EXIEMPLO 29 El siguiente caso muestra la dificultad de salvación en el privado del rey. El relato, procedente, según indica el texto, de cierta crónica, cuenta la historia del tesorero del rey de Polonia que logra la salvación gracias a su devoción por San Gabriel. A través de una visión, el santo recomienda al pecador ocho días de penitencia y la satisfacción de todas sus deudas. Tras cumplir con lo mandado, los hijos quedan sin herencia paterna. El moribundo aconseja entonces a sus vástagos que nunca sirvan a grandes señores ni príncipes, porque no podrán ceder a la tentación de medrar.
Exiemplo.
Ruberto Calonje, tesorero del rey de Polonia, [fol. 24r] hombre muy ditado de la sabiduría mundanal, alcançó grandes riquezas por razón del dicho oficio, segund que leemos en la Estoria Teotónica. E porque abundava en muchos dineros, fallava nuevas maneras e non lícitas para sacar pecunias de las gentes. Assimesmo, como el tesoro del rey era grande para pagar [a] aquéllos a quien era tenudo, o si fazía algunas guerras, e el dicho Ruberto con grandes maneras defalcava e amenguava e quintava lo que havía de dar a los otros por mandado del rey, assí a pobres como a ricos. E aquello que les havía de dar alongávagelo, en tanto que todos havían de andar en pos dél luengo tiempo assí que los pobres, desesperando de aquello que les havían de dar o por non poder seguir la corte, ante lo dexavan perder que andar en pos dél por tan luengo tiempo. E como el dicho Ruberto usasse de aquestas maliçias, pero solamente havía una bondat: que havía grand devoción en Sant Gabriel e después en los otros santos ángeles, por honor del cual fizo grandes obras [fol. 24v] en su vida. Onde acaesció que, veniendo al artículo de la muerte, fue oído grand roído en la cámara do estava, en tanto que todos los que eran en ella lo desampararon por el grand temor que hovieron. E el dicho ruido cesso, llamó a su muger e a sus fijos e a sus compañas, e díxoles assí:
-El juizio de Dios Todopoderoso ha seído sobre mí e fui condenado a muerte perpetua por los grandes males que he fecho por razón de mi oficio. E assí como los diablos querían sacar el ánima de mi cuerpo e se la levar, Sant Gabriel con el ángel mío, a quien yo siempre honré, venieron con grand muchedumbre de ángeles e libráronme de las manos de los diablos e ganáronme gracia que me confiesse e faga penitencia de mis pecados por espacio de ocho días, después de los cuales yo iré con ellos en vía de salvación, empero que primeramente faga satisfaçión enteramente a aquellos que soy tenudo. Por ende, fijos míos, sabet que yo tengo la meitad de cuanto he e posseo todo furtado del tesoro del rey, e la otra meitad quiero que sea partida [fol. 25r] e dada por medio a aquellos que yo vos diré, ca de aquéllos lo he havido muy injustamente. E lo otro que resta sea de aquéllos a quien he dapnificado con venganças e con luengas esperas faziéndoles esperar muy luengos tiempos por aquellos que el rey les dava. A vosotros, fijos, non vos queda alguna cosa de lo mío, mas haved aquello que vuestra madre tiene, e ruégovos, fijos, que jamás non hayades algunos oficios en casa de grandes señores nin jamás bivades con ellos, ca sabet que por buenos que los señores sean, tanta es la miseria de sus domésticos oficiales e tantas son las oportunidades que cada uno ha de engañar a sí mesmo, que non ha otro remedio sinón fuir. Por que vos ruego e mando por auctoridat paternal que lo fagades assí e tomedes mi exiemplo, que he servido a aqueste señor cinquenta años, con el cual ayunté grandes riquezas e a la fin non fallé que un dinero hoviesse bien ganado. E si por la piedat de Nuestro Señor e intercessión de los sus sanctos ángeles non hoviesse seído, el ánima hoviera perdido e fuera agora de fecho [fol. 25v] en el profundo del infierno. E los dichos ocho días passados e fecha complidamente la satisfación, el dicho Ruberto fenesció sus días e fizo buena fin.
Assí que los que sirven a tal señor cruel e malo e se aluengan del bueno e benigno por voluntat perdida e sospiran por los negocios presentes e son embevidos en ellos, non fazen mensión de las cosas avenideras, mas dessean siempre deleites del cuerpo, dejando las sus ánimas peresçer por fambre e atormentarse sin cuenta e por mal. (29)