A Celestina (en "Flores de poetas ilustres", 1728-1786)
Epitafio burlesco
c. 1602
Celestina
Hechicera celestinesca
Quevedo no olvida en su poesía plasmar la figura de Celestina, alcahueta de alcahuetas y hechicera por antonomasia. De hecho, como veremos en la transcripción del poema, no se obvian las alusiones al hecho de que fue emplumada ni tampoco se deja de bromear con el destino que encontró la anciana después de su muerte. Según el autor, no está en el cielo, él explica que porque no hay allí doncellas que pueda manchar, mas también sería explicable su no llegada al reino del Altísimo por el trato diabólico que cerró con Satán y que le permitió echar a perder a Melibea:
Yace en esta tierra fría,
digna de toda crianza,
la vieja cuya alabanza
tantas plumas merecía.
No quiso en el cielo entrar
a gozar de las estrellas,
por no estar entre doncellas
que no pudiera manchar.
Esta es una más de las muestras literarias en las que se vuelve sobre el personaje de Celestina, desde un punto de vista paródico.