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Pared. El único
Testigo.
PARED.
Sala de la Princesa. Teatro María Guerrero.
Autora: Itzíar Pascual
Dirección: Roberto Cerdá.
Intérpretes: Ana Wagener y Miriam Montilla.
EL ÚNICO TESTIGO
Ella quería poner sobre un escenario
a dos mujeres; de distinta edad, distinta cultura, distintos
límites, distintas formas de pensar, distintas metas...
Pero muy parecidas. Al fin y al cabo, no dejan de ser dos
mujeres inmersas en un sistema que intenta cambiar y no
acaba de descubrir el camino más correcto; engullidas
en una sociedad que, día a día, se lava la
cara pero sigue dedicándonos la misma mueca; con
el miedo como único aliado; en una lucha diaria,
nunca inútil y siempre, titánica; con las
pruebas, bien visibles, de nuestra aptitud, de nuestra capacidad
para ser, de nuestra capacidad para hacer... Nuestra palabra,
no basta.
“Pared” es un documental poético que
camina de la mano de la realidad, de una cotidianidad dictada
por jueces, de una cámara oscura a la que sólo
iluminan los testimonios mudos, los recuerdos de unas mujeres
que fueron víctimas del miedo del hombre a la mujer...
Sin miedo; que es abrazado por el lamento melódico
de un violín, cuando aquélla que vive encarcelada
entre platos, cuchillos y gritos, ignora la Pared y se acoge
a la sonrisa cálida de la joven escritora que, al
fin, hizo algo más que nada por acallar su propia
inseguridad... Porque no estamos ante el inviolable y fundamental
derecho a la intimidad, a elegir con quién vivimos
o quien nos pega, maltrata o mata. No estamos ante ese derecho.
Si así fuera, su ejercicio no perjudicaría
a otras mujeres, a las que sí perjudica. Una mujer
que asume su “débil” condición,
está haciendo más difícil la igualdad.
Una mujer que se calla, legitima la muerte de otra mujer,
y eso es inadmisible.
Por esta razón, Itzíar Pascual, ejerciendo
su cualidad de optimista convencida, ha querido oponerse
al tópico de que una mujer es el peor enemigo de
otra mujer.
En esta obra, no lo es; tal vez, porque es la propia mujer
maltratada (María Amparo- Ana Wagener) la que reúne
el valor suficiente, para admitir una situación con
la que no había contado; ella que soñó
con la felicidad... Como todos soñamos... Ella! ,
incapaz de volver a su pueblo con la amargura amarrada a
su maleta, con la huella del fracaso en su húmeda
mirada... Ella, suficientemente fuerte, para no sentirse
herida cuando una voz, la abraza y derriba la Pared que,
hasta ese instante, había sido el único testigo
del dolor y la impotencia; el único capaz de ver
la verdad, de distinguirla y condenarla; el único
capaz de proteger a una mujer indefensa y presunta culpable.
Pensar, escribir, dar a leer y representar, dice Itzíar
Pascual, son actitudes que abrazan al destino, única
condición para superar la tragedia presente, la injusticia
reiterada y la intranscendencia insultante.
Roberto Cerdá, junto a la autora, han sido los encargados
de dar los golpes contra esa Pared, para que sepamos; han
sido los que han preguntado en voz alta, porqué al
Estado, a las leyes, al gobierno, para que dejemos de hacerlo
en silencio; han sido los encargados de decirnos que no
somos peores por sentir miedo, pero sí lo somos cuando!
no luchamos por vencerlo, por salir de esa cárcel
sin barrotes, por l lamar a la puerta tras la cual respira
la violencia, por acercarnos a la piel por la cual sangra
“Nuestra” herida, por curar esa herida, hacerla
realmente nuestra y seguir caminando a través de
las noches largas, sin silencios, sin gritos, sin llantos,
ya... Sin miedos.
Ana Wagener y Miriam Montilla, son las mujeres que nos hablan
desde las palabras escritas por otra mujer; son quienes
viven el miedo desde la valentía; son quienes dejan
en nosotros la cruda realidad desde la esperanza; son quienes
nos recuerdan que es preferible un mundo habitado de abandonos
a un mundo infectado de reproches, un mundo habitado de
vida, a un mundo de miedo, represión y heridas.
Con “Pared” son ya dos, las mujeres autoras,
españolas y vivas que han estrenado su obra en un
teatro público, de nuevo el Teatro María Guerrero.
¿Seguimos sumando? Itzíar Pascual, diría
que Sí... Yo, no voy a ser menos.
Sofía Basalo
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EL MUNDO
TEATRO
Drama
Realidad cotidiana
Una amarga reflexión sobre la violencia
de género y la indiferencia de buena parte de la
sociedad ante ellaPARED.- Días: Del 19 al 22 de enero
de 2006. Lugar: Teatro María Guerrero (Tamayo y Baus,
4). Hora: De miércoles a sábado a las 19 horas
Domingo a las 18 horas. Precio: 15 euros. Venta de entradas:
En taquilla y en Servicaixa (www.servicaixa.com). Intérpretes:
Miriam Montilla, Ana Wagener y Dobrochna.
R.ELa violencia contra una mujer no sólo está
en los golpes, ni tampoco en degradarla o humillarla hasta
que se la considere una inútil. La violencia también
es la indiferencia hacia ese maltrato, un pasotismo que
lleva a no hacer nada por evitar esta situación que,
muchas veces, se produce al otro lado del tabique.
Con este punto de partida, Itziar Pascual escribió
'Pared', obra que estrenó dentro del pasado Festival
Internacional de Teatro Madrid Sur y con la que ganó,
el año anterior, el IV Premio de Escritura Teatral
de ese mismo certamen. Un texto que ahora llega a la sala
pequeña del María Guerrero con la interpretación
de Ana Wagener y Míriam Montilla, a las que se suma
el violín de Dobrocnha Banaszkiewicz.
La pieza aborda dos situaciones de maltrato diferenciadas.
Por un lado está una mujer que abandona la casa en
la que vive de alquiler, decisión que toma porque
no puede soportar los gritos de una vecina que es maltratada
y escucha a través de una pared. El otro caso es
el de una fémina que aguanta la violencia de su marido
y su hijo sin dar el paso para liberarse.
El texto de Pascual, dirigido por Roberto Cerdá,
se complementa con retazos de hechos reales, extraídos
de sentencias judiciales y de noticias aparecidas en los
periódicos, además de otros referentes a denuncias,
a los que ponen voz las actrices Rosa Manteiga, Mélida
Molina, Eva Isante, Lola Casamayor y Lidia Otón.
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EL PAÍS (BABELIA)
Pared, de Itziar Pascual, que se estrena
el 22 de octubre en el Festival Madrid Sur, con dirección
de Roberto Cerdá, aborda un tema similar desde otro
ángulo. En Sentido del deber la violencia explota.
En Pared, es cotidiana, se acumula y va in crescendo. Pascual
(Madrid, 1967) retrata a una víctima que sabe lo
que le aguarda, pero no cómo evitarlo. Su hijo la
machaca a diario, y su esposo no se pone como hay que ponerse:
a su lado y sin fisuras. Entre el asfixiante pisito interior
en donde vive María Amparo, la protagonista, y el
que habita su vecina escritora, sólo hay un tabique:
de ahí el título. La autora madrileña
cuenta sin desgarro, alterna los soliloquios breves y poéticos
de María Amparo con los de su vecina, deja entrever
más de lo que dicen, y usa el humor cuando llega
el momento crítico. Roberto Cerdá, más
que un espectáculo, quiere hacer de Pared un "documental
poético sobre la violencia de género":
ha subtitulado la obra a! sí, y le ha añadido
un prólogo y dos paréntesis. En el prólogo,
se escucha la voz en off de un maltratador. "Ha sido
muy difícil obtener un testimonio cierto. No salen
fotos de maltratadores en la prensa, su identidad está
protegida en las cárceles, no se identifican como
tales en las terapias". Durante el primer paréntesis,
Ana Wagener y Cristina Pons, intérpretes de esta
función, leen sentencias firmes de casos de maltrato.
"En una, un juez considera atenuante de un delito de
violación el que el acusado fuese guardia civil,
alegando que 'un guardia civil es un servidor de la paz
y de la seguridad'. En otra, el hecho de que su sobrina
no era virgen actuó como atenuante en el caso de
un señor que la obligó a hacerle una felación.
Leídas estas sentencias, lanzamos al público
una pregunta que tal vez dé lugar a un debate".
Durante el segundo paréntesis, intérpretes
y espectadores comparten la lectura de un listado de víctimas
recogido por la autora.
Pared ! se representa en todas las ciudades sede del Festival
Madrid Sur: Fuen labrada, Parla, Alcorcón, Leganés,
Aranjuez y Getafe, y en la Muestra de Teatro de Autores
Españoles Contemporáneos, de Alicante. Sentido
del deber comienza gira el 8 de noviembre en el Teatro Bretón,
de Logroño.
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ARTEZ
"A ti te lo cuento, para que
te enteres, pared" (Nieves Mateo López)
Ha recibido el IV
premio Madrid Sur de escritura dramática por "Pared".
Este es su quinto premio como autora después del
Premio de Teatro Ciudad de Alcorcón, con "El
domador de sombras"; el accésit del Premio Marqués
de Bradomín con "Las voces de Penélope",
la Mención Especial del Jurado del Premio María
Teresa León con "Blue Mountains" y el Premio
de Teatro Serantes con "La paz del crepúsculo".
Mujer combativa desde la reflexión teórica
y la acción escénica. Pionera del proyecto
colectivo de las Marías Guerreras, estrenada en varios
idiomas y traducida a más lenguas, Itziar Pascual
reivindica desde sus personajes, el papel activo de las
mujeres, protagonistas y generadoras de cultura y arte.
- Este premio Madrid
Sur, ¿qué significa para ti?
- Recibir el premio Madrid Sur es una alegría, es
una sorpresa y es un honor. Una alegría, porque significa
un apoyo a la iniciativa de estreno en la próxima
edición del festival Madrid Sur, también,
un apoyo económico, cómo no, y además,
se ha dado la feliz circunstancia de que el Consejo de Redacción
de la revista Primer Acto, ha decidido publicar la obra
en su próximo número. El 2005 trae para “Pared”,
la edición en Primer Acto y la invitación
a su posible estreno en la X edición del Madrid Sur.
Hay que recordar además, que a pesar de su juventud
en convocatoria, puesto que ésta es su cuarta convocatoria,
es un premio al que concurren un buen número de obras
y donde el jurado no lo tiene nada fácil por el número
de obras y la calidad de los textos presentados.
- ¿Por qué elegiste a dos mujeres, dos vecinas
en esta obra?
- No es casual que sean dos personajes femeninos. No lo
es, en primer lugar, porque el personaje de María
Amparo que es el personaje de una mujer madura, procede
de un homenaje a una generación de mujeres españolas,
muy especial. Lo que una mujer a la que yo admiro, denomina
“las abuelas bisagra”, mujeres que tienen la
edad de ser abuelas y que lo son, y que han sido educadas
y han crecido en una cultura afectiva y conductual en la
que las mujeres tenían que ser enfermeras, asistentes
y ayudantes, y que han asistido a sus familias, pero sus
hijas e hijos, ya no han crecido en esa cultura. Es decir,
son una generación bisagra porque heredan la misión
cuidadora de los padres, pero son bisagra también
hacia los cambios sociales del país. Y estas abuelas
se convierten en cuidadoras de los nietos por la incorporación
de sus hijas o hijas políticas a la vida laboral.
Hay todo un grupo de mujeres que están publicando
artículos sobre la misión social y emocional
de estas mujeres y cómo sobre ellas ha caído
una carga tremenda. Ser abuela bisagra no es fácil
y forma parte de la historia precisa de este país.
Les debemos mucho a estas abuelas bisagra, pero hemos depositado
en ellas un peso, tal vez, excesivo. No es casual que el
personaje de María Amparo sea el personaje de María
Amparo, y precisamente para revelar esa dimensión
bisagra, me parecía importante colocarla en relación
de vecindad con una mujer que está en otro plano
ya, en otra generación más joven.
- ¿Por qué elegiste hablar de los malos tratos?
- Me importaba mucho la cuestión de colocar el punto
de vista allí donde yo soy operativa para poder hablar
de este tema, donde puedo ser sincera, que es desde el punto
de vista de aquel que forma parte de la indignación
en la lectura del periódico. Yo formo parte, seguramente,
de esa comunidad de personas que nos indigna leer que una
mujer más ha sido avasallada, que no estamos de acuerdo,
que nos parece una barbarie. Y algo tenemos que decir al
respecto.
- Después el personaje se revela por sí mismo.
- A la hora de hablar de esa experiencia, yo he conversado
con amigos y amigas sobre este tema, y muchas veces en la
redacción de las preguntas se nos explica el qué,
el quién, el cómo, el cuándo, el dónde,
pero nunca se nos explica la sexta W en la redacción
periodística que es el porqué. Nunca, o cada
vez menos, se nos explica el porqué de los hechos.
Me interesaba profundizar en los orígenes de la agresión
y en los orígenes hay razones culturales, educacionales,
conductuales, económicas… Me apetecía
hablar de cómo hay un tejido de valores en los que
la mujer no está valorada. Por ello, precisamente,
no es casual que la mayor parte de las referencias culturales
que aparecen en el texto, sean de artistas mujeres. Hay
una acción de reivindicación de la mujer como
protagonista y generadora de cultura, no como receptora
de cultura. Por eso me parecía importante hablar
de artistas plásticas o de cantantes de distinta
naturaleza. Esta mujer puede escuchar a Rocío Jurado,
y forma parte de su campo de referencia, y sin embargo se
puede aludir a Bebe, o se puede hablar de la artista británica
Tracey Emin. Me parecía importante reivindicar la
acción de las mujeres como generadoras y protagonistas
de cultura, precisamente para cuestionar cómo hay
un sustrato en el que las mujeres son invisibilizadas como
generadoras de arte.
- En la obra hay un contraste entre lo poético y
lo real muy fuerte. Se cierra con una pared donde se proyectan
nombres y fechas de mujeres muertas.
- Esa lista son nombres reales, nombres que proceden de
reportajes publicados por distintos periódicos españoles,
de mujeres asesinadas en España. Para mí hay
un dato concreto muy revelador: en todas las comunidades
autónomas, en todas las clases sociales, en todos
los niveles culturales y en todas las edades, tenemos este
paisaje del terror. Es decir, estas mujeres pertenecen a
geografías sociales, culturales y económicas
muy diferentes entre sí.
- El texto está lleno de alusiones musicales a cantantes
como Astrid Hadad, Amparanoia, Martirio… ¿Hay
una suerte de identificación con lo que cantan estas
mujeres?
- La selección tiene un primer origen que ya hemos
comentado, y además no es casual, ya que son mujeres
que se manifiestan en el escenario de una manera muy personal.
Ellas aportan su punto de vista y su personalidad, manejan
la tradición y la subvierten. Creo que esa también
es una gran pelea social y política de las mujeres,
la del reparto de la herencia y nuestro patrimonio conductual,
nos ha invisibilizado, ¿qué hacemos con eso?
¿cómo subvertimos eso?
- ¿En qué medida este es uno de tus textos
más autobiográficos?
- En la edición que se prepara para la publicación
en Primer Acto, va a haber una reflexión crítica
de una profesora de la universidad de Toulousse, Emmanuelle
Garnier, y una de las cosas que revela es que éste
es un texto con mucha biografía, de hondo calado
experiencial. Yo creo que la escritura es una forma de experiencia,
que siempre estamos manejando aspectos de la biografía.
La cuestión es cómo lo utilizamos. El hecho
de que ahí estén artistas defensoras del llamado
“arte confesional”, como Tracey Emin, que trabajan
con su biografía, forma parte del discurso. Porque
precisamente, el gran debate es vida pública/vida
privada. ¿Los malos tratos son públicos o
son privados? La insolidaridad colectiva, ¿es pública
o es privada? ¿Dónde pones la pared? Me interesaba
mucho esa fricción.
- Hablando sobre tu obra en general, ¿tienes alguna
en un cajón? porque tengo la impresión de
que con suerte y talento, has ido estrenando todo lo que
has ido escribiendo.
- La verdad, debo decir, es que prácticamente, no
tengo material de cajón y las que tengo, creo que
están bien en el cajón. Así como en
el teatro español hay asignaturas pendientes con
textos que están demandando un espacio en los escenarios,
mis textos han sido estrenados de manera regular. Otra cosa
es la longevidad de los espectáculos, cuál
es la perdurabilidad de los montajes, porque a veces, no
depende ni de los autores, ni de los equipos que los constituyen,
sino de reglas de mercado, que no necesariamente son propias.
- Has sido pionera y presidenta del proyecto de la AMAEM
(Asociación de Mujeres de las Artes Escénicas
de Madrid), "Marías Guerreras", ¿qué
relación crees que existe con respecto a tu obra?
- Los compromisos que una asume de manera asociativa, también
se filtran en la escritura, en los trabajos que una hace
fuera de la asociación . Las razones que me llevan
a ser María Guerrera, seguramente, tienen que ver
con las razones que me llevan a escribir de una manera determinada.
Podría escribir de muchas maneras, pero las opciones
se conectan en creer en el asociacionismo de mujeres y creer
en un tipo de trabajo, de discurso y de experimentación
escénica.
- ¿Qué retos tenéis por delante?
- Creo que en este momento, hay una serie de logros conseguidos
y que debemos felicitarnos por su realización, sin
embargo, en el umbral del tercer año oficial de la
asociación y en el umbral de la celebración
del próximo III Ciclo de las “Marías
Guerreras” en Casa de América, creo hay asignaturas
pendientes. Incidiría no tanto en la cuestión
interna del trabajo asociativo y de los resultados artísticos
y creativos, que progresan, cuanto en la capacidad de las
instituciones de las Comunidad de Madrid, para reconocer
los hechos y resultados ya conseguidos. Estamos hablando
de un proyecto, que entre sus períodos oficiales
y no oficiales, ha mantenido con continuidad cinco años
de actividades. Mayoritariamente realizadas en la Comunidad
de Madrid, pero no solamente; también visibilizando
el trabajo de las profesionales de las artes escénicas
de esta comunidad, fuera. Por tanto, creo que las grandes
asignaturas pendientes tienen que ver con el reconocimiento
institucional de lo que se ha hecho ya.
- Traducidas tus obras a varios idiomas: el francés,
corso, inglés, italiano o rumano, ¿cómo
se ha planteado ese proceso?
- Yo creo que se ha ido generando un tejido de complicidades.
Por un lado, nunca agradeceremos lo suficiente, la tarea
de los hispanistas repartidos por todo el mundo, con el
interés de divulgar, traducir y promover el teatro
español. Muchas veces, ellos suplen tareas que debían
ser institucionales, es decir, de las entidades que pertenecen
a la promoción de la cultura desde una perspectiva
pública y oficial. Dicho esto, en este momento, están
en marcha varias traducciones, como “Las voces de
Penélope” que ha sido publicada y traducida
en Francia, “Miaules” ha sido recientemente
publicada en una antología de teatro en Italia y
se prepara en EEUU una edición con tres textos míos
traducidos por la hispanista Phyllis Zatlin.
- ¿Hay experiencias de montajes de tus obras fuera
de España?
- Hay algunos montajes. Es el caso de “Holiday Out”
con un montaje norteamericano, "Las voces de Penélope"
se ha montado en Bastia (Córcega), el caso de “El
domador de sombras” en Francia, que ha hecho temporada
en París, y es curioso, porque el montaje ha conseguido
una vida escénica en París que no ha conseguido
en España. Y el trabajo que ha hecho Luis Jiménez
desde la plataforma del Festival Don Quijote, me parece
muy remarcable. Traducir significa alentar.
- "Varadas" es otro texto tuyo de mujeres en tránsito
hacia el destierro, el olvido. No ha sido estrenada, pero
sí, objeto de lecturas dramatizadas. ¿De dónde
surgió la idea de hablar de esta generación
de mujeres en el exilio?
- Hay un arranque biográfico, que es la memoria de
mi abuela. La experiencia personal de mi abuela y de mi
madre forman el punto de partida de “Varadas”.
Mi madre recién nacida junto a mi abuela, tomaron
el último barco que salía del puerto de Santurce,
estallada la guerra civil, dirección a Francia. El
barco era tripulado por un capitán germanófilo
y “nacionalófilo” y lo que este hombre
hacía, era, por la noche volver hacia atrás
y durante el día navegar hacia delante. A la espera
de que un buque militar les detenga. La situación
de la población civil dentro del barco era espantosa
porque no tenían alimentos. La intervención
de un buque inglés fue decisiva: detuvo a este barco
y lo condujo hacia puerto francés. Y todo fue verdad.
Y forma parte del testimonio oral que yo he escuchado desde
niña en la casa de mi abuela. Partiendo de esa memoria
oral de mi familia, me parecía interesante contar
la historia de esta generación y, desgraciadamente,
de demasiadas generaciones de exilios en barcos.
- Itziar, ¿sientes que formas parte de una generación
de dramaturgos-as en nuestro país?
- Indudablemente, yo pertenezco a una generación,
digamos, humana, quiero decir, a un conjunto de gentes que
tenemos aproximadamente la misma edad o que hemos vivido
experiencias históricas parecidas. Con el término
“bradomines” se designó en su momento
el nombramiento de una generación de autores, que
después del grupo de autores de la democracia, como
Caballero, Pedrero, I. del Moral, veníamos después.
Es indudable que yo formo parte de la generación
bradomín, en la medida que he sido premiada, pero
tal vez, si por generación literaria, entendemos
también la precisión en unas pautas formales,
en un tipo de estructura, yo creo, que es más flexible
la cuestión. Pero sin duda, estoy dentro de una generación,
y algunos autores tenemos ciertas simpatías, coincidencias
en gustos estéticos y autorales.
- En tu teatro detectamos algunas características
contemporáneas, como el uso de muy pocas acotaciones
o la escritura versificada, y poco dialogada. Es el caso
de"Pared".
- Hay un tipo de escritura mía que es así.
Probablemente, hablamos de las herencias de determinados
autores europeos como H. Müller o Koltés. “Varadas”,
estructuralmente, se parece poco a “Pared”;
hablamos de composiciones dramáticas de distinta
naturaleza. En ese sentido, a mí me gusta poder saltar.
Para mí “Pared” podría encontrar
referencias en “Jaula” –barrotes de palabras
y silencios–, para mí sería su antecedente
en cuanto a tipo de escritura, y a su vez “Jaula”
podría tener conexiones con otra “Jaula”,
otro texto que cuenta la historia de un exiliado republicano
regresado a España y que padece la enfermedad de
Alzeimer. Este texto, aún inédito, se va a
publicar en el próximo número de la revista
Gestos.
- ¿Te apetece decirnos algo más?
- Sí. Hay un proverbio popular que yo he oído
de muy niña que dice: “A ti te lo cuento, para
que te enteres, pared”. Es un juego de palabras y
es una expresión con el deseo de ser escuchados.
A mí me gustaría que las paredes de la sociedad
española escucharan, escucharan un drama terrorífico
que nos habla de soledades, incomunicaciones, de abuelas
bisagras y de agresiones simbólicas y reales.
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EL
MUNDO, 22 DE OCTUBRE DE 2005
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REDESCENA.NET:
DICIEMBRE DE 2005
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