El protagonista de este relato, intercalado en la historia del ermitaño y su fámulo, en la Parte II: Los epitaphios hallados por Julio, es el Alemán, que comienza a comportarse de un modo muy extraño la primera vez que entran en la ermita, en concreto donde hay algunas tumbas interesantes. El Alemán dice que ha visto un cadáver (que está allí al descubierto, congelado) moverse e intentar a atacarle. A partir de ese momento, el hombre vive atemorizado, en constante alerta y en varias ocasiones está a punto de dañar físicamente a sus compañeros, puesto que se agarra a ellos aterrorizado y no los suelta.
Más adelante, será el ermitaño quien cuente su historia, tras la confesión del Alemán, que prefiere que sea el anciano quien la dé a conocer a sus amigos. El miedo constante de este peregrino se debe a que en el pasado recurrió a los servicios de un mago, para conseguir el amor de una doncella. El mago le promete ayudarle pero le marca algunos requisitos, ya que el acto mágico que se ha de realizar es peligroso. Ha de hacerse en un lugar apartado, el Alemán deberá entrar con él en un círculo y repetirlo todo con él, incluso hacer homenaje al demonio. También le demanda que prometa que si el mago sufre persecuciones o tormentos diabólicos, él también los padecerá, incluso si uno de los dos muere por esta causa, el otro lo seguirá. El enamorado acepta.
Se realizan los terribles conjuros y los diablos se personan, posteriormente, un montón de nubes cargadas de demonios se llevan al encantador y a sus clientes, los maltratan y dejan caer al Alemán en Transilvania. Del encantador no se supo nada, hasta que una semana después un labrador encontró su cadáver. Desde ese momento, el nigromante se aparece ante el Alemán y le indica que ya es tiempo de que le siga en la muerte.
Por ello, se hizo peregrino de Santiago y hasta el día en que llegaron a la ermita, no había sido molestado de nuevo por el mago.
Más adelante, cuando los amigos ya han abandonado la ermita y han seguido su camino, el Alemán morirá, cumpliéndose así la promesa que le había hecho al Nigromante.
Se utiliza el nombre Mago todo el tiempo, sin precisar más datos. Por los actos que lleva a cabo este mágico, sabemos que se trata de un nigromante. En alguna ocasión se utiliza tal término para denominarlo. Aquí vemos que se llega al último escalón de la gradación que había presentado Medrano, desde la magia natural a la negra, desde el pastor Coridón al nigromante-espectro que persigue al alemán, pasando por Cristóbal y los enseres relativos a la nigromancia que guarda en su gruta.