De la isla de Rodas y de una cabeça de un hombre que salió del sepulchro de una donzella.
Aquesta
isla tomaron por fuerça al emperador de Constantinopla, la
qual isla solía ser llamada Colos. D´esto es buen testigo
sant Pablo y lo muestra en sus epístolas escriviendo a los
d´esta isla ad colosenses. Llámase oy en día Rodas
porque, según escrive Eusebio, dize que cuando los fundamentos
d´esta ciudad se hazían fue hallado un ramo de rosas tan
fresco como si entonces se cogiera: por eso la llamaron "Rosas", y
andando el tiempo, se ha corrompido el vocablo y llámase oy en
día "Rodas". Esta isla es oy casi toda la llave de la
christiandad; el gran Turco la ha tenido muchas vezes cercada en gran
trecho con todo su poder, y por voluntad de Dios nunca la ha podido
ganar. Y tiene, entre las otras cosas de su guarda, una cosa
milagrosa, y es que en el castillo crían muchos perros, los
quales como quiere anochecer los embían a guardar la isla; y
tienen tal conocimiento que si encuentran con algún moro lo
hazen pedaços, y si encuentran con algún cativo
christiano, lo halagan y le hazen muchas fiestas y le muestran el
camino para yr a la ciudad. Es muy abundosa la tierra, y muy
fértil de toda manera de frutas y muchas maneras de drogas que
de ella sacan. De Constantinopla a aquella isla ay trezientas leguas
yendo por la mar.
De
Rodas van a Chipre, donde se hazen buenos vinos y fuertes, y primero
son bermejos y después se tornan blancos, y tanto quanto
más viejos son se hazen más blancos. Aquí
solía haver una hermosa ciudad la qual se llamava Sietelias, y
es perdida por la locura de un mancebo: porque allí
havía una donzella y fue muerta súbitamente, y fue
puesta en una tumba de mármol, y por grande amor que el dicho
mancebo le tenía, se fue a la tumba y la abrió y se
echó con ella. Después de nueve meses oyó una
boz el dicho mancebo que le dixo: "Vete a la tumba de aquella
donzella y mira bien aquello que tú has engendrado en ella, y
guárdalo bien; haz que no dexes nada, porque si no vas no te
lo ternía en bien". El qual, yendo a la tumba, abrióla
y luego boló encima d´él una cabeça muy
desfigurada fuerte y cruel de mirar, la qual cercó toda la
ciudad y tierra, y luego la ciudad se tornó en abismo. Y / fo.
VII r./ assí en aquel lugar es muy peligroso passo, porque es
tornada en agua y no es muy honda. Y de Rodas a Chipre ay bien cien
leguas, aunque bien puede yr hombre a Chipre sin passar por Rodas
dexando a Rodas a una parte.