comiençan en esta orden
La primera del mulo y de la raposa y el lobo.
uchos
ay que se preguntan soberviosamente questiones sin cuenta que ellos
no saben sus responsiones, e dessean ser maestros sin primero aver
seydo discípulos, según que se recuenta en esta
fábula.
El mulo, paciendo cerca de una montaña, vino a él la raposa e preguntóle:
-¿Quién eres tú?
Respondió él:
-Soy bestia.
Replicó la raposa:
-No digo esso, mas pregunto quién fue tu padre.
Responde el mulo:
-El cavallo fue mi abuelo.
Tornó a dezir la raposa:
-Ni esso te pregunto yo, mas cómo te llaman.
A la qual dixo el mulo:
-Por cierto, yo no sé mi nombre, porque mi padre murió seyendo yo pequeñuelo, e por causa que se olvidasse mi nombre fízolo escrevir en el mi pie yzquierdo. E si quieres saber mi nombre, lee en este mi pie.
La raposa, entendiendo el engaño, fuesse para la montaña a un lobo con el qual tenía enemistad e hallólo yaziendo deba- /f. XXXVIIIr/ -xo de una sombra trabajado de hambre, al qual començó la raposa de increpar y denostar dizéndole:
-¡O, loco sin seso! ¿Por qué te mueres de hambre? ¡Levántate y vete aquí cerca de un prado donde hallarás una bestia grande y gruessa e sobervia! ¡Mátala e fártate d' ella!
Entonces, yendo el lobo fazía el prado, preguntó al mulo quién era. Respondió él:
-Soy bestia.
Tornó a dezir el lobo:
-No pregunto esso, mas quién fue tu padre.
El mulo responde:
-El cavallo fue mi abuelo.
Al qual dize el lobo:
-Ni esso te pregunto, mas dime cómo te llamas.
Al qual respondió el mulo:
-Yo no sé mi nombre, por quanto mi padre murió seyendo yo pequeño. E porque no se olvidasse mi nombre, lo fizo escrevir en un cabo d' este mi pie yzquierdo. E assí, si tú quieres saber cómo me llamo, lee en este mi pie.
El lobo, mirando las palabras quanto a la cortesía, e no sintiendo el engaño, tomó el pie del mulo, e començólo de limpiar con gran diligencia pensando de fallar allí su nombre. Y él estando muy atento cerca d' ello, el mulo le dio una coz con el pie derecho en meytad de la frente, con que le hizo saltar los ojos con el meollo en tierra. La raposa, que estava detrás de una mata ascondida, dixo entonces con gran risa feriéndose la una palma con la otra:
-¡O, loco sin sentido, tú no sabías letras y querías leer! Por la mi mano derecha juro que eres descalabrado por juyzio verdadero.
E assí los hombres ignorantes, mientra dessean mostrarse por sabios, muchas vegadas caen en grandes peligros.
La .II. del barraco y de los corderos y el lobo.
y
gran copia de gentes que no son contentos de los honores privados e
codician mandar a los mayores e a sus yguales, cerca de que
oyrás la fábula siguiente.
Un pequeño berraco bivía en una gran manada de puercos, el qual, indignado e hinchado de sobervia porque no era principal e mayor que mandasse a todos, andava al derredor de la compaña haziendo bravezas, gruñiendo e vascando, e aguzando los colmillos pensando que espantava a los otros. E como viesse que no se espantava ninguno d' él, con gran yra dize assí:
-¿Qué me aprovecha estar aquí, pues que en esta compaña, aunque mande, alguno no me obedece, ni aunque me ensañe no fueyen de mí, e si amenazo no dan por ello nada?
E assí deliberó de no quedar allí, mas antes se partió dende e vase por sus aventuras. E assí andando, llegó en una manada y rebaño de corderos, e como se vio en medio de ellos, él se bolvió con gran estruendo gruñiendo e vascando e aguzando sus dientes, lo qual viendo los corderos, espantados con miedo començaron de fuyr todos a una parte e a otra. E assí estando el berraco, con espanto dize:
-Aquí me conviene morar y este honor conviene a mí porque como yo me ensaño todos fuyen de mí, e si amenazo todos se espantan. Aquí seré amado e honrra- /f. XXXVIIIv/ -do de todos.
Estas semejantes cosas usando él por muchos días, vino allí un lobo con gran hambre, el qual llegó a los corderos queriendo comer d' ellos. Y ellos, como lo vieron llegar a ellos, huyeron por las peñas, mas el barraco, pensando que sería defendido de los corderos, no quiso fuyr, e assí lo tomó el lobo y lo llevó para la montaña. E como passassen por caso llegaron a una manada de puercos donde oviera salido el barraco, el qual conociendo a ellos, començó a grandes bozes a llamar socorro. Y ellos, conociéndolo, levantáronse todos juntamente contra el lobo e libraron a su hermano llagado y ferido hasta la muerte. Entonces el barraco, estando en medio de todos lleno de dolor e vergüença, dixo:
-Agora conozco por verdadero el proverbio que dize que en las fortunas e adversidades e prosperidades siempre es bueno tener con su parentela. Ca por cierto, si yo no oviera salido de mis parientes e linaje, no oviera yo padescido estos males. E assí, muchos hombres que quieren mandar con sobervia, allende de lo que les conviene, caen a menudo en muchas fortunas y males.
La .III. del raposo y del gallo.
uchas
personas hablando sin primero pensar lo que han de hablar dizen tales
cosas que después de aver hablado les pesa, e aun les viene
por ello mal e daño, cerca de lo qual se pone tal figura.
El raposo, aviendo hambre, se fue a una villa, e llegando ante un gallo dixo:
-¡O, mi señor gallo, qué hermosa boz tenía tu padre! El qual era mucho mi señor. E assí mismo pienso que tú tengas. E assí por la gran amistad que tenía con él, vengo a te conoscer, por lo qual te ruego que quieras cantar, de manera que yo pueda conoscer si tú has tan buena boz o mejor.
El gallo, creyendo estas palabras, por ruego d' él començó a cantar cerrados los ojos. El raposo saltando en él tomólo y llevólo para su cuerva. Y los hombres del lugar que oyeron esto seguían el raposo, diziendo que a su gallo avía levado el raposo. Oyendo esto, el gallo dixo al raposo:
-¿Oyes lo que dizen aquellos aldeanos gruessos? Diles tú que yo no soy suyo, mas tuyo, y que tú lievas tu gallo y no el suyo.
Entonces el raposo, dexando el gallo de la boca, dixo:
-Yo llevo mi gallo y no el vuestro.
Y en tanto que el raposo dezía estas palabras, el gallo boló para un árbol y respondió al raposo:
-¡Mientes, mi señor, rasamente! Ca yo soy d' ellos y no tuyo.
El raposo, viéndose engañado, feriendo su boca dezía:
-¡O boca, quántas cosas dizes y hablas, que después te pesan! Por cierto, si agora no oviesses hablado no avrías perdido el gallo al qual caçaste.
E assí significa que muchos hombres hablan sin pensar cosas que después se arrepienten por averlas dicho, y aun les viene mal y daño por ello.
La .IIII. del dragón y del villano. /f. XXXIXr/
caesce
a las vegadas que los hombres tornan malas cosas por las buenas y a
los que les ayudan dannifican, según parece por esta
figura.
El dragón morava en un río y, como creció, él siguió por el río abaxo, en tanto que el río menguándose lo dexó en un arenal donde yazió no podiendo yr sin agua. E passando por allí un labrador, dixo:
-¡O, dragón! ¿Cómo estás aquí d' esta forma?
Respondió el dragón:
-He seguido el río que cresció por el agua abaxo. E agora, como menguasse el agua, dexóme en este lugar seco e no puedo yr sin agua. Mas si tú me atasses e me llevasses sobre tu asno para mi casa recibirás oro e plata e otros muchos bienes de mí.
Entonces el labrador, induzido por codicia, ató al dragón e púsolo sobre su asno, y llevólo e púsolo en su cueva, e abaxándolo el labrador del asno, púsolo desatado en su libertad. E assí le demandava que le diesse lo que le avía prometido. Entonces dixo el dragón al aldeano:
-¿Cómo por atarme me demandas oro e plata?
El rústico le dixo:
-Tú mismo me rogaste que te atasse.
Al qual dixo el dragón:
-No estamos en esso, mas antes te quiero comer porque he hambre.
Dixo el labrador:
-Según esso, por el bien me quieres tornar mal.
Y estando ellos en estas palabras, acontesció que estava ende una raposa, la qual oyó todas estas cosas, e dízeles:
-¿Qué cosa es essa, que avéys entre vosotros discordia e soys diferentes?
E començó primero a hablar el dragón, e dize:
-Este villano me ató muy fuertemente e poniéndome sobre su asno tráxome hasta aquí. E agora me demanda no sé qué cosas.
Después dixo el hombre:
-Oye, mi señora raposa. Este dragón, que fue levado por el río, fue lançado en un arenal seco e passando yo por allí, él me rogó que lo atasse y lo pusiesse sobre el asno y lo truxiesse para su casa, prometiéndome por ello oro y plata y otras muchas cosas. E agora no solamente no quiere complir comigo, mas antes me quiere comer.
Dixo la raposa:
-Locamente heziste porque lo ataste. Mas muéstrame agora cómo lo ataste y después yo juzgaré.
Entonces comiença el labrador de atarlo. Y preguntó la raposa al dragón:
-¿Cómo tan fuertemente te ató el villano?
Responde:
-No solamente tanto, mas cien vezes tanto.
Y la raposa dize al labrador:
-Apriétalo.
Y el labrador, como era valiente, apretólo y ató según lo más fuertemente que pudo. Y preguntó la raposa al ratón:
-¿Tan fuertemente te ató?
Responde el dragón:
-Por cierto, sí, mi señora.
Ella dize al aldeano:
-Añúdalo pues que assí es bien fuerte, y aprieta los lazos, ca quien bien ata bien desata. Y tórnalo a poner sobre el asno y buélvelo al lugar donde lo tomaste y déxalo allí atado assí como está, y no podrá comer.
E cumplió el labrador como juzgó la raposa.
E assí los que tornan por el bien mal, a las vezes reciben su justo gualardón.
La .V. de la raposa y del gato. /f. XXXIXv/
abla
esta figura de los hombres que se alaban de saber muchas cosas y
teniéndose por ingeniosos y sotiles, riense y escarnecen a
otros muchos.
La raposa encontrando con un gato lo saludó diziendo:
-¡Hermano, salvo seas de los males!
El gato responde a ella:
-¡La salud sea contigo!
Y dende pregunta la raposa al gato que quántas artes sabía. Responde el gato:
-No sé d' essas artes cosa, salvo sé un poco saltar y subir árboles y paredes, y con esto me escapo de algunos peligros.
Entonces se dize que le dixo la raposa:
-Por la mi cabeça que no mereces bivir pues no sabes más y eres tan ignorante y necio.
El gato le responde:
-Assí es como tú hablas. Mas ruégote que me digas quántas artes sabes.
Responde la raposa:
-Yo sé cient artes, y no assí medianamente como quienquiera, mas perfetamente, cada una de las quales me abasta para bivir honradamente y para me escapar de muchos peligros.
El gato, oyendo esto, dixo:
-Por cierto, tú mereces muy larga vida y salud perdurable pues eres tan sabidora y sciente.
E fablando d' esta manera dixo el gato a la raposa:
-Hermana, yo veo venir un hombre a cavallo con dos perros muy ligeros grandes nuestros enemigos.
Dixo la raposa:
-No sabes lo que te dizes. Eres ignorante y medroso, y por esso hablas essas cosas. Y aunque esso sea, ¿qué priessa?
E llegando más cerca el cavallero y los perros, viendo a la raposa y al gato començaron a correr contra ellos. Y la raposa, viendo venir cerca los perros, dixo al gato:
-¡Hermano, huyamos!
Responde el gato:
-No es necessario.
Dixo la raposa:
-Por cierto, necessario sería de fuyr.
El gato responde:
-Puede ser que sea necessidad, empero cada uno trabaje por sí.
Y assí, cada uno d' ellos comiença de fuyr. El gato, hallando un árbol alto, subióse luego allí, y assí libró. E dexando los perros al gato, aprietan a la raposa, la qual perezosamente fuya, y el gato la llamava muy grandes bozes del árbol diziendo:
-¡Hermana, agora es tiempo de usar alguna de aquellas cien artes! Ca arredrada estás d' esta montaña.
E como los perros la alcançassen, no le valiendo nada las artes, la mataron.
Amonesta esta fábula a los sabios estudiosos, ingeniosos y viciosos, que no maltrayan ni se rían de los ignorantes y insipientes.
La .VI. del lobo y del cabrón.
os
enfermos y pobres se levantan a menudo contra los poderosos, los
quales libran mal en ello, según cuenta esta
fábula.
Un lobo seguía al cabrón de las cabras para lo matar. El qual se le sube en una alta peña y allí se asseguró. Al qual el lobo le cercó y guardó al pie de la peña. Mas, después de tres o quatro días, el lobo, por hambre, y el cabrón, por sed, apartáronse y fuéronse cada uno por su parte, primero el lobo y después el cabrón. Y como el cabrón fuesse al río y beviesse habundosamente de aquella agua, mirando su sombra en el agua, dixo entre sí:
/f. XLr/ -¡O, qué buenas piernas y hermosa barva, y grandes cuernos tengo; y teniendo todas estas perfeciones, me haze fuyr un solo lobo! De aquí adelante yo lo quiero esperar y resistir y no huyré d' él ni menos le daré ninguna ventaja.
El lobo, estando detrás del cabrón, escuchava calladamente todo esto. El qual, llegando al cabrón le travó de la pierna con los dientes. E díxole:
-¿Qué cosa es ésta? ¿Por qué assí hablas, hermano cabrón?
El qual, viéndose preso en su poder, dízele:
-¡O, mi señor lobo, ave merced de mí! Ca yo muy bien conozco mi culpa, porque el cabrón después que beve desvaría, y habla más de lo que deve.
Empero el lobo, no curando de sus palabras, empieça de comer al cabrón.
Enséñanos esta figura que los pequeños y pobres no se levanten contra los poderosos allende y más que valen sus fuerças.
o
deve el hombre ligeramente tomar consejo de aquél a quien
quiere mal fazer, según se prueva d' esta fábula.
Encontrando el lobo a un asno le saluda diziéndole:
-Hermano asno, he gran gana de comer, por que es necessario que te aya de comer.
Respondió el asno:
-Como te plazerá, señor, assí sea complido, porque a ti pertenesce mandar y a mí obedecerte. E si me comes, librarme has de muchos trabajos, por quanto yo traygo el vino del lugar y el pan de las eras, y la leña del monte. Y yo allende d' esto trayo las piedras para edificar las casas y llevo a moler el pan al molino e tórnolo. En suma, yo fago todo esso que se ha de fazer, e todo el trabajo es para mí, por lo qual muchas vezes maldigo el día en que nascí porque tan grandes trabajos passo. Mas sola una cosa te ruego que me oygas: pídote que no me comas este camino porque avría gran vergüença de los vezinos y de mi señor que dirían: "¿Cómo se dexó este asno comer del lobo assí?" Por ende, oye mi consejo: vamos a la montaña y hagamos bilortas retorcidas y átame por los pechos assí como si fuesse tu esclavo, según que lo soy. Y yo ataré a ti en el cuello como a señor que trae consigo siervo. Y llevarme has abaxo en el monte e comer me has allí en paz a tu sabor.
El lobo, que no sintió el engaño, dixo:
-Hagamos como dizes.
Y assí, yendo al monte hizieron bilortas muy fuertes. El lobo torciéndolas y el asno teniendo e adereçándolas, de manera que el lobo ató al asno por el pecho, y el asno ligó bien fuertemente al lobo por el cuello. Dixo entonces el asno:
-Vamos /f. XLv/ donde quisieres.
El lobo dixo:
-Muéstrame el camino.
Responde el asno:
-De buenamente haré yo esso.
E assí comiença el asno caminar para casa de su señor. Y como el lobo vio la vezindad e poblado dize:
-Cata que no ymos por camino derecho.
El asno dize:
-Señor, no digas esso, ca si te plaze bien derecho camino es.
El lobo, conociendo el engaño, començó de tirar atrás. Y el asno tira por fuerça para su casa. E llegando ambos a la puerta de su señor, e viendo esto el señor, sale con toda su compaña e feriendo al lobo hasta la muerte. Uno d' ellos, queriendo dar un gran golpe en la cabeça con una hacha, erró el golpe e cortó la atadura. E assí suelto, el lobo fuyó para la montaña. Y entrando el asno en el palacio de su señor, turbado del miedo que avía passado, e con gran gozo viéndose escapado del poder del lobo, començó de rebuznar e dar altas bozes. Lo qual oyendo el lobo en el monte dezía:
-Por cierto, por muchas bozes que tú des, no me tomarás allá.
Enséñanos esta fábula que no creamos ligeramente a aquéllos a quien nos mesmos queremos hazer mal e daño, e como fuéremos engañados, que mejor e más diligentemente dende adelante nos guardaremos.
La .VIII. de la culebra y del labrador.
o
conviene fiar ni creer a aquel a quien quiere el hombre fazer o le ha
fecho mal porque en fin recebirá mal e daño d'
él, según se recoge d' esta figura.
Un labrador yva a sembrar un campo e passando por un camino cruelmente pisava a una culebra, la qual le dixo:
-¡O, mal amigo! ¿Por qué me has assí lisiado e pisado, yo no te mereciendo algún mal? Cata que te digo que no creas a quien mal heziste.
Y passó su vía el labrador curando poco de sus palabras. En el siguiente año, el mismo labrador yendo por aquella senda, fabló la culebra:
-¿Dónde vas, amigo?
El qual le respondió:
-Voy a sembrar el campo.
E dixo la culebra:
-Guárdate no siembres tierras de regadío porque en este año avrá muchas aguas, e lo que fuere sembrado en lugares de aguas afogarse ha. Empero cata que no creas a quien mal feziste.
Y fuesse el labrador pensando que fablava de engaño y sembró el campo húmedo e de regadío, en el qual año fueron muchas aguas e perecieron las simientes de las tierras aquosas, y assí no cogió aquel hombres cosa alguna.
E passando en el siguiente año el labrador por el mismo camino a sembrar, preguntóle la culebra:
-¿Dó vas, amigo?
Dixo él:
-A sembrar.
Ella le amonestó que no sembrasse en lugar seco porque en aquel año avría grandes calores y se secaría quanto estuviesse sembrado en lugar seco, y dixo en fin:
-Empero a quien mal feziste no creas.
El labrador, pensando que lo quería engañar, no curó de lo que ella dezía y sembró en lugares secos. Y aconteció en aquel año gran estío y sequedad, de manera que se secó todo el campo, y todas las tierras secas se perdieron.
En el tercero año, passando el mismo labrador por donde estava la cule- /f. XLIr/ -bra, dízele ella:
-¿Dónde vas, hombre?
Él le responde:
-Voy a sembrar mis heredades.
Y dize la culebra:
-Si quieres cojer pan en este año, siembra en tierras comunes que no sean muy umidas ni muy secas, mas templadas. Empero tórnotelo a dezir, a quien mal fazes no creas.
El labrador fizo en aquel año lo que la culebra le aconsejava y consiguió todo según que la culebra le avía dicho y cogió mucho pan en aquel año. E bolviendo el buen hombre de su heredad dixo la culebra:
-Cata amigo que te han venido todas las cosas según y como yo te las he ante dicho.
Responde él:
-Por cierto, assí han venido como tú las has primero dicho. Por ende, te fago muchas gracias.
La culebra le pide que le hiziesse alguna gracia y remuneración por ello. El labrador le pregunta:
-¿Qué galardón pides de mí?
La serpiente dize:
-No pido otra cosa salvo que me embíes mañana al tu hijo solo que tienes con una olla de leche.
Y mostróle un agujero en que le pusiesse la leche. E añadió:
-Mira en esto que muchas vezes te he dicho que al que mal fazes no creas.
Con tanto vase el buen hombre para su casa, y otro día en la mañana embióle su hijo según le avía prometido. Y llegando en el lugar que el padre le avía mostrado puso la leche en el agujero y luego, saliendo la culebra, saltó en el moço y lo mordió, de manera que murió dende. El cuytado del padre, veniendo a la culebra, fablóle assí:
-Engañásteme y has muerto a mi fijo malamente.
La culebra, estando en la peña alta, respondió diziéndole:
-Yo niego esso que tú dizes, ca yo no he fecho cosa engañosamente. Tú me feriste sin razón y sin causa, y nunca te emendaste. Yo siempre te dezía que no creyesses a quien mal avías fecho.
Esta fábula nos amonesta que no creamos a quien mal y daño avemos fecho.
La .IX. de la raposa y del lobo pescador.
i
alguno fuere injuriado o damnificado no se deve vengar por lengua
diziendo mal d' él, ca no es honesta vengança,
según se prueva por esta fábula.
La raposa comiendo de un pescado cerca de un río, llegando el lobo allí con hambre pidía la parte de la vianda. La raposa le responde:
-Señor mío, no me fables d' esto, porque no sería honesto ni convernía que tú comiesses las sobras de mi mesa, no quiera Dios de abaxarte en tanto grado. Mas darte he un consejo: tráeme aquí una cesta y enseñarte he una arte de pescar de manera que quando otras viandas te faltaren, a lo menos no te faltarán pescados y peces de que te fartes.
El lobo se fue al primer lugar y furtó ende una cesta bien grande y tráxola a la raposa, la qual ge la ató muy fuertemente al rabo y dízele:
-Entra en el agua y anda tú adelante con tu cesta rastrando. Y yo me yré detrás aguzando y moviendo los pesces y assí sabrás pescar como también sabes caçar.
El lobo, creyendo a la raposa, entró en el río con su cesta atada al rabo y la raposa echava en ella piedras. E como la cesta fuesse llena, dize el lobo:
-No puedo mover esta cesta. Tanto está llena.
Responde la raposa:
-Gracias fago a Dios que te veo buen pescador y bien enseñado en esta /f. XLIv/ arte. Espera un poco mientra busco quien nos ayude a sacar este pescado.
Entonces vase ella al lugar e dize a los hombres:
-¿En qué estáys? Ende sabed que el lobo que vos come vuestros ganados, no contento d' ello, aun saca los peces de vuestro río.
Oydo esto, salieron todos con lanças y espadas e con los perros para el lobo, e quasi hasta la muerte lo firieron. E uno, queriéndole dar una gran cuchillada por lo acabar, acertóle en el rabo, el qual del todo le cortó. E assí como se vio descargado e derrabado començó de huyr, e assí escapó medio muerto.
En este tiempo acaesció que estava en aquella provincia el león, rey de las animalias, muy enfermo, al qual yvan a visitar todas las bestias e animalias, entre las quales vino aquel lobo pescador derrabado. El qual dixo al león:
-¡O, señor, mi rey natural! Yo, tu servidor, he andado buscando melezina alguna para tu salud e no he hallado otra cosa, salvo he sabido que mora en aquesta provincia una raposa artera e muy sobervia, la qual tiene gran melezina dentro en sí. Si quisiere venir, llámala a consejo e quítale la pelleja, de manera que finque biva, y embuélvete el vientre y la boca del estómago con aquella su piel, e luego serás sano.
La raposa tenía su cueva ay cerca donde morava el león en una peña, e oyó con gran diligencia todas estas palabras. E como el lobo saliesse del león, ella se fue y embolcóse toda en un lodo e vino ante el león e dízele:
-¡Señor rey, sálvame!
Respondió el león:
-¡Salva seas! Mas llégate más cerca, que te quiero besar e dezirte un secreto.
La raposa dize:
-Ya vees, señor, que veniendo con gran priessa por te visitar, cómo estó enlodada y llena de estiércol, y he vergüença de me acercar a ti porque no recibas d' ello algún enojo o hastío. Mas, después que me bañare y peynare, e assí limpia, yo vendré ante ti, mi señor el rey, e dirás lo que te plazerá. Mas antes que me abaxe, manifestarte quiero la causa de mi venida tan quexosamente: Yo he andado quasi por todo el mundo buscando medecina, e no he podido saber más d' esto que un físico griego me ha enseñado en Athenas: en esta provincia dize que es un lobo desrabado y grande y gordo, el qual perdió la cola para otra semejante melezina, éste dize que tiene melezina para tu salud. En esta manera que tú, llamándolo ante ti, estiendas tus hermosas manos sobre él e le quites el cuero estando bivo, salvo que le dexes la cabeça y los pies por desollar, porque dize que aquellas partes son ponçoñosas, y con tu cuero caliente embuélvete tu vientre, y luego serás sano y alegre.
E dichas estas palabras, se partió. Y dende a poco se vino el lobo para el león. Llamado a su consejo y estendiendo sus fuertes manos según la orden de la raposa, le quitó el cuero salvo el cuero de la cabeça e de los pies. Y assí, con él caliente e rezién dessollado, se embolvió el vientre. E las moscas, e abispas, y escaravajos començaron picar al lobo y morderle bravamente. Y él fuyendo d' ellos fuertemente, la raposa, que estava en una peña alta, llamávalo con gran risa diziendo:
-¿Quién eres tú, que vas con el sombrero en la cabeça y guantes en las manos en este tiempo tan caliente, y corres por esse prado? Escucha esto que te digo: Quando fueres en casa di bien del señor. E quando fueres en corte di bien de todos. E si no quieres dezir bien, no digas mal.
Enséñanos esta fábula que qualquier que fuere injuriado de alguno, no deve recebir vengança de lengua, ni diga mal ni blasfemias d' él, ni en público ni en ascondido. Y el que arma lazo contra su hermano puede ser que caya en él mesmo.
/f. XLIIr/ La .X. del lobo que aventó torpemente.
uchos,
buscando cosas más altas que a ellos convenga y presumiendo
allende que su estado requiere, demandan lo que no cabe en ellos, y
comúnmente quanto más suben tanto más y mayor
cayda dan, según se muestra por esta fábula.
El lobo, levantándose de mañana y extendiéndose, lançó un sonido detrás. E dize:
-Ésta buena señal es. Gracias fago a los dioses que oy en este día seré harto y complido de muchas dignidades, según que me ha mostrado el rabo que me ha sonado.
E assí partiendo por sus venturas, falló en un camino una enxundia de puerco que cayó a unos mulateros, y como la olió bolvióla de una parte a otra y dixo:
-No comeré oy de ti, porque me sueles mover todo el mi vientre e cierto soy que oy he de ser farto de dignidades según que a la mañana me figuró mi trasero.
E yendo más adelante falló un tocino salado e seco, el qual bolviendo dixo:
-No comeré de ti, pues soy cierto que he de ser farto oy de buenas viandas, según que me denunció mi rabo.
Y descendiendo en un valle falló ende una yegua con un hijo, y dixo entre sí:
-Deo gracias. Yo sabía que oy avía de ser harto de dignidades.
Y llegando a la yegua, díxole:
-Hermana, yo vengo de camino y he hambre. Por ende, cumple que me des a tu fijo para que coma.
La llegua le respondió:
-Como te plazerá, assí se faga. Mas, mi señor, ayer caminando se me hincó una espina en este pie. Ruégote, pues eres médico y çurujano afamado, que me saques y cures primero, y después todos estamos a tu mandar y comerás este mi fijo.
Creyendo esto el lobo se allegó al pie de la yegua queriéndole sacar la espina, y ella le dio una gran coz en meytad de la frente, de manera que dio con él en el suelo, y assí fuyó ligeramente con su fijo a las tierras y fue librado del peligro. El lobo, recobrando y tomando sus fuerças, dixo entre sí:
-No me curo d' esta injuria pues sé que oy seré farto.
Y fuesse por su camino adelante, donde falló dos carneros que reñían en un prado. Y dize entre sí:
-Agora es cosa cierta que he de ser harto a Dios gracias.
E llegando a los carneros, él los saluda y dize:
-Hermanos, aparejadvos que el uno de vosotros me ha de combidar a comer.
Responde el un carnero:
-Fágase como te plazerá, mas rogámoste que juzgues entre nos derechamente y da una sentencia sobre este prado que fue de nuestros padres, sobre el qual, como no sabemos ni avemos usado de pleytos y juyzios, reñimos e contendemos. Por ende, haz entre nos partición derecha d' él, y después manda a tu voluntad libre de nosotros.
Respondió el lobo:
-Yo faré de buen grado esso, mas querría que me dixéssedes en qué manera queréys que parta.
Entonces dize el otro carnero:
-Señor, pues demandas el modo, a mí parece que deves de partir d' esta manera: tú deves de estar en medio del prado y nosotros yremos cada uno a su cabo del prado, y correremos ambos para donde tú estarás, y aquél que primero llegare a ti aya el prado, y al otro que lo comas tú.
Dixo el lobo:
-Fágase assí que es buen /f. XLIIv/ modo.
Y assí se van los carneros cada uno a su cabo, y corriendo con gran quexa e ímpetu para donde estava el lobo en medio del prado. Y juntamente llegando, ferieron al lobo. El golpe doblado fue tan grande que el lobo cayó en el suelo, quebrantadas las costillas y medio muerto, ensuziándose de su estiércol. Mas de a poco retornando en sí, dixo:
-Ni aun me curo por esta injuria, ca yo he de ser oy farto según esta mañana me figuró el rabo.
Y partiéndose dende, él falló en una ribera una puerca con sus fijos paciendo en un prado, y dixo:
-¡Gloria, tibi, domine! Yo sabía que oy avía de ser farto de buenas viandas delicadas.
Y dixo a la puerca:
-Hermana, comeré de tus fijos.
Respondió ella:
-Señor, como tú mandarás. Mas no están aún lavados según que manda nuestro rito y secta. Por ende, te ruego que, pues la buena ventura te traxo aquí, que tú mesmo seas sacerdote y los laves según nuestra ley. Y después, escoge d' ellos los que más te agradarán.
El lobo dixo que le mostrasse la fuente y ella le mostró una canal de molino, diziendo:
-He aquí la fuente sanctificada.
Y estando en lo más alto de la canal, el lobo, presumiendo de sacerdote, tomó un lechón de aquéllos para meter en el agua y lavar según aquella cerimonia. La puerca se llegó a él y diole un gran golpe con el hocico gruñiendo con furia y lançólo en la canal dentro, y la fuerça del agua que era corriente, arrebatando levó al lobo fasta que cayó en el rodezno del molino, donde anduvo alderredor dançando un poco, en que padesció assaz mal en su cuerpo. Escapando de aquello con mucha cuyta esfuérçase diziendo que aún el dolor no era tan grande que pudiesse a él de su buen propósito retraer y no era a él injuria nada d' ello, pues por engaño le era cometido, y que todavía entendía según a la mañana le avía solfeado el trasero que avía de ser farto en aquel día de viandas delicadas. Y assí passando cerca de un lugar, vio unas cabras que estavan encima de un forno, y dixo:
-Gracias sean a Dios. Agora veo vianda que mucho codicio.
Y començó yr a ellas. Como ellas vieron al lobo, ascondiéronse dentro en el forno. Y el lobo estando ante el forno las saludó diziendo:
-Hermanas, salud ayáys. Yo soy llegado a vos visitar e comer alguna de vosotras.
Dizen ellas:
-Señor, seamos oydas e faz de nós lo que te plazerá. Nosotras no venimos aquí sino a oyr los officios. Rogámoste que tú los cantes y fecho el officio de alabança farás lo que te agradará.
El lobo presumiendo de gran sacerdote començó de aullar e dar bozes altas. Los aldeanos, oyendo bozes e aullidos del lobo, salieron con armas y perros y le dieron tantos golpes y feridas fasta que él quasi medio muerto escapó bien mordido de los perros. Y assí fuyendo él se llegó dende gran pedaço de camino debaxo de un árbol de muchas ramas y echándose a la sombra estendido començóse de quexar y maltraer fablando entre sí d' esta forma:
-¡O, Dios, quántos males son venidos oy sobre mí! Mas bien mirado, la mayor parte ha seydo por mi culpa. Y dónde me fue a mí tan sobervia voluntad que rehusasse la enxundia y desechasse la carne del puerco. Y más, mi padre no fue físico e yo no aprendí medicina, y dónde me vino a mí ser médico para curar y sanar la yegua. Y assí mismo mi padre no fue juez y tampoco yo no aprendí leyes ni derechos, e quién me mandava a mí tener vezes de juez e juzgar entre los carneros. Ni tampoco mi padre no fue sacerdote ni yo aprendí letras para que oviesse de lavar los cochinos en la sacra fuente. E assí en semejante, dónde me fue tan loca presunción que quisiesse mostrarme por pontífice e obispo para celebrar los divinos officios. E dichas estas sus desaventuras fizo oración assí /f. XLIIIr/ diziendo:
-¡O, Júpiter, agora cayesse de la tu silla de marfil un cuchillo que me firiesse sobre todo esto muy fuertemente!
En este mesmo tiempo acesció estar un hombre en el árbol encima limpiándolo, el qual oyó con diligencia todas estas palabras. E acabado el lobo su planto e sus cuytas, el hombre lança e tira la hacha con que limpiava el árbol, e acertó e firió al lobo en el pescueço, de manera que le fizo dar una buelta al derredor. Y levantándose luego, mirando al cielo e al árbol, dixo:
-¡O, Júpiter! ¿Qué grandes reliquias se contienen aquí para que tan ligeramente las oraciones de los que ruegan e suplican sean oydas? Agora supiessen este tan sagrado lugar todos los que son de coraçón atribulados porque veniendo aquí fuessen librados de tribulaciones.
No esperando ende más, antes bien corriendo, e llagado e humillado, se tornó para los montes donde salió sobervio.
Enséñanos esta figura que no deve hombre querer que le llamen más de lo que es ni deve querer ni seguir las cosas mayores y más fuertes que a su estado requieren. Mas cada uno deve ser contento con su estado y que no deve hombre dar fe a agüeros.
lgunos
son embidiosos en tanto grado que aun han embidia de los otros en las
cosas que ellos no las pueden aver aunque a ellos no aprovechen.
Empiden y embargan a los otros, según se collige d' esta
fábula.
El perro yazía en un pesebre que era lleno de feno y venían allí los bueyes, a los quales no dexava comer d' ello ladrando y mostrándole sus dientes con saña. Entonces dixeron los bueyes:
-Cata que fazes mal y perversamente mostrando que has embidia a la nuestra naturaleza, que no puedes tú usar ni aprovecharte d' esto porque no es de tu linaje de comer feno y paja, y defiendes que lo no comamos nosotros, que es nuestra natural vianda.
E assí mesmo, este perro tenía un huesso en la boca, el qual no podía roer, mas no dexava que lo royesse y se aprovechasse otro perro.
Esta fábula quiere dezir que la embidia no se puede quitar de ligero, mas que se quita con gran trabajo y su natura es que no sabe folgar.
La .XII. del lobo y del perro fambriento.
i
el que mantiene casa y compaña no da de comer bien a sus
familiares muchas vezes padesce daño por su avaricia. Y
assí mesmo, el que quiere exceder su naturaleza a las vegadas
le viene mal por ello, según se contiene en esta
fábula.
Un hombre rico tenía gran manada de ovejas y un perro que las seguía por defenderlas de los lobos. Mas, porque su amo era avariento, no fartava al perro. E un día, viniendo el lobo al perro, díxole que estava muy flaco y que entendía que lo causava porque no se fartava, por quanto, según él conocía, su señor era muy escasso y que si él quería, él le daría buen consejo para ello. Respondió el perro:
-Necessario es para mí qualquier sano consejo /f. XLIIIv/ según me dizes y sé yo que estó flaco.
E dize el lobo:
-Lo que me parece que cumple para ti es esto: yo entraré en medio de los corderos e tomando uno d' ellos faré que fuyo e seguirásme, e después que corras un largo espacio, fingiendo que eres cansado, caerás de flaqueza ante que me alcances. Los pastores viendo esto luego dirán: "Por cierto, si este nuestro perro se fartasse de viandas de manera que estoviesse más rezio, no le levantaría el lobo el cordero." Y creo -dixo el lobo- que entonces te mejorarán la ración y te fartarán.
Dize el perro:
-Hágase como te plazerá.
Después de poco fue tomado un cordero del lobo e començó a fuyr con él. El perro se va siguiendo tras él y ante que lo alcançasse cayó en el suelo como desmayado de fambre. E viendo esto, los pastores e toda la familia dezían:
-Este perro no es farto de viandas e assí no puede correr ni alcançar al lobo. Si él estoviera más fuerte e gordo según el coraçón tiene no le llevaría el cordero con su piel, e d' esto el señor es en culpa porque no lo provee ni farta como cumple.
Oyendo el seño[r] estas cosas, mostrando que estava sañudo lleno de vergüença, dixo assí:
-¡Maldiga Dios aquel que da de comer a este perro! Ca yo mando que lo farten y él está muerto de hambre.
Y assí echava su culpa a la familia. Mas dize:
-De aquí adelante, désele vianda en abundancia.
E assí le davan después del caldo e de la cozina, de las carnes e de los salvados de trigo de forma que el perro començava a tomar sus fuerças. Y dende a pocos días vino otra vez el lobo al perro, al qual dize:
-Hermano, cata que te di buen consejo.
Respondió el perro:
-Por cierto, muy bueno y necessario para mí.
Dixo más el lobo:
-¿Quieres oyr otro mejor consejo?
Responde:
-Sí, oyré.
-El consejo es tal, -dize el lobo- entremos entre los corderos e yo arrebatando uno d' ellos començaré yr con él, y tú alcançándome ferirme has del pecho, de manera que el golpe no sea grande, y dende échate en tierra como quien no puede tenerse de cansado y flaco de tu cuerpo, e luego dirán los pastores: "Verdaderamente, si este perro fuesse farto e lleno de viandas no fuyera el lobo con el cordero, e aun él mismo no escaparía bivo."
Respondió el perro:
-Yo he miedo grande a mi señor el qual me da de comer, aunque no me da fasta del todo fartar, empero consiento en esto que dizes.
Entonces, entrando el lobo tomó un corderuelo gordo e començó a fuyr con él por su camino, al qual siguió el perro según entre ellos era concertado, fasta que alcançándolo le firió con el pecho fuertemente, e assí dexó caer como aquel que no se podía tener por hambre e flaqueza. Visto esto, los pastores e toda la compaña llamavan diziendo:
-Por cierto, si el perro fuesse proveydo fasta que fuesse contento no levaría el lobo nuestro cordero gruesso ni escaparía bivo.
Oyendo esto el señor, con yra y dolor les dixo:
-Catad que vos mando que fartéys bien de aquí adelante este perro.
E assí, dende adelante le davan la cozina cocha con carne e con buen pan de trigo, y con esto, dentro de poco tiempo tomó en sí enteramente su fuerça con daño de su señor. Y de cabo vino el lobo a él y díxole:
-Muy buen consejo te di esta postrera vez, hermano.
Respondió el perro:
/f. XLIIIIr/ -Conozco que fue buen consejo para mí, y necessario y congruo para ti.
Y dixo el lobo:
-Quiero entrar a tomar un cordero con tu licencia en galardón de lo que te he merecido.
Respondió el perro:
-Ya recebiste tu jornal y merced por quanto ya comiste dos corderos de mi amo y señor.
Tornóle a preguntar el lobo:
-Si a ti pluguiere, tomeré un carnero.
Dixo el perro:
-No me plaze d' ello, y si lo fazes, por mi vida juro que no te escaparás bivo.
E como el lobo vio esto díxole:
-Pues que assí quieres, dame consejo, ca muero de hambre.
Al qual dixo el perro:
-Ayer día cayó una pared de una cámara de mi señor donde estava mucho pan, y assí mismo ay ende muchas carnes en sal y vino en abundancia. Y si tú vas allá esta noche podrás contentarte de viandas.
Dixo el lobo:
-Fáblasme esso engañosamente porque si entro ende me descubrirás y harás saber a tu señor y a su compaña porque me maten.
Responde el perro:
-Por mi fe, te juro tal cosa no haga, porque no es a mi cargo nada de las riquezas de mi señor, salvo d' estas ovejas. Por ende, no te descubriré.
E con esto asegurado el lobo, como fue ya noche escura, él se fue para aquella cámara, donde se hartó de pan y carne bien gruessa, y aun bevió del vino con que embriagó, y dixo assí estando pagado entre sí:
-Estos villanos hartos de pan y vino cantan sus canciones, e yo, ¿por qué no cantaré pues estoy bien contento?
Y assí començó a cantar. Y los perros, oyendo su canto començaron de ladrar, y él continuando su canto y alçando la boz, oyendo esto los hombres dixeron:
-Cerca está el lobo.
Y aun todavía el alçando más la boz dixeron:
-Por cierto, en la despensa de las viandas canta el lobo.
Donde fueron todos, y fallándolo cantando de buen espacio allí fue muerto y acabado d' ellos.
Conseja esta fábula a los ricos y poderosos que den de comer abundosamente a su compaña porque faltándoles lo necessario no tomen ellos mucho más, de manera que los señores sientan el daño de cada día. E assí mismo amonesta a cada uno que no exceda su propria naturaleza porque no incurra en peligro como el lobo aquí, el qual beviendo vino que no pertenece a su linage fue embriagado y muerto por ello.
La .XIII. del padre y de los hijos.
ontra
aquellos que por vanidades e cosas de no nada toman pleytos y van
ante los juezes contendiendo fabla aquesta figura.
Un hombre dexó tres fijos en su fin, a los quales mandó todas sus possessiones, es a saber, un mançano, un cabrón y un molino. Y enterrado el padre, dixeron los fijos:
-Vamos al juez y pidámosle que nos parta esta nuestra heredad.
Ante el qual por ellos fue propuesto en esta forma:
-Señor juez, nuestro padre quando murió nos mandó a todos tres todas sus possessiones por yguales partes y que las partiéssemos etc.
El juez les preguntó qué bienes y possessiones eran. Dixéronle:
-Un árbol que ha nombre mançano, y un cabrón y un molino.
El /f. XLIIIIv/ juez dixo:
-Pues, ¿cómo os dexó el mançano?
Respondieron:
-Assí mandó partir que no oviesse más parte uno que otro.
Dixo el juez:
-¿Cómo se podría partir el mançano?
Dixo el mayor hermano:
-Yo tomaré del todo lo que fuere derecho y tuerto.
El segundo dixo:
-Yo lo que fuera verde y seco.
El tercero dixo:
-Yo escojo d' él las rayzes con el tronco y ramas.
Oydas estas palabras, dixo el juez:
-¿Y quién avrá más d' esso? Ciertamente ni yo ni otro no podrá entender quál de vosotros aya de aver más o menos. E pues assí es, qualquier de vosotros que pudiere declarar quién ha mejor escogido entre vosotros aya aquel árbol por entero.
Mas dixo el juez:
-¿El cabrón, cómo le dexó vuestro padre?
Respondieron:
-Esto es lo que dispuso del cabrón, que aquél que lo heredasse, el qual de nosotros supiesse fazer lo mayor por palabras oratorias.
Entonces el hermano mayor hizo oración assí diziendo:
-¡Pluguiesse agora a Dios que este cabrón fuesse tan grande que de una vez pudiesse bever toda el agua de la mar con toda la otra restante que es debaxo del cielo y aún no le bastasse para ser farto!
El segundo hermano dixo:
-Según pienso, comigo yrá el cabrón ca yo lo faré mayor rogando y orando assí: ¡Agora fuesse en uno juntada toda manera de fuste y árbol y de cáñamo y lino y toda especie de lana, y hecha una soga de todo esto y este cabrón fuesse tan grande que no abastasse a cercar al derredor de su pierna!
Dixo el tercero hermano:
-Aunque fablo tarde y a la postre, yo creo que el cabrón será mío porque yo lo faré mayor d' esta manera orando: ¡O, pluguiesse a Dios que oviesse una gran águila que bolasse fasta el cielo y mirasse todas las quatro partes del mundo y tanta quantidad oviesse en este cabrón en anchura, longura y altura quanta essa águila pudiesse ver.
Acabadas estas sus oraciones, dixo el juez:
-Demándovos cuál de vosotros ha fecho mayor el cabrón porque vos digo que yo ni otro alguno no podría determinar e declararlo. Por ende, sea al cabrón de aquél que verdaderamente sabrá determinar esto.
Mas dixo el juez:
-¿El molino, cómo mandó vuestro padre que fuesse partido?
Respondieron ellos:
-Del molino ordenó en esta forma: que aquél lo oviesse, el qual fuesse avido por mayor mentiroso cerca de los vezinos y parientes.
E comiençó de dezir el mayor que él lo deve haver como aquél que es más mentiroso entre ellos, lo qual prueva d' esta manera diziendo:
-Muchos años ha que estó echado en una casa grande y por un solo agujero cae sobre mi oreja una gotera, la qual assí me ha cortado y dañado las venas de mi cabeça y dernervando y derramando los miembros me ha quebrantado los huessos y empodrecido el celebro, de manera que ya me sale y me corre el meollo por la otra oreja, y assí soy ya tibio que no me puedo levantar del lecho ni bolverme a la otra parte, ni inclinar la cabeça por gran fuerça de mentir.
El segundo hermano dixo:
-Según yo pienso, el molino será mío por quanto yo só mucho más mentiroso, porque aunque ayune quinze días o un mes entero, si me allegare a una mesa llena y abundante de viandas, de muy buenas no podré meter en mi boca alguna cosa por la gran manera de mentir que tengo, salvo si por fuerça otros me fazen abrir la boca metiéndome la vianda en ella.
Dixo el tercero:
-Creo por cierto que comigo quedará el molino porque es manifiesto que yo soy mentiroso por quanto yo, aunque sufriesse la sed fasta morir y estuviesse en el agua fasta la garganta, antes me moriría ende que abaxar la cabeça por bever sola una gota de agua, si otro alguno por fuerça abriéndome la boca no me lançasse en ella.
Entonces dixo el juez:
-Vosotros no sabéys. Yo no entiendo ni ay /f. XLVr/ en el mundo quien pueda entender quál de vosotros sea más mentiroso. Por ende, suspendo la sentencia por agora.
Y assí fueron sin sentencia.
Enséñanos esta fábula que no andemos en pleytos y juyzios vanamente, en especial por cosas tan escuras y difíciles que por juyzio no se puedan difinir porque no seamos escarnecidos y despendamos nuestras faziendas sin effecto como estos tres.
La .XIIII. de la raposa y del lobo.
ómo
los que quieren ser antes maestros que discípulos, y primero
procuran de enseñar que ser enseñados queriendo
ygualarse con otros sabios mayores y más fuertes, caen en
grandes males y yerros nos muestra esta fábula.
La raposa, con su hijo, yendo al lobo, le rogó d' esta manera:
-Mi señor lobo, mucha gracia te pido que tú quieras lavar en la fuente sagrada a este mi hijo y ser su padrino.
El lobo respondió:
-Yo lo faré de buenamente esso.
Y assí lo puso por obra. E después que fue el raposillo lavado, pusiéronle nombre Benitillo. A poco tiempo dixo el lobo a la raposa, su comadre:
-Ruégote, hermana, que me dexes a tu hijo, mi ahijado Benitillo para que se críe comigo, y él será avisado y doctrinado de aquellas artes que yo sé y meyor se criará comigo, porque tú tienes abundancia de hijos y no los puedes criar sino con gran trabajo.
Respondió la raposa:
-Mi señor, fágase como te plazerá, y muchas gracias te do porque assí te acuerdas de mí.
Entonces, quedando Benitillo con el lobo, tornóse la madre para los otros hijos. Y un día, tomando a su criado Benitillo, el lobo se fue para unos corrales donde estava una manada de ovejas por tomar alguna d' ellas. Empero, porque fue sentido de los perros y los pastores, no pudo arrebatar nada, y al alva subióle al monte alto, el qual estava sobre un lugar, y dixo a su ahijado Benitillo:
-Ya sabes cómo esta noche fuy a las ovejas y soy agora cansado y fatigado. Tú vela mientra yo duermo un poco, y mira quándo saldrán las bestias del lugar a pacer. Despertarme has quando vieres que salen porque tomemos alguna cosa para comer.
E como dormiesse el lobo, a la mañana despertóle el ahijado llamándole:
-¡Señor, señor!
Y el padrino le dixo:
-¿Qué quieres, ahijado?
El qual le respondió:
-Ya salen los puercos.
Dixo el lobo:
-No curemos d' ellos porque son ganados y animales suzios y enojosos. Quando los como torçones me fazen, y más sus sedas y cerdas me lisian en los paladares, de manera que muchas vegadas se me hincan en ellos.
Dende cerca de la hora de prima, llamó Benitillo:
-¡Señor padrino!
El lobo respondió:
-¿Qué cosa es, ahijado?
Él respondió:
-Catad que salen las vacas a pacer.
Dixo el lobo:
-No curo d' ellas, ca los pastores las guardan, que son fuertes y crueles y traen mastines malos y bravos, lo quales luego como me sienten, ladran y me persiguen fasta la muerte.
Después, a la hora de tercia, Benitillo llamava al lobo:
-¡Señor, ya salen las yeguas!
Y mandóle que mirasse dónde yvan. Y el raposillo miró dónde yvan, y bolvió /f. XLVv/ diziéndole que son entradas en un prado cerca de la montaña donde son muchos álamos. Oydo esto, el lobo se levantó y se fue sabia y prudentemente y se entró en la montaña, de manera que no fuesse visto por alguno; y fuesse y llegó ascondidamente hasta el prado donde estavan las yeguas e saltó e tomó una de las más gruessas de las narizes. Y ahogándola, matóla. Y assí, se fartaron d' ella él y su criado Benitillo. E como se vio harto el raposillo, llegóse al lobo saludándolo y dixo:
-Señor padrino, si alguna cosa quieres yo la compliré de grado y será a tu mandamiento. Y por quanto yo me siento ya sufficiente y sé lo que me abasta para buscar la vida, pídote licencia para yrme a mi madre, ca no he menester más aprender pues so harto.
El lobo respondió:
-Hijo, no quiero que te vayas porque yo sé que te pesaría si te fuesses tan ayna y te arrepentirás d' ello.
Respondió el ahijado:
-Pues sé lo que me cumple, no estaré más aquí.
Y como el lobo vio que absolutamente y del todo era su voluntad de se yr, díxole:
-Vete en paz, mas tornótelo a dezir, que te pesará d' ello ante de mucho tiempo. Empero pues que assí quieres, saludarme has a mi comadre.
El raposillo se fue para su madre, la qual como vio a su hijo díxole:
-¿Por qué vienes tan ayna de tu escuela?
Respondió Benitillo:
-Yo vengo porque soy ya bien compidamente enseñado, y tanto he aprendido que yo podré mantener no solamente a ti y a mí, mas aun a tus hijos sin trabajo alguno.
Preguntóle la madre:
-Hijo, ¿adónde has aprendido tan prestamente?
Respondió él:
-No cures de inquirir y saber esso, mas levántate y sígueme y sabrás cómo yo soy buen maestro.
La madre aunque no con fiuzía, empero por complazerle, siguió al hijo. El qual, como vido fazer al lobo, fuesse de noche a las ovejas por tomar d' ellas. E como no pudo tomar, subió al monte alto cerca de un lugar. Dixo a la madre:
-Ya sabes cómo esta noche fuy a los corrales de las ovejas y estoy cansado y fatigado. Dormiré un poco y tú velarás. Y mira quándo saldrán las bestias a pacer, y como las vieres, despiértame y tú veras entonces lo que yo sé y he aprendido, ca ende te quiero mostrar mis artes y sabiduría.
Cerca de la mañana començó a llamar la raposa al fijo Benitillo, el qual respondió:
-¿Qué quieres, madre?
Ella dixo:
-Cata que salen los puercos a pacer.
Respondió el hijo:
-No curemos d' ellos porque son son suzios y fastiosos y llenos de cerdas y fazen torçones a los que los comen y lisian los paladares.
Dende, a la hora de prima, llamó la madre:
-¡Hijo, Benitillo!
El qual dixo:
-¿Por qué no me dexas dormir un poco, pues sabes que estoy cansado?
Ella le dixo:
-Las vacas salen del lugar.
Dixo el hijo:
-No curo d' ellas porque son mucho guardadas de los pastores con fuertes y feroces perros, los quales luego como me veen, me ladran y me persiguen fasta no poder más.
Después, a la hora de tercia, llamó la madre al hijo diziéndole que se levantasse. El raposillo dixo:
-¿Qué cosa?
Dixo la madre:
-Las yeguas salen al pasto.
A esto respondió Benitillo mostrando alegría:
-Mira, madre, dónde yrán.
Buelta la madre de mirar dixo que eran entradas en unos prados que están cerca del monte. Entonces se levantó Benitillo y dixo a la madre:
-Estáte tú aquí en la altura del monte y mira lo que faré y verás verdaderamente mi sapiencia e ingenio.
E assí se fue y entró en el monte ascondidamente, de manera que no fue visto de alguno, y llegó al lugar donde las yeguas pacían. Y saltó a una de las más gruessas y tomóla de las narizes pensando de la afogar y matar sin mal que dende le viniessse, como su amo el lobo. Mas la yegua quasi no sientiendo carga alguna por él, alçando a Benitillo començó de correr para /f. XLVIr/ los pastores llevándolo colgado al raposillo de sus narizes, donde tenía sus dientes hincados y imprimidos. Y viendo la madre de la altura del monte, començó de llamar:
-¡O, fijo Benitillo! ¡Suelta la yegua y torna para acá salvo!
Mas él, no podiendo dexar la bestia porque sus dientes estavan hincados en sus narizes, fue levado por fuerça. Y como la raposa viesse venir corriendo los pastores, entendió que venía a matar a su hijo. Feriéndose una palma con la otra començó a llamar e llorar diziendo:
-¡Guay de ti, mi hijo Benitillo! ¿Por qué tan ayna bolviste del estudio? ¡Ya veo que te matarán agora, e assí dexarás a mí, tu madre, mezquina y cuytada, y devieras creer a las palabras del lobo, tu buen padrino!
E assí fue preso y muerto en Benitillo de los pastores y quitada su pelleja.
Esta figura enseña que ninguno deve presumir de maestro ante que sea discípulo, ni quiera primero enseñar que aprender, ni se deve ygualar con otros mayores y más sabios de sí.
La .XV. del lobo y perro y carnero.
uchas
vezes los engañadores simples y que poco pueden, estudiando e
trabajando por engañar a los sabios y poderosos se
engañan y fazen mal a sí mismos, según que
significa esta figura.
Avía un hombre que tenía grandes manadas de ovejas y de otros ganados, donde guardava y era un grande y espantable mastín, porque espantasse a los lobos haziéndolos huyr de su espanto. Y assí por este perro tan feroz, ningún lobo osava allegar a las ovejas. E como muchos años biviesse, finalmente murió. Los pastores, turbados por esto, dezían:
-¿Qué faremos agora que nos ha faltado aquel gran mastín? Él nos asegurava el campo. De aquí adelante vendrán los lobos y destruyrnos han las ovejas.
Oyendo esto un carnero sobervio, dixo a los pastores:
-Oyd un sano consejo: cortad a mí los cuernos e quitadme la lana, e vestidme la piel de aquel mismo perro muerto, e yo espantaré todos los lobos con mi vista, porque ellos pensarán que soy aquel perro.
E los pastores tomaron su consejo e pusiéronlo por obra, de manera que el carnero fue vestido de la piel del perro. Dende los lobos, como viniessen a las ovejas según que avían acostumbrado, viendo aquel carnero vestido con la piel del perro, todos huyeron de gran miedo. Mas, un día, llegando ende un lobo muy hambriento e tomando uno començó de huyr con él. El carnero viendo esto, seguía al lobo con gran priessa. El qual viendo el carnero en figura de perro e creyendo que era el perro, el lobo se ensuziava de miedo, e assí començó a fuyr con mayor priessa, al qual el carnero siguió muy afincadamente. E viendo esto el lobo y estando en gran congoxa, otra vez se ensució de estiércol con espanto del carnero, que perro le fazía. Finalmente, conociendo el lobo que no podía ya más fuyr ni escapar, doblávasele el miedo, e assí se ensuzió la tercera vegada muy feamente sembrando mala simiente por aquel camino. E assí, con quexa por salvar /f. XLVIv/ su vida corría el lobo siguiéndolo muy cerca el carnero. E corriendo entrambos d' esta manera, acaesció que las espinas que estavan cerca del camino rompieron la piel del perro de que era vestido el carnero, e paresció luego dentro de la piel la lana del carnero. El lobo viendo esto entendió el engaño, e assí tornando para él, lo tomó e le preguntó:
-¿Quién eres tú?
El carnero, no podiendo negar lo que era, dixo:
-Soy el carnero.
Al qual dixo el lobo:
-¿E por qué me has espantado assí?
Respondió él:
-Por juego lo hazía, e jugando contigo.
A esto dixo el lobo:
-Sígueme y mostrarte he este juego.
Él, levándolo al primer lugar donde por miedo se avía ensuziado y mostrándogelo, díxole:
-¿Paréscete buen juego éste?
Por consiguiente lo llevó al segundo y tercero lugar donde se estercoló por miedo, e preguntando le dixo:
-¿Parécete que es buen juego que un lobo por miedo y espanto de un carnero se aya de ensuziar y estercolar tres vezes?
Por lo qual, castigándolo por aquel juego, lo degolló e comió.
Quiere dezir esta fábula que los ignorantes y pequeños no deven presumir de engañar a los sabios e poderosos porque en fin no engañan ni a sí mismos.
La .XVI. del hombrezillo y del león y de su hijo.
os
que no quieren oyr a sus padres y madres ni reciben sus doctrinas y
enseñanças caen en muchos trabajos y peligros,
según que nos enseña esta fábula.
Morava un pequeño hombre en un desierto biviendo del trabajo e afán de sus manos, cortando árboles e sembrando las tierras e campos. Y un león que andava en aquel desierto destruyale los panes e miesses e arrincávale las plantas e frutales haziéndole otros muchos daños. El hombrecillo, viendo todos estos males que el león le hazía, pensó contra él quanto mal pudo e armóle redes e lazos, e quantas maneras de artes pudo pensar. El león, conociendo que no podía escapar de tantas artes e lazos, tomando un hijo leoncillo que tenía, passóse a otra parte e región donde más quiso morar seguramente que donde primero con recelo e miedo.
Después de gran espacio de tiempo el leoncillo, fecho grande y fuerte, preguntó a su padre un día si eran naturales de aquella región donde moravan o de otra parte, estrangeros. Respondió el padre:
-No somos d' este reyno, mas antes somos de otra provincia, y en esta tierra venimos fuyendo de las artes y assechanças de un hombrezillo.
Preguntó el hijo al león:
-¿E quién es este hombrizillo, el qual espanta los leones?
Respondió el padre:
-No es tan grande ni tan fuerte como nosotros, mas es muy ingenioso y artero.
Dixo el leoncillo:
-Pues que assí es, yo me yré a él y vengaré nuestras injurias.
El padre rogó al hijo que en ninguna manera quisiesse yr allá porque sabía muchas artes aquel hombrezillo, y no lo tomasse por algún ingenio y lazo y lo matasse.
Respondió el fijo diziendo assí:
-Por la mi cabeça y por la mi ánima, no faré menos de lo que digo, y yo vengaré nuestras injurias.
Dí- /f. XLVIIr/ -xole el padre:
-Hijo, no vayas allá. Si no, créeme que te has de arrepentir.
Mas el leoncillo, no curando nada de lo que le dezía y consejava el padre, fuese para su hombrezillo. E andando su camino, halló un cavallo paciendo en un prado con el espinazo pelado y con las costillas quebrantadas, al qual preguntó:
-Dime quién te injurió assí tan feamente.
Respondió el caballo:
-El hombrezillo me ata con diversos lazos y ataduras de hierro y de madero y de correas, y cavalga sobre mí, y fázeme andar y correr por donde él quiere, y assí me pela el espinazo y me quebranta las costillas faziéndome trabajar fasta morir.
Dixo el león:
-Tú, ¿bestia de mi padre eres?
Respondió el cavallo:
-E aun tuya como de tu padre.
Al qual habló el león d' esta forma, mostrando ferocidad:
-Por la mi cabeça yo vengaré tus injurias.
E caminando más adelante, halló un buey muy ferido y aguijoneado en un prado paciendo, al qual preguntó:
-¿De quién eres assí cruelmente injuriado, amigo?
Respondió el buey:
-El hombrezillo me ata con muy fuertes correas, e fázeme romper la tierra y traer y acarrear las piedras, feriéndome fasta la muerte.
Dixo el león:
-¿Tú eres bestia de mi padre?
Díxole el buey:
-No solamente de tu padre, mas aun, señor, tuya.
Por lo cual el leoncillo regañava entre sí diziendo:
-¡O, quántos males ha cometido este hombrezillo, no solamente contra mí, mas aun contra los míos! ¡Por la mi barba que yo me vengue d'él!
E mirando la tierra, vio las pisadas del hombrezillo, e preguntó al buey:
-¿Cúyas son estas pisadas?
El qual respondió:
-Estas pisadas son del hombrezillo.
Entonces el león estendió su palma sobre la pisada y dixo:
-¿Cómo tan pequeño pie tiene el hombrezillo y tantos males faze?
Y dixo al buey que le mostrasse a este hombrezillo. El buey dixo:
-Allí está señalado con la pata.
E como miró el león, vio al hombre que estava en el monte alto teniendo en la mano una açada con la qual cavava la tierra, y acercándose más a él, dixo el león:
-¡O, hombrezillo, quántas maldades has cometido contra mí y contra mi padre y contra nuestras bestias, cuyos reyes nosotros somos! Ya es razón que hagas emienda y yo me vengue de ti.
El hombrezillo, amostrándole un palo y una hacha y un cuchillo, dixo al león assí:
-Yo juro a Dios que me hizo, y a la ánima de mi padre, que si acá subes, que con este palo te mate las tus carnes y con esta hacha te corte y te haga pedaços, y te desuelle con este cuchillo el cuero.
Respondióle el león con temor que ovo por la gran osadía del hombrezillo:
-Pues que no quieres que yo suba a ti, ni fazer justicia de ti, vamos tú y yo a mi padre y juzgue él entre mí y ti quál de nós sea el rey.
Respondió el hombrezillo:
-Jura solemnemente que no cometerás mal contra mí mientra allá ymos y yo juraré assí mismo, y assí plázeme que vamos.
Y con esto, el leoncillo le juró de no le empecer en este tiempo, y el hombrezillo de no le tocar. Y hecha esta yguala y compusición començaron su camino. Mas el hombrezillo, dexando el camino derecho yvase por la senda en la qual tenía parados sus lazos. E díxole el león:
-Quiérote seguir por el camino que tú vas.
Respondió él:
-Como tu quisieres.
Y assí, andando el león tras él, súbitamente cayó en un lazo, en el qual fue preso y atado de ambos los pies fuertemente. El qual, con gran boz llamó al hombrezillo que le ayudasse. Y él le preguntó qué avía. Respondió él:
-No sé qué cosa es que me ha atado entrambos los pies. Por ende, te ruego que me ayudes.
Dixo el hombrezillo:
-Ya sabes cómo juré de no te tocar en todo este camino fasta oyr sentencia de tu padre, y assí no te puedo ayudar.
Entonces, andando el león como /f. XLVIIv/ podía travado de los pies, dende a poco cayó en otro lazo, en el qual fue tan fuertemente atado en las manos, de manera que no se podía mover. Y assí començó a llamar al hombrezillo pidiendo socorro d' él. El qual, en lugar de le ayudar, tomó un palo verde del monte y començóle a ferir cruelmente. Y dezía el león:
-¡O, hombrezillo, ave piedad de mí y perdóname! No me fieras en la cabeça ni en el espinazo ni en el vientre, mas fiéreme en las orejas, que no oyeron el consejo de mi padre, y en el coraçón, el qual no quiso creer su buena doctrina en que me dezía que sabías muchas artes y que me avía de arrepentir.
E assí lo firió el hombrezillo por las orejas y en el coraçón hasta que lo mató. Enséñanos esta fábula que seamos obedientes a nuestros padres y guardemos sus mandamientos y enseñanças y amonestamientos.
La .XVII. del cavallero y de la raposa y del escudero.
sta
fábula nos enseña que ay muchos que se estienden en
mentir tan largamente, y conociendo ellos mismos cómo no los
creen los oyentes, se desdizen poco a poco de lo que han hablado.
Caminando un cavallero con un su escudero vio una raposa y dixo:
-¡O, Dios, qué tan gran raposa veo!
Y mirándola su escudero, dixo:
-¿Maravíllaste, señor, d' esta raposa? Por la fe que te devo, yo he estado en una región donde vi una raposa que era mayor que un buey.
Dixo el cavallero:
-¿E cómo se podría enforrar ligeramente los balandranes o mongiles de tales cueros, pues son tan grandes?
E assí, andando su camino, como alargassen las riendas en muchas fablas, dixo el cavallero:
-¡O, Júpiter todopoderoso, suplícote que nos guardes este día de toda mentira, y faznos passar este río peligroso sin lisión de nuestros cuerpos y llévanos salvos al lugar y posada por nos desseada!
El escudero, oyendo estas palabras, preguntó al cavallero:
-Señor, suplícote que me digas qué cosa te mueve a tan devotamente rogar y suplicar.
Respondió el cavallero:
-¿Cómo no sabes tú lo que es a todos manifiesto? Agora avemos de passar un río de gran virtud y maravilla, en el qual si alguno entrare que en aquel día aya mentido, no puede salir bivo, mas antes será en él afogado.
Oyendo esto el escudero, de gran miedo turbado y espantado, y andando más adelante, como allegassen a un arroyo, dixo el escudero:
-Señor, ¿es éste el río peligroso del qual hablavas?
Respondió él:
-No es éste, aún no somos tan cerca d' él.
Y dixo el escudero:
-Por esto lo pregunto, por quanto la raposa de que oy hablava no era mayor que un asno.
Respondióle el señor:
-Yo no me curo de la grandeza de la raposa.
E caminando su viaje llegaron a otro río, y preguntó el escudero:
-Señor, ¿éste debe ser el río del qual oy dezías?
Dixo el cavallero:
-Aún no llegamos a él.
Habló el escudero diziendo:
-Por esto te lo pregunto, porque me acuerdo de la raposa que dixe que era tan grande como un /f. XLVIIIr/ asno y yo me quiero emendar, ca no era mayor que una bezerra.
Dixo el cavallero:
-No tengo yo cuydado de tu raposa si sea grande o pequeña.
Dende ellos llegaron en un otro río. El escudero, con la quexa que traya, començó a dezir:
-¿Éste deve ser el río del peligro?
Respondió el cavallero:
-Aún no llegamos allá.
El escudero tornó a dezir:
-Por causa de lo que dixe de la raposa de oy, digo esto: por cierto no era mayor que un carnero.
El señor, mirando en todo lo que el escudero avía dicho, díxole:
-Déxame ya de tu raposa y habla de otra cosa.
E como llegassen ya a la tarde al gran río, dixo el escudero:
-Ya pienso que sea este río de que avemos hablado.
El cavallero dixo que es verdad que aquél es el río de grandes maravillas. El escudero, con gran miedo y lleno de vergüença, dixo assí:
-Señor, yo me confiesso a ti la mentira que dixe cerca de la raposa, ca yo te juro por la mi cabeça que aquella raposa que oy vi en aquella otra región no era mayor que la que oy vimos.
Entonces el cavallero, con juego y risa, increpándolo díxole:
-Y yo te juro assí mismo que esta agua d' este río no es peor ni más peligrosa que otras aguas.
Esta fábula reprehende y amonesta los mentirosos que sin mesura mienten, que se enmienden, porque muchas vezes ellos mismos son deduzidos e traydos de los prudentes a que se contradigan a sí mismos revocando las mentiras por sus bocas mismas.
guas del Ysopo. No sé si son atribuidas a él verdaderamente o fingidamente.