Calderón de la Barca
Los tres mayores prodigios
Comedia mitológica
1641
Madrid, Imprenta de Carlos Sánchez, a costa de Antonio Ribero
Medea
Hechicera mediterranea
Cada uno de los actos de la obra está dedicado a una figura mitológica. En el primero de ellos, el autor se centra en la historia de Medea y Jasón, con todos los ingredientes de las mejores comedias de magia. Conocemos a Medea en un enfrentamiento inicial contra su hermano y su padre, que están honrando al dios Marte con el ofrecimiento del Vellocino de Oro. La hechicera se muestra airada y profundamente ofendida por no ser ella la receptora de la ofrenda. La mágica habita, retirada, en la montaña, junto a algunas doncellas, y allí dedica todo su tiempo al estudio de las artes mágicas. Es diestra en adivinación y una experimentada manipuladora de la naturaleza, en concreto de las fenómenos atmosféricos. Tan henchida de poder se muestra esta mujer y tan próxima a la deidad, que los dioses pretender darle una lección. Será Amor quien lo consiga, pues cuando conoce a Jasón, un extranjero que llega al reino de Eetes, no duda en hospedarlo, junto a sus acompañantes, y no consiente que se aloje en el palacio de su padre. Pronto nace en ella el amor por el griego y ya que sus conjuros le permiten doblegar al mismísimo infierno, es la más indicada para poner a disposición del visitante sus conocimientos mágicos. Como fémina enamorada, ofrece sus artes al amado, y encanta a los toros que guardan al Vellocino para que aquel que dice que tal tesoro le fue arrebatado, siendo su legítimo dueño, pueda recuperar el preciado objeto. Eso sí, de este modo traiciona a su patria y su familia, y ha de huir con Jason, no sin ser perseguida por su padre y hermanos, mas con su poder logra escapar y que ellos terminen luchando entre los de su propio bando.
Esta Medea es un actante muy similar a la Circe de "El mayor encanto amor", también de Calderón. En ambos casos, hallamos parlamenteos en gran medida idénticos y que definen a una mujer poderosa, que ha construido su matriarcado alejado del dominio masculino y que pasa por doblegar al hombre que ose traspasar el límite. No obstante, siempre será el amor el que haga fracasar a la hechicera, el que destruya tal ilusión matriarcal. Estas mágicas nunca triunfan en sus relaciones sentimentales.