Comiença el tractado de Johan Bocaçio de Certaldo, poeta florentín, De las claras, excellentes y mas famosas y señaladas damas. Adreçado a la muy illustre señora doña Andrea de Acchiarolis, condessa de Alta Villa.

El prohemio del auctor

Esclarescida señora, y sobre todas las otras damas la más aventajada y egregia, poco tienpo ha que, fallándome algún tanto apartado del ocioso pueblo y quasi libre de los otros cuydados, compuse una obrezilla más en grande alabança del sexo feminil y por agradar a mis amigos que por beneficio común y provecho de la cosa pública.

Cerca de la qual, como yo comigo estoviesse tratando a quién más justamente presentar la deviesse, y esto porque si en mi poder quedava y demasiado se detenía no quiçá se podresciesse, como podrece la fruta que mucho se guarda, y porque tanbién, encaminada para quien recebir la deviesse al abrigo del favor ageno, saliesse más segura a lo público. Demás desto, como yo por otra parte pensasse no deverse dirigir a varón, mas a alguna excellente dama, pues fabla en loor de aquéllas, y assí discurrisse y con diligencia buscasse quál fuesse la más digna y más dello merecedora, vínome al pensamiento aquel tan illustre resplandor de la Ytalia, que no sólo de las damas reales mas ahún de los reyes es gloria y arreo especial: la muy excellente señora doña Johana, sereníssima reyna de Jerusalén y Sicilia, cuyos tan esclarescidos rayos, assí de su alta y generosa prosapia y excellentes abuelos como de las tantas y tan magníficas glorias por su real y magnánimo coraçón ganadas. Después que reconoscí y hove mucho considerado, cahí en opinión de le presentar este mi pobre tractado, ahunque derribado y flaco, para osar parescer ante la silla real de su alteza. Mas a la postre de que miré quán alta, grande y sobrada la real serenidad sea, y quán baxa mi flaca escriptura, que no parece ante aquélla salvo como una quasi muerta centella delante una foguera grande y en demasía lumbrosa, començé de temer; y recelando a la postre que la tanto mayor lumbre no entenebriciesse y asombrasse quiça la tanto menor y quasi ninguna, bolví poco a poco atrás mi opinión, y buscando como de nuevo lo mismo que de antes buscava, después de passar por muchas otras excellentes y altas damas, vine a la postre de la tanta y tan esclarescida reyna a dar y asentarme en vuestra magnífica y illustre señoría.

Y no sin causa grande, ca pensando en vuestras tan dulces y virtuosas costumbres y honestidad estremada, que es el título y mayor prez de las damas, considerando esso mesmo vuestro fermoso y tan esmerado dezir, y junto con esto vuestro claro linaje y las tan altas fuerças de ingenio -con que las otras más discretas entre las damas tan por estremo vencéys y sobráys-, y viendo afuera desto que lo que naturaleza al flaco y femenil sexo negó, Dios Nuestro Señor con su dadivosa liberalidad y con arreo de maravillosas virtudes en vos lo suplió, y tan cumplidamente que fasta por vuestro nombre lo quiso demostrar (ca los griegos llaman andros a lo que los latinos llamamos hombres , assí que Andrea nos significa manifiestamente que hay en vos varonidad y virtud más varonil que de dama), he a la postre conoscido y por derecho juzgado que os podéys dignamente con qualesquier de las mejores de las damas antiguas no sólo ygualar, mas poneros delante. Y por ende, muy illustre señora, como entre las del tiempo nuestro seáys vos sin duda por vuestras muchas y esclarescidas fazañas como quasi un padrón, un espejo y clara ymagen de la misma antigüedad, con razón grande he acordado a vos escoger para os presentar el don y título entero deste mi libro, estimando no menos honor y fama y ahún alabança memorable con estas mis poquillas letras haveros procurado -para entr'essos que vernán-, que os hovo acrescentado en tiempos passados el condado de Monte Odorisio y agora os procura aquel de Alta Villa con los quales la fortuna de título vos arrea de illustre.

A vos por ende, señora grande, a vos embío aquesta mi obra; y a vuestro claro nombre ofrezco y por entero asigno lo que fasta aquí de las claras y famosas damas hove yo escripto. A vos, pues, suplico, dama tan esmerada y noble, que por el santo y tan limpio nombre de castidad, por el qual entre los hombres havéys alcançado el más alto lugar, recibáys con ledo rostro este pequeño don de aqueste vuestro estudioso poeta, a cuyas palabras, si alguna creencia vos ploguiere dar, siempre señora os consejaré que alguna vez vos plega en él leer, ca siento sin duda que podrés dulcemente passar tiempo en él y ahún sentir gozo grande con la tanta virtud femenil que de tan muchas y señaladas señoras escrive, y dulçor especial con las claras hystorias de aquéllas. Y no pienso que leerés por demás ni quedarés sin provecho si contemplando las grandes fazañas de las damas illustres, y esforçando de las remedar, levantarés más arriba y darés como de las espuelas a vuestro grande y coraçón tan noble para que pugne y porfíe por mejor siempre obrar.

Y puesto que alguna vez fallaredes algunas cosas derribadas y deshonestas -o no dignas de vuestros hoydos- entremezcladas con las sanctas y honestas, lo qual fazer me forçó la necessidad de la orden y razón de la hystoria, no dexéys, dama illustre, de las passar y leer, ni toméys d'ellas espanto, antes más en la virtud entonce asentando, como quien entra en un lindo vergel, sabed desechar los espinos (que a las vezes en las huertas nascen) y tended vuestras manos de marfil a coger la espinosa flor; y arredradas entonce y aparte puestas las suziedades, cogerés la dulce fruta de la excellente y verdadera virtud, que siempre toma lo árduo, trabajoso y más diffícile. Y quando en la dama gentil y pagana algo leyéredes que es más de cathólica, sancta y religiosa dueña, maravillaos, señora, d'ello ya mucho más si por alguna desdicha no lo fallardes en vuestra merced, y culpaos, dama noble, y ahun reprehended que siendo baptizada y del sacro crisma y bálsamo ungida en honestidad, mansedumbre, grandeza de corazón, mesura, discreción o virtud, vos sobre una estraña, pagana y infiel; y no dedes logar a tanta vergüença, empero, empleando más entonce las fuerças de vuestro claro ingenio, con el qual podéys mucho, y esforçando mucho más la virtud, no sólo no consintáys sobrada ser por paganas, mas trabajad con vuestro excellente desseo de las sobrepujar y vencer a la postre, porque assí como soys luzida y mirada por muchos por vuestra linda y fermosa persona, y tan leda y fresca mocedad y belleza desigual y garrida, bien assí por virtud prevalezcáys y passéys, no digo de las del tiempo de agora, mas ahun de las claras dueñas antigas, faziéndoos, señora, saber -no digo saber, que bien sabido soy cierto que lo tengáys-, mas trayéndoos a la memoria que la especial y gran fermosura no se deve arrear con afeytes, según que muchas y asaz damas lo fazen, mas con honestidad, limpieza, sanctidad y virtud, con justas, sanctas y virtuosas obras, como siempre vos, señora, lo fezistes, y mucho mejor espero que lo faréys. Porque faziendo gracias a aquel que tanto os aventajó, no sólo en esta humanidad tan en breve perecedera seáys vos, señora, mucho señalada entre las damas esclarescidas, mas después ahun de libre y despojada desta carne mortal, por el mismo repartidor de las gracias seays recebida en la eterna claridad y lumbre perpetua del cielo.

Una sola merced, allende todo aquesto, señora excellente, os pido, si digna, empero, y cosa justa os parescerá: que mandéys dar osadía a este mi libro para que se demuestre y salga a lo público, que ciertamente según yo estimo, en saliendo con el favor de vuestro acuesto y passando por tan venturosa mano, él yrá tan dichoso y f[a]vorescido que ni terná que temer de ninguno ni dexará de passar por doquier, mas levará el rostro tan alto y tan seguro de qualquier afruenta que muy libre, ledo y gozoso desechará los asautes y asechanças de los tristes maldizientes. Y ahun puestos por tierra los maliciosos, levará muy adelante y pregonará mucho más el esclarescido nombre vuestro juntamente con los de las otras; y por las bocas tan de muchos los fará tan a menudo passar que será gloria grande para presentes y venideros, y a vos entre las otras señoras muy illustre, ya que por vuestra presencia en cada parte fallarnos podéys.

Será este servicio, que os fará conoscida ser, no sólo en muchos lugares mas por muchos estrangeros que hoy viven y ahun después, y fasta en los que vernán vos conservará por fama immortal y gloriosa memoria. Enxalce Dios Nuestro Señor vuestra esclarescida persona y estado.
Johan Boccaccio, De las mujeres illustres en romance, Zaragoza, Paulo Hurus, Alemán de Constancia, 1494, fo. 2r-3r.