Descripción
En Asteasu, el casero del caserío Elorrieta, se jactaba de no creer en la existencia de las brujas. Una noche, cuando regresaba a su casa, le salió al encuentro un grupo de brujas. Su capitana lo llamó fanfarrón y quiso darle una lección mostrándole, para que así ya creyese en ellas, la friolera de mil quinientas brujas, y eso que faltaba alguna que no había podido acudir.
El hombre creyó que su fin había llegado, pero no fue así, aunque sí fue obligado a contar a todas aquellas mujeres y, de cada una, recibió un golpe, así que salió bien escarmentado por su jactancia.
Observaciones
En otros relatos también hallamos a un incrédulo que recibe una lección, por fanfarronear de tal escepticismo, por ejemplo en el titulado "Ez Direla...", "Un pastor de pelo rojo" y "¿No hay sorgiñas?", los tres catalogados en esta base de datos.