[/Fo.lviiij.v/]
Hypo dueña, muger griega como cativada fuesse [de] marineros cossarios, y tan linda pareciesse /Fo.lx.r/ que para su enamorada [Mal cada uno la quisiesse, numerado] determinaron entre ellos, porque no se compitiesse sobrello, que buenamente esta orden se siguiesse, de echar suertes entre todos y a aquél que le cupiesse se la llevasse por drecho con ella holgasse y durmiesse. Y como aqueste concierto ya por obra se pusiesse, y la animosa Hypo claramente lo supiesse, para que su castidad al vicio no se rindiesse echosse dentro en la mar sin que ninguno lo viesse. Estando ellos sorteando como el golpe se sintiesse corrieron para ayudalle y en ello nada pudiesse, dexaron el cuerpo muerto que por la mar anduviesse. ¡O castidad expugnable! si alguna te conociesse como esta te conoció, yo sé que no te perdiesse. No digo que con matarse [/Fo.lx.v/] la muger se defendiesse, porqu'es loca defensión, sino que si no quisiesse ninguno la forçaría por gran poder que tuviesse. Quando la muerte en defensión desto alguno se la diesse, se le dezir que de Christo el gualardón rescibiesse.
Timbria, muger romana, moça de muy poca hedad, teniendo su madre presa ya de mucha ancianidad, siendo a muerte condenada por no usar de crueldad, del juez fue al carcelero mandado, en reguridad, que de hambre la dexasse morir, porqu'en la ciudad su marido havía tenido cargos de gran magestad. La Timbria hija en sabello criando de gran beldad un hijo casi de un año, fuese con sagacidad /Fo.lxj.r/ a rogar al carcelero [Mal que su madre, por bondad, numerado] la dexasse entrar a ver. Él, ussando de piedad dexóla entrar muchas vezes, y siendo sin quantidad, y la vieja vivía tanto. El juez con brevedad al carcelero mandó que viesse esta novedad. Acechando vido a Timbria que usava de charidad dando la teta a su madre. Y en ver esta estrañedad al juez se lo fue a dezir. Y él, por magnaminidad a la vieja dió por libre y la puso en libertad. Y a Timbria le hizo mercedes, y por más solemnidad dos estatuas a las dos mandó hazer de auctoridad señalando el caso heróyco para más antigüedad.
Emilia, dueña romana, muger del gran Cipión, [/Fo.lxj.v/] por ser sagaz, noble, y casta y de mucha discreción, sabiendo que su marido con gran dissimulación, con una esclava se echava de muy poca estimación, siempre lo dissimuló sin mostrar perturbación, que al marido ni a ninguno hizo dello relación, porque la cipiana honra no recibiesse baldón, y que dixessen que un hombre de tanta veneración que havía vencido reyes, y era en su propia nasción tenido por valeroso, sometía su coraçón a su mesma esclava, suzia, bárbara de condición. Después del marido muerto con discreta ordenación llamó la esclava, y le dixo: "Si tú sigues mi intención te doy por libre, y dotarte quiero como es de razón. Sólo que tengas secreto lo que passaste en Cipión, porque no diffames hija /Fo.lxij.r/ un tan notable varón." Prometióselo la esclava y ella dióle el gualardón.
Ricas bodas Macenisa con Sophonisba hazía, para cumplir la palabra la qual dada le tenía, de no entregalla a romanos como ella se temía. Dello enojado Cipión esta carta le escrivía: "No pensé yo, Macenisa, que andando en mi compañía en vencer al rey Siphar te cases el propio día con la muger del vencido, lo qual muy mal me parescía. Dexa estar a Sophonisba qu'ella no te convenía, restitúyela al Senado por cativa tuya y mía." O¥do por Macenisa lo que la carta dezía, con dolorosos sospiros qué hazerse no sabía, por salvar a su muger [/Fo.lxij.v/] que más que a sí la quería. Perdida toda esperança un grave medio escogía, tomó un vaso con veneno ya Sophonisba lo embía, embiándole ha dezir cómo ella ya entendía qu'en amor y voluntad la promesa mantenía, pero aquesto le estorbavan principales de valía, y qu'en no complir aquesta la segunda le cumplía por no ser cativa en Roma biva como aborrecía. O¥do por Sophonisba el recaudo que venía, sin alterar su semblante deste modo respondía: "El don de mi matrimonio muy contenta rescibía, pues creo que mi marido dallo mejor no podía, por lo qual más cruda muerte que no aquesta merecía." Y con el rostro sereno el veneno se bevía, y a sus fatigas y lloros dio despacho en aquel día./Folxiij.r/
Theotónicos, y limbros muy gran hueste han concertado a destruyr van a Roma con intento acelerado. Sabido por los romanos un exército han juntado, con el qual fue contra ellos el cónsul Maulio llamado, y Cipión un procónsul capitán espirmentado. Y por estar estos dos uno del otro enojado, cada qual va por su parte. En fin que huvieron llegado a vista de los contrarios cerca se han aposentado, los quales como tenían gran poder en qualquier lado, vinieron luego sobrellos, los romanos han llorado, porque todos fueron muertos, el campo desbaratado, donde ochenta mil heridos en número se han hallado, que para llevar la nueva sólos diez han escapado. [/Fo.lxiij.v/] El pueblo romano desto quedó atónito espantado, embiaron contra ellos a Mario, cónsul preciado con gran gente, y en batalla los bárbaros a estragado, mató dozientos mil dellos, y ochenta mil ha tomado bivos por sus prisioneros. Y aqueste caso passado las mugeres destos muertos un recaudo han embiado, en el qual con grandes ruegos al cónsul han suplicado que todas las lleve a Roma al casto templo llamado de la casta dea Veste, porque havían determinado guardar allí castidad, sirviendo muy de su grado a las vírgenes vestales en aquel templo cerrado. Pero su noble demanda les fue por Mario negado. Visto por estas mugeres a Mario determinado, temiendo ser desonradas de noche se han ahorcado, otras con ponçoña, fierro, /Fo.lxiiij.r/ de la vida se han privado, que en el campo sola una biva no huvo quedado.
Situada tenía Roma el rey Porsena llamado, quando treguas por un tiempo con Tarquino a concertado, y en rehenes los romanos a Porsena han embiado muchas vírgines, y entrellas Cloelia, virgen de estado, las quales como estuviessen sueltas sin lugar forçado, una noche cabe Tyber la Cloelia de impensando vido un cavallo andar suelto muy manso por aquel prado, tomándolo subió en él con ánimo denodado, y a todas sus compañeras encima el cavallo a nado, por el río las passó a Roma las a tornado. Porsena a los senadores sus quexas les a embiado. Ellos en su consistorio [/Fo.lxiiij.v/] [ilegible]mamente han sentenciado d'embiar sola Cloelia quel insulto havía causado, acompañada de nobles a Porsena han entregado a Cloelia, y en vella quedó muy maravillado del esfuerço desta virgen, por do libertad le ha dado, y sin esso otras mercedes que pidiesse le a otorgado, la qual pidió los mochachos los que havía cativado. Concediósselos Porsena, con ellos a caminado azia Roma, y rescibida fue con gran triumpho y estado.
De Lehena en este canto quiero contar sus loores, y es que como ella viesse a ciertos festeadores matar a Hyparco, mancebo hermoso como las flores, fue presa ellos y ella por los nobles regidores para qu'ella testiguasse /Fo.lxv.r/ por sus puntos y tenores lo que havía visto, y muerte se diesse a los matadores. Como ella no otorgasse por buenos intercessores, viniéronle a dar tormentos para engendralle temores. Puesta delante el verdugo, y de los secutadores, tormentos graves, y tristes quiso acunsar sin fabores, y dar vida a los mancebos porqu'eran grandes señores, desta suerte, que la lengua con sus dientes cortadores se la cortó, con temer que sus sentidos ventores no dixessen lo que havía occultado con primores. De ver esto, la esperança que tenían los dotores perdieron, dando por libre a Lehena, y transgressores. Sola Lehena la opinión falsificó a los auctores, que dizen que las mugeres platicando a sus sabores sólo el que no saben callan, pues ésta supo, y dolores [/Fo.lxv.v/] rescibió por no dezir quién eran los malhechores.
Penélope con Ulixes fue bien casada, y bivía regozijada y contenta por su buena compañía. Al cabo de pocos días quando a Ulixes más quería, para la guerra de Troya, qu'entonces se comovía, fue elegido capitán a quien pesado le havía por querer a su muger como ella merecía. Ulixes ydo a la guerra con toda su infantería, Penélope de muy casta muy baxamente vestía, y en su último palacio contino se retrahía. Pues passados bien diez años qu'el marido no venía, de grandes fue requestada, y ella a todos despedía. Ya que Troya sojuzgada quedó como convenía, /Fo.lxvj.r/ con sus naves cada qual a su patria se venía, tomóles Fortuna a todos por el mar los esparzía, a do muertos fueron tantos quel cuento no se sabía, entre los quales creyeron Ulixes muerto sería, y la causa era porque no venía ni parescía. A respecto desto un rey a Penélope induzía que se casasse con él. Como a ella no plazía, porque a Ulixes siempre bivo lo tuvo en su fantasía, usó desta maña, y dixo: "Si a tí rey no desplazía que yo sea tu muger, esta merced te pedía, y es, que acabe de texer esta tela que texía, que después yo te prometo de ser tuya quanto mía." Hecho el pacto entre los dos, lo que texía de día, muy sagaz y diligente de noche lo deshazía. Con esta astucia en palabras [/Fo.lxvj.v/] al buen rey lo detenía, y Ulixes su marido vino con mucha alegría al cabo de veinte años qu'ella visto no le havía.
Argia reyna, muger de Polinice Greciano, sabiendo cómo era muerto en batalla por su hermano con muy gran hueste, y qu'estava sin enterrar en un llano, y que mandado tenía el infelice tyrano, que a ninguno no enterrasse por más mostrarse inhumano. Vistiósse en venir la noche de trage baxo, y villano, y con una lumbre occulta que tra¥a en la su mano fue al compo entre los muertos, buscava como el milano a su marido ya muerto, a su amor dulce y loçano para dalle sepultura al uso antiguo romano, tantos rodea de muertos /Fo.lxvij.r/ que lo halló de polvo cano. Limpiándole está su rostro con su blanda y blanca mano, hablando estava con él como si estuviera sano: "¡O mi marido y señor, para mí muy fiel y humano! ¿Quién hos ha quitado rey desta vida tan temprano? Besad y abraçadme amores qu'en besarme mucho gano." Después desto hiziera fuego, no perdiendo tiempo en vano quemó el cuerpo, y la ceniza con el corazón ufano, púsola en un vaso rico sin perder polvo ni grano, hízole hazer un sepulchro sumptuosíssimo, y galano.
Yoles, hija de Eurico, rey de Etholia, tan nombrada, por el domador del mundo Hércules fue demandada, que por muger se la diessen, del padre le fue negada. Hércules de grande afrenta [/Fo.lxvij.v/] movióse guerra, tomada toda Etholia, y muerto Eurico de muerte muy desastrada, más por fuerça que por grado fue Yoles su desposada. Siendo esta dama entre todas muy hermosa y agraciada, siempre con Hércules tuvo l'affición dissimulada, codiciando que la muerte del padre fuesse vengada. Y viendo que no podía hazello a fuerça de espada, con sus caricias de amor sin regla desarreglada, tan señora d'él se hizo que no le era denegada cosa qu'ella pidiesse o que le fuesse mandada. Con las armas del amor veréys cómo fue pagada, y es que un día estando juntos de fiesta regozijada entre damas y galanes con boz dulce y mesurada, díxole: "Rey y señor Hércules si soy amada, de vos una gran merced pido que me sea otorgada. /Fo.lxviij.r/ Primo que dexéys la maça con que la tierra es domada, y essa piel de que os cobrís de león Nemeo llamada, vestíhos de ropa preciada, y ponéos anillos de oro de mi mano delicada." Hércules por complazella no le quiso negar nada, después mandóle poner una gandaya cortada a la usança mugeril entre damas estimada, y con ella se assentasse do ella estava assentada, en el suelo entre mugeres encima de un almoada, y contasse patrañuelas de su vida ya passada, y junto con esto hilasse hilo de lana delgada, y qu'en la cinta tuviesse la rueca en lugar de espada. Hércules todo lo hizo, mirad qué cosa amenguada ver al que doma leones en figura afeminada, su muger de verlo assí [/Fo.lxviij.v/] contenta estuvo y saciada, más que si lo huviera muerto a muerte vil desonrada.
Rogando está Cleopatra a Octaviano, rey nombrado que pues era Marco Antonio muerto vencido y llorado, le dé audiencia, porque quiere hablar con él en celado. Pero el rey como sabía el intento acelerado que Cleopatra tra¥a por respuesta le ha embiado que muy mal podrá engañar a quien della está avisado, y de su cuerpo haga plato al suzio desenfrenado, y que al cativerio esté proptamente aparejado, que para su triumpho en Roma por testigo será dado. La hermosa Cleopatra dello tan mal se a indignado, que messando sus cabellos a su casa se a tornado, despojosse sus vestidos /Fo.lxviiij.r/ desnuda encima su estrado con dos sierpes venenosas que guardávase a abraçado, por los pechos a la triste a comer l'an empeçado. Desta suerte Cleopatra dio fin a su triste hado.
Alcíone, con pensamiento amoroso y solevado de pensar en su marido que lo tenía ausentado, de noche entre sueños, sueña qu'en la cama está a su lado, y lo abraçava y besava en sus braços ya finado, y que dezía: "Señor de mi alma más amado, ¿quién hos mató a vos mi rey y a mí biva me ha dexado, dó es la nave que llevastes vuestra riqueza y estado?" Con estos colloquios tristes Alcíone se ha despertado, y llamando a su marido del lecho se ha levantado. A las bozes qu'ella dava [/Fo.lxviiij.v/] el palacio alborotado, a su estancia acuden todos y el ama que l'a criado, con lumbres achas y armas para ver lo que ha passado. Pregunta el ama: "Señora, ¿quién es el que hos a enojado?" "¡Ama mía, o mis sirvientes llorad ya mi triste hado, porque mi marido es muerto vuestro rey señor honrado, qu'entre sueños yo l'e visto desnudo todo mojado!" Por mucho que le dezían que perdiesse tal cuydado, estremos grandes hazía, y llanto muy más doblado. Toda la nocha estuvieron los criados a su lado, y venida la mañana Alcíone se ataviado como viuda muy llorosa azia el puerto caminando, ya do s'embarcó el marido, allí llorando a empeçado de dezir: "Aquí fue donde mi marido me abraçado, y aquí junto a la marina me besó y fue embarcado." /Fo.lxx.r/ Esto estando prossiguiendo y mirando el mar salado, vido un hombre muerto en él, ya que bien lo huvo mirado conoció ser su marido sobre el qual presto se a echado, no pudieron remedialla en las aguas a finado.
Ganada estava Cartago, ya tode se destru¥a, sino aquel alcaçar fuerte que Asdrúbal lo defendía con fugitivos romanos y otra gente en compañía. Cipión de piedad embaxada les embía que se salga sano y libre el qu'en Cartago bivía, excepto qualquier romano que fugitivo sería. La respuesta desta carta fue, que todo hombre quería morir antes que ser preso por Roma y su tyranía. Indignado Cipión [/Fo.lxx.v./] fuego mandar les ponía. Asdrúbal temiendo el fuego a Cipión se rendía, el qual le hizo assentar a sus pies en aquel día, porque lo pudiessen ver los fugitivos que havía, pero de los que quedavan ninguno darse quería. Y la muger de Asdrúbal qu'en l'alcaçar residía, visto como cada hora el fuego más se encendía, se vistió las más hermosas ropas que allí haver podía, púsose a una ventana de donde a Cipión ve¥a, y con boz muy dolorosa estas palabras dezía: "Qué poco honor y vergüença Cipión en ti assistía, poniendo cerca de ti quien empacho no tenía, qu'es mi marido Asdrúbal traydor falso en demasía." Y bolviendo a su marido lo que se sigue añadía: "¡O mal andante traydor mayor qu'en el mundo havía, /Fo.lxxj.r/ afrenta de hombres nobles, apocado y sin valía! Piensa bien traydor nerando y tu loca fantasía qu'este fuego que aquí ves privará la vida mía, pero tú covarde yrás, y atado te llevaría aqueste cruel romano para el triumpho y su alegría." En esto tomó dos hijos mostrando su gran osadía, y a la vista de Cipión degollados los havía, diziendo aquestas palabras con gran dolor que sintía: "Libres hos engendré, hijos, cativos no's dexaría. Hago gracias a los dioses, qu'el ánimo y el esfuerço de que el padre carescía lo transfirieron en mí pues él ya no lo tenía para poder libertar vuestra persona y la mía." Y abraçada con sus hijos sin temor de lo que vía se echó en medio de aquel fuego [/Fo.lxxj.v/] donde más rezio ardía.
Herida estava Lucrecia de mortal llaga affligida, la daga tiene en las manos y por sus pechos metida, porque ella misma se dio en su cuerpo aquella herida. Hablando está con Tarquino con boz flaca decahída: "¡O tirano rey traydor de Roma tan noblecida! Acogite yo en mi casa con voluntad no fingida, pero la tuya cruel de trayción vino vestida, pues estando descuydada en mi cama retra¥da me viniste allí a forçar, yo negando tu partida de muerte me amenazaste, y a que fuesse fenecida matarías un esclavo de quien era yo servida, puesto desnudo en mi lecho /Fo.lxxij.r/] por Roma fama crecida dixistes que sembrarías que con él fui rebolvida. Yo por temer tal desonra hize cosa no devida que gozaste de mi cuerpo, tu intención fue ya cumplida, la mía se cumple agora con esta sangre vertida. Cuerpo, pues tú lo causaste paga tienes merecida. Mira que si mueres, biva queda tu causa esculpida. ¡O romanas, o matronas! no miréys mi gran cahída, sino el exemplo que dexo por la culpa cometida." Estas palabras diziendo acabóssele la vida.
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