NORMAS DE TRANSCRIPCIÓN
En el deseo de efectuar una edición
electrónico-paleográfica de los Diálogos
nuevos en español y francés (1708) de Francisco Sobrino (Madrid BN
3/24497), se ha decidido respetar toda grafía original del texto –incluidas la
acentuación y la puntuación–, así como la separación original de palabras[1].
Ello puede resultar interesante para el estudioso de la fonología histórica del
español, o más bien de la historia de la ortografía española, aunque como
contrapartida pueda dificultar en ciertos puntos la búsqueda de palabras con el
buscador del procesador de textos Word
2000 (verbigracia, palabras separadas por guión al cambiar de renglón) o su
manejo con programas de tratamiento de corpus como Word Smith 3.0 una
vez descargado el texto[2].
Sin embargo, no transcribo la ese longa o alta (ſ), por diversas razones:
no tiene ninguna repercusión fonológica y plantea problemas graves de
reconocimiento de código –y por tanto de palabras– por parte de procesadores de
texto y programas de tratamiento de corpus.
Cualquier
añadido o interposición va escrito entre corchetes rectos (números de página no
consignados, señalamiento de formas inusuales con sic, corrección de errores con i.e.
[id est], etc.); en cambio, señalo
con < > (antilambda) las
omisiones recomendables fruto de erratas[3].
No desarrollo las escasas abreviaturas (principalmente concernientes a los
nombres de los personajes participantes en los diálogos y la abreviatura vm.
por usted). Por otro lado, procuro respetar y reflejo los aspectos
ortotipográficos de los textos, esto es, los tamaños de letra, cursivas,
versalitas, sangrados e interlineado[4].
Tales aspectos ortotipográficos, aunque no tienen repercusión fonológica, sí la
tienen semiótica, ya que señalan con claridad las partes y naturaleza del
texto. Por ejemplo, los títulos aparecen con una caja más alta[5]; los nombres de los personajes en los
diálogos aparecen en cada intervención bien en versalita, bien en cursiva; las
iniciales señalan comienzo de unidad textual, bien absoluto, con inicial
grabada (se señala como mayúscula entre paréntesis y número volado que indica
el número de líneas que cubre) o parcial, con inicial lombarda o metálica (sólo
con el número volado que indica el número de líneas que abarca).
La edición que se ha hecho de los Diál. (Diálogos nuevos en
español y francés) y del «Diálogo decimoquinto» de Félix Antonio de
Alvarado (Diálogos ingleses y españoles, 1718), ofrecido en forma de
apéndice, recoge sólo la parte en español del texto. Sin embargo, se preservan
los preliminares de Diál., escritos en francés, ya que dan noticias
importantísimas sobre la naturaleza de la obra, así como las aclaraciones
léxicas que se interpolan en Diál. a una columna[6],
por lo que puedan ser de útiles para un estudio léxico y lexicográfico de la
época. Transcribo en apéndice la sección de Diál. acerca de los
«Títulos» (igualmente en francés y de un interés sumo para el estudio de la
fórmulas de tratamiento en castellano), las «Remarques» (ofrezco el texto
íntegro en español y francés dado su naturaleza de muestra primeriza de
lingüística contrastiva) y la ortografía que Sobrino copia de Fray Jerónimo de
Gracián. No ofrezco en cambio el nomenclator o nomenclatura[7].
Por tanto, de los Diál. sólo
transcribo la columna izquierda de cada página (la columna A, abreviada como
«col. A»), y escasamente de la columna derecha (columna B, abreviada como «col.
B», abreviatura apenas usada en la «Table» y en «Remarques»), así como los
textos aclaratorios a una sola columna («1 col.»)[8].
Espero ofrecer una versión del texto que sea lo
suficientemente fiel y de lectura suficientemente clara en el esfuerzo de
trasladar un impreso en 8º a un formato electrónico que al ser visualizado en
la pantalla se va desplegando o «desenrollando» de forma continua, en el fondo
como ocurría con los manuscritos[9].
[1] No respeto, sin embargo, la distribución de espacios entre texto y puntuación, que es altamente variable, lejos de la pretendida homogeneidad actual (cf. ORAE 2000: 55-91).
[2] La ventaja que ofrece este tipo de edición frente a la electrónica-facsimilar precisamente radica en esta posibilidad de descargarse el texto que deseemos y poder trabajar con él a nuestro antojo, de ahí la referencia a este tipo de programas.
[3] Ya que no respeto la ese longa y realizo ciertas intromisiones en el texto, mi edición no es absolutamente paleográfica. La fidelidad paleográfica y la edición crítica se pueden medir siempre en forma de continua, de modo que mi edición no es absolutamente paleográfica (precisamente por no transcribir la ese alta) y es levemente crítica (en cuanto interpreto algunos errores tipográficos claros).
[4] La barra inclinada (/) señala cambio de línea dentro de párrafo o intervención. No es necesario el empleo de barra recta o plica (|) ya que no hay puntuación interna con barra inclinada que pudiera dar lugar a confusiones. El «Diálogo decimoquinto» de Alvarado se presenta con sangría francesa dado que así aparecía en el original. No respeto las líneas en blanco fruto del desacompasamiento del texto en español y el texto en la otra lengua conforme se despliegan en cada columna, dado que su aparición es puramente azarosa y no tiene ningún significado semiótico para el lector (como por ejemplo sí lo puede tener en una novela moderna: para separar secuencias).
[5] El tamaño de letra normal es 12; para estas letras de caja más alta se ha escogido 14, y en algunos casos 16 (para los títulos de los preliminares de Secr., por ejemplo). El tipo de letra seleccionado ha sido Times New Roman, por parecernos el más ajustado al modelo.
[6] Frente a Minsheu (1591), que las incorporaba al margen, o Stevens (1706), que las presenta en nota al pie de página, pero al igual que Oudin (1675) (la edición que copia Sobrino, y no la de 1608) o Franciosioni (1626).
[7] La presente edición es una reelaboración de la que realicé como apéndice al trabajo de investigación Procesos de gramaticalización en Francisco Sobrino, trabajo que presenté en el departamento de Filología Española I de la UCM en la convocatoria de junio de 2001 para la obtención del DEA (Diploma de Estudios Avanzados). Para tal trabajo también edité otra obra de Sobrino, el Secretario español (1720), un libro con muestras de cartas para aprender inductivamente a redactarlas. Ya que mi estudio era meramente sintáctico y la edición era un paso previo al estudio lingüístico, prescindí de transcribir tal sección de la nomenclatura, aunque esperamos ofrecerla pronto en Parnaseo como parte de la edición facsimilar de la obra de Francisco Sobrino que nos ocupa.
[8] A este respecto, «[1 col.]», «[col. A]» y «[col. B]» funcionan como conmutadores: lo que les sigue ofrece la presentación que señalan hasta que otro comando indique lo contrario, por lo que no es necesario repetirlos al principio de cada línea.
[9] Cf. Alberto Manguel (1998): Una historia de la lectura, Madrid, Alianza Editorial.