Descripción
En un lugar de Francia que no se detalla, una mujer casada se reunió en su vivienda con otras, dejando primera adormecido a su marido con unos polvos de adormecimiento. Allí prepararon en una olla un ave para comer cuando volvieran del aquelarre y en una caldera varios sapos cocidos para realizar sus maleficios. Luego se marcharon a la reunión.
El marido, casualmente, se despertó y, yendo a la cocina y viendo lo que allí había, determinó de echar una cucharada del caldo de sapos al ave que esperaba a ser comida.
Cuando las brujas regresaron y tomaron el alimento, cayeron muertas, víctimas del veneno que ellas mismas habían ultimado.
El hombre llamó a la justicia, mostró las pruebas de la brujería y los cuerpos. La justicia alabó su comportamiento.
Observaciones
Hallamos en este relato, nuevamente, la faceta de envenenadoras y homicidas de las brujas. Sin embargo, como el burlador burlado, las mujeres experimentan un triste final, pues mueren ingiriendo el mismo veneno que habían preparado para asesinar a otras personas. Como vemos, la justicia no prende al marido, sino que lo felicita por haber eliminado el peligro que asolaba la zona.