Descripción
Un boyero de Bedaio, llamado Maurizio, iba una noche con sus bueyes a Ugarte. Le sorprendió escuchar, al cruzar el río, cerca de la fuente de Edar Iturri, sonido como el de la ropa al ser lavada. Se sorprendió al distinguir a unas mujeres que estaban en ese momento, ya de noche, haciendo la colada. Le pareció extraño y les preguntó: "¿Son horas de hacer la colada?". Una de ellas, muy descocada y con las faldas levantadas, se acercó y, llamándolo por su nombre, le pidió ayuda para escurrir unas prendas. Él, embobado por el descaro de tal fémina, la siguió, pero al coger el bulto que la mujer le ofrecía sufrió enormemente y terminó con las manos arañadas y llenas de sangre, mientras las presentes se reían y burlaban, pues aquello no era ropa, sino un manojo de argoma lleno de espinas.
Acto seguido, cogió sus bueyes y salió rápidamente de allí, pues entendió que aquellas lavanderas eran brujas.
Observaciones
José Dueso, el recopilador de estos relatos, indica en una aclaración que no debían de ser estos personajes mujeres y, por tanto, brujas, sino más bien númenes semejantes a las lamias, aunque estas últimas y las primeras han llegado a confundirme en muchas ocasiones. Las lamias podrían ser maléficas o benéficas, las sorgiñas siempre maléficas.