En el septentrión, según los autores modernos, hay tantos encantadores y hechiceros, que realizan unas congregaciones, al estilo de los brujos y brujas, y en ellas, gracias a su arte de nigromancia, se convierten en lobos. En esa forma, causan estragos. Los dialogantes concluyen que deben de tener algún pacto con el diablo para poder operar esas transformaciones.
Estamos ante uno de los múltiples casos de licantropía que podemos hallar en las letras áureas, pues es un tema recurrente, vinculado con la magia, que se halla desde la antigüedad grecolatina.