Claudia
Capítulo lxij: De Claudia, la qual soccoriendo a su padre quando
del carro triumphal lo querían echar, por el acto ganó perpetua memoria.
Dízese que Claudia era del más noble linaje de Roma, lo qual es de
creer considerada su natural inclinación y amor que a su padre tuvo, que
era senador. El qual, yendo un día en el carro triumphal celebrando una
gran fiesta y solemnidad, levantóse un cavallero de Roma por una particular
invidia que le tenía, y quísole con violencia y por fuerça echar del carro
en que triumphava. E como Claudia, estando entre los otros que miravan los
juegos y la fiesta lo viesse, movida por el amor que a su padre tenía y
olvidando su flaqueza y sexo femenil y sus vestidos spirituales, que era
religiosa, púsose entre la gente con muy gran esfuerço para socorrerle,
tanto que su padre muy seguro y sin lesión alguna pudo llegar al Capitolio.
¡O amor dulce! ¡O entrañable bondad, que diste esfuerço tan
sobrado a cuerpo tan delicado de aquella virgen, que no pudo çufrir la
demasía y injuria que a su padre quisieron fazer! Por cierto, bien le
rendió el gualardón de la criança delicada que fasta entonce le dio.
¿Quién podría juzgar haver sido esta virgen digna de reprehensión
por haverse puesto entre la gente popular y alboroço del pueblo, o quién
podrá notarla de alguna desonestad, haviendo emprendido acto tan piadoso
y digno de eterna memoria? Y más por haverlo ella fecho que si algún fijo
muy esforçado lo fiziera, tanto que no se puede bien juzgar si llegó el
padre con mayor victoria al Capitolio o la fija al templo de la diosessa
Vesta.
Johan Boccaccio, De las mujeres illustres en romance, Zaragoza, Paulo Hurus,
Alemán de Constancia, 1494, fo. 67 r.