Cuenta la leyenda que una joven de Iholdi fue lo suficientemente temeraria como para acercarse al arroyo de Oxarti cuando descubrió allí a las lavanderas nocturnas. Su experiencia resultó muy desagradable, pues, descubierta por estas mujeres, fue tendida en un árbol al igual que cualquier otra prenda de ropa, y así amaneció. Después contó su vivencia en el pueblo. Según ella, fue obra de las brujas, que se pasaron toda la noche zambulléndola en el agua, tirándole de los pelos, mientras proferían terribles risotadas.

Las figuras preternaturales presentes en este relato remiten, en realidad, a las lamias y otros seres femeninos que, en el norte de España, se cree que lavan su ropa en los ríos y arroyos. Sin embargo, en este caso, al igual que en otros similares, se ha asimilado a dichas criaturas con las brujas, por su carácter vengativo y su costumbre de deambular durante la noche por zonas rurales.