Un grupo de hombres marchan hacia Granada desde Valladolid y, pasando Olmedo, topan con un caminante que va en la misma dirección y les propone viajar en compañía. Todos aceptan y siguen juntos el camino. En un momento dado les solicita que se detengan un rato y tiende un manto muy grande en un prado, todos sacan provisiones y se entretienen allí un buen rato. Cuando deciden partir, el buen hombre les dice que no han de tener prisa, pues en un santiamén estarán en Granada y ven que la ciudad está a un paso. Él les explica que han viajado en su manto y así queda bien claro que se trata de un encantador. Después cada uno sigue su camino.
Apenas encontramos relatos que contengan anécdotas acerca de nigromantes.Hemos localizado comentarios muy breves acerca de ciertas personalidades legendarias o históricas que han pasado a la posteridad como nigromantes, pero apenas hay cuentos del estilo de los que sí hemos hallado sobre brujas. En el caso del ejemplo aquí presentado, Antonio aclara que se lo ha contado un amigo, pues uno de los implicado fue su propio padre.