Los dialogantes del "Jardín" debaten acerca de la nigromancia. Antonio explica que este arte se puede ejecutar de dos maneras: la vía natural y la que se ejercita con la ayuda de los demonios. Con respecto a la segunda, niega que los nigromantes tengan poder alguno de coacción con los demonios. Si pueden servirse de ellos es en virtud de un pacto, como bien han señalado santos padres como Santo Tomás. Más adelante define a los encantadores, y usa ese término como sinónimo de nigromante, pues el encantador es quien, pública y descubiertamente, tiene trato con los demonios, y por eso pueden obrar maravillas. Y los diferencia de los hechiceros, que tienen familiaridad con el demonio por los mismos actos supersticiosas que realizan, pero no son apenas conscientes de ello.
Torquemada establece una distinción entre varias tipologías mágicas de una manera sencilla, de modo que estos contenidos sean comprendidos y asimilados por un público más amplio que aquel que tenía acceso a los tratados.