r/ las heridas de cabeça, pero de todo el cuerpo. Contra los cuales, Vidio, natural de mi tierra, declarando aquellas palabras de Hippócrates, donde dize que la llaga en la cabeça ni con vino ni con otra cosa conviene mojarla o, al menos, muy poco, dize el eloquentíssimo y doctíssimo varón desta manera: "de aquí se saca cuán cruelmente matan a los enfermos los que, no solamente en otras heridas, pero también en las de cabeça, usan de los lienços mojados en agua fría, porque el vino es dañoso, quanto más el agua. Pero traen muchos por testigos que dizen haverlos curado con esta medicina, y no tienen verguença de /[50 v]/ afirmar que esto se haze más por vía del milagro que con virtud del agua, porque, dichas ciertas palabras sagradas, el agua recibe virtud divina y con ella obra lo que no podría por si. La cual superstición también se podría confutar y reprochar con el mesmo argumento que se convencen lo que davan a entender que el alacrán se mata con la saliva humana y ciertas palabras. Porque si provamos cada cosa de por si, hallaremos que lo mesmo haze l'agua sola que con palabras. Dexadas pues a parte burlerías y chocarrerías, tratemos esto según la naturaleza propia de la cosa. El agua fría no es provechosa en otra manera /51r/ para las llagas que en las enfermedades frías, en las cuales, si acierta en un hombre que no sea muy cálido de complexión, le amata el calor natural y a él le causa la muerte. Pero si encuentra con hombre muy caliente, como el calor huya de la frialdad y, recogido todo junto se buelva más poderoso, hecha fuera la enfermedad. Y esto es lo que quiso dezir Hippócrates (5. Apho. 58) quando escrivió que lagua fría curaría un mancebo rezio en medio del estío teniendo pasmo". De manera que a todas las heridas les daña el agua fría. Pero entonces se aplica con menos daño, cuando el temperamento o complisión de la parte y de todo el cuerpo /[51v]/ es caliente, cuando el daño es reziente, cuando el tiempo da licencia de usar medicinas frías. Y esto es lo que pretendió Cornelio Celso (lib. 5 cp. 26) cuando dixo que las llagas se pueden curar con sola agua fría, sin haver necesidad de medicinas peregrinas y buscadas con curiosidad, porque en el sujeto y llaga que lo pueda sufrir, conserva la llaga limpia, tiene virtud de repercutir y, aumentando el calor natural, restituye la salud. Pero estando el hueso descubierto, hase de huyr de todo, no solamente en la cabeça, que aún del vino se ofende, pero también en las demás partes, y cuanto a lo[s] que alaban y jactan que han curado muchos con este /52r/ remedio ¡oxala se pudiessen ansí saber los que an muerto, como los que an curado!
CELETANO
Por haver tantos y tan diversos modos de curar las heridas de cabeça, (pregunta) hazednos merced, señor doctor Amato, de dezirnos qué sintió en esto Hippócrates, pues él es la lumbre de la medicina.
AMATO
Deziroslo he con brevedad. (Respuesta) Hippócrates, Galeno y cuantos médicos ha havido célebres, de común acuerdo, an sido de parecer que si las heridas son simples y no ay temor de inflamación, ni de dolor, se ayan de curar con solas medicinas dessecativas. Y que ni se han de poner cataplasmas, ni vendas, excepto las floxas, que bastan a /[52v]/ conservar el medicamento. Mas si las heridas fueren compuestas, en las cuales ay contusión en la carne, y la tela rompida34 o dañada, y ay dolor y se comiença a descubrir inflamación, o se teme que presto acudirá, entonces echan mano de los medicamentos lenientes y blandos, como lo afirma Galeno en el ya alegado libro 2, De la composición de los medicamentos según el género y en los libros De la facultad de los medicamentos simples, y en otros seyscientos lugares, en los cuales siempre usa del azeite rosado tibio y de las otras medicinas blandas. Pero después, cuando ya no ay miedo de dolor o inflamación, /53r/ viene a usar de las medicinas capitales dessecativas y en polvo, el cual hecha sobre la tela. Y este modo de curar guarda también Cornelio Celso (lib. 8, cap. 4), el cual [si] no lo impide el dolor o inflamación, desde el principio de la cura hasta el fin usa de las medicinas dessecativas porque, sacado el huesso, luego rocía la tela con vinagre fuerte, para que, si alguna sangre sale de ella, le restañe y, si estuviere cuajada, se resuelva.
CELETANO
Siendo esto assí, paréceme que son dignos de mucho loor los cirujanos de nuestro tiempo que ponen sobre la tela el azeite rosado de por sí, y encima un paño mojado con él, y después el digestivo hecho de la yema /[53v]/ del huevo, trementina y azeite rosado tibio, y esto usan algunos días.
AMATO
No ay duda en esto, porque pocas vezes la dura mater se vee al ojo que no está contusa, herida o despedaçada, no menos que la carne y el pericráneo; todo lo cual requiere medicamentos blandos y lenientes, mayormente si el cirujano huviere cortado la carne y trepanado el casco, porque entonces ay temor que sobrevenga dolor y inflamación. En confirmación desta opinión dize Hippócrates en el Libro de las llagas desta manera: "qualquier llaga que se hiziere con arma aguda, aunque sea profunda, requiere el medicamento /54r/ que se pone luego en las llagas rezientes y sangrientes, el cual desecando impida que no se haga materia. Si algo de la carne estuviere llagado o magulado de la arma, ha de curarse de manera que se haga presto la materia, porque havrá menos inflamación y es necessario la carne contusa y llagada convertirse en materia y después criarse otra de nuevo". De las cuales palabras de Hippócrates sa saca claramente que la carne contusa y magulada junto a la llaga, de necessidad se ha de convertir en materia. Lo cual haverse de entender de la dura mater, Hippócrates lo dize en muchos lugares. Esta mesma sentencia /[54v]/ repite Hippócrates en el libro De las eridas de cabeça, diziendo assí: "necessario es que la carne magulada y llagada, buelta en materia se consuma". Pero más claramente es este mesmo libro donde dize: "malo es en las llagas ser la carne húmeda y podrida, y limpiarse en mucho tiempo, y assí hemos de procurar que se haga la materia lo más presto que fuere possible, porque desta manera, las partes vezinas estarán figuras de inflamación, y la llaga se parará limpia muy en breve, porque es necesario la carne despedaçada y magulada de alguna arma convertida en materia, consumirse. Después de estar mundificada /55r/ la llaga, se ha de dessecar, porque desta manera sanará muy presto, y la carne no se engendrará humadad sino seca, assí también, la carne no crecerá demasiadamente en la llaga". Estas son palabras de Hippócrates, en las cuales, por ventura, se fundaron los romanos, cuando escogieron por mejor y más segura, la cura que se haze con los medicamentos blandos y suaves, porque con ésta, primero mundifican la llaga convertida en materia, después la dessecan, pues manda Hippócrates que procure lo posible el médico de traer presto a maduración la llaga y assí las partes cercanas no serán atormentadas de /[55 v]/inflamación, porque si en este medio la carne que es contusa no se convirtiere en materia, la llaga no se podrá sanar después de hecha la materia, la cual se debe hazer con medicinas calientes y húmedas y supurativas, antes que con frías y secas. Entonces mundificada la carne, se ha después de dessecar y encarnar, soldar y cicatrizar o encorar.
VANUCIO
(Pregunta) ¿Qué es la causa que en las heridas se tiene por mejor que la carne contusa y magullada se convierta en materia?
AMATO
(Respuesta) Porque además que por estar tan maltratada la carne no se puede restaurar, queda por estar, rompidas las venillas, /56r/ llena de sangre. La cual, como está fuera de las venas, que llaman extravenada, de necessidad ha de venir a corromperse, y con ella la mesma carne donde está juntamente. A la cual se sigue luego el dolor y el calor demasiado, y destos se levanta la inflamación que ocupa las partes circunvecinas. Y por esta causa Hippócrates aconseja, y con mucha razón, que cuan presto pudiéremos, procuremos que lo que está assí contuso, se torne materia; luego, si tan presta y brevemente, la carne se viene a hazer materia, también la herida se mundificará en breve tiempo. Porque ninguna llaga se puede mundificar /[56 v]/que primero la carne no se convierta en materia. Assí como también no puede curarse que primero no se cure el apostema. Todo lo cual, como se entiende de la carne, havéis de creer que assí mesmo Hippócrates lo entiende de la dura mater y del pericráneo. Principalmente cuando estas partes estuvieren dañadas, heridas o contusas. Enseña, pues, Galeno, como havemos dicho, que las heridas que llegan al pericráneo no carecen de peligro, aunque es menor que el de las heridas donde la dura mater está descubierta. De lo dicho se puede colegir ser muy acertada cosa, y conforme a razón, usar del dicho digestivo, /57r/ y esto lo entenderemos mejor si consideramos todo lo que entra en él. (Utilidad del digestivo). Primeramente entra la yema del huevo, la cual, como dize Galeno en el onzeno libro De la facultad de los simples medicamentos, es fría en el primer grado.(La yema de huevo) Lo cual tampoco niega Avicena, antes en el Libro de las medicinas cordiales, y en el libro segundo de sus Cánones dize que la yema del huevo es fría, y que por esto es muy provechosa para los apostemas calientes de las orejas. Y todos confiesan que es seca en la segunda calidad. (El azeite rosado omfancino) Entra después el azeite rosado omfancino, el cual ser frío y seco, después de Galeno lo /[57v]/ apruevan también los médicos, al cual Galeno, como havéis oydo, le alaba, celebra y engrandece summamente, y principalmente para curar las heridas de cabeça con fractura de cráneo o trepanado el huesso. Mas el azeite rosado común, como escrive Galeno en el segundo libro De la facultad de los simples medicamentos, capítulo 27, tiene la mesma virtud o muy semejante que el çumo de las rosas. Y como todos sabéis, el çumo exprimido de las rosas tiene el poder de dessecar. (La trementina) Pues la trementina vulgar del pino, casi la mesma virtud y fuerça tiene que la verdadera que destila del terebentino, como también /58r/ lo afirma Galeno, la cual en las dos calidades es la más templada de todas las otras resinas. Y por esta causa dize Galeno que es bien mezclarla con los medicamentos que pueden curar bien las llagas, demás que aprovecha mucho para confortar los nervios, en tanto grado que ay muchos oy que prometen con sola ella curar toda manera de llagas. Y con felice successo, que nos obliga a que ayamos de usar della. Pero porque en ella ay un no sé qué de acrimonia o agudeza, por esta causa, antes que la usemos, la lavamos algunas vezes con agua fría. De donde se puede concluir que, de todas estas medicinas, han inventado /[58v]/ este medicamento con mucho consejo, al cual vulgarmente llaman digestivo, porque en él ay una virtud de dessecar suave y blandamente. De la cual se siguen muchas utilidades, porque con ella se quitan las inflamaciones y prohibe que no vengan a la parte, quitando y mitigando los dolores della, y atrayendo a la herida todo cuanto puede convertirse en podre o materia, engendrándola blanca, lisa, ygual y con poco de mal olor, como se requiere para que sea buena y loable. Y de aquí es que las heridas que presto se mundifican, también con facilidad se dessecan, alimpian, ancarnan y sueldan, echándoles por encima /59r/ aquellos medicamentos cefálicos o capitales hechos polvos que arriba diximos. Y si aconteciere que por causa del digestivo huviere demasiada materia, en tal caso desistiremos dél y no le usaremos más, sino que pondremos si quiera las hilas secas hasta que la llaga quede limpia y enxuta, o entonces dexaremos el dicho digestivo y usaremos destotro mundificativo (Del [..] mundificativo), hecho de harina de cevada, miel rosada colada, yema de huevo y alguna vez un poco de azeite rosado, o en lugar desto, usaremos de los medicamentos capitales en polvo arriba dichos, echando sobre la tela miel rosada mezclada con azeite rosado; aunque /[59v]/ en lugar deste azeite tibio, usan oy muchos, y con próspero successo, del azeite sacado de las yemas de los huevos fritos en la sartén. Como también se colige de Avicena en el libro 2, capítulo "De los huevos". Pero entonces ponemos encima los ungüentos capitales, como el que se haze de la betónica, de la goma dicha elemí, de la del olivo salvaje, de la madre selva, del emplastro gracia Dei, del áureo cirúrgico, dicho de la rezina y otras semejantes, usando ahora del vino, ahora del otro, según el tiempo, porque en el estío usaremos de los más fríos y en el invierno de los más calientes. Pero ya entonces ponemos encima vino tinto /60r/ cozido con assensios, betónica, rosas, nuezes de aciprés y otros desta manera que llamamos vino estíptico, con un paño mojado en él, caliente y esprimido. Y al fin venimos a poner el cerato, que ayuda a hazer la cicatriz que sirve en falta del huesso, y acaba de dessecar y enxugar todas las humedades que quedan y conforta del todo la cabeça. El cual se halla comúnmente en las boticas, llamado cerato de betónica o el otro que se intitula gracia Dei, o el diaquilón, o el de centáurea o el cerato carpense, dicho capital, o cualquier otro que sea de la mesma intinción.
CELETANO
De tal manera me contentan y agradan /[60v]/las cosas que havéis dicho que no puedo sino ser de vuestro parecer.
AMATO
Porque algún malicioso no tenga que reprehenderme, destos digo que apenas han gustado los principios de la medicina. Oyd las razones de más peso que me han movido para proceder de la manera dicha en esta cura. Y primeramente, si alguno entiende bien lo que dize Galeno en el libro 4 del Méthodo, capítulo 5, donde trae lo que dize Hippócrates en el Libro de las llagas, hallará que todas las llagas se han de dessecar, excepto aquellas en que se a de hazer materia. Pero, cuáles sean éstas, ruego os las digáis.
CELETANO
Si Galeno manda que se haga desta /61r/ manera, como enseña Hippócrates, sin duda aquellas heridas que solamente suelen curarse por la primera intinción, en las cuales procuramos sólo la aglutinación de los labios, deven curarse con medicamentos dessecativos o, a lo menos, aquellas llagas que no tienen otra cosa en sí más que la cura de la llaga, porque la llaga, en cuanto llaga, pide ser dessecada. Pero como las heridas, excepto las simples que tengo dicho, todas las demás tengan en sí mesmas la materia o podre, que se ha de hazer por estar en ellas la carne herida o contusa, o por estar despedaçada y llena de las venas rompidas, es justo y necessario /[61v]/ que con el cataplasma que havemos dicho,o con otro semejante, lo más presto que pudiéremos, hagamos que la llaga venga a hazer materia.
AMATO
Este vuestro argumento es efficacíssimo y para más esforçarle, oydme: si Hippócrates cura las llagas con medicinas dessecativas, ¿por qué razón las llagas de los artejos o cojunturas las cura con ceratos y cosas húmedas?
VANUCIO
¿Por ventura es esta la causa que cuando Hippócrates haze esto no tanto tiene en cuenta con la llaga, cuanto con el pasmo de los nervios que recela?
AMATO
Agradado me havéis, Vanucio, pues tan doctamente y según el sentido de Hippócrates /62r/ me havéys respondido. (Pregunta) Pero, siendo esto ansí, ¿qué es la causa que en la fractura del cráneo descubierta la dura mater, de la cual, según opinión de Erasístrato, los nervios tienen su origen y principio, o según Galeno, de la substancia del celebro, y al passar los nervios por la dicha tela,es de creer que dañándose ella también vengan a dañarse los nervios y el celebro, no tenemos nosotros el pasmo y no procuramos de acudir con defensivos, para que el enfermo no padezca semejante lisión en los nervios?
CELETANO
De tal manera me convencen vuestras razones, que no sé que pueda responder a ellas.
AMATO
(Respuesta) El que/[62v]/ tuviere en cuenta con lo que dize Paulo Egineta, fácilmente hallará que no discrepa mucho de este modo de curar (La cura de Paulo Egineta en Las heridas de cabeça. Lib. 4, cap.90 y la mesma es casi con la nuestra).
VANUCIO
¿De qué manera curava Paulo?
AMATO
Después de tomada y restrañada la sangre, el primer día ponía sobre la dura, azeite rosado caliente y después un cendal de lienço mojado con el mesmo azeite tibio encima. Después desto, ponía sobre todo una vedija de lana mojada también en el mesmo azeite rosado, y desta manera dexava la cabeça hasta el tercer día, y en estos tres días a menudo regava con el azeite rosado la cabeça, por ventura, porque temía el dolor que podía sobrevenir. /63r/ Y esta misma es la cura que ahora hazemos nosotros sin discrepar casi en nada. Rociamos la duracon el azeite rosado onfancino caliente, y luego ponemos un cendal de lienço o de tafetán colorado mojado con el mesmo azeite encima. Y después, sobre todo esto, las hilas untadas con el mesmo digestivo y, al fin, rociamos la cabeça con mucho azeite rosado tibio, que llamamos embroncar, y en lugar de estas usava Paulo la lana mojada con el dicho azeite. Ni tampoco desecha este modo de curar Cornelio Celso, como podrán ver quienes leyeren sus libros, pero manda que la herida se cure una vez al día, y /[63v]/ dos en tiempo del estío. Paulo Egineta quiere que, passados los tres días, a la durase le apliquen medicinas dessecativas, cuales son las que aquí hemos contado, y las que se suelen echar en las heridas rezientes y sangrientas simples. Y si acaeciere que la dicha durase inflamare, de tal manera que venga a entumecerse y hincharse, entonces Paulo quiere que se somente con azeite rosado y con el cozimiento de las alholvas35, linaza, malvavisco, y mançanilla y otros semejantes, y después pone encima un cataplasma hecho de harina de cevada o de linaza, o destas cosas que aquí hemos dicho. Y si viéremos /64r/ que la dicha durase para negra, lo que suele, por ventura, causarse por los medicamentos que se le aplican, en tal caso, mezcla con el aceite rosado tres partes de miel y la destila sobre la dura, y luego aplica las demás cosas que están dichas. Pero si al pararse negra la dura, se causare por si mesma, y principalmente en la parte más baxa, con los demás señales malos de importancia, entonces, pronosticando que el herido se morirá, por tener ya el calor natural mortificado, dize que no se debe más tocar ni curar el enfermo. Pero, porque no parezcamos crueles, es bien controlarlos y visitarlos hasta la hora de la /[64v]/ muerte, por los estraños sucessos y maravillosos que suelen muchas veces acontecer en semejantes casos. Pero Cornelio Celso, cuando la durase entumece por causa de la inflamación, hecha sobre ella azeite rosado tibio, y si tanto viene a entumecerse que sale fuera del casco, en tal caso, la reprime y retrae con polvos de lentejas, o de las ojas de la vid, mezclado con manteca fresca o enxudia de ansarón. Y si pareciere la durano estar bien mundificada, en tal caso, aplica juntamente con la miel algún emplasto de los capitales dichos en ygual cantidad. Y para conservarle bien, pone encima lechinos y, al fin, lo cubre /65r/con un parche untado con el dicho emplastro, y cuando la duraestuviere bien mundificada y limpia, para que venga a encarnarse de presto la herida, mezcla el emplastro con el cerato. Pero Galeno (libr. 2. De composit. m. s. l. cap. 1. y 2) dize que Apolonio aconsejava que quando la dicha duraestá herida, se conglutina y suelda con el çumo de la nepta y con la harina de cevada seca.
VANUCIO
Son, por cierto, estas cosas que havéis dicho con autoridades de tan graves autores muy al caso y de mucha estimación, cuyos preceptos totalmente guardo y seguiré siempre. Pero si no lo recibís a disgusto, contaros he un caso estraño y que no os /[65v]/ pesará de saberlo.
AMATO
Antes bien seguiremos en esto a Galeno, que en toda su doctrina no se contenta con las proposiciones y reglas generales, sino que también añade muchos exemplos particulares para la exercitación de la medicina, con los cuales más clara y firmemente se alcança la noticia y cognición de las cosas. Dezid, pues.
VANUCIO
A un hombre, llamado Ogarico, le hirió otro con una maça de hierro sobre la mollera, con tanta furia, por ser hombre de muchas fuerças, que al momento cayó como muerto, tendido en el suelo, y como me llamasen para curarle, hallé que tenía una grande herida con fractura en el cráneo, del cual /66r/ saqué luego cuatro huessos bien grandes, y restañada la sangre con la clara de huevo, como se suele hazer, mandele echar una ayuda, y tras ella, sangrarle el braço. En la segunda cura ya le saqué seis huesos bien grandes sin otros muchos pequeños con el instrumento lenticular, con el cual y con las legras, limpié y alegré muy bien el cráneo en derredor como convenía. Hallé la duraen mucha cantidad descubierta y no poco despedaçada. Al fin, después de haver hecho lo que tocava a la obra manual, puse sobre la dicha duraazeite rosado, omfancino tibio y un cendal mojado con el mesmo azeite caliente //[66v]/ encima, y después lichinos mojados en el mesmo azeite los puse encima por su orden bien concertados. Y al fin, con un lienço doblado remojado en el dicho azeite y puesto como se requiere, le bendé blandamente por no apretar la durademasiado. Estávamos ya cerca del equinoctio del invierno, que es cuando los días son iguales con las noches, y era el dicho tiempo bien templado, y havéis de entender que del modo que curé la segunda cura, hize también la tercera y la cuarta, pero cuando vino el cuarto día, el dicho enfermo comiença a quexarse de un gravíssimo dolor de cabeça y de ojos, y sin calentura, por /67r/ lo cual le mandé echar una ayuda y proveyéndole con bien ella, se halló mejor de dicho dolor. Entonces yo mezclé en el azeite rosado un poco de miel rosada colada y, hecho el digestivo acostumbrado, puesto en los lichinos, los metí en los labios de la herida y tendí sobrella un lienço mojado doblado en el mesmo azeite rosado caliente. En el día seteno ya le vino un grande rigor, que llaman casos fríos, y después le sobrevino rezia calentura, que le sacó fuera de su juicio y con grande sequedad en la lengua. Pero entonces, en la dura mater, començara a parecer una negregura y en la restante se /[67v]/ mostrava lívida, que es cárdena o amorerada. Los labios de la herida, secos, delgados y descoloridos, assí que para remediar todos estos accidentes, y al enfermo, con mucho cuydado le socorrí con la fomentación hecha de azeite, hecha de azeite rosado,con el cozimiento del malvavisco, alholvas36, linaza y mançanilla, fomentándole el celebro, y después, hechándole encima de la enxundia de la gallina y sobre esto, hilas mojadas con lo mesmo. Y porque la durano recibiesse daño, apretada por causa de los appósitos, puse sobre ella un pedacito de calabaça seca muy bien adereçada y compuesta. No havía salido aún del seteno,/68r/ cuando le tomó otro rigor tan rezio, que todos creyeron que se muriera presto. Y assí como en el seteno tuvo estos dos rigores, assí también fue en el octavo, nono y décimo. Y lo que peor era que no dormía de ninguna manera. En estos días comía de un pollito cozido solamente. Andando en esto la cura con tanto peligro y trabajo, acaeció que en el principio del onzeno apareció tanta podre, cuanto cupiera en una cáscara de huevo, mostrándose la dura mater rompida. Perseverando, pues, siempre en la mesma cura, en el catorzeno se sobrevinieron tres rigores cruelíssimos, de tal manera, que creý muriera/[68v]/ Por entonces, pero como le socorriesse con buen alimento, passó aquel día. Y en el quinzeno siguiente, comencé a curalle con la miel rosada colada y trementina, puesto encima un parche hecho del ungüento de gumi elemí, y esto dos vezes en el día hasta los veinte y cuatro días de la herida, en los cuales siempre tenía cuidado de que con melezinas anduviesse obediente a cámara, porque en cualquier día destos le venía un rigor. Pero desde los veinte y cuatro hasta los treinta y uno, le acudieron un día a par de otro sus paroxismos, tomándole calentura, después passó sin ningún paroxismo ni accidente./69r/ Y en el cuarenta y uno le tornó a tomar otra vez el paroxismo con grandíssimo rigor, con el cual el herido estuvo postrado por espacio de veinte horas con rezia calentura, en el cual tiempo, aunque la llaga se havía harto encarnada, otra vez puse sobre ella la enxundia de la gallina derretida, y al siguiente día hallé ya mucha materia en la herida. Y luego el enfermo estuvo libre de calentura, pero con el sobredicho ungüento y las cosas arriba dichas. Aplicándole también encima aquel vino estíptico sobredicho, passé la cura hasta los cincuenta y cinco días. Y en este tiempo le començó a desforjar el huesso y /[69v]/ se despidieron las escamas y quedó curado y sano de la herida totalmente, quedándole la boca torcida, y él casi tonto y envelesado.
AMATO
Por cierto, que me he holgado mucho de oýr semejante caso y la cura dél, porque la inflamación y apostema de la dura, fue causada por estar ella rompida y despedaçada, la cual vos sabia y diligentemente curastes y conforme a reglas de la buena cirurgía.
CELETANO
Cada día vemos casos semejantes a éste indignos de consideración, los cuales si se escriviesen, no se maravillarían tanto los mancebos que platican esta arte del moço, que cuenta Galeno de Esmirna, pueblo de /70r/ la Asia menor (6. Apho. 18 y libr. 8. De usu partium, cap. 10).
VANUCIO
¿Acordáisos vos, Celetano, de aquel mochacho que cayó de muy alto, a quien vos y yo curávamos y le vimos salir en vezes de la parte delantera de la cabeça gran cantidad de la substancia del celebro y al fin se libró y vive aora con mucha salud?
AMATO LUSITANO
Cada día acontecen maravillosas cosas en cirugía, como bien claramente los veen y saben todos los que la exercitan, y assí ay algunos que osan dezir que en esta arte de la cirugía ay algo de divinidad. Pero pues está dada la méthodo y también la orden de curar, passad adelante en /[70v]/ curar este herido, de tal manera que no dexéis cosa de las que convienen para su cura. Y mayormente en la herida de la frente, en la cual da licencia Hippócrates que se haga ligadura que aprete y se aplique el cataplasma, como en las demás partes de nuestro cuerpo se suele hazer, excepto en la cabeça.
VANUCIO
(Pregunta)¿Por qué razón?
AMATO
(Respuesta) Porque recibe superfuidades de las otras partes y témese que no se inflame fácilmente de cualquier pequeña causa, y de aquí es que sufre cataplasma y ligadura, como también lo quiere Hippócrates cuando dize ansí:
"No conviene apretar las llagas en la cabeça sino fuere en la frente /71r/ o en la parte que está sin cabellos, o cerca de la cejas o en el ojo, porque las llagas que se hazen en estos lugares tienen más necessidad de cataplasmas y ligaduras que en otra parte de la cabeça, por cuanto lo restante de la cabeça tiene baxo de si. Y cerca toda la frente y las partes del derredor37 de la llaga, en cualquier parte que estuvieren las llagas se inflaman y se hinchan por la fluxión y corrimiento de la sangre de las partes vezinas a ellas".
VANUCIO
(Pregunta) Al vendar o ligar la herida, ¿de dónde començaremos a hazer la ligadura?
AMATO
(Respuesta) Galeno en el libro 6 del Méthodo responde a esta duda y dize: "No entiendo ser /[71v]/ fuera de razón començar la ligadura sobre la propia fractura y, desde allí, a la otra parte y miembro vezino, porque los que hazen al contrario desto, causan que acuda la sangre de las partes sanas a la parte dañada y enferma, pero si començare a hazerla de la parte herida y acabare en la sana, no sólo no es dañosa semejante ligadura, pero aún será de mucho provecho, porque no permitirá que se levante alguna inflamación cerca de la fractura, de lo cual se ha de tener mucho cuydado", hasta aquí Galeno.
VANUCIO
Bien claramente enseña Galeno que se comience la ligadura del mismo lugar donde está la fractura y de allí a /72r/ las otra partes, pero, ¡oxalá nuestros cirujanos no cargassen de tantos doblezes, de bendas y bonetillos de pellejos las heridas de la cabeça, aún en medio del estío! Como sea verdad, y se vee por la experiencia que se siguen destos mayores daños que provechos.
CELETANO
El cirujano que entendiere bien el modo de hazer las ligaduras y vendar no piense que es poco, sino mucho, pues le importan tanto como lo que más.
AMATO
Es muy grande verdad, y de aquí es que esta parte de cirurgía la tuvieron en tanto los médicos antiguos que nos dexaron escritos libros enteros della, como Sorano, Eliodoro, Galeno y Oribasio, /[72 v]/ y todo lo que ellos dixeron tuvo principio de lo que escrivió Hippócrates, como fuente manantial de toda la medicina.
CELETANO
Porque no se nos passe de memoria, dezidme, señor Amato ¿es, por ventura, verdad que las heridas de cabeça cuanto mayores son, de menos peligro?
AMATO
Hippócrates nos dize que sí, y principalmente si la dura mater no tuviere daño ni lisión alguna, y la razón es porque ay ancho lugar por donde salgan y se expurguen las sanies y la humedad. Y dize Hippócrates desta manera: "cualquier huesso que saliere fuera de su lugar y natural assiento o estuviere muy rompido o del todo cortado, /73r/ menos peligro tiene si la membrana quedare sana y no estuviere rompida, y el que estuviere hecho mayores pedaços, tiene menos peligro y se arranca mejor", etc. De cuyas palabras de Hippócrates se entiende claramente que los huessos de la cabeça, cuanto más rompidos, corbados y hendidos estén, tanto son de menor peligro, con tal que la durano esté dañada ni herida. Y assí, las costillas quebradas, mejor se curan y con más seguridad que las que están fuera de su lugar o heridas solamente. Y el espinazo, si se quebranta, mayor daño suele causar que si se sale fuera de /[73v]/ su lugar natural. Y assí mesmo, las asillas, que llaman fúrculas38, cuando se rompen de través, menos peligro causan que cuando se rompen a la larga, como de todo esto es autor Hippócrates.
VANUCIO
(Pregunta) En las heridas de cabeça, (Duda) si luego en el principio no apareciere la rimula o hendedura del cráneo, y después sobrevinieren accidentes graves, cuales son calentura, delirio y otros semejantes, en tal caso ¿abriremos el huesso o aplicaremos emplastros?
AMATO
(Respuesta) A esta duda responde Hippócrates, que luego avemos de abrir con estas palabras: "cuando vieres que al herido le sobreviene calentura o algún /74r/ otro accidente peligroso y malos señales, no esperes más, sino corta luego el huesso hasta la durao raele bien con las legras", etc. Y destas palabras de Hippócrates se descubre el grave error de los que pofían en cualquier herida de cabeça, aunque haya alguna rimula en el cráneo, que se deven applicar emplastros sin abrir ni trepanar el huesso, y persuádense, por ventura, lo tales con este argumento. Que pues en los huessos de las piernas, braços y costillas, quando se rompen, usamos solo de emplastros y vemos que se tornan a unir y restituir en su primer estado (nota), que de la mesma suerte /[74 v]/ se deve exercitar en las fracturas de los huessos de la cabeça. Pero, como ya hemos dicho, engáñense los que esto piensan manifiestamente. Porque diferente cosa es obrar donde el cuero y la carne están cortados, que no donde quedan enteros, y assí también ay gran diferencia de obrar en heridas de cabeça a las heridas de otras partes. Porque donde el cuero queda entero y sin lisión, puédese hazer que los huessos buelvan a a su lugar, como cada día vemos que acaece, porque el calor en sí, unido sin que se resuelvan los espíritus y ayudando también los medicamentos, es bastante para hazer /75r/ de la dicha obra lo que no se puede alcançar en las partes donde el cuero y la carne estuvieren cortados y descubiertos. Y deste lugar, podemos declarar y interpretar a Hippócrates en aquel lugar donde dize: "todo lo que estuviere herido y contuso, de necesidad se ha de corromper y convertir en materia". Es a saber, si ay herida y está el cuero cortado, todo lo que estuviere herido y contuso forçadamente a de convertirse en podre y materia. Y al contrario, cuando no huviere herida o llaga, porque donde no ay llaga, aunque la carne se muestre contusa y magulada, no es necessario /[75 v]/ que se convierta en podre, como muchas vezes lo vemos en las fracturas de los miembros cuando no se descubre el cuero. Las cuales, aunque estén muy contusas, se curan perfectamente sin que se les haga materia en ellas, como también en los golpes y encuentros de los ojos vemos cada día. Y al fin, de aquí concluyremos, que en el caso que havéys propuesto luego, havéys de abrir y cortar el huesso, aunque viéredes que el cuerpo queda entero y sano.
VANUCIO
Muy mucho me contenta lo dicho, por ser todo tan conforme a la doctrina de Hippócrates y Galeno, pero pregunto si, por ventura, /76r/ (pregunta) las dos telas que cubren el celebro estuvieron dañadas por razón de alguna herida, quedando el cuero sin lisión como diximos, ¿qué puede acontecer?. En tal caso, ¿usaremos de los emplastros o cortaremos o trepanaremos el cráneo?.
AMATO
(Respuesta) Yo, que no me confío mucho de los emplastros, luego abriría el huesso.
VANUCIO
(Pregunta)¿Y con qué señales y indicios verníamos en conocimiento de tan grande daño en el herido?
AMATO
(Respuesta) Quando huviere alguno caýdo, al caso de un cavallo o le ayan dado un golpe con cosa grave, pelada y que no corta, o le aya caýdo sobre la cabeça alguna cosa de grande peso /[76v]/ de lo alto, y a tal luego le aya tomado un vaguido de cabeça que le haga caer en el suelo, vomite y después se halle mejor, pero dentro de tres días le venga calentura con frío y después dolor de cabeça, delirio, sed grande, la lengua negra y otros accidentes que son señales, que morirá el herido.
VANUCIO
(Pregunta) ¿Y en qué parte se a de abrir la cabeça cuando el cuero estuviere entero y no viéremos al ojo el lugar del mal?
AMATO
(Respuesta) Esto, de la relación del herido lo podremos collegir, porque allí donde le dolerá, allí estará el mal; y assí vemos que siempre el enfermo lleva la mano donde siente el dolor. /77r/ (Lee sobre esto a Antonio Calmeteo, libr. 2 c. 14 de capit vuln.)Y si acaso el cuero no está partido, a lo menos parecerá contuso, y el enfermo no podrá apretar con los dientes una39 paja por causa del dolor. Y todos estos señales y indicios nos han de servir para en las heridas de cabeça que tienen el daño en la parte contraria. Pero, entonces, la tal herida vendrá a pararse del color de plomo y a despedir poca sania o materia.
VANUCIO
(Duda) ¿No sería mejor para mal tan ascondido y difícil de conocer, usar de emplastros, como usavan aquellos maestros antiguos Bartapalia, Rolando, Rogerio y otros deste jaez? Y mayormente pues vemos que en la /[77v]/ frenesía y en el subet con solos los emplastros se corrijen y resuelven los humores y tornan a su ser perfeto.
AMATO
(Respuesta) De ninguna manera es bien, porque es desigual la razón, que en estas enfermedades no nombrastes las razones que pecan. Puédelos naturaleza corregir y regular, aun sin ayuda de medicamentos. Pero en las heridas de cabeça, aunque apliquéis emplastros, cataplasmas, ceratos y otras cosas semejantes, la sangre estrave nada que amenaza peligro y en breve tiempo corrompe la sustancia del celebro. No puede vencerse, ni digerirse, ni evaporarse, y por estas causas, /78r/ hemos de acudir a la obra manual de abrir el huesso con gran diligencia, siguiendo el parecer de nuestro Hippócrates.
VANUCIO
Una cosa he desseado siempre saber y principalmente de los que professan declarar quistiones y responder preguntas. (Duda)¿Cuál sea la causa de que, en las heridas de cabeça crece la carne dende las partes de abaxo hazia las partes de arriba, y en las otras partes de nuestro cuerpo, al contrario, donde suele producirse la carne de las partes de arriba hazia abajo?
AMATO
Yo dexo esta declaración para los doctores graves de España, Italia y Francia,/[78v]/ pero, entretanto, oýd esta razón. De aquella parte por donde le viene el mantenimiento a cualquier miembro, por aquella mesma, comienza a producir la carne, y como a la cabeza le venga el alimento por la parte inferior y baxa, por esto comienza a engendrarse la carne por la dicha parte. Lo que muy diferentemente acaece en las heridas de las demás partes del cuerpo, en las cuales, de la parte superior y de arriba, abaxa el alimento a las partes inferiores y baxas, y assí en estas comiença de engendrarse la carne de la propia manera.
CELETANO
(Pregunta) ¿Con qué medicamentos consumís la demasiada y superflua carne de las llagas?
AMATO
(Respuesta) En estos tiempos todos usáys el alumbre de roca quemado, aunque los antiguos en lugar dél usavan de la calcitide o caparrosa
40, del misi y del cardenillo, cuando de lo uno, cuando de lo otro, según el temperamento o complissión de la parte y de la persona. Pero en este, nuestro herido, usaréis vosotros del alumbre quemado. Y con esto pondréis fin y remate a la presente cura. Laus Deo trino et uno. /[79 v]/ Impresso en Valencia, en la emprenta de la compañía de los libreros, en la calle de Cavalleros. 1588 D. N. S. G.