Capítulo III

De los árboles que hazen harina, vino y miel.

 

Y andando por aquestas islas halla hombre otra isla muy grande y hermosa en la qual se halla Canamasse (otros la llaman Bantem). Y el rey d´esta isla tiene muchas ciudades y villas, y tiene árboles que hazen harina de la qual se haze muy buen pan blanco y de buen sabor que paresce que sea de trigo mas no tiene tal sabor, y también tiene otros árboles que traen mucha miel y dulce, y otros que hazen buen vino; y ay otros que traen venino contra el qual no ay medecina ninguna sino una sola, y es que tome hombre de su mismo estiércol y lo destemple con agua y lo beva, y d´esta manera sola puede escapar que no muera, y si no lo haze él muere porque triaca ni otra medecina no vale nada contra esta ponçoña. Y dizen que de aqueste venino querían embiar los indios un tiempo para /fo. XXXX r./ enmelezinar todos los christianos lo qual yo lo oy a la muerte de un gran hombre de aquella tierra en confessión, mas quiso Dios que no vino a secución su mal propósito; mas con todo, ellos mataron mucha gente de christianos.

Y si queréys saber cómo se haze la harina de los árboles yo hos lo diré: toman aquel árbol y quítanle toda la corteza, la qual ponen a secar, y después de seca torna harina. Y la miel y el vino se haze assí mesmo, que quando la corteza es madura hiéndenla en un lugar y por allí sale el vino, y después lo ponen en unos vasos o toneles; assí mismo, todo lo otro se haze de la corteza.

Y en aquesta isla ay una mar Muerta: es, a saber un lago muy grande al qual no le pueden hallar hondo, y el que allí entra jamás puede salír de allí; y en aqueste lago crescen muchas y grandes cañas, y también hallaréys muchas y diversas rosas las quales ellos llaman assí: estas cañas tienen en largo bien xxx braças; de estas cañas hazen ellos d´ellas casas, y ay también otras cañas que no son assí largas y tienen luengas rayzes, que es una cosa estraña, entre las quales rayzes hallan piedras preciosas que son de muy gran virtud porque quien las lleva consigo no le puede empescer hierro ni sacalle sangre y por tanto ellos, porque llevan consigo estas piedras preciosas, pelean muy osadamente porque no les pueden hazer mal en ninguna manera: sus contrarios traen saetas sin hierro y con éstas los hieren y matan.

Y de aquestos árboles hazen ellos casas grandes y naves, assí como nosotros hazemos acá de grandes árboles. Y no penséys que aquestas cosas no sean verdaderas, porque yo mismo he visto árbol de aquestas cañas en la ribera de Celat que veynte hombres no lo podían mover de un lugar, en lo qual yo mismo fue.

Capítulo IV