Una comedia sutil, Maria José Ragué, El Mundo, 21-12-2001.
Mercé Sarries dialoga con gran habilidad y sabe crear sutiles atmósferas a partir de aparentes cotidianeidades que esconden una indudable profundidad de sentimientos. Excepto en su obra inédita Un aire absent, sus tres obras estrenadas y también la escrita para la radio se desarrollan entre dos personajes, en algún modo complementados de la indefensión y soledad en la que una sociedad en la que no se integran les sumerge, dos personajes que intercambian sus frustraciones y sus fracasos en situaciones aparentemente anodinas abiertas a una mucho más amplia polisemia.
La dona i el detectiu está escrita en clave de contemporánea comedia, sujeta a esa sustracción de la información propia de las llamadas «nuevas dramaturgias». Apenas sabemos nada de la vida anterior de los personajes que se nos presentan en una situación aislada, puntual y limitada cuyo carácter insólito apunta a dimensiones mayores de las que le proporciona estrictamente la fábula. Sin alteraciones de tiempos ni fragmentaciones textuales, la obra se centra en una única acción. Se trata de la visita de una mujer -despedida como camarera de un bar-, a uno de sus clientes, un fracasado detective, obsesionado en fotografiar a todos sus clientes, incluidos los del pasado, los de casos ya terminados. Ambos personajes -camarera y cliente son rechazados del establecimiento porque éste quiere dar paso a los jóvenes empleados y a los jóvenes clientes. Una pistola será el objeto semántico de la comedia, el desencadenante que provocará una unión catártica y esporádica entre ambos personajes. El orden que debería ponerse en el despacho del detective ejerce también como significante de órdenes de mayor trascendencia. El monótono hastío de la vida, la insatisfacción tediosa de las relaciones sexuales, la profunda soledad de los seres humanos, el fracaso social que nuestra sociedad ofrece a quienes han sobrepasado ya los 35 años, son los temas que laten en una comedia que, en su inmediata superficie, es un ameno entretenimiento.
Esta es la clave estética que ha motivado una ágil y sobria dirección de Toni Casares en la que se explicitan por medio de adecuadas proyecciones, los sueños, deseos y acciones de los personajes, sus mitos cinematográficos, e incluso de un modo quizá un tanto forzado se cierra parcialmente la historia abierta e inconclusa que en cierto modo transmite el texto. La interpretación de Pere Ventura y Resu Belmonte es eficaz, convincente y llena de matices y registros que hacen creíbles a sus personajes. El humor, la agilidad, la posible reflexión que aflora tras la comedia, complacerán a todos los públicos.
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