Elegía romántica, José Henríquez, La Guía del Ocio, (---), 1998.

 

En pocos meses, han coincidido en la cartelera tres versiones escénicas de la novela de Mary Shelley, dos de ellas con títeres. Esta coincidencia es paralela al interés que despierta Fausto, otro personaje próximo, presente también en varios montajes. Pueden ser mitos que alumbran algunas terribles paradojas actuales: el desafío y el vértigo de los límites del conocimiento y del poder, en momentos en que el ser humano es capaz de destruir toda vida y aspira a crear seres semejantes.

En su singular trayectoria de teatro integral, desde una línea romántica extrema, que asume y recrea sus fuentes, Angélica González propone una elegía tragica de la pasión de un ser deforme y de su creador. Con un prólogo de versos de William Blake, contemporáneo del Frankenstein y sobre el eje de un elaborado texto que integra poesías, relato, extrañeza y fantasía. los actores se funden con inquietantes rilunecos y sombras. para crear una intensa visión interior de la peripecia de asombro, soledad y destrucción del primer hombre artificial de la narrativa moderna y de su padre. En un marco de velas y objetos azules, en contraste con tonos rojizos, con fondo de inúsica romántica, la función consigue una atmósfera y visiones turbadoras y cálidas.

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