Un pastor de la zona de Barèges, que tenía su choza en el cor del Tourmalet, también era muy incrédulo, como el protagonista del relato de la ficha anterior. Además, mientras los otros pastores creían a pies juntillas en las brujas, él se jactaba de su incredulidad y se burlaba. El resto bien sabía que ellas eran las que provocaban el granizo que tanto daño hacía, y vieron que el cielo presagiaba una granizada. El pastor no creyente en estos temas se retiró a dormir la siesta a su choza y tuvo una horrible pesadilla, que resultó el castigo para el incrédulo: soñó con cientos de brujas, cada una de ellas le arrancaba un pelo de distintas partes de su cuerpo, sin que él pudiera hacer nada, hasta dejarlo pelado. El resto de pastores, tras la pedrisca, halló un pelo dentro de cada piedra de hielo, al ver que era rojo se preocuparon, y encontraron a su amigo totalmente pelado. Aquello demostró la existencia de estas malvadas criaturas.

Volvemos a hallar el motivo del castigo para el incrédulo.