EL ESTRENO DEL
ARTISTA ADOLESCENTE.
Vicente
Ortí. El País (sin referencia)
Un joven autor de Torreblanca
gana el primer premio del certamen de textos teatrales de
la Politécnica de Madrid.
Es
lacónico, tímido y, según confesión
propia, "compulsivo". Prescinde de cualquier tipo de disciplina
cuando se trata de enfrentarse al folio en blanco, pese
a que también se defina como "autor de escritorio".
Ese rechazo a considerar la literatura como una labor con
horarios no le ha impedido ser el ganador del primer certamen
universitario de textos teatrales convocado por la Universidad
Politécnica de Madrid, dotado con medio millón
de pesetas y la puesta en escena de la obra ganadora en
un teatro público madrileño el próximo
otoño.
Arturo
Sánchez, de 22 años, estudiante de cuarto
de Filología Hispánica en Valencia y vecino
de la localidad castellonense de Torreblanca, escribió
En-cadena , las obra ganadora del concurso, en una
semana hace un año. Desde entonces la ha reescrito
ocho veces. Sus 54 folios divididos en tres partes cuentan
con tres personajes esenciales desposeídos de cualquier
nombre y citados con sustantivos genéricos; el hombre,
el joven, el vagabundo.
"Es una obra en espiral", se evade cuando se
le inquiere por el argumento. Únicamente precisa
que la historia narra el asesinato del tercero y el paso
del segundo por una prisión durante 20 años,
tiempo tras el cual sale confundido con el primer personaje.
El segundo intento ha sido el definitivo para
En-cadena. Después de enviar el texto al certamen
teatral Marqués de Bradomín, este admirador
de la literatura latinoamericana -"por supuesto, con García
Márquez en primer lugar y también Rulfo",
afirma-que ademite haber llegado al teatro, "porque era
el lenguaje que necesitaba para contar esta historia", estará
a partir de ahora un poco más cerca de su sueño:
"Poder vivir siendo autor teatral".
No es su primera incursión en la literatua
destinada al escenario. Su primera obra, de la que dice
no recordar el título, surgió a raíz
de un taller de teatro universitario en Valencia el pasado
año. Ese taller fue un punto de inflexión.
Arturo asegura haber pasado en ese tiempo "de Buero Vallejo
y poco más", a interesarse por los trabajos de autores
como Rodrigo García, Koltès, Paco Zarzoso
o el último autor de moda en la joven escena española:
Sergi Belbel.
Antes de En-cadena, este castellonense
que escribe desde que era colegial ha tenido tiempo para
probar con el cuento y la narrativa, siempre bajo un signo
distintivo:ambientes lúgubres y el permanente trazo
de humor negro: "No puedo evitarlo. Soy serio y los que
me rodean insisten en que todo lo que escribo está
impregnado de esa forma de ser", asegura con una media sonrisa.
Será difícil que le ocurra con
el teatro algo similar a lo que le ha pasado con la pintura:
abandonarla. "Muchos amigos me han criticado que dejara
de pintar, pero es que ahora me expreso mejor así",
afirma con una flema que no le abandona en ningún
momento y que apenas le hizo inmutarse cuando se enteró
de la concesión del premio.
Arturo es fierl a la idea de uno de los mejores
autores de la narrativa europea, Antoni Tabucchi. El italiano
afirma que sólo se pone a escribir "cuando la inspiración,
esa señora, se decide a entrar en mi casa". Arturo
también puede estar un tiempo indefinido sin arrimarse
a la máquina hasta que llega la idea, la señora,
"Entonces estoy ocho horas sin levantarme los días
que sean necesarios. Ese es un momento que disfruto mucho",
asegura.
Mientras llega el importe del premio, cuyo destino
inmediato será la compra de un ordenador , Arturo
Sánchez seguirá siendo "espectador habitual
de todo el teatro que pueda ver", asistiendo a talleres
de escritura
y pariendo otros textos que, salvo nuevos e imprevistos
giros estilísticos, rodearán todo aquello
que pueda ser reprersentado. ¿El último a la
vista? "Una comedia negra", puntualiza breve. Como no podía
ser menos.
ENTRE
AULAS Y BAMBALINAS.
Itziar
Pascual. El Mundo. Miércoles, 20 de noviembre
de 1996.
Eugenia Sanmartín,
Sergio Lobo, Ignacio García Amoreno, Luis Moreno
y Fernando Samper están sentados por el suelo del
patio de butacas del Teatro de la Once. Están dedicados
al "cableado" y a los focos -están orgullosos de
contar casi con un centenar- para la función. Por
una semana han dejado los apuntes de sus respectivos estudios
(Montes, Informática, Telecomunicaciones y Agrónomos)
para hacer "chapuzas". O lo que es lo mismo, para ser actores,
técnicos de iluminación y lo que haga falta.
Son estudiantes-actores
metidos en uno de los festivales de teatro universitario
que se están celebrando en estos momentos. Uno, la
II Muestra Universitaria de Teatro se desarrollará
hasta el próximo 8 de diciembre con obras y compañías
de varias universidades: la Carlos III, el CEU, el CEES,
la Complutense y la Pontificia.
El otro
es el Festival Conmemorativo de Teatro Universitario. Y
en éste precisamente están ellos, involucrados
en el certamen que ha organizado la Universidad Politécnica
de Madrid. Y en concreto, con su montaje de En- cadena,
de Arturo Sánchez Velasco, ganadora del Primer Premio
del Certamen Universitario, convocado por la Politécnica.
Se trata
de la primera obra, además, de un estudiante de Filología
de la Universidad de Valencia. "La obra -comenta Pablo Calvo,
director del montaje- es una metáfora de la destrucción
a la que está sometido el ser humano: la visión
del lado más oscuro. Es un texto desgarrado que no
renuncia a momentos líricos. Y hemos intentado encontrar
una pizca de humor para ser capaces de reírnos de
nosotros mismos". Un
joven, un hombre maduro y un anciano se enfrentan a distintos
momentos de su vida. Les acompaña una sombra que
ha sugerido Calvo desde la dirección.
Para el
estreno de En cadena, se convocaron audiciones entre los
distintos grupos de teatro universitarios. De las pruebas
surgió el reparto, formado por Sergio Lobo, Fernando
Samper, Luis Moreno y Eugenia Sanmartín.
Para Pablo
Calvo, director profesional con un recorrido propio por
el teatro de texto y la dirección de actores, nada
hay en En-cadena que sugiera el carácter primigenio
de la obra y de su autor. "La obra está estructurada
en diez escenas y un epílogo, en la que se combinan
diálogos y monólogos. Se nota que hay una
búsqueda de la palabra precisa y la sonoridad. Es
un texto que evidencia un trabajo de corrección hasta
darle la forma definitiva", señala.
Y en el
objetivo y el discurso, la búsqueda de la profesionalidad.
Hacer teatro universitario no es sinónimo de mal
teatro o inacabado. "Habitualmente los grupos de teatro
universitario muestran un cierto desnivel en el, reparto;
dos o tres actores que destacan frente al resto. Nuestra
ventaja es haber podido seleccionar el elenco, contar con
gente que ya conocía las claves del trabajo".
Todos
los actores de En-cadena han aprendido a compaginar.
Estudios, ensayos y algunos horarios de trabajo, forman
parte de una jornada que a veces resulta demasiado estrecha
para que quepa todo. Pero no importa. "Yo había hecho
teatro ya, en el instituto, y he querido seguir aquí.
Tenemos más posibilidades", cuenta Lobo.
Teatro
politécnico
Todos los
grupos de la Politécnica -una de las universidades
madrileñas más activas en la práctica
teatral- cuentan entre ocho y cinco años de experiencia
continuada. En su repertorio, obras como El tragaluz,
de Buero Vallejo, Los ochenta son nuestros, de Ana
Diosdado; A puerta cerrada, de Sartre y otras de
Paloma Pedrero, Alfonso Zurro, Lucía Sánchez,
Luis Matilla, Fermín Cabal o Valle-Inclán,
entre otros muchos. En sus grupos, además, cuentan
con gente que escribe los textos especialmente para ellos.
Y de esta experiencia, nacen vocaciones. "Yo soy actriz
y he dirigido también en algún caso. Y por
supuesto, de las chapuzas no se libra nadie", comenta Eugenia
Sanmartín, que este año ha aprobado las pruebas
de ingreso en la Real Escuela Superior de Arte Dramático
(RESAD) de Madrid. "Amigos, colegas, gente joven", forman
parte del público habitual de las obras que representan.
Y se sienten orgullosos de haber conseguido "estar en esto".
"En los grupos no siempre puedes exigir el mismo nivel de
implicación. Hay gente que viene y se va, gente que
está pendiente de los exámenes y las prácticas...
Para algunos,como nosotros, el teatro es una necesidad;
para otros es una afición", añade Luis Moreno.
Lo mismo les ocurre a Lydis Navarro, Carmelo Alonso, Gemma
Morillo o Patricio Jiménez, miembros del elenco de
Apertura orangután, de Fernando Arrabal, el espectáculo
dirigido por Luis Dorrego y que forma parte de la Muestra
de Teatro Universitario que acoge la sala alternativa Cuarta
Pared. Todos han aprendido a compaginar la Filología
(Hispánica, Italiana) y las Humanidades -estudian
en la Universidad de Alcalá de Henares- con los ensayos
en el Teatro de la Galera, la sala alcalaína en la
que muestran habitualmente sus espectáculos.
Paciencia, esfuerzo y trabajo son algunas de
las pautas que Luis Dorrego considera imprescindibles en
el teatro universitario. "El
equilibrio es difícil de mantener en estos equipos.
No siempre se cuenta con una preperación técnica
previa. Indirectamente estás dando clases".
A cambio, algo que aquí es cotidiano:
"El trabajo es fantástico. El entusiasmo y el talento
no son fáciles de encontrar. Aquí sí",
señala Luis Dorrego. La Universidad de Alcalá
de Henares representa "una isla" por sus particularidades.
Ángel Berenguer ha propiciado una proximidad importante
con el mundo de la escena. Además la asignatura de
teatro es de libre opción en todas las carreras.
Para Luis Dorrego, las asignaturas pendientes del teatro
universitario son muchas y profundas. "Creo que este teatro
está absolutamente menospreciado. Y puede que dentro
de diez años salga gente de estos grupos. Y me parece
que este espacio puede ser canalizador de la recuperación
del público. La unión del mundo académico
y el teatral, la posibilidad de estos grupos como canteras
y la estimulación del público universitario
son caminos de este teatro. Y yo lo veo como un valor en
alza", añade.
VUELVE
EL TEATRO UNIVERSITARIO
Santiago
Trancón. El Mundo, viernes 22 de noviembre
de 1996
Siempre
ha sido la Universidad lugar propicio para la renovación
del teatro. Durante el franquismo. los famosos TEU abrieron
la puerta a un teatro nuevo. Así se descubrió
al mejor Mihura. Ahora, después de años de
desidia, vuelve el teatro a la Universidad y lo hace propiciando
la apacricióin de nuevos autores y de montajesllenos
de imaginación y frescura.
En-cadena
, Prtimer Premio del I Certamen Universitario, es un texto
lleno de fuerza y poesía articuladoi en torno al
tema freudiano de la "muerte del padre". Novel, cocina
imaginaria (de Ricardo Castella) es una obra ingeniosa,
bien escrita, con situaciones disparatadas teatralmente
bien resueltas. Ambos textos intentan superar el argumento
lineal, el realismo, la obviedad temática y la puesta
en escena convencional.
La fragmentación,
una progresión sincopada de "flash-back" y reiteraciones,
la concepción cinematográfica del montaje,
la ruptura de las convenciones escénicas, el uso
de otros códigos y su parodia (del propio teatro,
del cine y la televisión) nos habla del uso de un
metalenguaje lleno de sugerencias y posibilidades, muy acorde
con la sensibilidad de hoy.
Falta
depuración, contención, superación
de pérdidas de ritmo notorias, pero el conjunto,
inclñuida la interpretación (destacada en
En-cadena) alcanza un nivel dignísimo que
merece todo nuestro apoyo y estímulo.
CON
ARTURO SÁNCHEZ VELASCO. AUTOR DE EN-CADENA
Jaime Millás.
Primer Acto nº 269. III/1997. Págs 63-64
El estudiante de último curso
de Filología Española de la Universidad de
Valencia, Arturo Sánchez Velasco, es el ganador de
la edición 1996 del primer certamen de textos teatrales
convocado por la Universidad Politécnica de Madrid.
Su original, titulado En-cadena, compitió
entre más de 50 textos hace precisamente ahora un
año. Luego tuvo la oportunidad de ser representado,
bajo la dirección de Pablo Calvo, en las jornadas
conmemorativas del 25 aniversario de la creación
de este campus universitario madrileño, y ahora,
doce meses después, alcanza la oportunidad de ser
presentado al público lector de Primer Acto para
alcanzar una difusión mayoritaria entre los profesionales
de la escena.
Nació en la localidad
castellonense de Torreblanca hace 23 años y cuando
realizamos esta entrevista Arturo recuerda que sólo
le quedan nueve días para terminar la carrera. "No
sé si es la carrera la que me ha inducido a escribir"
afirma, "o al revés, cogí esta carrera para
introducirme en el mundo de la literatura y conocerlo. De
hecho la escritura de mi texto teatral surgió de
una actividad extraescolar, de un curso paralelo".
Su gestación en
la mente de su creador comenzó teniendo como referencia
una foto impactante: el rostro de una persona que mira desafiante
al espectador y le apunta con una pistola de la que puede
salir un disparo certero para dejarlo muerto en el acto.
Fue esta la técnica creativa empleada por el responsable
del curso, el director de escena Guillermo Heras, para comenzar
a introducir a los alumnos en el arte de fabular dramas
y acciones teatrales "Antes había escrito un texto
que se quedó en mero experimento", asegura Arturo
Sánchez, "pero con En-cadena me propuse acabar una
obra completa de teatro. El proceso de elaboración
fue largo. La primera escritura resultó relativamente
muy corta. No creo que tardara más de dos o tres
semanas en hacer la primera escritura una vez tuve elegida
la foto. Luego reelaborarlo me ha costado más, al
menos un año, hasta que decidí enviarlo al
concurso".
Se divide en tres actos
y varias escenas. El texto crea un espacio dramático
en el que el personaje central, rodeado de la mugre urbana
y de los hechos más sórdidos de la ciudad,
empieza la acción como joven y acaba como anciano.
El espectador en ese proceso histórico tiene la oportunidad
de ir definiendo los diferentes puntos de vista de una existencia
que en su arranque viene marcada por el fatal destino de
un homicidio no cometido.
En mi obra quiero hablar
de un proceso existencial, en el que se decrece más
que se crece. Es un individuo abocado a una situación
de marginalidad. Y el asesinato que se le atribuye falsamente
en las primeras escenas corresponde a la parte de la vida
que le viene impuesta y le aboca a un destino que no puede
controlar. Es la parte injusta del conflicto individual
del hombre con la sociedad".
No cree que el teatro
sea en su generación una de las manifestaciones preferidas
y menos una moda, "porque el cine y la televisión
son más cómodos para la gente joven", y también
porque la programación de las salas no invita a que
los jóvenes se acerquen al teatro. "Si viene La Cubana
a Valencia no tengo especial interés en verles. Prefiero
el teatro que conecta con mi escritura como Paco Zarzoso
en Valencia, la sala Beckett, Juan Mayorga... No me importa
que la gente vaya a ver La Cubana, pero ese teatro no me
interesa". Piensa que en esta situación se unen "la
falta de posibilidades y el desconocimiento" más
que el desinterés por el teatro de las nuevas generaciones.
En cualquier caso a los jóvenes les corresponde interesarse
por las nuevas tendencias y las nuevas expresiones teatrales
porque son el grupo social que, en general, implica el recambio
de los viejos esquemas.
De los numerosos autores
y literaturas descubiertos a lo largo de la carrera universitaria,
Sánchez Velasco se queda con los latinoamericanos,
en especial con Juan Rulfo y García Márquez,
porque considera la creación como "la manera de explotar
toda la fantasía de una persona". ¿Y cómo
centras tu obra en el mundo de violencia de nuestra sociedad,
como si fuera el valor absoluto de nuestra convivencia?
"Me surgió en la fantasía que exigía
la idea base, y por ese camino me salió un híbrido
entre el cine negro y toda la cultura televisiva que tengo
de violencia. Pero eso no quiere decir que en el futuro
siga escribiendo así. Vamos, después de escribir
En-Cadena intenté irme a unos ambientes más
líricos".
Cuando tuvo oportunidad
de ver representada la obra por primera vez se quedó
muy sosprendido. "Fue una experiencia bastante alucinante.
El director captó esa idea de violencia y la reforzó
con todo lo gestual y lo escenográfico que implica
el teatro. Le dio más fuerza al texto. Y aportó
una idea fundamental, la de crear un nuevo personaje donde
yo situaba la sombra, como espejo que reflexionaba sobre
un pasado. Así se resolvían los problemas
de la voz en off". Hay que decir también que tras
la representación el autor ha considerado oportuno
aligerar la última parte, escena tercera, donde dos
textos paralelos van pronunciándoodse encadenados.
Tras
esta experinecia de escritura teatral, gratamente recompensada
con el premio universitario, Arturo Sánchez no esconde
haber construido una pieza con pretensiones existenciales.
"El personaje central intenta expresarse a sí mismo,
y sólo lo consigue al final, cuando ya es demasiado
tarde. Toda la obra gira en torno a eso: una exploración
dentro de uno mismo, que al final es una mirada desde fuera,
pero planteada cuando ya es demasiado tarde".