Capítulo III

De las yglesias y diversas montañas que ay en Constantinopla y alderredor d´ella.

 

Constantinopla es muy noble y hermosa ciudad, bien cercada y murada, y es de tres quadras, la qual ha en sí un braço de mar que ha nombre Elispons; otros lo llaman "la roca de Constantinopla" o "el braço de san Jorge". Y aqueste braço de mar cerca las dos partes de la / fo. IIII v./ ciudad. Y más alto contra el cabo de la gran mar a la parte donde solía ser Troya alto en la ribera del agua en un llano hermoso aún hay una poca de puente cerca de la ciudad, porque a gran tiempo que la dicha ciudad fue destruyda .

Alderredor de Grecia ay muchas islas, assí como Hiria, Higlia, Colcas, Thes, Buenir, Trefalsant, Mole y Carparte, las quales todas son obedientes al emperador; y el turceplenarde y el roman y otras muchas gentes, y la tierra le haze grande honra. Assí mismo los de Macedonia, donde fue rey el grande Alexandre, son sus súbditos, y de allí fue natural el philósopho Aristótil, de una tierra que se llama Estrangeneres, cerca de la ciudad de Traxer donde está el cuerpo d´este philósopho en una tumba sobre un altar donde hazen gran fiesta a su cuerpo assí como si fuesse santo, y allí hazen su gran consejo todos juntamente y parésceles que en aspiración divina Aristótil viene allí en su consejo.

En aquella tierra ay muy altas montañas y en fin de Macedonia ay una montaña llamada Olimpius, la qual parte a Macedonia de Tarchie, y tanto es tan alta que alcança las nuves; y aún hay otra montaña llamada Atos assí alta que la sombra de aquélla dura y alcança, según supe (de hombres dignos de fe), hasta el imperio donde ay veynte y cinco leguas y un tercio. En esta montaña no haze ayre ni viento, por lo qual no puede en ella habitar aves ni bestias, porque el ayre es muy seco. Y dizen que los philósophos subieron en aquella altura, los quales llevaban esponjas mojadas en agua por haver ayre; en otra manera ellos no pudieran subir allí por falta de agua, porque aquel lugar es tan seco (como dicho es) que no havía en él ninguna agua. Y alto en aquellas montañas, en la subida ellos escrivían letras con sus dedos en la arena y al cabo del año, cuando ellos tornavan, hallavan las letras sin corrupción ni desfiguramiento alguno, por lo qual se demuestra que en aquellas montañas no toca el ayre puro.

Capítulo IV