Cuando Torquemada se centra en las tierras septentrionales, explica que las gentes de aquellas tierras no usan armas en las guerras, porque son grandes nigrománticos, capaces de provocar tormentas y de dominar la voluntad de los hombres, de modo que pueden matarlos por esa vía, o impedir la navegación por sus ríos o modificar el tiempo atmosférico para afectar al enemigo.